Carlos Sisí - Necrópolis

Здесь есть возможность читать онлайн «Carlos Sisí - Necrópolis» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Necrópolis: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Necrópolis»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El campamento de Carranque vive momentos dulces. Tras haber sobrevivido el ataque del Padre Isidro y sus enloquecedoras huestes de caminantes, los supervivientes se entregan a ensoñaciones y esperanzas de futuro propiciadas por los descubrimientos del doctor Rodríguez. Juan Aranda, su líder, decide utilizar su nueva condición para explorar la ciudad en busca de otras personas que continúen todavía con vida. Sin embargo, han pasado ya tres meses desde que se iniciara la pandemia zombi que asoló el planeta y sobrevivir es cada día más duro. Su periplo personal, no exento de vicisitudes, le aleja de Carranque, donde mientras tanto inciden nefastos designios que amenazan con convertirlo en una ciudad de muertos: una necrópolis.

Necrópolis — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Necrópolis», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

No obstante, saber del garaje subterráneo le proporcionó una idea. Regresó a la calle principal y descendió por la rampa del parking público donde una furgoneta cerraba el paso. Se detuvo al momento, mirando con suspicacia al grupo de zombis que golpeaban su lateral embadurnado en una especie de pasta anaranjada que alguna vez fue sangre fresca. Si algo sabía de los muertos es que nunca cejan en su empeño. Aquellos siervos del Señor estaban allí porque alguna vez hubo alguien al otro lado, eso lo veía con la claridad de la luz del mediodía. Sus labios finos y resecos se plegaron hacia arriba, dibujando una burda imitación de una sonrisa.

Se acercó a la puerta de la cabina, tenía los cristales rotos pero en su interior se divisaba un confuso batiburrillo de objetos de toda clase: ruedas, partes de asientos de otros vehículos, maletas e incluso un guardabarros. Lo retiró todo sin apenas esfuerzo de nuevo complacido por la energía sobrenatural que recorrían sus brazos, y pasó a través de la cabina hasta el interior. Cuando lo hizo descubrió algo más, en la reinante oscuridad los volúmenes parecían destacar, como si alguien hubiera perfilado su silueta con trazos grises dándole a las cosas una apariencia fantasmagórica.

Allí, sintiéndose bendecido y señalado por el Creador, anduvo por el parking vacío como un espectro, pues la sotana tremolaba a su espalda convertida en un andrajo y su piel era ahora del color gris de las piedras con las que están hechas las sepulturas. Y mientras vagaba deslizándose como ingrávido en la oscuridad, descubrió el agujero que abrieron días atrás los que ahora descansaban bajo los restos de Carranque, y otra vez chasqueó los dientes sin proponérselo. El sonido fue seco y rotundo, como el de una trampa para ratones.

El agujero le llevó al garaje privado y desde allí se coló por las escaleras directamente al portal, comprobó con desdén que los impíos en su infinita auto-complacencia, ni siquiera habían cerrado la puerta que separaba ambos ambientes. Pero cuando se disponía a subir levantó una mano huesuda de dedos largos y finos y la movió delante de sus ojos, su imaginación la equipó con una espada flamígera que refulgía con una llama fría y azulada.

– Y una multitud tan numerosa como las arenas del mar invadieron el país entero -susurró citando pasajes del Apocalipsis que durante semanas había estudiado en su iglesia mientras el mundo moría- y cercaron el campamento, la Ciudad muy amada, pero bajó fuego del cielo y los devoró -y más lentamente, repitió-. Una multitud tan numerosa…

Se dio vuelta y regresó al parking. Sus ejércitos. Olvidaba abrir paso a sus ejércitos.

* * *

Moses tenía sus propias preocupaciones. Una era Branko por supuesto. Tras apagar las luces se había sentado en la butaca con la pistola en la mano y no había vuelto a decir palabra, y aunque la luz era del todo insuficiente sabía por su respiración y su postura que aún estaba despierto, vigilando sus pasos. La otra preocupación era conseguir avisar a Dozer y su equipo cuando regresaran; también a Juan. Juan era la clave. Él podría buscar entre los restos sin peligro. Jesús, pensó, hasta podría acabar con todos los zombis que han tomado Carranque y cerrar las puertas otra vez.

Pero aunque ahora le pareciera que había sido en otra vida, Juan había partido tan solo aquella mañana, y por lo que hablaron días atrás no creía que fuese a volver en menos de veinticuatro horas. Pero verá el fuego, verá el humo inmenso y volverá. No puede haber llegado tan lejos.

La otra cosa que bullía en su mente era el bonito puzzle del misterio de los cadáveres.

Algo los mató allí mismo. Mientras trabajaban. El sacerdote no pudo haber sido, tuvieron que matarlos antes de la primera explosión y tuvieron que hacerlo rápido y por sorpresa. No fue con disparos, porque no escuché ninguno… ¿un gas? Y si alguien lo hizo, ¿por qué? No fue para liberar al cura, para entonces ya se había liberado solo, pero entonces, ¿para qué?

