Jean-Christophe Grangé - Esclavos de la oscuridad

Здесь есть возможность читать онлайн «Jean-Christophe Grangé - Esclavos de la oscuridad» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Esclavos de la oscuridad: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Esclavos de la oscuridad»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una novela deslumbrante que explora el filo entre la vida y la muerte, lo divino y lo satánico.
Tras el intento de suicidio de su mejor amigo, un policía decide investigar las razones que lo llevaron a tomar esa decisión. En el camino a la verdad descubrirá prácticas satánicas, drogas africanas y una serie de asesinatos horrendos sin explicación. Las víctimas comparten solo una cosa en común: experimentaron la muerte. ¿Cómo puede revivir alguien clínicamente muerto? ¿Qué ocurre si en vez de ver la luz, vio las tinieblas?
Una novela diabólica con todos los ingredientes para convertirse en un éxito y una referencia del género, por el maestro del thriller e indiscutible que nos acerca a una de las realidades más sorprendentes e intranquilizantes de la medicina moderna: las experiencias de muerte inminente.

Esclavos de la oscuridad — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Esclavos de la oscuridad», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Su voz era serena, decidida. Por el contrario, algo se derrumbó en mi interior. Una vez más, san Juan: «Sabemos que hemos nacido de Dios, pero el mundo entero yace bajo el imperio del mal». Cerré los ojos y volví a vernos: Luc y yo, apoyados en las columnas de la abadía de Saint-Michel-de-Sèze. Íbamos a transformar la Iglesia, a cambiar el mundo…

– Feliz Navidad, Mat.

Cuando alcé los párpados el confesionario estaba vacío.

La impresión que me causó duró meses.

En el seminario, mi fervor parecía ausente. Los sacramentos, la liturgia, la oración, la comunión, la confesión… Escuchaba sin oír. Repetía los gestos sin entusiasmo. Las noticias de Yugoslavia me llegaban por Radio Vaticana. Cada vez que había una matanza, un nuevo horror, rezaba, ayunaba. Sentía asco de mí mismo. Un enchufado. Un pequeñoburgués de la fe.

No dejaba de pensar en Luc. ¿Cómo era posible que ese intelectual, ese apasionado por la teología se convirtiera en un simple madero? No tenía ninguna respuesta, pero sus sarcasmos seguían retumbando en mis oídos. Cada día, creía un poco menos en mi misión. Mi formación me parecía estéril. ¡Y tan cómoda! Había elegido el ascetismo pero vivía como un pachá. Alimentado, alojado, protegido, rezando tranquilamente y consagrándome a lo que más amaba: los libros.

Intuía mi carrera. Nunca sería un cura de campo. Cuando finalizara el seminario y la tesis me quedaría en Roma y formaría parte de la Universidad Gregoriana o de la Academia Pontificia, la ENA (Escuela Nacional de Administración) eclesiástica. Después de algunos cargos en las nunciaturas europeas, subiría los peldaños de la teocracia hasta acceder a las jerarquías más altas de la Curia romana. Una «buena posición» bajo el amparo del desahogo, del poder. Todo lo que había detestado de mis padres me atrapaba de repente bajo otra forma.

Compartí mis dudas con mis padres superiores. No encontré más que respuestas académicas, el habitual lenguaje estereotipado de los religiosos, un bálsamo insípido aplicado a los tormentos del alma. El 29 de junio de 1992, el mismo día del ingreso de los futuros sacerdotes en «el cuerpo de la santa Iglesia católica, apostólica y romana», devolví la sotana.

Luc se equivocaba, no estaba en un hospital de sanos.

Estaba en un cementerio.

Allí todo el mundo había muerto.

Yo también.

Regresé a París y fui inmediatamente al arzobispado. La lista de organizaciones humanitarias religiosas era larga. Me detuve en la primera que iniciaba sus misiones en el continente que había escogido: África. Tierras de Esperanza era una asociación de franciscanos que aceptaba en sus filas a trabajadores laicos; me pareció perfecta. Era el grupo que se internaba más profundamente en territorios de riesgo.

A principios de 1993, me embarqué en mi primera aventura.

Ruanda, un año antes del genocidio.

Las señalizaciones de salida de la autopista me arrancaron, in extremis, de mis recuerdos. Me hundí en el túnel de la porte d’Orléans pensando aún en Luc y en la falta de sincronía de nuestros destinos. Él siempre se me había adelantado. Este pensamiento me estremeció. Nunca lo seguiría en el camino del suicidio. Pero ahora debía admitir su acto y averiguar la razón del mismo. Algo había ocurrido. Un acontecimiento inconcebible, que había expulsado a Luc de su destino.

Debía entender su decisión.

Era la condición indispensable para que él recuperara la conciencia.

9

Despacho. Papeleo. Post-it. Cerré la puerta y luego abrí un nuevo paquete de cigarrillos, fumar puede dañar los espermatozoides y reducir la fertilidad. Esas advertencias tenían la virtud de exasperarme. Pensé en lo que había escrito Antonin Artaud a propósito de las drogas: «Poco importan los medios para perderse: eso no le incumbe a la sociedad».

