– No estoy segura de que me gusten estos sueños tuyos.
– A mí tampoco.
– ¿Tienes padre y madre en esos sueños?
– Sí.
– ¿Tienes una vida completa, con recuerdos, pasiones y todo lo que nos hace humanos?
Esto definitivamente no era bueno.
– ¿Qué estás haciendo en tus sueños? -averiguó ella deteniéndose en el sendero al ver que él no contestaba.
Tenía que contárselo en algún momento. Ahora ella había forzado el asunto.
– ¿Quieres saberlo realmente?
– Sí. Quiero saber todo.
Tom anduvo de un lado a otro, pensando en la mejor manera de decirlo para que ella pudiera entender.
– Estoy viviendo en las historias, antes del Gran Engaño, tratando de detener una variedad Raison. Créeme Rachelle, es algo horrible. ¡Es muy real! 0fno si realmente estuviera allá, ¡y como si todo esto aquí fuera un sueño!
– Sé que no es así, desde luego, pero cuando estoy allá, también sé que eso es real.
¿Era esta una buena manera de decirlo? De algún modo él dudaba que lo fuera.
Tom continuó antes de que ella pudiera hacer otra pregunta. Lo mejor sería que controlara la dirección de su confesión.
– Y sí, tengo una historia completa en mis sueños. Recuerdos, una familia, las características totales de una vida real.
– Eso es absurdo -cuestionó ella-. Has creado un mundo de fantasía con tanto detalle como el real. Incluso más porque en tus sueños no has perdido tus recuerdos. Tienes tu propia historia allá, pero aquí no. ¿Es así?
– ¡Exactamente!
– ¡Es ridículo!
– Apenas puedo soportarlo. Es exasperante. Exactamente antes de que me despertaras en el lago me hallaba peleando con un hombre que trataba de matarme. ¡Creo que me mató! Tres disparos al cuerpo con una pistola – narró Tom tanteándose el pecho.
– ¿De veras? ¿Una pistola? Alguna clase de arma irreal, supongo. ¿Por qué peleabas con este hombre?
– El intentaba capturar a Monique -contestó él sin pensar.
– ¿Monique? ¿Una mujer?
– ¡Una mujer que no significa nada para mí! -exclamó él, y pensó que eso no era del todo honesto-. No en una manera romántica.
– ¿Estás enamorado de otra mujer en tus sueños?
– Por supuesto que no. En absoluto. Su nombre es Monique de Raison, y ella podría ser la clave para detener la variedad Raison. Estoy ayudándola porque tal vez ella me ayude a salvar al mundo, no porque sea hermosa. Simplemente no puedo desentenderme de ella porque no quieras que sueñe con ella.
Demasiada información.
Él estaba seguro que vio un centelleo en los ojos de Rachelle. Los celos eran obviamente un sentimiento que fluía de las venas de Elyon.
– Hablas como si tus sueños fueran más importantes que la realidad-¿Dudas que algo de esto sea real? -cuestionó ella, extendiendo la mano para volver a señalar el bosque-. ¿Que yo sea real? ¿Que nuestro romance sea real?
– No. Sólo cuando estoy soñando.
Él debía detenerse antes de perderla por completo.
Rachelle lo miró por un tiempo prolongado. Él decidió mantener la boca cerrada. Esto no le estaba favoreciendo. Ella cruzó los brazos y miró hacia otra parte.
– No me gustan esos sueños tuyos, Thomas Hunter. En realidad quisiera que dejaras de tenerlos.
– Estoy seguro de que pararán. A mí tampoco me gustan.
– Tú estás aquí. Conmigo. Te vi dormir en las orillas del lago hace sólo una hora. Créeme cuando te digo que no estabas peleando con un tipo, y que no te mataron. ¡Tu cuerpo estaba aquí! Si te hubiera pellizcado, habrías despertado.
– Así es. Y no había Monique. Sé que es sólo un sueño. Estoy aquí. Contigo.
– Quizá tus sueños no sean más que un descubrimiento fascinante – comentó ella suavizando sus rasgos-. Pero no estoy segura de cómo me siento que sueñes con otra mujer cuando estoy en tus brazos. ¿Comprendes?
