Ian Rankin - El jardínde las sombras

Здесь есть возможность читать онлайн «Ian Rankin - El jardínde las sombras» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El jardínde las sombras: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El jardínde las sombras»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El inspector Rebus se desvive por llegar al fondo de una investigación que podría desenmascarar a un genocida de la segunda guerra mundial, asunto que el gobierno británico preferiría no destapar, cuando la batalla callejera entre dos bandas rivales llama a su puerta. Un mafioso checheno y Tommy Telford, un joven gánster de Glasgow que ha comenzado a afianzar su territorio
Rebus, rodeado de enemigos, explora y se enfrenta al crimen organizado; quiere acabar con Telford, y así lo hará, aun a costa de sellar un pacto con el diablo.

El jardínde las sombras — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El jardínde las sombras», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Me parece que un señor, bastante mayor, creo,… Lo siento, la verdad es que no lo recuerdo.

– ¿Llevaba bastón?

– Me gustaría ayudarle pero a la hora de la comida tenemos tanta gente…

– Pero al señor Lintz lo recuerda, ¿no?

– El señor Lintz es cliente… era cliente habitual.

– ¿Solía ir solo o acompañado?

– Casi siempre solo. A él le daba igual porque se traía un libro.

– ¿Recuerda por casualidad a alguno de sus invitados?

– Sí, a una joven… su hija tal vez; o su nieta.

– ¿Joven, dicen usted…?

– Más joven que él. -Una pausa-. Quizá bastante más joven.

– ¿Eso cuándo fue?

– La verdad, no recuerdo -contestó, impaciente.

– Muchas gracias por la información. Le robo un minuto más… A esa mujer joven, ¿la invitó más de una vez?

– Lo siento, inspector, me reclaman en la cocina.

– Bien, si recuerda algo más…

– Cuente con ello, adiós.

Rebus colgó e hizo algunas anotaciones. Faltaba un número más. Lo marcó y aguardó.

– ¡Diga!

– ¿Quién habla?

– Habla Malky. ¿Y tú quién coño eres?

Se oyó una voz al fondo: «Tommy dice que la nueva máquina está jodida». Rebus colgó. La temblaba la mano. «La máquina nueva…» Tommy Telford en la moto del salón de juegos. Recordaba las fotos de vigilancia de los miembros de La familia: Malky Jordán, con su nariz chata y sus ojuelos en aquella cara regordeta. ¿Joseph Lintz hablando con un hombre de Telford? ¿Llamando a la oficina del gángster? Buscó el número del móvil de Hogan.

– Bobby, si estás al volante reduce velocidad… -dijo.

A juicio de Hogan, cinco grandes en metálico era el estilo de Telford. ¿Chantaje? Pero ¿en relación a qué? ¿Y qué otra cosa…?

Hogan opinaba que había que hablar con Telford.

A juicio de Rebus, cinco de los grandes era demasiado para un asesino a sueldo. Aunque, quién sabe; pensó en Lintz… Un pago de cinco de los grandes a Telford para organizar el «accidente». El móvil: ¿asustarle para que abandonase el caso? De momento volvía a sospechar del viejo.

Rebus tenía en la estación de Haymarket una cita que no había mencionado a nadie. Era un lugar ideal para pasar inadvertido. En un banco del primer andén le esperaba Ned Farlowe. Parecía cansado: la preocupación por Sammy. Hablaron de ella un par de minutos y Rebus fue enseguida al grano.

– ¿Sabes que han asesinado a Lintz?

– Ya suponía que esto no era una cita de cortesía.

– Las indagaciones van orientadas hacia un posible chantaje.

Farlowe puso cara de interés.

– ¿Se negó a pagar?

«Pagar sí que pagó -pensó Rebus-. Pagó y a pesar de todo se lo cargaron.»

– Mira Ned, esta conversación es oficiosa. Realmente debería interrogarte.

– ¿Porque lo seguí unos días?

– Sí.

– ¿Me convierte eso en sospechoso?

– Te convierte en posible testigo.

Farlowe se quedó pensativo.

– Una tarde vi a Lintz salir de su casa y dirigirse a una cabina telefónica para hacer una llamada y volverse inmediatamente después.

Por no utilizar su propio teléfono… ¿Por temor a tenerlo intervenido? ¿Por temor a que localizasen el número al que llamaba? Intervenir teléfonos era uno de los recursos preferidos de la Brigada Especial.

– Y además -añadió Farlowe-, habló en la puerta de la calle con una mujer que parecía estarle esperando. Fue una conversación breve y creo que ella lloraba al irse.

– ¿Cómo era?

