Carlos Sisí - Necrópolis

Здесь есть возможность читать онлайн «Carlos Sisí - Necrópolis» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Necrópolis: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Necrópolis»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El campamento de Carranque vive momentos dulces. Tras haber sobrevivido el ataque del Padre Isidro y sus enloquecedoras huestes de caminantes, los supervivientes se entregan a ensoñaciones y esperanzas de futuro propiciadas por los descubrimientos del doctor Rodríguez. Juan Aranda, su líder, decide utilizar su nueva condición para explorar la ciudad en busca de otras personas que continúen todavía con vida. Sin embargo, han pasado ya tres meses desde que se iniciara la pandemia zombi que asoló el planeta y sobrevivir es cada día más duro. Su periplo personal, no exento de vicisitudes, le aleja de Carranque, donde mientras tanto inciden nefastos designios que amenazan con convertirlo en una ciudad de muertos: una necrópolis.

Necrópolis — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Necrópolis», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Cuando todos se retiraron de la habitación y estuvieron a salvo más allá del umbral salvaguardados por un recodo, Dozer contó hasta tres y accionó el detonador. La explosión fue tan brutalmente rápida que pilló a todos por sorpresa; cuando se trata de C4, el fuego y el calor viajan a una velocidad de un kilómetro por segundo, lo que provoca una fulgurante luminosidad y un súbito incremento de la temperatura que te abrasa la piel, te acartona las fosas nasales y te deja los ojos tan resecos que durante un tiempo parecen rechinar al girar en sus cuencas. Y después viene el sonido, inconmensurable, devastador; hace temblar la caja torácica y sientes la presión dentro de la cabeza hasta un punto que los dientes parecen bailar ante el impetuoso crescendo. Sucede todo en apenas un par de segundos, pero el shock es tan intenso que las glándulas suprarrenales inundan el cuerpo de adrenalina, y la percepción que se tiene es de cámara lenta. La luz. Los cuerpos se sacuden como empujados por manos invisibles.

Así se sintieron Moses y el Escuadrón cuando la explosión hizo volar por completo el muro que separaba el parking de la ciudad deportiva. No volaron cascotes ni ladrillos, todo se redujo a una lluvia de trozos tan terriblemente pulverizados que parecían granos de arena disparados por una ametralladora. La mayoría se incrustaron en las paredes, el suelo y el techo. La habitación entera pareció retumbar ostentosamente, incluso instantes después de que el sonido hubiera terminado dejando un eco, una suerte de zumbido vibrante y enloquecedor impregnado en el aire. Más allá del umbral, y aunque convenientemente protegidos, Susana se descubrió en el suelo, confusa. Uriguen había caído a los pies de Dozer, quien se aferraba a la pared de espaldas, extendiendo ambas manos. José y Moses se encontraban en circunstancias similares.

Un pitido vibrante y agudo les inundaba los oídos.

Susana quiso abrir la boca, pero incluso conmocionada como estaba, descubrió que le dolía. Sentía la lengua en su boca como si no fuera suya; se la había mordido.

Moses respiraba trabajosamente. La experiencia le había llenado la cabeza de recuerdos de un pasado no demasiado lejano, cuando el padre Isidro le tendió una emboscada con explosivos y el túnel en el que se encontraba se derrumbó sobre él, su viejo amigo el Cojo, y otros. Él sobrevivió, pero su amigo no tuvo esa suerte. Por un breve instante, su cabeza creyó estar en dos sitios a la vez: entonces, y ahora, y preso del terror, sus ojos buscaban con salvaje desesperación a su amigo, como si aún pudiera salvarle.

Pero no había forma de ver gran cosa en aquél corredor angosto; de pronto el aire se había llenado de polvo, tan denso y asfixiante que todos empezaron a toser.

Y entre medias de las brumas de sus cabezas y el zumbido que colapsaba su audición, los alaridos que tan bien conocían empezaron a hacerse audibles, como si llegaran de un lugar remoto.

Eran los muertos.

6. La brecha

Fue José el primero en reaccionar.

– Dios mío -dijo casi en susurros. Su voz estaba rota, ronca.

Moses se incorporó, trastabillando. Su mente comenzaba a enfocar la realidad mientras, a su lado, Susana lo zarandeaba.

– … mas!

Moses la miró, sin comprender.

– ¿Qué? -logró articular.

– ¡Las armas! -dijo, ahora ya gritando.

Mientras la frase se abría camino en su reducida banda de comprensión, Uriguen salió corriendo en dirección a la escalera. Por fin, se giró para mirar la pared donde habían puesto el explosivo.

