– ¿Conclusión?
– El primer disparo de la Beretta hirió al tirador. Estévez intentó apuñalar a Pulmón, que a su vez le apuñaló y luego giró al cubano para situarlo entre el Pulmón y el hombre herido en el suelo. El tirador disparó a Estévez dos veces. Las quemaduras de pólvora en la camisa indican que el segundo disparo se disparó mientras Estévez era empujado hacia el tirador. El Pulmón escapó. El tirador mató entonces a Julia Valdés y también salió del piso.
– Bien -dijo Ramírez-. ¿Algún testigo?
– Sólo uno -dijo Pérez-. Carlos Puerta, un cliente del Pulmón, el que ha mencionado antes el inspector jefe.
– ¿Hay cuatro disparos en un piso en medio del barrio y sólo tenemos un testigo? -preguntó el juez Parrado.
– Es Las Tres Mil -dijo Pérez, desesperanzado-. La única persona que estaba dispuesta a decir algo era el inquilino del piso superior al del Pulmón, que nos dijo que oyó los disparos hacia la una de la tarde. Cuando se trata de ver a gente ensangrentada corriendo por la calle, sobre todo si hay drogas de por medio, todo el mundo es sordo y ciego en Las Tres Mil.
– ¿Y qué vio Carlos Puerta?
– Vio a dos hombres que llegaron en un coche azul oscuro. No pudo ver el modelo ni la matrícula. Entraron en el edificio. Uno coincide con la descripción del cubano Miguel Estévez, y el otro es ésa persona que ahora sabemos que es el levantador de pesas ruso, Nikita Sokolov -dijo Pérez-. Oyó tres disparos. Puerta vio salir corriendo al Pulmón con una camiseta manchada de sangre y oyó un cuarto disparo. Luego salió el levantador de pesas, entró en el coche y se marchó.
– ¿Y Carlos Puerta no denunció el tiroteo? -preguntó Parrado.
– Es yonqui -dijo Pérez, a modo de explicación.
– ¿Y el Pulmón? -preguntó Falcón-. Es nuestro testigo más valioso.
– Hablé con Serrano y Baena antes de venir aquí y se han topado con el mismo muro de ladrillo -dijo Pérez-. El Pulmón se estaba retrasando con su mercancía, así que debía de haber muchos clientes esperando en la calle. Él también salió corriendo, manchado de sangre de Estévez. Debieron de verlo al menos cincuenta personas. Pero sólo Carlos Puerta se ha dignado hablar.
– ¿Y por qué Puerta estaba dispuesto a hablar? -preguntó Parrado.
– Dijo que era amigo del Pulmón -explicó Falcón-. Estaba muy disgustado por la muerte de la chica, Julia Valdés. Tiene más que ver con él de lo que está dispuesto a reconocer, pero sonsacárselo es otro cantar.
– Volveré a verlo esta tarde o mañana con los de Estupefacientes -dijo Pérez.
– Así que Puerta es poco de fiar, lo que significa que tenemos que encontrar al Pulmón -dijo Parrado.
– Si yo fuera el Pulmón, iría a parar lo más lejos posible de los sitios que frecuento -conjeturó Ramírez.
– Sabíamos que tenía coche -apuntó Pérez-, pero ya no está en Las Tres Mil. Tráfico lo está buscando.
– En ese caso, puede que esté fuera de Sevilla -dijo Ramírez.
– Antes era novillero -añadió Falcón-. Buscad el nombre de su patrocinador, a ver si tiene algún viejo amigo en esa comunidad.
– Hace años que dejó el toreo -dijo Pérez.
– Puede volver, Emilio -replicó Falcón-. No tiene nada que hacer con sus contactos del mundo de las drogas. También es improbable que recurra a la familia. Así que lo más probable es que lo apoyen sus viejos amigos, y los del toreo, en este momento difícil.
– Sobre todo si también tienen sangre gitana -dijo Ramírez.
– Me gustaría tener el ADN de las muestras de sangre pertenecientes al tirador de la nueve milímetros -dijo Cortés-. En caso de que, tal como espero, todavía tengamos archivado el ADN de Sokolov y obtengamos una coincidencia, eso lo situaría en el escenario del crimen de Las Tres Mil, y luego la chica que lo vio en la calle Bustos lo situaría también en el escenario de Marisa Moreno.