– Alta, morena, pelo negro corto, bien vestida, y llevaba una cartera.

– ¿Qué clase de ropa?

Farlowe se encogió de hombros.

– Falda y chaqueta a juego de cuadros blancos y negros. Muy… elegante.

La descripción correspondía a Kirstin Mede, quien en su mensaje telefónico le había dicho a Rebus: «No puedo seguir con esto…».

– Quiero preguntarle una cosa sobre esa Candice -añadió Farlowe.

– ¿Qué pasa con ella?

– Me comentó usted si había sucedido algo extraño antes de que atropellaran a Sammy.

– ¿Y bien?

– Pues que precisamente lo extraño fue eso: ella, ¿no? -dijo Farlowe entrecerrando los ojos-. ¿Hay alguna relación entre esa mujer y el atropello?

Rebus le miró sin contestar y el joven asintió repetidas veces con la cabeza.

– Gracias por confirmármelo. ¿Quién era?

– Una de las prostitutas que explota Telford.

Farlowe se puso en pie de un salto y comenzó a pasear de arriba abajo por el andén. Rebus aguardó a que volviera a sentarse. Cuando lo hizo echaba fuego por los ojos.

– ¿Se le ocurre nada menos que esconder a una puta de Telford en casa de su hija?

– No tenía otro remedio. Telford sabe dónde vivo y…

– ¡Se ha aprovechado de nosotros! -exclamó e hizo una pausa-. Ha sido obra de Telford, ¿verdad?

– No lo sé -respondió Rebus. Farlowe volvió a ponerse en pie como un resorte-. Escucha, Ned, no quisiera que…

– Con toda franqueza, inspector, no creo que sea usted el más indicado para dar consejos.

Echó a andar y aunque Rebus fue tras él llamándole no volvió la cabeza ni una sola vez.

Al entrar en la oficina de la Brigada Criminal le rozó un avión de papel que fue a estrellarse contra la pared. Ormiston estaba con los pies encima de la mesa y sonaba una suave música country en un casete que había en la repisa de la ventana detrás de la mesa de Claverhouse. Siobhan Clarke estaba sentada en una silla a su lado y ambos leían un informe.

– No formáis que digamos el equipo A -dijo Rebus recogiendo el avión, enderezándole el morro arrugado y lanzándoselo a Ormiston, quien le preguntó qué le llevaba por allí.

– Servicio de enlace -respondió él-. Mi jefe quiere informes diarios.

Ormiston miró a Claverhouse, que había inclinado hacia atrás la silla y apoyaba la cabeza en las manos.

– ¿A que no adivinas lo que hemos ganado?

Rebus se sentó frente a Claverhouse y saludó a Siobhan con una inclinación de cabeza.

– ¿Cómo está Sammy? -preguntó ella.

– Igual -respondió.

Claverhouse parecía avergonzado y Rebus fue consciente de pronto de que podía servirse de Sammy como incentivo para despertar simpatía en los demás. ¿Por qué no? ¿No la había utilizado en el pasado? ¿No había dado en el clavo Ned Farlowe?

– Se ha suspendido la vigilancia -dijo Claverhouse.

– ¿Por qué?

Ormiston lanzó un bufido, pero fue Claverhouse quien contestó.

– Porque es costosa y da pocos resultados.

– ¿Órdenes superiores?

– Consideraban que no íbamos a conseguir nada.

– ¿Y vamos a dejar que Telford campe por sus respetos?

Claverhouse se encogió de hombros. Rebus pensó que la noticia llegaría a Newcastle y que Jake Tarawicz lo celebraría pensando que él había cumplido el trato, con lo que Candice quedaría a salvo. Podría ser.

– ¿Alguna novedad sobre el homicidio del club nocturno?

– Nada que lo vincule con tu amigo Cafferty.

– No es amigo mío.

– Lo que tú digas. Ormie, enchufa el hervidor

Ormiston miró a Clarke y se levantó a regañadientes. Rebus había creído que la tensión en el ambiente se debía exclusivamente al asunto de Telford, pero lo que sucedía era que Claverhouse y Clarke habían hecho buenas migas y Ormiston había quedado marginado, relegado al papel del niño que hace avioncitos para llamar la atención. Le vino al pensamiento una antigua canción de Status Quo: Avión de papel, pero allí se había alterado el statu quo, Clarke había sustituido a Ormiston, le eximía de preparar el té.

Era comprensible el cabreo de Ormiston.

– Me han dicho que herr Lintz era un tanto juerguista -dijo Claverhouse.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El jardínde las sombras»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El jardínde las sombras» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El jardínde las sombras»

Обсуждение, отзывы о книге «El jardínde las sombras» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x