Eric Garcia - Anonymus Rex

Здесь есть возможность читать онлайн «Eric Garcia - Anonymus Rex» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Anonymus Rex: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Anonymus Rex»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

UNA NUEVA ERA DE DETECTIVES
Aunque casi nadie lo sabe, los dinosaurios simularon su extinción hace sesenta y cinco millones de años y aun vagan por nuestro planeta, vestidos con unos convincentes disfraces de latex con los que se confunden perfecta mente entre los humanos.
Vincent Rubio, detective privado de Los Ángeles, esta pasando un mal momento: se ha quedado sin trabajo, le han confiscado el coche por falta de pago, su socio ha muerto en extrañas circunstancias y, además, su cola no quiere estarse quieta. Y es que Vincent es un dinosaurio, un Velociraptor, para ser exactos.
Cuando le llaman para que investigue un caso claro de incendio provocado en un club nocturno para dinosaurios, Vincent descubre algo mucho mas siniestro que le lleva hasta Nueva York, el escenario de la muerte de su socio y el lugar donde se gesta un peligroso nexo en la inquietante mezcla entre dinosaurios y seres humanos.
¿Ser a capaz Vincent de resolver el misterio de la muerte de su socio? ¿Desvelara una perturbadora cantante rubia su verdadera identidad, poniendo así en peligro la vida de ambos? ¿Podrá superar su adicción a la albahaca o deber a recurrir a Herbívoros Anónimos? ¿Encontrara el amor o tendrá que conformarse con un viejo ejemplar de Estegolibido?

Anonymus Rex — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Anonymus Rex», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Encima de una tienda, sin jodidos ascensores -explica Glenda.

Ahora sé que estas cosas no existen en Los Ángeles; incluso los pobres se desmayarían de sólo pensarlo. Cualquier distancia superior a los seis metros, en vertical o en cualquier otra dirección, debe cubrirse en algún vehículo, preferiblemente provisto de aire acondicionado. Si queremos hacer ejercicio, utilizaremos un Síairmaster, muchas gracias.

– Quiero decir, el trabajo estaba bien -continúa Glenda-. Pero deja que te diga algo: después del quinto día acabas hasta los cojones del aire viciado y la comida basura. Y con todos esos jodidos bichos arrastrándose por el suelo, sobre mi jodida comida…

– ¿McBride tenía una aventura en una casa de apartamentos? -pregunto.

No puede ser… Ese tío tenía millones, miles de millones tal vez.

Glenda sacude la cabeza y se escarba la nariz. Es una dama con clase.

– Yo no lo llamaría una casa de apartamentos; simplemente era un edificio de mierda en el East Village. No se encuentra en un barrio peligroso ni nada por el estilo, sólo que no está bien conservado. En cualquier caso, estábamos apostados al otro lado de la calle, tomando fotografías todo el jodido día. El edificio donde ellos jodian estaba un poco mejor. Supongo que era el apartamento de la tía. Apuesto a que tenían un jodido exterminados Malditas cucarachas…

Finalmente consigo que mi boca forme un número suficiente de sílabas para dirigir la conversación hacia la hembra humana con la que McBride había sido fotografiado en flagrante delito. Le pregunto el nombre de la mujer.

– Si te lo digo, prométeme que no saldrá de tu boca-dice Glenda-. Mi culo está en juego, de modo que yo jamás te he hablado de esto. ¿De acuerdo?

– Que me convierta en un fósil si rompo mi promesa.

– Sabíamos que ese pequeño pervertido se acostaba con media ciudad. Su esposa debe de ser frígida o algo así. Pero esa fulana con quien lo sorprendimos era una verdadera bomba humana; unas tetas hasta aquí y piernas largas como zancos.

¿Por qué me siento más incómodo oyendo ese lenguaje que ella utilizándolo?

– Se llama Sarah -continúa Glenda-. ¡Cuántas jodidas veces tuve que escuchar ese nombre a través del micrófono! «¡Oh, Sarah! Eres maravillosa, Sarah. Eres asombrosa, Sarah. Hazlo, Sarah; hazlo.» Me ponía jodidamente enferma oír toda esa mierda. Una vez estuve a punto de vomitar, te lo prometo.

– ¿Sarah…? -Estoy esperando un apellido.

– Acton…, Archion…, o algo así. -La hadrosaurio con la boca sucia se encoge de hombros y acaba su ración de tomillo. El polvo baja de golpe; unas cuantas toses, y Glenda abre la boca buscando aire-. No lo recuerdo exactamente, pero canta en un club cerca de Times Square. Esa fulana es una verdadera cantante.

En un instante mis sentidos se ponen en estado de alerta. Todos los vestigios de albahaca se han evaporado temporalmente en alguna parte olvidada de mi cerebro que no está conectada con el habla o la capacidad de tomar decisiones.

– ¿Canta esta noche?

– ¿Quién crees que soy, su jodido representante?

– ¿Crees que ella canta esta noche?

– Sí, seguramente, supongo. Ya hace unos meses que leí su ficha, pero creo que es un trabajo fijo el que tiene en ese club. ¿Qué?, ¿piensas ir a ver a esa mujer? ¿Para qué diablos quieres verla?