Otra vez los recuerdos se agolpaban en su cabeza sumiéndole en un túnel de desesperación que añadía ladrillos a su estructura cada minuto que pasaba, pero en ese momento el Secretario irrumpió en la habitación, venía del recibidor.

Por un momento no dijo nada, pero incluso en la oscuridad reinante, Moses vislumbró que temblaba como una hoja. Branko pareció percibir algo, porque se volvió lentamente para mirarlo.

– Yo… -dijo el Secretario, lívido. -M-me p-parece que he escuchado a-algo.

– Algo, ¿dónde? -preguntó Branko.

– Tras la p-puerta. Tras la pu-puerta.

Branko se incorporó de un salto ceñudo, pero Moses permaneció donde estaba sorprendiéndose a sí mismo de la indiferencia que estaba experimentando. Por primera vez en su vida, sintió que el mundo ya no merecía la pena. No sin el Cojo, no sin Isabel, no sin la gente de Carranque. El sentimiento todavía germinaba en su interior, abriendo lentamente sus pétalos negros como una Dama de Noche en los meses cálidos de principio de verano, pero se perfilaba ya con una claridad que le era fácil interpretarla: no quería seguir luchando. No quería resistir en un piso oscuro, al lado de una calle atestada de cosas muertas que se pasaban la noche bramando y gruñendo con lastimera insistencia, tomando comida enlatada y apagando la luz por la noche para que un sacerdote con delirios religiosos no les detectase. No quería vivir con supervivientes como Branko y el se-secretario. No, eso no era vida.

– Tú, ven con nosotros -dijo Branko, señalándolo con la pistola.

Moses abrió la boca para decir algo, pero se interrumpió. No deseaba escucharle, era más sencillo ir con ellos que empezar una trifulca que acabaría invariablemente con él siendo encañonado, así que accedió a incorporarse.

Fueron en comitiva hasta el recibidor a través de una puerta acristalada de doble hoja donde la luz permitía apenas distinguir los volúmenes, allí el único mobiliario era un tosco mueble estantería que estaba pegado a la pared. Escucharon durante unos instantes, y en un momento dado Branko se acercó a la puerta y pegó la oreja.

La puerta no tenía cerradura, el Escuadrón se había ocupado de abrir todas las puertas para explorar las viviendas.

– ¿Lo e-escucháis? -preguntó el Secretario, en voz baja.

Y sí, lo escuchaban. Era un murmullo lejano, una letanía que conseguían captar con cierta dificultad y sólo en intervalos, pero se trataba sin duda del cántico desesperanzador e inquietante de los muertos.

– Eso viene de la calle, imbécil -dijo Branko entonces.

– P-pero antes… antes no s-se escuchaba.

– Porque habrá cambiado el viento. Anda, ¡no me jodas! -exclamó Branko levantando la mano por encima de la cabeza.

– Creo que no -dijo Moses- eso viene del rellano, pero de los pisos inferiores.

– ¡Que no, coño!

– Abre la puerta entonces, si estás tan seguro.

Moses no podía ver su rostro, pero casi sentía la intensidad de su fría mirada clavada en él. Unos segundos después la puerta se abrió de repente y el rellano de la escalera les fue mostrado.

– Oh, joder -dijo el Secretario, retrocediendo unos pasos.

Se trataba de una superficie que describía un círculo alrededor de una isla central en cuyo interior se albergaban tres ascensores. Las entradas a las viviendas se repartían alrededor, excepto en uno de los laterales donde estaban las escaleras que comunicaban los distintos edificios. Moses no lo sabía, pero era allí, en ese edificio, era donde Susana había vivido los últimos seis años antes de que la Pandemia la expulsara.

Las escaleras tenían grandes ventanas que recorrían las paredes hasta los altos techos y por allí se filtraba la luz. Era una noche luminosa, y la luna, que brillaba alta en el cielo, dibujaba sombras alargadas de un tono azulado.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Necrópolis»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Necrópolis» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Isaac Asimov - Némésis
Isaac Asimov
Carlos Sisi - Los Caminantes
Carlos Sisi
Carlos Sisí - Hades Nebula
Carlos Sisí
Marvin Cox - Seduced by sis
Marvin Cox
Laura Quincy - Hot for sis
Laura Quincy
Harry Stevens - Hot horny sis
Harry Stevens
Kathy Andrews - Hot mom and sis
Kathy Andrews
Carlos Sisi - Nocte
Carlos Sisi
Carlos Roselló - Lui de Pinópolis
Carlos Roselló
Jesús David Girado Sierra - Estetópolis
Jesús David Girado Sierra
Отзывы о книге «Necrópolis»

Обсуждение, отзывы о книге «Necrópolis» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x