• Пожаловаться

Susana Fortes: La huella del hereje

Здесь есть возможность читать онлайн «Susana Fortes: La huella del hereje» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Susana Fortes La huella del hereje

La huella del hereje: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La huella del hereje»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El hallazgo del cuerpo sin vida de una joven en el interior de la catedral de Santiago de Compostela cae como un aldabonazo en la ciudad. Al mismo tiempo desaparece de la Biblioteca de la Universidad un manuscrito de Prisciliano, el gran hereje gallego. El subcomisario Lois Castro, viejo conocedor del oficio, se enfrenta a ambos casos con la inesperada colaboración de dos periodistas de raza: Laura Márquez, una joven becaria flacucha, de ojos castaños y con malas pulgas que llega a la ciudad huyendo de sus propios fantasmas y Villamil, un veterano reportero, correoso y medio anarcoide que ha conocido días mejores en la profesión. Una trama de ritmo creciente en la que se cruzan ecologistas, peregrinos de paso, profesores universitarios, tiburones de las finanzas y curas que hacen sus propias apuestas de salvación en una ciudad levítica donde nada es lo que parece. La huella del hereje es un adictivo thriller que insta al lector a viajar en el tiempo y traslada la atmósfera amenazante y brumosa de la mejor novela negra a las calles inolvidables de Santiago de Compostela.

Susana Fortes: другие книги автора


Кто написал La huella del hereje? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La huella del hereje — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La huella del hereje», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El director del periódico le pidió que les subiera un par de cortados, por esa parte iba. Lo suyo habría sido obedecer, pero la chica acababa de llegar a la ciudad y no sabía dónde se acostumbraba a pedir los cafés en la redacción. Así que se escabulló lo más discretamente que pudo, regresó a su mesa de trabajo y simuló una concentración intensísima en la pantalla del ordenador.

El tipo con la corbata del conejo de la suerte resultó llamarse Villamil. Era un gallego de Caldas de Reis, medio asilvestrado, no muy alto y flaco como un sarmiento. Acostumbraba a vestir con un peculiar desaliño indumentario que le daba cierto aire al teniente Colombo. Tenía gustos imposibles. Podía combinar un plato de pulpo a feira y un batido de vainilla con la misma soltura con la que era capaz de meter en la misma conversación a Rosa Luxemburgo y al obispo de Mondoñedo. A las pocas semanas Laura se dio cuenta de que su afición por las corbatas extravagantes iba en serio. Tan en serio como su sentido del humor, lo que le confería un vago atractivo. En la profesión era todo un referente. Debía de pasar de los cuarenta años que aparentaba porque presumía de haber empezado en el oficio cuando los periodistas todavía llevaban visera y manguitos. Ya saben, esa época fascinante de los talleres con olor al plomo de las linotipias y las botellas de leche al lado de la máquina. Probablemente exageraba. En la redacción se contaba que en el año 1973, en plena dictadura, había conseguido el cese del jefe superior de la Policía, lo que en aquella época, tal como debió de ser esa ciudad, tenía más mérito que lo de Woodward y Bernstein con el Watergate. El asunto por lo visto había empezado con un pastor alemán que mordió a un profesor de filosofía en la arboleda de Santa Susana y le causó una desgarradura importante a la altura de la pantorrilla. El propietario se limitó a llamar al animal por su nombre, sin atender al herido. El individuo que mostró tan alto comportamiento cívico resultó ser, ni más ni menos, que el jefe superior de la policía, un ultraderechista de tomo y lomo que la tenía tomada con los profesores de instituto interesados en enseñar a sus alumnos el imperativo categórico de Kant. La investigación iniciada por El Heraldo Gallego se leyó como un thriller trepidante. Hasta los lectores más reaccionarios devoraban la sección cada mañana con el desayuno, como A sangre fría de Truman Capote. Tiempos heroicos.

Villamil era un tipo de afectos espontáneos. Fue lo que debió de ocurrirle con Laura. Una muchacha callada, con el pelo corto y pinta de enclenque en un antro de tipos resabiados que pasaban de los cincuenta y estaban de vuelta de todo, le hizo despertar probablemente su instinto paternal. Aquel día, cuando salió del despacho del director, se acercó a su mesa.

– No hagas caso, Márquez -dijo guiñándole un ojo mientras señalaba con la barbilla el despacho del jefe-, normalmente no muerde. -Y a continuación le dio lo que podría interpretarse como una palmadita de bienvenida en el hombro. Fue el comienzo de una extraña amistad.

A ella le gustó lo de «Márquez». No es que renegase de su nombre propio, Laura es un nombre prestigioso. Pero en aquella redacción de periodismo precario, donde ya estaba resignada a hacer desde necrológicas hasta partes del tiempo, que alguien se dirigiera a ella por su apellido no estaba mal. No estaba nada mal.

