Steve Berry - La conexión Alejandría

Здесь есть возможность читать онлайн «Steve Berry - La conexión Alejandría» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La conexión Alejandría: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La conexión Alejandría»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La legendaria biblioteca desaparecida esconde el futuro de tres religiones.
Fundada en el siglo III a.C., la biblioteca de Alejandría era la mayor fuente de conocimiento del mundo entero. Pero hace 1.500 años desapareció entre el mito y la leyenda sin dejar rastro arqueológico alguno. Su saber ha sido desde entonces codiciado por académicos, buscadores de tesoros y aquellos que creen que sus secretos esconden la llave del poder. Cotton Malone, el ya célebre agente del gobierno norteamericano, vive retirado en Copenhague, donde regenta una librería de segunda mano. Pero su tranquila vida se ve truncada de repente: su hijo es secuestrado y alguien prende fuego a la librería. Cotton Malone tiene una valiosa información capaz de revelar los secretos de la desaparecida biblioteca de Alejandría, y alguien parece dispuesto a cualquier cosa para conseguirla.

La conexión Alejandría — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La conexión Alejandría», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Había intuido que Thorvaldsen podría ser un problema, razón por la cual había ordenado a Sabre prepararle un informe financiero. Sentado en la Schmetterlinghaus el día anterior, mientras veía a Sabre aceptar obedientemente el cometido, jamás habría pensado que el danés fuese tan agresivo. Se conocían desde hacía tiempo, lo cual no quería decir que fuesen buenos amigos, pero sin duda eran parecidos. Sin embargo, de alguna manera, el danés había relacionado deprisa lo ocurrido en Copenhague con él y la Orden.

Él no esperaba que hubiese pista alguna.

Lo cual le hacía pensar en Sabre. ¿Habría sido descuidado? ¿O lo habría hecho a propósito?

Le daba vueltas a las advertencias que Margarete le había hecho sobre Sabre. «Demasiada libertad. Demasiada confianza.» ¿Por qué no había llamado su acólito? Lo último que sabía era que Sabre iba camino de Londres, vía Rothenburg, para dar con George Haddad. Lo había llamado varias veces, en vano. Necesitaba a Sabre. Allí. Ahora.

Llamaron suavemente a la puerta. Él cruzó la habitación y abrió.

– Es hora de que hablemos más -le dijo Thorvaldsen.

Hermann estaba de acuerdo.

Thorvaldsen entró y cerró la puerta.

– No puedes ir en serio con todo esto, Alfred. ¿Tienes idea de lo que podría causar tu plan?

– Hablas como un judío, Henrik. Ése es tu defecto: te ciegan las supuestas promesas de Dios, vuestro presunto derecho.

– Hablo como un ser humano. ¿Quién sabe si el Antiguo Testamento es correcto? Te aseguro que yo no tengo ni idea. Pero el mundo islámico no tolerará que se supiera que su lugar más sagrado fue manchado por el judaísmo. Reaccionará con violencia.

– A los saudíes se les dará la oportunidad de negociar antes de dar a conocer la información -repuso Hermann-. Así es como funcionamos, lo sabes. La violencia será culpa suya, no nuestra. Nuestro objetivo sólo es obtener beneficios. El comité político cree que pueden conseguirse numerosas concesiones con las que saldrán ganando nuestros miembros. Y yo estoy de acuerdo.

– Es una locura -aseguró Thorvaldsen.

– Y ¿qué pretendes hacer?

– Lo que sea necesario.

– No tienes agallas para librar esta batalla, Henrik,

– Puede que te sorprenda.

Hermann albergaba dudas, de manera que decidió lanzar un desafío:

– Quizá debieras preocuparte más por ti mismo. He comprobado tu situación financiera. No sabía cuan frágil puede ser el negocio del cristal. El éxito de tu Adelgade Glasvaerker depende de numerosos factores inestables.

– ¿Y crees que puedes influir en ellos?

– Estoy bastante seguro de que puedo crear problemas.

– Mis activos netos igualan tranquilamente a los tuyos.

El austriaco sonrió.

– Sin embargo, aprecias tu reputación. Sería impensable que una de tus empresas fuese considerada un fracaso.

– Inténtalo si quieres, Alfred.

Éste era consciente de que ambos poseían miles de millones de euros, en su mayor parte reunidos por sus antepasados, de que ambos los habían administrado bien. Y ninguno de los dos era tonto.

– Recuerda que tengo a tu hija -apuntó Thorvaldsen.

El otro se encogió de hombros.

– Y yo os tengo a ti y al muchacho.

– ¿De veras? ¿Estarías dispuesto a arriesgar la vida de tu hija?