A medida que el polvo se asentaba, la boca oscura y terrible que había reemplazado por completo al muro se hacía visible; del tabique que habían creído de hormigón solo quedaba ahora una línea ennegrecida de ladrillos puestos de canto que revelaba, muy a las claras, cuan equivocados habían estado. Y más allá, la tenebrosa oscuridad del parking cargada de promesas de muerte. Por un instante, mientras empezaban a distinguir las formas y volúmenes de entre los velos de la negrura, recuperaron sin saberlo aquél miedo ancestral que experimentaron cuando eran niños y se enfrentaban a las tinieblas de sus cuartos, el miedo frío y penetrante de los que saben que, allí, hay monstruos.

Susana avanzó un par de pasos para ponerse en primera posición, porque era la única que tenía su fusil. Se situó con las piernas ligeramente abiertas y flexionadas, y el rifle pegado a la cara para poder servirse de la mirilla. Con un rápido gesto, encendió la linterna magnética que llevaba acoplada al cañón, y el haz retiró las sombras del parking.

La luz, débil y mortecina, les mostró un coche, un Hyundai que había cobrado un color grisáceo por el polvo que se acumulaba sobre él. La chapa de su carrocería mostraba innumerables hendiduras, provocadas por los trozos de ladrillo que habían salido despedidos a una velocidad endiablada. Susana movió la linterna rápidamente en una y otra dirección, en un intento de obtener una imagen completa de lo que tenían delante; y entonces, por un instante, el haz iluminó una figura agarrotada y enjuta que los miraba directamente. Era una mujer, vestida únicamente con una raída camiseta blanca y unas minúsculas bragas blancas. Era alta e increíblemente delgada, y su piel tenía un color blanco macilento, casi larval; el pelo liso y apagado caía a ambos lados de su cara como las ramas de un sauce llorón. Susana movió el rifle con rapidez para volver atrás y enfocarla, pero había cambiado: ya no estaba de pie, retándoles con sus ojos blancos y los dientes expuestos como una bestia hambrienta, sino que corría directamente hacia ellos.

– ¡HOSTIA! -exclamó Moses, vivamente impresionado.

Susana disparó contra ella, pero estaba muy lejos todavía de contar con su aplomo y concentración habitual, aún aturdida por la explosión. El primer impacto le pasó por encima del hombro, el segundo le arrancó un trozo de carne del brazo derecho, que se sacudió hacia atrás como si estuviera hecho de tela, bamboleante. El tercero, igualmente inútil, se abrió paso entre la carne blanda y fibrosa del pecho.

Por fin, la mujer muerta saltó el último metro que la separaba de Susana y se precipitó sobre ella. El encontronazo fue contundente, y Susana se vio empujada hacia atrás; el rifle salió despedido. Apenas había caído al suelo de espaldas cuando los tres hombres se abalanzaron sobre el espectro para quitársela de encima. Y mientras tanto, aullidos agudos como los de una sirena empezaron a llegar de otras tantas partes del parking.

– ¡La cabeza, cogedle la cabeza! -bramó Dozer.

La muerta se sacudía como si fuera un cable suelto recorrido por alta tensión, y su boca inmunda daba dentelladas en todas direcciones, intentando hacer presa. José la había cogido por detrás y tiraba con todas sus fuerzas para retenerla, pero estaba subida a horcajadas encima de Susana y se diría que hacía presión con las piernas. Una terrible presión, por cierto, pues el rostro de Susana reflejaba un profundo dolor.

– ¡Quitádsela! ¡QUITÁDSELA DE ENCIMA!

Por fin, Moses reaccionó, cogió el olvidado fusil del suelo y encañonó a la mujer.

– ¡Levántale la cabeza! -gritó.

Sujetándola todavía, José apartó el cuerpo todo lo que pudo, y Dozer, acuclillado a los pies del marroquí, pasó ambas manos por el cuello y lo mantuvo tan recto como pudo.

– ¡Ahora! -chilló.

Moses acercó el cañón y disparó. El impacto restalló en la pequeña habitación, rebotando por las paredes y deformando el sonido, que sonó breve y poderoso como un petardo. La bala entró y salió limpiamente, licuando todo el contenido del cráneo en su trayectoria. AI instante, el cuerpo de la mujer quedó fláccido y los brazos cayeron a ambos lados, rebotando ligeramente. La soltaron al instante, y Susana liberó las piernas; antes de incorporarse, la derribó a un lado de una fuerte patada.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Necrópolis»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Necrópolis» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Isaac Asimov - Némésis
Isaac Asimov
Carlos Sisi - Los Caminantes
Carlos Sisi
Carlos Sisí - Hades Nebula
Carlos Sisí
Marvin Cox - Seduced by sis
Marvin Cox
Laura Quincy - Hot for sis
Laura Quincy
Harry Stevens - Hot horny sis
Harry Stevens
Kathy Andrews - Hot mom and sis
Kathy Andrews
Carlos Sisi - Nocte
Carlos Sisi
Carlos Roselló - Lui de Pinópolis
Carlos Roselló
Jesús David Girado Sierra - Estetópolis
Jesús David Girado Sierra
Отзывы о книге «Necrópolis»

Обсуждение, отзывы о книге «Necrópolis» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x