Reyes Cuadrado - Las Lágrimas De Hemingway

Здесь есть возможность читать онлайн «Reyes Cuadrado - Las Lágrimas De Hemingway» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Las Lágrimas De Hemingway: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las Lágrimas De Hemingway»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una cogida mortal, es en principio lo que parece haber provocado la muerte de Alejandro Mocciaro un personaje, de vida no del todo clara, a pesar de su catedrá y su alcurnia, pero no es una cogida más, un forense concienzudo descubre que un potente anestesico para animales, es el verdadero motivo de la muerte de este personaje, mezclado con el mundo de la droga, amigo de camellos y proxenetas, ha sido victima de una conspiración para que su muerte parezca un accidente, cuando no es más que un planeado asesinato para quitarlo de en medio.
La novela, que combina personajes reales y de ficción, está ambientada en la fiesta de los Sanfermines y que rinde homenaje al escritor estadounidense Ernest Hemingway. Retrata perfectamente los aspectos más queridos de la fiesta, que serán el marco ideal para que el inspector, Juan Iturri y Lola Mac Hor sean sin duda los protagonistas de esta nueva novela.

Las Lágrimas De Hemingway — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las Lágrimas De Hemingway», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ahora, presionando la herida, nota la tibia humedad y baja la mirada. Su palma, que rezuma olor a toro, está completamente impregnada por aquella sangre roja y espesa que, como testigo mudo, va cayendo en la arena. De su boca brotan espontáneas palabras de aliento, mientras se le abren las carnes contemplando aquella pena. El mozo no dice nada, aunque sus azules ojos permanecen abiertos. Una figura blanca se acerca y grita al pastor un mensaje hueco que no oye. Sin embargo, por inercia obedece, y mecánicamente ayuda a trasladar el inflado cuerpo hasta la enfermería de la plaza. Fuera, en las calles, se adivina el rumor que corre como la pólvora: «Hay un cogido; y parece cogida seria».

El mozo que, enamorado de la locura, ha tirado su vida por la borda contempla ahora el mundo desde otro plano. Tiene delante el cielo; debajo, la arena. Sabe con una certeza densa que a su lado espera la muerte. No siente dolor, sólo una paz curiosamente penosa. Mientras se adueña de su cuerpo un frío intenso y se le llena el olfato de olores nuevos, nota que envejece súbitamente, palpa en cada suspiro el tiempo que le transforma en un guiñapo. Sin embargo, no está aturdido. Ciegos presentimientos le muestran un destino aciago sin remedio, la cordura le abandona. Entonces le brotan las lágrimas. Pero ni llorar le dejan. Le cogen de brazos y piernas. El frío se acelera y le lleva hasta el mismo infierno.

Dos segundos: lo que tarda en prenderse la mecha de uno de esos cilindros blancos de muerte envasada. Ana lo ha probado todo para dejar la costumbre. Durante cuatro meses, seis días y dos largas horas ha sido suficiente. Pero siguiendo los pormenores del encierro desde la enfermería de la plaza, añora hasta la náusea su cóctel de nicotina y alquitrán. Intuyendo lo que se avecina, cuando ve a Lentejillo girarse en el callejón roba un cigarrillo al paquete que reposa sobra la mesa y lo enciende ávidamente. Ni siquiera se molesta en sacar de la boca el chicle de nicotina recién estrenado. Una cortina de humo grisáceo avanza desde el fondo de la habitación. Nadie protesta. Con ojos atentos, escrutadores, se siguen los prolegómenos del espectáculo de sangre.

Cuando el asta color miel penetra en el cuerpo del mozo con la facilidad de un cuchillo en mantequilla blanda, los diez facultativos que junto a Ana mascan la tensión ante el aparato se ponen en pie al mismo tiempo. Pegados a la pantalla, escrutan ávidamente las imágenes. Los toros, que no atienden a razones de humanidad ni educación, empitonan donde quieren o pueden, provocando habitualmente destrozos en tejidos y órganos vitales. Es fácil ver por dónde penetra el pitón, pero no lo que hace dentro. Las imágenes ofrecen pistas fiables, y por ello, todos sin excepción miran con ahínco aquel sangriento evento. Pasada la primera dentellada, se ponen en movimiento.

El jefe de la enfermería de la plaza, siguiendo la tradición, está en el patio de caballos, subido a una empinada escalera. Ángel Hidalgo es un traumatólogo competente que se enorgullece de ocupar ese puesto. No es por la renta, más bien parca, sino por el honor y el prestigio del cargo. Aunque la ubicación es magnífica, no le ofrece vistas del último tramo de la carrera y no ha podido observar la cogida, aunque ha notado el alboroto. Cuando ve a Lentejillo arrastrar su presa hasta el albero, se percata de los motivos del griterío y baja en estampía. Cuando llega, se topa con Miguel y una cuadrilla de mozos de peña que traen al herido. Les hace detenerse y observa al herido con atención. Con los toros toda precaución es poca: un puntazo minúsculo puede delatar importantes lesiones internas. Sin embargo, no es el caso:

– ¡Jesús, menudo boquete tiene este pobre hombre en el abdomen! ¡Rápido!-exclama. Mientras corren, Ángel se quita el pañuelo del cuello, y aplicándolo a la herida, la comprime intentando taponarla.

