Steve Berry - Los caballeros de Salomón

Здесь есть возможность читать онлайн «Steve Berry - Los caballeros de Salomón» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los caballeros de Salomón: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los caballeros de Salomón»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La poderosa orden medieval de los templarios poseía un conocimiento secreto que amenazaba los cimientos de la Iglesia y cuya revelación podría haber cambiado el rumbo de la Historia. Condenador por herejía, fueron aniquilados en el siglo XIV, y los rastros de su colosal saber se perdieron en el abismo de la Historia. Hasta hoy. Cotton Malone, un ex agente secreto del gobierno americano, se ve envuelto en una persecución a contrarreloj por descifrar ese enigma que los templarios codificaron. Su búsqueda pone al descubierto una peligrosa conspiración religiosa capaz de cambiar el destino de la humanidad y poner en entredicho la veracidad de los Santos Evangelios.

Los caballeros de Salomón — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los caballeros de Salomón», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Quiénes son ustedes? -preguntó Claridon en francés, estudiándolos con su mirada distante, perpleja.

El sanatorio ocupaba un enorme ch âteau que un rótulo en la pared exterior anunciaba que había sido propiedad del gobierno francés desde la Revolución. Varias alas sobresalían del edificio principal en extraños ángulos. Muchos de los antiguos salones eran actualmente salas de pacientes. Ellos se encontraban ahora en un solárium, rodeado por una amplia cristalera de ventanas que iban del suelo al techo y dividían la campiña en trozos enmarcados. Se iban acumulando nubes que tapaban el sol del mediodía. Uno de los asistentes les había dicho que Claridon se pasaba la mayor parte de su tiempo allí.

– ¿Son de la encomienda? -preguntó Claridon-.¿Los ha enviado el maestre? Tengo mucha información que transmitirle.

Malone decidió jugar el juego.

– Venimos de parte del maestre. Nos envió para hablar con usted.

– Uf, ya era hora. He estado esperando mucho tiempo.

Las palabras delataban excitación.

Malone hizo un gesto y Stephanie se alejó. Aquel hombre evidentemente consideraría que un templario y una mujer no formaban parte de aquella hermandad.

– Dígame, hermano, lo que tenga que decirme. Dígamelo todo.

Claridon se movió impacientemente en su silla, luego se puso de pie de un salto, moviendo su delgado cuerpo a un lado y a otro sobre sus desnudos pies.

– Fue espantoso -dijo-. Espantoso. Estábamos rodeados por todas partes. Había enemigos hasta donde abarcaba la vista. A nosotros nos quedaban sólo unas pocas flechas, la comida se había echado a perder por el calor, y el agua se había terminado. Muchos sucumbieron a la enfermedad. Ninguno de nosotros iba a vivir mucho tiempo.

– Suena a desafío. ¿Qué hicieron ustedes?

– Vimos entonces la cosa más extraña. Levantaron una bandera blanca desde más allá de las murallas. Nos quedamos mirándonos unos a otros… diciendo con nuestras asombrosas expresiones las palabras que cada uno de nosotros estábamos pensando: «Quieren parlamentar.»

Malone conocía la historia medieval. Las negociaciones eran corrientes durante las Cruzadas. Ejércitos que habían llegado a un punto muerto muchas veces establecían condiciones por las que cada uno podía retirarse y reclamar ambos la victoria.

– ¿Se reunieron ustedes?

El viejo asintió y levantó cuatro dedos manchados.

– Cada vez que salíamos a caballo de las murallas, e íbamos a encontrarnos con su horda, nos recibían cálidamente y las discusiones progresaban. Al final, llegamos a un acuerdo.

– Así pues, dígame. ¿Cuál es su mensaje que el maestre necesita saber?

Claridon le lanzó una mirada de irritación.

– Es usted un insolente.

– ¿Qué quiere usted decir? Le tengo mucho respeto, hermano. Por eso estoy aquí. El hermano Lars Nelle me dijo que era usted un hombre en quien se podía confiar.

La pregunta pareció poner a prueba el cerebro de viejo. Luego el reconocimiento afloró al rostro de Claridon.

– Le recuerdo. Un guerrero valeroso. Luchó con mucho honor. Sí. Sí. Le recuerdo. El hermano Lars Nelle. Que Dios acoja su alma.

– ¿Por qué dice usted eso?

– ¿No se ha enterado? -Había incredulidad en el tono-. Murió en el combate.

– ¿Dónde?

Claridon movió la cabeza en un ademán negativo.

– Eso no lo sé. Sólo que ahora mora con el Señor. Dijimos una misa por él y ofrecimos muchas plegarias.

– ¿Comulgó usted con el hermano Nelle?

