Hal Clement - Estrella brillante

Здесь есть возможность читать онлайн «Hal Clement - Estrella brillante» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Madrid, Год выпуска: 1977, ISBN: 1977, Издательство: Edaf, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Estrella brillante: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Estrella brillante»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Dhrawn era un planeta que, entre otros inconvenientes, tenía una gravedad aplastante, cuarenta veces superior a la terrestre. Era evidentemente imposible para los terrícolas explorarlo. Por lo tanto, para llevarlo a cabo necesitarían colocar sobre aquella superficie a alguien dotado de inteligencia e iniciativa, pero psicológicamente más apropiado que los humanos.
Los seres vivientes que mejor se ajustaban a esas exigencias eran los pequeños mesklinitas, dotados de una constitución resistente. Aunque se encontraban en un estadio cultural inferior, los humanos pensaban que no convenía suministrarles una elevada ayuda tecnológica para su cometido. En cambio, deberían controlar la exploración desde su seguro satélite en órbita a seis millones de millas de Dhrawn.
Hasta el momento de descender allí, los tenaces, valientes e inteligentes mesklinitas estaban decididos a no ser contratados y deseosos por sí mismos de aceptar el fantástico desafío que las fuerzas de Dhrawn les presentaban.
Nominado por el premio Hugo en 1971.

Estrella brillante — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Estrella brillante», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El sueño y el repentino descubrimiento de que Beetchermarlf, después de todo, estaba vivo, se combinaron para alejar el resentimiento que le quedaba por la actuación de Dondragmer. Se dio por enterado de la petición del capitán, llamó a su madre para que ocupase su lugar y volvió al laboratorio tan rápidamente como sus músculos podían impulsarle por las escaleras.

Easy, que también había dormido algo, informó a Dondragmer de la partida de Benj y de su propia presencia, comunicó a Barlennan según lo solicitado y volvió al capitán con una pregunta propia.

—Esos son dos de tus hombres perdidos. ¿Piensas que hay alguna probabilidad de encontrar a los pilotos de los helicópteros?

Dondragmer casi se descubrió al contestar, aunque escogió cuidadosamente las palabras. Por supuesto, sabía dónde estaba Reffel, puesto que entre el campamento y el Gwelf habían estado pasando mensajeros constantemente; pero, para desilusión suya, Kervenser no había sido visto por la tripulación del dirigible ni por nadie. Su desaparición era perfectamente auténtica y el capitán consideraba que sus probabilidades de supervivencia resultaban más bajas que las del Kwembly una hora antes. Por supuesto, se podía hablar sobre esto; su fallo consistió en no mencionar a Reffel en absoluto. Las formas del stenno equivalentes a «él» y «ellos» eran tan distintas como las humanas, y Dondragmer se encontró utilizando la primera varias veces al hablar sobre los pilotos perdidos. Easy no pareció advertirlo, pero él lo dudó.

—Es difícil decirlo. Yo no he visto a ninguno. Si cayó en la zona inundada ahora, resulta difícil ver cómo podrían seguir con vida. Es infortunado, no sólo a causa de los propios hombres, sino porque incluso con uno de los helicópteros podríamos pasar al Kwembly más hombres y traerlo aquí rápidamente. Por supuesto, la mayor parte del equipo no podría ser transportado así; por otro lado, si los dos hombres no pueden traer el vehículo aquí por cualquier causa, tener uno de los helicópteros sería mucho mejor para ellos. ¡Lástima que vuestros científicos no puedan localizar el transmisor que Reffel llevaba, como lo hacen con el del Kwembly!

—No eres el primero en pensar así —concedió Easy. El asunto había sido comentado poco después de la desaparición de Reffel—. No conozco lo suficiente sobre las máquinas para saber por qué la señal depende de la claridad de la imagen; siempre pensé que una onda de radio era una onda de radio; pero así parece. O bien el aparato de Reffel está en una oscuridad total, o ha sido destruido.

«Veo que tu equipo de soporte vital está dispuesto y funcionando.

La última frase no fue sólo un esfuerzo de Easy para cambiar de tema; era la primera vez que contemplaba despacio el equipo en cuestión, y se sentía naturalmente curiosa acerca de él. Consistía en veintenas (quizás más de cien) de cisternas cuadradas transparentes, que cubrían en conjunto una docena de metros cuadrados, cada una llena de líquido hasta un tercio de su volumen, con el hidrógeno casi puro que constituía el aire mesklinita burbujeando en su interior. Un generador hacía funcionar las luces que brillaban sobre las cisternas, pero las bombas que mantenían el gas en circulación eran movidas a fuerza de músculo. La vegetación que, en realidad, oxidaba los saturados hidrocarbonos de los desechos biológicos mesklinitas y desprendía hidrógeno puro, estaba representada por una variedad de especies unicelulares, correspondiendo lo más cercanamente a las algas terrestres. Habían sido seleccionadas por ser comestibles, aunque no, como Easy había supuesto, por su sabor. Las secciones del equipo de soporte que utilizaban plantas superiores y producían el equivalente de frutas y vegetales eran demasiado voluminosas para ser trasladadas del vehículo.

