– Pero ¿tiene alguna prueba de que Gamero se reuniera con alguien de Informaticalidad?
– Ninguna. Hablé con el cura de San Marcos, y yo diría que sus respuestas fueron, cuando menos, cautas, pero eso es todo.
– ¿Cree que el dibujo del hombre con el que Gamero se reunió en el museo, el que está haciendo el artista de la policía, va a proporcionarle ese vínculo con Informaticalidad?
– Es un proceso que tiene su complicación: sacar un parecido de la descripción que el guardia de seguridad de un museo hace de alguien en quien no se fijó especialmente -dijo Falcón-. Se fijan en la gente que puede montar un alboroto, no en dos adultos que conversan.
– Que es la razón por la que, después de cinco horas, aún no tenemos nada -dijo Ramírez.
– También proseguimos con una investigación que iniciamos el día anterior al atentado -dijo Falcón, y describió el hallazgo del cadáver mutilado.
– Y debido al momento en que lo encontraron, ¿cree que podría tener algo que ver con la explosión? -preguntó Del Rey.
– No sólo eso; tras maltratarlo brutalmente para ocultar la identidad de la víctima, introdujeron el cuerpo en un sudario. Mi impresión es que se hizo por respeto y por motivos religiosos. El cadáver también tiene lo que se llama el marcador genético beréber, lo que significa que o había nacido en la Península Ibérica o en el norte de África.
– Dijo que fue envenenado.
– Él mismo ingirió el veneno -dijo Falcón-, lo que podría implicar que no sabía que lo estaban «ejecutando». Luego le arrancaron todo lo que pudiera ayudar a identificarlo, pero lo trataron con respeto.
– ¿Y en qué nos ayudará esto a la hora de identificar a los falsos inspectores y a los electricistas?
– No lo sabré hasta que no identifique al hombre asesinado -dijo Falcón-. Espero poder hacerlo ahora que cuento con una imagen de la cara de la víctima y una serie de radiografías dentales que he enviado a los servicios de inteligencia de todo el mundo, incluyendo la Interpol y el FBI.
Del Rey asintió y garabateó algunas notas.
– No estamos llegando a ninguna parte al buscar a esos electricistas a través de los canales convencionales -dijo Ramírez.
– Mientras el artificiero hablaba -dijo Falcón-, se me ha ocurrido que un experto en explosivos tendría que saber electrónica, y por tanto de instalaciones eléctricas. Goma 2 Eco es un explosivo utilizado en minería, de modo que quizá deberíamos sentar a nuestros testigos delante de fotografías de todos los que poseen licencia para manejar explosivos en España.
– ¿Sus testigos le han descrito a los electricistas?
– El más fiable es un converso español llamado José Duran, pero no creo que pueda describirlos muy bien. No le llamaron la atención por ningún motivo.
– Pero ha dicho testigos, en plural.
– Hay un anciano marroquí, pero ni siquiera se dio cuenta de que los ayudantes del electricista no eran españoles.
– Quizá deberíamos enviar a un artista para que trabaje con José Duran mientras mira las fotos -dijo Ramírez-. Me pondré a ello.
Falcón le entregó su móvil para que apuntara el número de Duran. Ramírez se fue.
– Me preocupa que el CNI o bien esté viendo las cosas de manera sesgada o no nos esté diciendo todo lo que deberíamos saber -dijo Del Rey-. No entiendo por qué todavía no le han dejado entrar en el piso del imán.
– Ya no les interesa lo que ha pasado aquí -dijo Falcón-. Esta explosión fue un error o un señuelo, y en cualquiera de los dos casos no tiene sentido desperdiciar energía para averiguar muy poco cuando en otra parte posiblemente se esté planeando otro ataque aún más devastador.
– ¿Pero usted no está de acuerdo con el punto de vista del CNI?
– Creo que aquí operan dos fuerzas -dijo Falcón-. Una es un grupo terrorista islámico, que al parecer estaba planeando un atentado con hexógeno, que trajeron hasta aquí en la Peugeot Partner y almacenaron en la mezquita…
– ¿Un atentado contra esas escuelas y la Facultad de Biología?
