Era temprano en la mañana cuando finalmente el muchacho llevó otra Vez a acantilado a Tom, quien, después de un fuerte abrazo, descendió por árbol rojo, regresó a la aldea, y en silencio se metió en la cama en casa de Palus.
Podría estar equivocado, pero tenía la seguridad de oír el sonido de la voz de un niño cantando mientras iba rumbo a su sueño.
THOMAS.
Una dulce voz. Pronunciando su nombre. Como miel. Thomas.
– Thomas, despierta.
Una voz de mujer. Le acariciaba la mejilla. Él estaba despertando, pero sin seguridad de que ya hubiera despertado de veras. La mano en su mejilla podría ser parte de un sueño. Por un momento dejó que fuera un sueño.
Saboreó ese sueño. Esta era la mano de Rachelle en su mejilla. La obstinada mujer que se le aparecía con sus movimientos de lucha.
– ¿Thomas?
Sus ojos se abrieron bruscamente. Kara. Él se sobresaltó y se enderezó.
– Thomas, ¿estás bien? -preguntó Kara, pálida, mirando fijamente la cama-. ¿Qué es esto?
Pero la mirada de Tom estaba fija en el aire acondicionado donde habían cortado las cuerdas de sábanas blancas y habían liberado a Monique. Ella había desaparecido.
– ¡Thomas! ¡Háblame!
– ¿Qué? -exclamó él, mirándola-. ¿Qué es…?
Las sábanas estaban mojadas. Empapadas de rojo. ¿Sangre?
Tom se levantó rápidamente de la cama. Había estado acostado en sábanas empapadas en su sangre. Se agarró el pecho y el estómago mientras pasaban por su mente visiones del atacante disparándole. Dos disparos silenciados. ¡Plas! ¡Plas!
Sí, había eso, pero, más importante, había el lago y el muchacho-Levantó la mirada hacia Kara.
– Dios es real -expresó.
– ¿Qué?
– Dios. Él es… vaya.
Su cabeza giró con el recuerdo del lago. Pudo sentir que una entusiasta 0nrisa e rentaba e' rostro, pero su mente todavía no estaba obrando en cooperación total con todos sus músculos.
– Bueno, al menos soñé que él es real -informó-. No sólo real, existe corno algo emocionante, pero… real, tanto que puedes hablar con él. Quiero decir, quizá tocarlo.
– Muy agradable -terció ella-. ¡Mientras tanto, aquí, donde yo vivo, estamos parados al lado de una cama cubierta con tu sangre!
– Me dispararon -declaró él.
– ¿Estás seguro? -cuestionó ella, mirándolo incrédula-. ¿Dónde?
– Exactamente aquí. Y aquí -le mostró él; pecho y estómago-. Juro que fui baleado. Alguien irrumpió aquí, peleamos, me disparó. Y luego se debió haber llevado a Monique.
– Te llamé. ¿Fue antes o después?
– Llamaste antes. Él estaba aquí en ese momento -anunció; de pronto Bangkok tenía más sentido que el lago-. En realidad, creo que tu llamada lo puso nervioso. El punto es…
– Sí. ¿Cuál es el punto?
– El punto es, ¿qué?
– No estoy muerto.
Kara le miró el estómago. Luego los ojos.
– No entiendo. ¿Estás insinuando que fuiste sanado en tus sueños?
– No es la primera vez.
– Pero te dispararon, ¿correcto? Te dispararon y te mataron. ¿Cómo es Posible eso?
– No sé que me hayan matado. Perdí el conocimiento. Pero allí, en mis sueños, estaba tendido en las orillas del lago. El aire estaba lleno de neblina de la cascada. Agua. El agua es lo que sana. Es probable que haya sanado antes de que muriera.
Tom haló las sábanas de la cama, agarró el colchón. Lo volteó. Kara no había quitado la mirada de encima. Estás bromeando. No, no estoy muerto. Ella miró hacia otro lado, fue hasta el extremo de la cama. Se volvió.
– ¿Comprendes las consecuencias?
– No sé, ¿debo hacerlo? -contestó él, y rápidamente desató del aire acondicionado las cuerdas hechas de las sábanas-. Hay mucho que n tengo claro. Pero algo de lo que estoy seguro es que Monique desapareció El tipo que se la llevó no era el matón común.
