Christopher Priest - Indoctrinario

Здесь есть возможность читать онлайн «Christopher Priest - Indoctrinario» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1981, ISBN: 1981, Издательство: Edhasa, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Indoctrinario: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Indoctrinario»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Elías Wentik, que en un laboratorio secreto de la Antártida experimenta con drogas que afectan al cerebro, es transportado de pronto a la selva brasileña en el siglo XXII. El mundo ha sido devastado por armas nucleares y un gas venenoso todavía activo. Wentik quiere volver a su propia época y descubrir el antídoto del gas, pero la Gran Guerra ya ha comenzado, y Wentik ha de decidir si escapa volviendo a 1989 o muere en el presente.

Indoctrinario — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Indoctrinario», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Mientras el largo silencio entre ambos proseguía, Wentik contempló el océano hasta que los témpanos cesaron de aparecer. Se sacó las gafas oscuras y echó un vistazo a su brazo. Seguía en cabestrillo, pero los dolores fuertes habían pasado. El rasguñón de su cuero cabelludo había dejado de sangrar casi tan rápidamente como había empezado, pero una parte considerable de su pelo estaba enmarañada por la sangre. Esperaba con vivo interés usar el lujoso cuarto de baño que había visto en el extremo trasero del avión.

—¿Qué está escribiendo? —preguntó.

—Estoy calculando algo —replicó Jexon—. Casi he terminado. ¿Tiene alguna noción de qué día es hoy?

—Alguno de mediados de agosto, creo.

—El día catorce, probablemente. O el quince. No es seguro, debido a la distorsión. Nunca sabemos los días exactos que se recorrerán en el campo de desplazamiento. ¿Averiguó qué día era mientras estaba allá?

—No se me ocurrió.

—Una lástima. Habría servido, porque la distorsión se acumula. Sea como fuere, tendré que suponer mucho.

—¿Qué está haciendo?

—Trato de ayudarle. Supondremos que hoy es día quince. Nos costará dos días llegar a Inglaterra desde aquí si volamos en línea recta. Con eso nos vamos al diecisiete. Digamos el dieciocho, para estar seguros.

—¿... seguros de qué?

—El bombardeo. Estoy intentando reunirle con su familia.

—Eso es imposible. La guerra ya había empezado.

Jexon asintió lentamente.

—En América empezó. Pero hubo una calma pasajera en el bombardeo. Las primeras armas nucleares no fueron detonadas en Europa hasta el veintidós de agosto.

Europa occidental fue arrasada en la segunda ola de bombardeos...

—Su familia aún está viva, doctor Wentik.

Pero Wentik no estaba prestando atención. Estaba mirando por la portilla, contemplando el océano que se deslizaba debajo, y planeando qué debía hacer.

A últimas horas del día siguiente, el avión volaba sobre el Atlántico Septentrional, en paralelo a la costa de África noroccidental. Habrían pasado sobre muy poca tierra firme, y Wentik ya estaba aburrido del interminable mar. A veces se movía incansablemente por el camarote, mientras Jexon observaba con cierta preocupación. Cuando los dos hombres estuvieron de acuerdo en los detalles de lo que harían al llegar a Inglaterra no hubo más que discutir, y Wentik se vio abandonado de nuevo a sus propios pensamientos. La posibilidad de ver a su familia otra vez cobraba fuerza hasta volverse casi una certidumbre, la sensación de inseguridad que se había convertido en parte de la existencia de Wentik desvanecida por primera vez desde que conociera a Musgrove y Astourde.

Pasó parte del día leyendo de nuevo el libro de Jexon sobre la estructura de la nueva sociedad brasileña. Lo intrigaba, como lo hace toda novedad, aunque el pasmoso liberalismo de sus prácticas tenía elementos de fanatismo en ciertos detalles, como las utopías religiosas y morales del siglo XVIII. Lo leyó, empero, con sentido del deber, puesto que creía que debía prepararse para su nueva vida.

Había tomado una decisión: que él y su familia volverían a Sao Paulo, y él intentaría encontrar algún medio de contrarrestar los efectos del gas perturbador.

Ciertas afirmaciones del libro le intrigaban. Daba la impresión de que no había un gobierno formal; a todos los niveles las decisiones se dejaban a voluntad de las personas directamente involucradas. Cuando había duda o desacuerdo, el estrato social inmediatamente superior era consultado. Cuanto mayor el problema, más arriba tenía que ir y más personas quedaban involucradas. La estratificación efectiva de la sociedad estaba mal definida en el libro, y Wentik se sintió tentado de interrogar a Jexon al respecto. La única ocasión en que lo hizo, sin embargo, el otro puso en relieve su interés apasionado por el tema, en tanto que Wentik perdió la sustancia de la respuesta.