– Muchas veces.

– ¿Le habló de su búsqueda?

Claridon se movió hacia su derecha, aunque mantuvo su mirada en Malone.

– ¿Por qué me hace esta pregunta?

El agitado hombrecillo se puso a dar vueltas a su alrededor, como un gato. Malone decidió subir la apuesta en fuera cual fuese el juego que la brumosa mente del hombre pudiera imaginar. Agarró a Claridon por el jersey, levantando del suelo al enjuto hombrecillo. Stephanie dio un paso adelante, pero él la instó a retroceder con una rápida mirada.

– El maestre está disgustado -dijo-. Sumamente disgustado.

– ¿En qué sentido? -Por su cara se extendía un profundo rubor de vergüenza.

– Con usted.

– Yo no he hecho nada.

– No responde usted a mi pregunta.

– ¿Qué es lo que desea?

Más asombro.

– Hábleme de la búsqueda del hermano Nelle.

Claridon negó con la cabeza.

– No sé nada. El hermano no confiaba en mí.

El miedo surgió en los ojos que le devolvían la mirada, acentuado por una completa confusión. Malone soltó su presa. Claridon se echó hacia atrás contra la pared de cristal, y agarró unas toallitas de papel y un spray. Mojó los cristales y empezó a limpiar un vidrio que no mostraba una sola mancha.

Malone se volvió hacia Stephanie.

– Estamos perdiendo el tiempo aquí.

– ¿Cómo se ha enterado?

– Tenía que intentarlo.

Recordó la nota enviada a Ernest Scoville y decidió hacer un último intento. Buscó el papel en su bolsillo y se acercó a Claridon. Más allá del cristal, se alzaban las murallas de color gris de Villeneuve-les-Avignon.

– Los cardenales viven allí -dijo Claridon, sin abandonar su limpieza-. Insolentes príncipes, todos ellos.

Malone sabía que los cardenales en una ocasión acudieron en tropel a las colinas que se alzaban ante las murallas de la ciudad de Aviñón y erigieron refugios campestres como una forma de escapar a la congestión de la ciudad y a la constante vigilancia del papa. Aquellos livr ées se habían marchado todos, pero la antigua ciudad subsistía, todavía silenciosa, rústica y en proceso de desmoronamiento.

– Nosotros somos protectores de los cardenales -dijo Malone, siguiendo con la simulación.

Claridon escupió en el suelo.

– Malditos sean todos.

– Lea esto.

El hombrecillo cogió el papel y deslizó su mirada sobre las palabras. Una expresión de asombro se reflejó en los abiertos ojos del hombre.

– Yo no he robado nada de la orden. Lo juro. -La voz iba en aumento-. Esta acusación es falsa. Estoy dispuesto a jurarlo ante mi Dios. No he robado nada.

El hombre estaba viendo en la página sólo lo que quería ver. Malone recuperó el papel.

– Esto es una pérdida de tiempo, Cotton -dijo Stephanie.

Claridon se acercó a él.

– ¿Quién es esta arpía?¿Por qué está aquí?

Malone casi sonrió.

– Es la viuda del hermano Nelle.

– No tengo noticia de que el hermano se hubiera casado.

Malone se acordó de algo que había leído en el libro templario dos noches antes.

– Como sabrá usted, muchos de los hermanos estuvieron antes casados. Pero ella fue infiel, de modo que el vínculo fue disuelto y ella desterrada a un convento.

Claridon movió negativamente la cabeza.

– Parece una mujer difícil. ¿Qué está haciendo aqu í ?

– Trata de encontrar la verdad sobre su marido.

Claridon se volvió hacia Stephanie y la apuntó con sus rechonchos dedos.

– Es usted malvada -gritó el hombre-. El hermano Nelle buscaba penitencia con la hermandad debido a los pecados de usted. Que la vergüenza le caiga encima.

Stephanie tuvo el buen sentido de limitarse a inclinar la cabeza.

– No busco nada más que el perdón.

El rostro de Claridon se suavizó ante su humildad.

– Y tendrá usted el mío, hermana. Váyase en paz.

Malone hizo un gesto y ambos se dirigieron a la puerta. Claridon se retiró a su silla.

– Qué triste -dijo ella-. Y qué espantoso. Perder la razón es terrible. Lars hablaba a menudo de la locura y la temía.

– Como todos, ¿no?

Sostenía aún en sus manos la nota encontrada en la casa de Ernest Scoville. Miró nuevamente lo escrito y leyó las últimas tres líneas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los caballeros de Salomón»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los caballeros de Salomón» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los caballeros de Salomón»

Обсуждение, отзывы о книге «Los caballeros de Salomón» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x