Una vez dentro, su personal atiende al herido. Ofrecen al cirujano unas gasas. Éste las emplea para prensar la lesión. Sin embargo, no logra cohibir la hemorragia, de modo que introduce su mano derecha por la herida para intentar clampar al tacto la gran vía que está desangrando al hombre.

Los mozos se retiran a la fuerza. Miguel, junto a un miembro de la Policía Foral y un médico de SOS Navarra, permanece en la entrada de la enfermería. Allí brillan dos velas y los colores de los pañuelos de las peñas, diseminados alrededor de una pequeña talla del Santo moreno. Los tres hombres cruzan las miradas, pero no dicen nada. Finalmente, Miguel se rinde y abandona la plaza.

La muerte no suele adjuntar libro de instrucciones. Cuando sienten cerca su apestoso aliento, las gentes quisieran disponer de un protocolo de actuación, algo que les indicara en cada momento cómo comportarse, qué decir, qué sentir. Sin embargo, nada de eso existe. Algunos creen que deben llorar y lo intentan, aunque con distinto éxito. Otros adoptan gestos graves, escrutando en su interior con el ánimo de encontrar una pena más honda, un sentimiento más denso. Muchos llegan a la dulce convicción de que aquello no está pasando. En realidad, nadie debería culparse. La mente casi nunca ofrece tabla a los náufragos que se topan inopinadamente con esta dama de negro. Los médicos y los periodistas son, sin embargo, la excepción. Estos profesionales saben exactamente qué hacer, qué decir y qué pensar. Los sentimientos, si existen, vendrán luego, muy tarde, como las agujas de un reloj con la cuerda rota.

El quirófano está preparado enseguida.

– ¡Monitorizadlo! ¡Mirad si tiene pulso carotídeo! ¡Ana, Héctor, vías de grueso calibre en ambos brazos! ¡Abocath del 14! ¡Moncho, coge el ambú y empieza a ventilar, oxígeno al 100%! Quiero una tensión: ¡ya!

Las órdenes se suceden y se cumplen con primorosa armonía. Como siempre, sólo hay una voz de mando, porque con dos patrones las naves encallan y zozobran, aunque casi no haría falta que alguien emitiese los mensajes, porque el equipo conoce de sobra el protocolo y se halla perfectamente coordinado.

– ¡No hay pulso! ¡Está en asistolia! -confiesa desalentado Fermín.

– ¡Daniel, inicia masaje cardiaco! ¡Rosa, adrenalina! ¡Expansores a chorro! ¡Hay que transfundirle!

– ¿Hago pruebas cruzadas? -pregunta el hematólogo.

– ¡No hay tiempo! ¡Sangre 0!

Tras unos minutos, Ángel ordena:

– Parad el masaje un momento.

– Continúa sin ritmo -le informan.

Moncho comienza a sudar.

– OK ¡ Atropina hasta 3 miligramos!

Las instrucciones continúan. Cortos mensajes, seguidos de acciones precisas. Al no iniciado, aquello se le antojaría un completo caos, sin embargo, no es así; impera un protocolo seguido al milímetro.

– Voy a intentar intubarle.

Las maniobras cesan; luego, empiezan de nuevo. Los minutos se suceden sin que el enfermo responda. Alguien pronuncia lo que ninguno desea oír.

– Nada. Sigue sin ritmo.

– ¿Cuánto tiempo llevamos? -pregunta Ángel, que es quien debe tomar la decisión final.

– Quince minutos. En ningún momento ha habido signos de recuperación.

– De acuerdo, paramos la reanimación cardiopulmonar. No se puede hacer más. Anota los datos de la muerte: fallece a las 8 horas y 26 minutos del día 12 de julio. Un nuevo dato para la historia. ¿Qué hemos puesto?

– Cuatro ampollas de adrenalina y tres de atropina. Se han pasado cinco litros de expansores y cristaloides y dos de sangre.

– Bien, anotémoslo en el informe. El forense necesitará el dato. ¡Qué pena!-exclama mientras cubre con una sábana el rostro del hombre corneado-. Es todavía joven este Hemingway para llevar sudario.

La muerte es siempre incómoda compañera, incluso para quien está familiarizado con ella. Si el que se va es joven, la cosa empeora. Y si lo hace por algo tan caprichoso como correr delante de una manada de toros bravos, entonces uno termina lamentándose. Todos los allí presentes son capaces de captar la soberbia esencia de ese juego con la muerte que acontece siete días al año cuando se rompe el alba. Pero ante un nuevo cadáver, vuelven a preguntarse si aquel macabro e irracional juego merece la pena. Son sólo tres minutos frente al resto de tu vida. Jugarte la piel y miles de kilómetros de sentimientos a cambio de soltarte la coleta y ducharte con adrenalina a granel durante 848 metros. Sin embargo, ¿qué sería de Pamplona sin esos ratos? ¿En qué quedarían julio, agosto y hasta enero sin la esperanza de que el espíritu de San Fermín volviera a emigrar a su lecho de Santo Domingo?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las Lágrimas De Hemingway»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las Lágrimas De Hemingway» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Las Lágrimas De Hemingway»

Обсуждение, отзывы о книге «Las Lágrimas De Hemingway» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x