La albahaca fluye nuevamente. Se convierte en una suave oleada que se funde con mi excitación por encontrar un nuevo testigo, una forma de evitar la barrera de pruebas desaparecidas y respuestas evasivas, un camino hacia McBride y un camino hacia Ernie.

Paso la lengua por el resto de albahaca que ha quedado en

– Quiero oír una canción -le digo a Glenda simplemente.

7

Los mamíferos bípedos son de por sí bastante impresentables -desagradables, egocéntricos, hacen alarde de una pésima higiene-, pero un grupo completo de esos monos apestosos me pone de los nervios. Es una reacción visceral, una sacudida inconsciente en las tripas que estoy seguro de que, de alguna manera, representa mi repulsa e incomodidad transmitidas genéticamente. Mis antepasados observaron cómo estas criaturas evolucionaban desde poco más que unos sapos llenos de pelos, y es seguro que debió de producirles un dolor indescriptible comprender que en el futuro se verían obligados a reconocer la existencia de esta especie separada pero sensible. Mis antepasados podrían haber acabado con ellos, podrían haber convertido a los pequeños neanderthales en picadillo con unos cuantos golpes de su cola, pero para entonces ya habían decidido vivir en paz con los humanos, incluso imitarlos si surgía la necesidad. Fue, sin duda, una pésima elección.

Ahora me encuentro sentado en un club nocturno humano, rodeado de humanos, escuchando maullidos humanos, oliendo la transpiración humana, tocando la carne humana desnuda, y si otro humano vuelve a frotarse contra mí, creo que me pondré enfermo. El humo se desplaza por el aire en enormes ondas en espiral, y aunque no me molestan las ocasionales volutas de cigarrillo, no puedo superar los olores que emanan de una impresionante variedad de marcas, alquitranes y filtros. Un sistema de iluminación primitivo alumbra un pequeño escenario, por otra parte sin ningún atractivo, compuesto por una pequeña tarima y unas cortinas de terciopelo rojo oscuro.

– ¿Cuándo empieza? -le pregunto a Glenda, que bebe un gin-tonic a pequeños sorbos.

El alcohol se desliza por nuestro metabolismo como un niño por una cascada, pero Glenda siempre ha sido una fiel partidaria de la teoría Cuando vayas a Roma… Yo he pedido un vaso de agua helada como parte de mi ración mínima de dos tragos, y he pagado una cantidad suficiente como para cubrir un día y medio de mi dosis de albahaca.

– El lío de la barra dice que la tía canta a las diez.

– Bien -respondo.

No puedo soportar este ambiente por mucho más tiempo. Mi bolsa de viaje, que se conserva razonablemente bien a pesar del maratón al que la estoy sometiendo, descansa a mis pies, revolcándose en la suciedad de un suelo manchado con residuos de alcohol y vómitos.

Después de unos cuantos minutos resistiendo la estrecha presencia de estos estúpidos babuinos, me tranquilizo cuando las luces se amortiguan y un único reflector ilumina el escenario. De un altavoz comienzan a salir las notas de un bajo, una melodía de jazz que se repite una y otra vez con un ritmo ligeramente diferente. Luego un redoble se une al zumbido de un platillo mientras las cortinas se abren y una sedante voz masculina anuncia: «Damas y caballeros, nos sentimos orgullosos de presentar a la elegante vocalista Sarah Archer.»

El espectáculo ha comenzado.

Una mano enguantada, esmeralda hasta los codos, surge de detrás de la cortina y serpentea hacia el haz de luz. Detrás, un brazo largo y delgado, unido a un hombro desnudo, ondea seductoramente a través del aire. Luego aparece un zapato, tacones de ocho centímetros y brillantes punteras verdes, y una pierna que, para cualquier estándar humano, raya en la perfección. La multitud se inclina hacia adelante como un solo hombre, y puedo sentir el aliento colectivo contenido, esperando la exhalación final. Ahora, como si hubiese estado allí desde el principio, una mujer ha aparecido en el escenario; una cascada de ardiente cabello rojo le cae sobre los hombros, le cubre la espalda, enmarca un cuerpo delicado con amplias curvas en las posiciones adecuadas para los mamíferos. Los gritos y los silbidos logran ahogar momentáneamente la música, pero son silenciados casi al instante cuando Sarah Archer abre la boca para cantar.

Es uno de esos lentos números de jazz con un nombre que jamás soy capaz de recordar, pero su voz es una cascada de melaza que cubre mi cuerpo, se mete en mis orejas y me obliga a cerrar los ojos hasta que ya no puedo divisar al ser humano que está en el escenario; en cambio puedo imaginar a un reptil de espléndida belleza para que haga juego con esa contralto. La carne de dinosaurio que hay debajo de mi disfraz alcanza hormigueos de placer mientras la cálida excitación de la canción me envuelve por completo. Ella desea que un hombre la toque como ningún hombre la ha tocado jamás, creo entender por la letra de la canción, y no tengo ningún problema en creer que la cantante lo dice en serio. Un momento después obligo a mis ojos a prestar atención y la ilusión desaparece. En el escenario sólo hay otro ser humano.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Anonymus Rex»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Anonymus Rex» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Anonymus Rex»

Обсуждение, отзывы о книге «Anonymus Rex» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x