Easy no sabía cómo los objetos no gaseosos del ciclo biológico se introducían y retiraban de las cisternas, pero podía ver los cartuchos para recargar los trajes. Se trataba de nuevo de bombear manualmente, introduciendo el hidrógeno en cisternas que contenían porciones de sólido poroso. Este material era otro producto estrictamente no mesklinita, un fragmento de arquitectura molecular ligeramente análoga a la zeolita en su estructura, que absorbía el hidrógeno en las paredes internas de sus canales estructurales y, dentro de un amplio campo de temperaturas, mantenía una presión parcial de equilibrio con el gas, compatible con las necesidades metabólicas de los mesklinitas.

Dondragmer contestó la observación de Easy.

—Sí, tenemos bastante comida y aire. El problema, en realidad, es qué hacer. Hemos salvado una pequeña parte de vuestro equipo planetológico; no podemos seguir con vuestro trabajo. Seguramente lograríamos volver a la colonia a pie, pero tendríamos que llevar el material de soporte vital por etapas. Esto querría decir que trasladaríamos el campamento a unos cuantos kilómetros de aquí, llevaríamos el equipo, recargaríamos los cartuchos de aire cuando el ciclo se hubiese completado y así repetiríamos indefinidamente el proceso. Puesto que la distancia a la colonia es de unas treinta mil; perdón, en vuestros números unos veinte mil de vuestros kilómetros, tardaríamos años en llegar allí; y no hablo de vuestros cortos años. Si vamos a servir de algo más a vuestro proyecto, tenemos que hacer volver al Kwembly.

Lo único que Easy podía hacer era estar de acuerdo, aunque ella veía una alternativa que Dondragmer no había mencionado. Por supuesto, Aucoin no estaría de acuerdo; o quizá sí, teniendo en cuenta las circunstancias. Una tripulación de exploradores, entrenada y eficiente, representaba también toda una inversión. Esa podría ser una buena línea. Pasaron varios minutos más antes de que Benj volviese con su información incidentalmente con un séquito de científicos interesados.

—Capitán —llamó—, el Kwembly continúa moviéndose, aunque no muy rápidamente, a unos veinte cables por hora. Se encuentra, al menos hace seis minutos, a 500 kilómetros de vuestro transmisor, en nuestras cifras. En vuestros números y unidades son 233, 750 cables. Hay un pequeño error si se da mucha diferencia en elevación. Es una distancia grande; no tenemos una idea demasiado buena de la longitud del río, aunque se tomaron unas veinte lecturas de posición desde que la nave comenzó a descender por la corriente, de forma que hay un mapa del río en líneas generales arriba en el laboratorio.

—Gracias —llegó a su debido tiempo la respuesta del capitán—. ¿Estás en contacto verbal con los timoneles?

—Todavía no, pero han entrado. Estoy seguro de que encontrarán pronto el comunicador en el puente, aunque supongo que hay otros lugares que querrán buscar primero. El aire debe estar bastante bajo en sus trajes.

Esto era perfectamente correcto. Los timoneles necesitaron sólo unos cuantos minutos para asegurarse de que el vehículo estaba desierto y advertir que parte del equipo de soporte vital había desaparecido; pero tal suceso les dejó con la necesidad de comprobar el aire a bordo por si estuviese contaminado por oxígeno del exterior. Ninguno de ellos conocía la química básica suficiente para inventar una prueba. Ninguno estaba familiarizado con las rutinas empleadas por Borndender y sus colegas. Pensaban emplear el procedimiento más bien drástico de probar a olerlo, cuando a Beetchermarlf se le ocurrió que quizá habría quedado a bordo algún comunicador por razones científicas y que los seres humanos podían ayudar. No había nadie en el laboratorio, pero el puente era el lugar más probable, y la voz de Beetchermarlf se elevó hasta la estación unos diez minutos después que los timoneles hubiesen subido a bordo.

Cuando oyó la pregunta de Beetchermarlf, Benj pospuso los saludos y se la transmitió rápidamente a Dondragmer. El capitán llamó a sus científicos y delineó la situación. Durante media hora la línea estuvo muy ocupada; Borndender explicaba las cosas y Beetchermarlf repetía las explicaciones; después iba al laboratorio a examinar el material y el equipo; luego volvía al puente para asegurarse de algún detalle…

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Estrella brillante»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Estrella brillante» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Hal Clement - Luce di stelle
Hal Clement
Hal Clement - Hot Planet
Hal Clement
Hal Clement - Still River
Hal Clement
Hal Clement - Ocean on Top
Hal Clement
Hal Clement - The Nitrogen Fix
Hal Clement
Hal Clement - Star Light
Hal Clement
Отзывы о книге «Estrella brillante»

Обсуждение, отзывы о книге «Estrella brillante» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x