– Perfectamente.
Rachelle no parecía satisfecha del todo.
– Además de tratar de salvar el mundo, ¿qué haces en las historias?
– Bueno… creo que soy escritor. Aunque temo que no muy bueno.
– ¡Un narrador de historias! Eres narrador de historias. Tal vez por eso estás soñando. Te golpeaste la cabeza, perdiste la memoria, y olvidaste cómo narrar historias como lo hacías en tu propia aldea. Pero tu subconsciente no ha olvidado. ¡Estás inventando una gran historia en tus sueños!
Ella podría tener razón. En realidad, lo más seguro es que no fuera así.
– Quizá. ¿Qué dice Tanis?
– Que él y tú podrían organizar con éxito una expedición al bosque negro usando la información de tus sueños acerca de las historias. Creo que es la fantasía de un narrador de historias, pero él está muy emocionado.
La mente de Tom se llenó de inquietud. Era claro que la advertencia de Michal no había afectado a Tanis. ¿Dijo eso?
– Sí. Si yo no hubiera insistido en venir sola al lago para encontrar cuando Michal nos contó que estabas aquí, él también habría venido. Él asegura tener algunas ideas novedosas para analizar contigo.
Tom tomó nota mentalmente para evitar al hombre hasta poner esto en orden.
– Me alegro que hayas venido sola -indicó él.
– Yo también.
– Y trataré de no soñar.
– O mejor, sueña conmigo.
***
LA CONCURRENCIA de esa noche arrasó con todos los temores y las dudas que perduraban en la mente de Tom. Ellos subieron por el sendero hacia el lago, en silencio durante los últimos quince minutos de caminata. Tom entró a una zona de arena blanca en el costado derecho del lago. Distraídamente se dio cuenta de que ya no estaba la mancha roja. Hasta donde le permitía la memoria, esta era su primera Concurrencia.
Alrededor del grupo flotaba una cálida neblina de la cascada. Muchas de las personas ya estaban boca abajo sobre la arena, con las manos extendidas hacia la rugiente agua.
Tom cayó de rodillas, el corazón le palpitaba con expectativa. Había sido demasiado, demasiado. De pronto una cálida neblina le acarició el rostro. Su visión estalló con una roja bola de fuego, y él lanzó un grito ahogado, aspirando más de la neblina en sus pulmones.
Elyon.
Se hallaba consciente de la humedad que le tocaba la lengua. El sabor más dulce de azúcar entrelazado con un toque de cereza le inundó la boca. Tragó. En sus fosas nasales brotó el aroma de flores de gardenia.
Siempre con mucha suavidad, el agua de Elyon lo envolvió, con cuidado de no agobiarle la mente. Pero de manera intencionada.
De repente la bola roja de fuego se mezcló en una corriente de azul profundo que fluyó dentro de la base del cráneo de Tom y le bajó por la columna vertebral, acariciando cada nervio. Intenso placer le envolvió cada trayectoria de los nervios hacia las extremidades. Cayó sobre el abdomen,)' todo el cuerpo le tembló.
Elyon.
La fuerza de la cascada aumentó su intensidad, y la neblina le caía a Tom en la espalda a un ritmo constante mientas yacía postrado. La mente le daba vueltas bajo el poder del Creador, quien hablaba con suspiros, colores, aromas y emociones.
Entonces la primera nota le llegó a los oídos. Le traspasó los tímpanos v |e abarcó la mente. Una nota baja, más baja que el rugido gutural de un millón de toneladas de estrepitoso combustible de la base de un cohete. El atronador tono subió una octava, hasta convertirse en una nota fuerte, y comenzó a grabar una melodía en el cerebro de Tom. Él no oía palabras, sólo música. Al principio una sencilla melodía, seguida luego por otra, totalmente única pero en armonía con la primera. La primera le acarició los oídos; la segunda reía. Una tercera melodía se unió a las dos primeras, haciéndole exclamar de placer. Luego una cuarta y una quinta, hasta que Tom oyó cien melodías que le recorrían la mente, cada una exclusiva, cada una diferente.
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