Hermann todavía no había decidido cuál era la respuesta a esa pregunta, de manera que inquirió:

– ¿Tiene eso que ver con Israel? Sé que te consideras un patriota.

– Y yo sé que tú eres un intolerante.

El comentario provocó la ira de Hermann.

– Nunca me habías hablado así antes.

– Siempre he sabido cómo pensabas, Alfred. Tu antisemitismo es evidente. Intentas ocultarlo (al fin y al cabo en la Orden hay varios judíos), pero es obvio.

Había llegado el momento de dejarse de fingimientos.

– Tu religión es un problema, siempre lo ha sido.

Thorvaldsen se encogió de hombros.

– No más que el cristianismo. Nosotros simplemente dejamos de luchar y nos limitamos a observar mientras los cristianos mataban a su antojo en nombre de Cristo resucitado.

– No soy un hombre religioso y lo sabes, Henrik. Esto es sólo cuestión de política y beneficios. Y a los judíos de la Orden, lo que les importa es eso mismo. Ni uno solo expresó su oposición en la asamblea. Israel es un impedimento para el progreso. A los sionistas les aterroriza la verdad.

– ¿A qué te referías con lo de involucrar a los cristianos?

– Si se encuentra la Biblioteca de Alejandría, existen textos que bien podrían poner en evidencia que la Biblia entera es un fraude.

El danés no parecía convencido.

– Tal vez te encuentres con que ese resultado es difícil de alcanzar.

– Te lo aseguro, Henrik, he pensado en esto detenidamente.

– ¿Dónde está Las Garras del Águila?

Hermann le dirigió una mirada de aprobación.

– Bien hecho. Pero él escapa a tu control.

– Pero no al tuyo.

El austríaco decidió ir al grano.

– No vas a salir victorioso en esto. Tienes a mi hija, pero eso no me detendrá.

– Quizá deba expresarme con claridad: mi familia soportó la ocupación nazi de Dinamarca. A muchos los mataron, y nosotros matamos a muchos ademanes. Me he enfrentado a desafío tras desafío, y personalmente me importa un bledo Margarete. Es arrogante, consentida y poco inteligente. Me importan mi amigo Cotton Malone, su hijo y mi patria adoptiva. Si me veo obligado a matarla, lo haré.

Hermann se había preocupado por las amenazas procedente del exterior, pero el problema más acuciante había surgido de dentro. Había que aplacar a ese hombre, al menos durante un tiempo.

– Puedo enseñarte algo.

– Tienes que detener esto.

– Aquí hay más en juego que favorecer nuestros intereses comerciales.

– Muy bien, enséñamelo.

– Haré que lo preparen.

59

Maryland

16:50

Stephanie iba en el asiento de atrás de una ranchera, con Cassiopeia a su lado. Entraron por la verja principal sin detenerse, el coche pasó a toda velocidad ante guardias armados. Se habían dirigido al norte desde Washington, hacia el accidentado paisaje de Maryland. Ella supo en el acto adonde iban: a Camp David, el refugio presidencial para los fines de semana.

Pasaron ante más guardias y otro control, y el vehículo paró ante una elegante cabaña de madera circundada de árboles y con un porche cubierto. Al bajar las recibió el fresco de la tarde. A una señal del agente del servicio secreto del museo la puerta principal se abrió.

De la cabaña salió el presidente, Robert Edward Daniels hijo.

Stephanie sabía que el presidente nunca utilizaba su verdadero nombre. Hacía tiempo que se hacía llamar Danny. De espíritu sociable y con una potente voz de barítono, Danny Daniels había sido bendecido con un don divino para ganar elecciones. Había sido gobernador durante tres mandatos y senador durante uno antes de llegar a la presidencia. Su reelección el año anterior para un segundo mandato había resultado sencilla.

– Stephanie, me alegro de que hayas venido -la saludó Daniels mientras bajaba los escalones del porche.

El presidente llevaba unos vaqueros, una camisa de sarga y unas botas. Ella hizo acopio de valor y se adelantó.

– ¿Acaso tenía elección?

– La verdad es que no, pero así y todo me alegro de que hayas venido. Me han dicho que has tenido algunos problemillas.

Daniels añadió una risita burlona, pero ella no estaba de humor, ni siquiera aunque se tratase del líder del mundo libre.

– Gracias a su gente.

Él alzó las manos fingiendo rendirse.

– Bueno, eso aún está por ver. Ni siquiera has oído lo que tengo que decir. ¿Y esa nueva imagen? ¿El pelo y la ropa? Me gusta.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La conexión Alejandría»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La conexión Alejandría» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La conexión Alejandría»

Обсуждение, отзывы о книге «La conexión Alejandría» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x