Villamil la adoptó. Le enseñó a poner ladillos y a titular con menos de diez palabras. También intentó inculcarle algunas ideas de cómo debía trabajar. Ella lo escuchaba con mucha atención y después hacía lo que le daba la gana. Pero de todo lo que logró aprender de él en los primeros meses, lo más importante se lo dijo en voz baja a pesar de que en aquel momento estaban solos él y ella en la redacción. La chica se había quejado de lo aburrido que era el reportaje en el que estaba trabajando sobre los petroglifos en el arte rupestre. Entonces el veterano periodista se dirigió a ella como el maestro Po de la serie «Kung Fu».

– No olvides, pequeño saltamontes, que el hecho más irrelevante puede esconder dentro una piedra de toque -le dijo.

A ella le gustaban las frases lapidarias, y aquélla, por algún motivo, se le quedó grabada. Desde entonces se esforzó por no bajar la guardia ni ante los anuncios publicitarios.

Esa misma actitud expectante tenía aquel incierto domingo de febrero. Llovía. Desde la ventana de la redacción, la calle parecía ganada por el invierno. Ni un alma. Sólo piedra gris y cielo de plata. Se había estropeado la caldera de la calefacción, por eso llevaba puestos los guantes de lana y el cuello del jersey subido hasta la nariz como si acabara de regresar de una expedición ártica. Su aspecto en general tenía bastante de exploradora, con los tejanos descoloridos, los movimientos sigilosos y la mirada a menudo perdida en sus lejanías. Una cicatriz de dos centímetros le partía la ceja izquierda con una curiosa media luna. No era precisamente el tipo de mujer de curvas sinuosas que hace volver la cabeza a los hombres por la calle, pero observada a la distancia adecuada, ganaba bastante. Tenía un hoyuelo en la barbilla, los ojos castaños y unos pómulos altos que le daban cierto aire de guerrera samurái con la que mejor no encontrarse por el pasillo según qué días. Otra de sus características es que llevaba siempre puestos los auriculares del mp3 como medida disuasoria. Eso la libraba de no pocas conversaciones insustanciales. En la redacción tenía fama de bicho raro. Le llamaban la China, aunque no tenía antepasados orientales, que ella supiera. Bien mirado, su rostro tenía una claridad especial de piel limpia que acentuaba su aspecto aniñado. Nunca llevaba maquillaje, salvo un bálsamo de labios transparente con sabor a vainilla. Vestía de un modo bastante descuidado, con prendas deportivas: botines de básquet, vaqueros muy desgastados y una trenca azul marino con trabillas de húsar y capucha que casi siempre llevaba puesta, como si quisiera protegerse de algo u ocultar su identidad. Un especialista en psicología indumentaria habría sacado la conclusión de que a la chica no le gustaba llamar la atención. Pero a la pregunta de si le gustaba o no le gustaba pasar desapercibida, la respuesta que sin duda ella habría dado habría sido del tipo «y a ti qué demonios te importa», como solía contestar a quien metía demasiado las narices en sus asuntos.

Le había tocado trabajar en fin de semana y estaba tecleando en el ordenador con los guantes puestos confiando en llegar al cierre con un reportaje sobre las escuelas rurales en el que llevaba enfrascada varios días. Era increíble la cantidad de niños que estudiaban todavía en esas viejas escuelas unitarias. Más de dos mil quinientos sólo en Galicia. Un único maestro para niños de edades diferentes. Aulas de aldea rodeadas de brezos y caballos salvajes. Un paraíso, según se mire. Encendió la grabadora y volvió a escuchar por segunda vez la conversación con el maestro.

Tenía un dolor en el hombro. Se levantó de la mesa y se masajeó las cervicales. Odiaba los domingos. Siempre le habían parecido días desterrados del infinito. Seguía lloviendo, pero con menos intensidad. Una llovizna oblicua, como rayada a lápiz. Se preguntaba cómo podían los gallegos convivir con aquel tiempo. Le gustaba el paisaje, pero echaba de menos la luz mediterránea. Llueve para que yo sueñe, pensó recordando vagamente unos versos. Y, de repente, leyó aquel teletipo de la Agencia EFE. Fue como una revelación. Todo pareció adquirir sentido: la lucecita roja de la grabadora encendida como una señal de alarma, aquella sucesión de nubes avanzando por el cielo como el bosque de Birnam hacia Dunsinane, la fortaleza de Macbeth. Y en ese mismo momento supo que alrededor de aquella noticia iban a girar los próximos días de su vida. No lo supo con la razón, sino con otra parte de la inteligencia difícil de precisar. Sus ojos castaños pestañearon un par de veces con rapidez.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La huella del hereje»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La huella del hereje» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
libcat.ru: книга без обложки
Ildefonso Falcones
Carmen Laforet: Nada
Nada
Carmen Laforet
Jean-Christophe Grangé: Los ríos de color púrpura
Los ríos de color púrpura
Jean-Christophe Grangé
Torsten Pettersson: Dame Tus Ojos
Dame Tus Ojos
Torsten Pettersson
Cassandra Clare: Ciudad de cenizas
Ciudad de cenizas
Cassandra Clare
Отзывы о книге «La huella del hereje»

Обсуждение, отзывы о книге «La huella del hereje» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.