Los estratos parecían estar definidos por méritos o logros personales, pero no se indicaba cómo se establecían realmente las diferenciaciones.

Wentik consideró la aparente riqueza de Jexon: el avión privado y la tripulación, la posición de autoridad que había ostentado en el hospital y la universidad. A juzgar por la tesis del libro, el individuo era un defensor-meritócrata, intérprete y diseñador de una sociedad que él mismo había abstraído.

En cuanto hubo terminado el libro, y Jexon y él comieron algo, Wentik le preguntó cuán diferente sería la vida para él y su familia en Sao Paulo. El semblante de Jexon se iluminó, como el de un erudito cuyo tema es suscitado en debate.

—Superficialmente, ninguna diferencia. La existencia cotidiana es muy similar a la que he llegado a imaginarme de su época. Sólo la autoridad se ha descentralizado.

—Pero debe existir alguna diferencia...

Jexon asintió.

—Existe. En un sentido ejecutivo. Considere por ejemplo la decisión de traerle a Brasil. Fue totalmente mía. Discutí todo el proyecto con Musgrove antes de que empezáramos, pero fue mi autoridad la que puso las cosas en marcha. Tuve acceso a lo que creí que era la información completa sobre usted, y actué dentro del campo de mi experiencia.

—Y las cosas fallaron —dijo Wentik— ¿No le da a entender esto, como sociólogo, que hay vacíos en el sistema?

—Quizá —convino Jexon— Pero esta serie de circunstancias fue más bien especial. La única imperfección real que existe, y no preocupa a mucha gente, dicho sea de paso, es que algunas veces la mano derecha no sabe qué está haciendo la izquierda. Típico de ello es lo sucedido cuando usted llegó a Sao Paulo. No sólo lo llevaron al hospital por error, sino que el pobre Musgrove fue retenido por la policía hasta que descubrimos el fallo.

Jexon se detuvo y meditó.

—La vida en Brasil —prosiguió— es mucho menos opresiva, creo, que el tipo de existencia al que usted está acostumbrado. Las inhibiciones que usted daría por supuestas, como las sexuales o personales, simplemente no existen.

—Suena demasiado bueno para ser cierto —dijo Wentik tranquilamente, pensando en Karena.

—Tal vez sí, a sus oídos. Pero da resultado, como probará cuando volvamos.

Wentik miró por la portilla, y distinguió en la creciente oscuridad las luces de una ciudad costera a unos quince kilómetros hacia el este. Una parte de África, desconocida e imposiblemente remota. Se preguntó si iba a quedarse en Brasil. Para Jexon, atrapado en el esotérico mundo científico de las teorías y conceptos abstractos, quizá la sociedad fuera fuente de placer constante. Mas para Wentik, tal cosa nunca podría ser más que una huida. Un refugio que las circunstancias le abrían; un modo de evitar una muerte segura a causa de explosión nuclear o precipitación radiactiva. Volvió a observar a Jexon y vio un anciano orgulloso con ojos henchidos de ardiente inteligencia..., ¿o era otro tipo, más fanático, de brillo? Esta gente y sus padres habían sobrevivido al holocausto, y la civilización humana se estaba recuperando. ¿Iba él, Elías Wentik, a tomar parte en ello?

Veintiséis

Inglaterra desde el aire, para la vista crítica de Wentik, había cambiado de manera trágica en doscientos años.

Poco después de despertarse, él y Jexon contemplaron la costa que se deslizaba debajo. El tiempo era pardusco y gris, con una base nubosa de seiscientos metros. A solicitud de Wentik, el piloto hizo que el avión volara lentamente a lo largo de la línea costera a una altura de ciento cincuenta metros. Por todas partes, una desordenada vegetación de árboles y arbustos contribuía a ocultar las ruinas de los edificios. Pasaron sobre lo que otrora había sido una gran ciudad —Wentik creyó que podía tratarse de Bournemouth, pero no tuvo la certeza— y no vieron movimiento en ningún lugar.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Indoctrinario»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Indoctrinario» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Christopher Priest
libcat.ru: книга без обложки
Christopher Priest
Christopher Priest - The Islanders
Christopher Priest
Christopher Priest - Fuga para una isla
Christopher Priest
Christopher Priest - El último día de la guerra
Christopher Priest
Christopher Priest - Le monde inverti
Christopher Priest
Christopher Priest - La máquina espacial
Christopher Priest
Christopher Priest - The Space Machine
Christopher Priest
Christopher Priest - The Inverted World
Christopher Priest
Christopher Priest - The Prestige
Christopher Priest
Helen Christopher und Michael Christopher - Hin und Weg - Varanasi
Helen Christopher und Michael Christopher
Отзывы о книге «Indoctrinario»

Обсуждение, отзывы о книге «Indoctrinario» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x