– Veamos lo que nos dice la policía científica, si nos dice algo, de los dibujos y los textos -dijo Falcón-. Y veamos también las traducciones de los textos.
– ¿Y la otra fuerza?
– No sé cuál es.
– Pero ¿cómo se manifiesta?
– Desbaratando la lógica de nuestra hipótesis -dijo Falcón-. En ella no encajan los inspectores del ayuntamiento ni los electricistas, ni podemos explicar la presencia de Goma z Eco.
– ¿Quién cree que puede ser esa fuerza?
– ¿Por qué luchan esos grupos terroristas islámicos, o contra quién cree que luchan? -preguntó Falcón.
– Es difícil decirlo. No parecen tener un programa o una estrategia coherentes. Da la impresión de que van imponiendo una serie de castigos. Lo de Londres y Madrid fue de forma aparente a causa de Irak. Nairobi, el barco estadounidense Colé y las Torres Gemelas porque creen que Estados Unidos es el imperio del mal. Bali a causa de la intervención de Australia en Timor Oriental contra la nación islámica de Indonesia. Casablanca supuestamente contra objetivos españoles y judíos. Karachi… no lo sé; ¿fue el Sheraton, verdad?
– Ese es nuestro problema -dijo Falcón-. No tenemos ni idea de quién es su enemigo. Quizás esa otra fuerza no sea más que un grupo de gente que se ha hartado y ha decidido que ya no quieren seguir aceptando que se les aterrorice de manera pasiva. Quieren devolver el golpe. Quieren preservar su modo de vida, se considere decadente o no. Podrían ser los que están detrás de la página web VOMIT. Podría tratarse de un desconocido grupo andaluz que ha oído hablar del MILA y ha percibido que se trataba de una amenaza para sus familias. Quizá sea un grupo religioso que desea mantener la santidad de la fe católica en España y devolver el Islam al norte de África. O a lo mejor somos incluso más decadentes y sabemos que esto es un puro juego de poder. Alguien ha divisado el potencial político o económico que tiene aterrorizar a la población. Cuando esos aviones impactaron en las Torres Gemelas todo cambió. La gente ahora ve las cosas de otra manera: tanto las buenas personas como las malas. Una vez se abre un nuevo capítulo en la historia humana del terror, todo tipo de gente aplica su creatividad a escribir los siguientes párrafos.
Sevilla. Jueves, 8 de junio de 2006, 13:10 horas
– ¿Ha conseguido hablar con su antiguo mentor de Informaticalidad, Marco Barreda? -preguntó Falcón.
– Hice algo mejor -dijo David Curado-. Fui a verle.
– ¿Cómo se le ocurrió?
– Bueno, lo llamé y comencé a decirle que usted y yo habíamos hablado, y me interrumpió, y me dijo que era una lástima que no nos hubiéramos visto desde que dejé la empresa, y que por qué no quedábamos para tomar una cerveza y una tapa.
– ¿Habían quedado alguna vez?
– Qué va, sólo hablábamos por teléfono -dijo Curado-. Me quedé sorprendido; se supone que ni siquiera debes hablar con los antiguos empleados, por no hablar de ir a tomar una cerveza con ellos.
– ¿Estuvieron los dos solos?
– Sí, y fue raro -dijo Curado-. Por teléfono se había mostrado muy entusiasta, pero cuando nos vimos fue como si hubiera cambiado de opinión. Parecía ausente, pero me di cuenta de que estaba actuando.
– ¿Cómo?
– Le hablé de nuestra conversación y apenas me prestó atención -dijo Curado-. Pero cuando le pregunté por Ricardo Gamero se quedó estupefacto. Le pregunté quién era y me dijo que era un feligrés de su misma iglesia que se había suicidado esa tarde. Como sabe, yo también solía ir a San Marcos, y nunca me topé con Ricardo Gamero, de modo que le pregunté si se mató porque la poli le buscaba y Marco me dijo que el tipo era un poli.
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