ClanFintan hizo una pausa. Era evidente que la degeneración de su padre era algo muy doloroso para él, pero controló sus sentimientos y continuó hablando.
– Como seguramente sabes, los Fintan eligen por consenso tanto a su Gran Líder como a sus Chamanes, no por herencia familiar, siguiendo una llamada espiritual. Para un centauro es un honor que, después de un largo periodo de liderazgo, se aparte de su posición para vivir los años restantes como consejero honorable, permitiendo que un sustituto más joven y más capaz asuma su puesto. Sin embargo, si un centauro es apartado de ese puesto por la fuerza, debido a…
ClanFintan no pudo terminar la frase. Respiró profundamente y añadió:
– No puede haber un deshonor mayor.
El rostro del centauro se endureció, y adoptó una máscara de indiferencia.
– Los Fintan estaban perdiendo fe en su líder, y mi padre lo sabía, pero parecía que había perdido la capacidad de dominar lo que se estaba apoderando de él. La situación se hizo insoportable. Lo único que evitó levantamientos en su contra fue el gran amor y respeto que había suscitado entre los Fintan durante todos los años de su liderazgo. Entonces, cuando ya sólo era una sombra de sí mismo, convocó al Consejo de Guerreros, que reunía a todas las cabezas de familia del clan. Se dirigió a ellos y les habló de sus visiones, de sus sueños, que lo habían seguido desde su cama hasta que habían conseguido devorarlo, envolverlo en su maldad. Eran visiones espantosas de sangre y muerte. Se centraban en el Castillo de la Guardia, y después se expandían para apoderarse de Partholon y de las Llanuras de los Centauros, sumiéndolo todo en la oscuridad.
La voz de ClanFintan se acalló. Sus recuerdos de aquel aciago consejo se lo habían llevado muy lejos.
– ClanFintan -dije yo suavemente. Comprendía muy bien su dolor por el padre perdido.
Su expresión se relajó durante un instante, y él irguió los hombros y terminó la historia.
– El resto es fácilmente deducible. La mitad del Consejo pensó que se había vuelto loco, y pidió que fuera alejado del puesto de Gran Líder. La otra mitad lo creyó, y pidieron que se tomaran medidas contra el origen de aquella maldad. El voto se dividió exactamente en dos mitades. La situación permaneció en un punto muerto hasta que llegaron a un compromiso -dijo, y esbozó una sonrisa sardónica-. Me nombraron a mí Gran Líder, sustituyendo a mi padre. Estaban de acuerdo en una única cosa: un Gran Líder que fuera también Sumo Chamán tenía que ser capaz de descubrir la verdad.
En aquel punto se interrumpió, pero la intuición me dijo que había más cosas que yo debía saber.
– Entonces, con todo lo que estaba ocurriendo, ¿por qué te empeñaste en un matrimonio conmigo?
– Mi padre me habló en privado después de la decisión del Consejo. Me resultó difícil entenderlo, pero no dejó de insistir en que yo debía recabar la ayuda de Epona para luchar contra aquel mal. Tenía que aliarme con la Amada de Epona, seguir la antigua tradición de la unión del Sumo Chamán con la Elegida de Epona. Aunque tú habías dejado bien claro que ibas a romper aquella tradición, mi padre me dijo que acudiera a ver al tuyo y que se lo explicara todo, y que si yo conseguía que El MacCallan me diera su permiso para casarme contigo, tú aceptarías nuestra unión por amor y respeto a él. Ya sabes que ellos eran amigos. Mi padre sentía un gran respeto por el tuyo. Yo le dije que cumpliría sus deseos. Entonces, él me dijo una sola palabra: «Fomorians». Cuando aquella palabra salió de sus labios, fue como si se hubiera quedado sin aliento. A la mañana siguiente, amaneció sin vida.
– Lo siento, ClanFintan. Tu padre era un gran centauro.
Aunque yo no lo hubiera conocido, estaba segura de que era cierto.
– Gracias -dijo él-. Ahora, los dos nos hemos quedado sin padre.