Ella aún estaba preocupada con la sanidad de Tom. Él se detuvo.
– Mira, no soy indestructible, si eso es lo que estás pensando. De ninguna manera.
– ¿Y cómo lo sabrías?
– Porque creo que tienes razón… ambas realidades son verdaderas, al menos en algunas formas. Evidentemente, si me disparan aquí y luego me quedo dormido y logro que me caiga agua encima antes de que muera, sano. Pero si me matan aquí, y no hay agua alrededor que me sane, simplemente podría morir.
– ¿Eres como Wolverine o algo así? Te golpeas la cabeza o te disparan en el pecho, ¡y ni siquiera tienes una cicatriz! ¡Eso es increíble!
Era increíble. Pero había más, ¿o no? Una simple información que lo había fastidiado desde que hablara con Teeleh, ese murciélago en el otro lugar. Los detalles comenzaron a zumbarle en el cerebro, y él sintió las primeras insinuaciones de pánico.
– Bueno, eso no es todo -indicó él-. Para empezar, estoy muy seguro de que el tipo que me disparó y se llevó a Monique es el mismo que va a chantajear al mundo con la variedad Raison.
Tom empezó a andar de un lado a otro. Había hecho un atado con las sábanas ensangrentadas y ahora las sostenía en la mano derecha.
– O al menos el tipo trabaja para quien esté planeando esto. Eso no es todo. Estoy muy seguro de que la única manera de que ellos supieron que la variedad Raison tiene el potencial de mutar en un virus letal es porque y» revelé esa información secreta a alguien que se las trasmitió.
– Eso no puede ser. ¿Significaría eso que sin ti no ocurriría la mutación ¿Estás diciendo que eres la causa de este asunto?
– Eso es exactamente lo que estoy afirmando. Supe de la variedad Raison como una cuestión de historia en mis sueños, le dije a alguien: «Hola-va a suceder esto y aquello», y esa persona decide hacer que esto y aquel'0 ocurra. Como una profecía que acarrea su propio cumplimiento. De haber tenido la boca cerrada, y no contárselo al departamento de estado o a los CDC, nadie sabría siquiera cómo sería posible la variedad Raison.
– ¿Causaste entonces el mismísimo virus que estás tratando de detener? Eso es un tropezón.
– ¿Dónde podemos ocultar estas sábanas?
– Debajo de la cama.
Las metieron debajo del armazón.
– Pero si eso es verdad -opinó Kara-, ¿no puedes cambiar ahora algo que arruinaría el resto de lo que sucede? Vuelve a las historias, averigua que ocurrió X, Y y Z, luego regresa y asegúrate que eso no suceda.
– Quizá. Quizá no. Ya no puedo conseguir así de fácil información de las historias.
– ¿Qué hay respecto del bosque negro?
– ¡Fui al bosque negro! ¡No voy a volver allá de ninguna manera!
– ¿Y si es un sueño? ¿Y nos salva aquí?
– Hay más -anunció Tom volviéndose lentamente, recordando la conversación con Teeleh.
Pero él estaba seguro de que había algo que él estaba pasando por alto. Él había ido para probarse ante Monique, e hizo eso. Pero también había aprendido algo del antivirus.
Había repetido el antivirus.
– ¿Y si…?
Un frío le bajó serpenteando por la columna vertebral. Se volvió otra vez hacia Kara, aturdido ante el pensamiento.
– ¿Y si les dije sin querer cómo hacerlo?
– ¿Cómo hacer el virus?
– No, ellos saben eso. Calor intenso. Lo pueden imaginar. Pero eso no hace ningún bien a nadie. Pones el virus en el aire y tres semanas después, todo el mundo muere. Incluso quien lo liberó. Pero si tienes un antivirus, Una cura o una vacuna para el virus, puedes…
Controlarlo -terminó Kara-. La amenaza de fuerza. Como tener el único arsenal nuclear en el mundo. Y creo que se los pude haber dado. ¿Cómo?
– Teeleh. Él me engañó. Exactamente antes de darme la información,
me cortó -confesó, hablando como aturdido, como para sí mismo-. Hubiera jurado que me oí decirlo en voz alta.
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