– No estoy seguro de que la testigo que tenemos, la que lo vio a él con sus dos «colegas» en la calle Bustos Tavera, sea lo suficientemente fiable para los tribunales -precisó Ramírez.
– ¿Por qué no? -preguntó Parrado.
– Era sábado por la noche… había consumido drogas.
– Si podemos situar allí a Sokolov, al menos nos será de utilidad como información -dijo Cortés.
– Tanto Marisa como el Pulmón tenían contacto directo con los rusos. Creemos que coaccionaron a Marisa, a través de las amenazas a su hermana, que trabajaba para los rusos como prostituta, para que iniciase una relación con Esteban Calderón y desempeñase determinadas tareas relacionadas con la conspiración del atentado del 6 de junio -explicó Falcón.
– ¿Y el Pulmón?
– No creo que exista una conexión entre él y la conspiración del 6 de junio -dijo Falcón-. Esto era sólo un negocio. Pero parece que Nikita Sokolov, el levantador de pesas, participó en la resolución del cabo suelto de Marisa Moreno, y ahora ha cometido un error al fracasar en el intento de matar al Pulmón. Si logramos encontrar al Pulmón, podemos utilizarlo para localizar a Nikita Sokolov, y si logramos atribuir a Sokolov los dos asesinatos de Las Tres Mil, esto nos dará cierto punto de apoyo en el caso de Marisa Moreno.
– Comprobar la coincidencia del ADN de los monos de papel con desconocidos de una base de datos va a llevar más tiempo que verificar si tenemos una muestra de ADN de Sokolov y contrastarla con las muestras del piso del Pulmón -dijo Parrado-. Así que empecemos por ahí.
– Todavía tenemos el problema de encontrar a cualquiera de ellos -dijo Ramírez.
– Nikita Sokolov tiene mucho interés en encontrar al Pulmón. Éste es el único testigo creíble que podemos encontrar que esté dispuesto a identificarlo como el tirador que estaba en su piso -dijo Falcón-. Hablaré también con mi hermano Paco. Después del accidente que tuvo en el ruedo, siempre ha intentado ayudar a los toreros heridos.
La reunión se interrumpió cuando llamaron a Parrado para una consulta urgente de otro caso. Todo el mundo cogió el móvil y se fue a la ventana a hacer llamadas.
Falcón llamó a su hermano criador de toros y recitó las excusas de rigor por no haber ido a la granja en varios meses.
– Paco, tengo una pregunta para ti como especialista -dijo Falcón, yendo al grano-. ¿Te acuerdas de un novillero llamado el Pulmón?
– Roque Barba, quieres decir. El Pulmón es como lo llamaron después del accidente -dijo Paco-. Sí, me acuerdo de él. Recibió una cornada en el pecho. Cuando lo llevaron de vuelta a Sevilla después de la operación inicial, fui a verle. Le dije que si necesitaba ayuda me llamase. Fue hace tres años. Lo vi unas cuantas veces en los meses siguientes a que saliera del hospital. Intenté convencerle de que viniera a la granja a trabajar. Luego perdimos el contacto.
– Han pasado muchas cosas desde entonces, Paco, y no muy buenas -dijo Falcón-. Se hizo camello de heroína en Las Tres Mil.
– ¿Camello? Joder, qué chungo.
– El caso es que tenemos que encontrarlo.
– Parece que está metido en un buen lío.
– Está metido en un buen lío, pero no por nosotros -dijo Falcón-. Ha tenido que esconderse después de que un gánster ruso intentara matarlo.
– Acabo de ver algo en Canal Sur sobre un tiroteo en Las Tres Mil. Han muerto dos personas -dijo Paco.
– Pues eso fue. Y ahora tenemos que encontrarlo antes de que lo encuentre el gánster ruso.
– Pues no está aquí, si es eso lo que quieres saber.
– Quiero que uses tus contactos para averiguar si todavía tiene amigos de sus tiempos de novillero. Encontrará algún sitio donde le den de comer y beber -dijo Falcón-. Es lo único que te pido. No quiero que hables con él, Paco. Es importante. Sólo quiero algunas ideas sobre dónde podría estar, y yo haré el resto.
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