Eché una ojeada al fajo de etiquetas amarillas: «11 h: llamar a Dumayet», «Mediodía: Dumayet», y aún: «14 h: Dumayet. ¡urgente!». Nathalie Dumayet, comisaria de división y jefa de la Brigada Criminal, era la responsable de los grupos de investigación del 36. Miré el reloj: eran apenas las tres. Demasiado temprano para tomar el té con el dragón.

Me quité la parka y hojeé los documentos. No encontré los que esperaba. Escuché los mensajes del móvil y luego los del teléfono fijo: tampoco había nada. Llamé a Malaspey.

– No has vuelto a llamar -ataqué-. ¿Algún progreso en el caso de los cíngaros?

– Estoy saliendo de la facultad de Nanterre. Acabo de hablar con un profesor de romaní, el idioma de los cíngaros. Tenías razón. La puesta en escena de los zapatos es clavada. Romaní puro. Según este fulano, nuestro cliente podría haberle quitado los botines a su víctima para evitar que su fantasma lo persiguiera. Cosas de gitanos.

– Bien. Busca en el fichero de la Policía Judicial. Toma nota de todos los calós metidos en atracos a mano armada en Val de Marne.

– Está hecho. Trabajamos también con la comisaría de Créteil sobre las comunidades de la zona.

– ¿Dónde estás ahora?

– En la vía rápida, llegando al despacho.

Coloqué la medalla de san Miguel Arcángel sobre los expedientes.

– Ven a verme antes de ponerte a escribir el parte. Tengo algo para ti.

Colgué y llamé a Foucault. Había terminado de mirar la información sobre los delitos de la noche anterior cuando llamaron a la puerta. El primero de mi grupo se parecía a un golfillo, de carácter alegre. Cabellos rizados, hombros estrechos enfundados en una cazadora Bomber, sonrisa resplandeciente. Foucault era el vivo retrato de Roger Daltrey, el cantante de los Who en la época de Woodstock.

Mi adjunto estaba en la variante lúgubre, con la evidente intención de hablar de la catástrofe de Luc. Lo atajé con un gesto.

– Necesito que me ayudes. Es un asunto privado.

– ¿De qué tipo?

– Quiero que sondees a los tíos del equipo de Luc. Que averigües en qué andaban.

Asintió con la cabeza pero sus ojos delataban escepticismo.

– No será nada fácil.

– Invítalos a comer. Hazlos beber. Ponte en plan cómplice.

– De acuerdo. Por probar que no quede.

El día anterior, Doudou me había ofrecido una muestra de la buena voluntad del equipo.

– Oye. Nadie conoce a Luc como yo -proseguí-. Su acto tiene un motivo externo. Un asunto inexplicable que le ha caído encima, que no tiene nada que ver con una depresión o con un abatimiento repentino.

– ¿Un asunto como cuál?

– Ni idea. Pero quiero saber si trabajaba en un caso especial.

– Bien. ¿Algo más?

– Sí. Investiga su vida privada. Cuentas bancarias, créditos, declaración de impuestos. Absolutamente todo. Busca sus facturas de teléfono: móvil, despacho, domicilio. Todas sus llamadas de los últimos tres meses.

– ¿Estás seguro de lo que haces?

– Quiero saber si Luc tenía algún secreto. Una doble vida; qué sé yo.

– ¿Luc, una doble vida?

Con las manos en los bolsillos de su cazadora, Foucault parecía atónito.

– Contacta también con el Centro de Evaluación Psicológica de la Policía Judicial. En algún lugar deben de tener un expediente sobre Luc. Queda entendido que trabajarás con la mayor discreción posible.

– ¿Y los Bueyes?

– Adelántate a ellos y mantenme informado.

Foucault se eclipsó, con una expresión cada vez más escéptica. Yo tampoco creía en ese tipo de investigación. Si Luc hubiera tenido algo que ocultar habría empezado por borrar su rastro. No hay nada peor que ir a la caza de un cazador.

La puerta no se cerró; Malaspey estaba en el umbral. Forzudo, impasible, arrebujado en un polar, llevaba siempre un minúsculo morral trenzado, estilo indio. El pelo canoso recogido con una cola de caballo y una pipa entre los dientes completaban el cuadro. Recordaba más bien a un profesor de instituto técnico que a un madero de la Criminal con quince años de experiencia a sus espaldas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Esclavos de la oscuridad»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Esclavos de la oscuridad» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jean-Christophe Grangé - La Terre des morts
Jean-Christophe Grangé
Jean-Christophe Grangé - Kaïken
Jean-Christophe Grangé
Jean-Christophe Grangé - Miserere
Jean-Christophe Grangé
Jean-Christophe Grangé - Le Passager
Jean-Christophe Grangé
Jean-Christophe Grangé - Le Сoncile de pierre
Jean-Christophe Grangé
Jean-Christophe Grangé - La Forêt des Mânes
Jean-Christophe Grangé
Jean-Christophe Grangé - L'Empire des loups
Jean-Christophe Grangé
Jean-Christophe Grangé - Les Rivières pourpres
Jean-Christophe Grangé
Jean-Christophe Grangé - Congo Requiem
Jean-Christophe Grangé
libcat.ru: книга без обложки
Jean-Christophe Grangé
Jean-Christophe Grangé - Le concile de pierre
Jean-Christophe Grangé
Отзывы о книге «Esclavos de la oscuridad»

Обсуждение, отзывы о книге «Esclavos de la oscuridad» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x