– Entonces, ésta es la razón por la que te casaste conmigo. ¿Por qué no me dijiste lo que estaba sucediendo?
Su mirada se oscureció.
– Si recuerdas nuestra primera reunión para tratar el compromiso, podrás responder tú misma a esa pregunta. No me diste oportunidad para explicarte mis motivos. Rechazaste mi cortejo, me insultaste y te marchaste.
Yo quería decirle a gritos que no había sido yo, pero no quería explicarle todo aquello de la dimensión del espejo y de los dos mundos en aquel momento, frente a todos aquellos centauros con cara de pena. El sentido común me decía que yo no tenía ningún motivo para sentirme enfadada, ni herida. Rhiannon había sido una bruja con ClanFintan. Él tenía todo el derecho a no confiar en ella, es decir, en mí. Sin embargo, mi corazón decía otra cosa. Estaba dolido.
Así que yo no sabía cómo reaccionar. Nos miramos como si fuéramos dos niños que se habían peleado y que no sabían cómo arreglar la situación.
Me sentía muy cansada, y muy afectada por la visión que acababa de tener. Sólo quería dormir, descansar. Le hice una plegaria silenciosa a Epona para que no me enviara más sueños de las criaturas aquella noche.
Me puse en pie, envuelta en la manta. No miré a los centauros, pero oí que me saludaban formalmente, y mientras me marchaba, oí sus «buenas noches, mi señora», que me siguió al establo como una brisa suave. Me acurruqué en mi nido de heno, y cerré los ojos.
Yo sabía, desde el principio, que ClanFintan se había casado conmigo por deber, por obligación. Entonces, ¿por qué me había disgustado tanto al oírlo de sus labios? Y, de todos modos, él no se había casado conmigo, sino con Rhiannon, Encarnación de la Diosa y Amada de Epona. Yo sólo era Shannon Parker, una profesora mal remunerada de Broken Arrow, Oklahoma. Aquél no era mi mundo, y mi lugar no estaba junto a ClanFintan.
– ¿Rhiannon?
No había oído que él se acercaba, y su voz me sobresaltó. Abrí los ojos de golpe.
– No quería asustarte, pero te has ido antes de que pudiera terminar.
Yo suspiré.
– ¿Qué más tienes que decir?
– Quería que supieras que no pienso de ti lo mismo que pensaba antes de nuestro matrimonio. No lo entiendo, pero eres distinta.
Sus ojos brillaban suavemente a la luz distante de las hogueras.
– Ha habido algo bueno que ha salido de este mal. Ha hecho posible que yo me uniera a ti. Buenas noches, mi señora. Estaré cerca, si me necesitáis -susurró.
Antes de que yo pudiera responder, él se dio la vuelta y salió del establo. Intenté no pensar mucho en la felicidad que me habían causado sus palabras. Pensé que tardaría horas en quedarme dormida, pero en cuanto cerré los ojos, entré en mi Paraíso de los Sueños personal. En aquella ocasión, afortunadamente, pasé el resto de la noche soñando que estaba en una fábrica de chocolates Godiva, que también funcionaba como bodega. Superman y Pierce Brosnan estaban conmigo, peleándose por quién iba a darme un masaje de pies y quién iba a…
Bueno, haceos una idea. Ganó Superman, y quiero decir que no sólo es súper por su capacidad de volar.
Me despertó un delicioso olor a pescado frito. Bostecé y me estiré, y me froté los ojos. Me puse los pantalones, sacudí la manta y me eché las botas al hombro. Después me dirigí, adormilada, hacia la fuente de aquel olor tan bueno.
– Buenos días -dijo ClanFintan, con los ojos brillantes.
– Buenos días -murmuré yo, mientras le entregaba a Dougal, que sonreía tímidamente, mi manta, y después me acercaba a la hoguera más próxima. No vi ningún pescado, pero seguía oliéndolo.
Entonces, arqueé las cejas mirando a ClanFintan.
– ¿Eso que huelo es el desayuno?
– Sí, es pescado -dijo él, y señaló unos rollos de hoja que estaban amontonados entre las brasas de la hoguera.
Читать дальше