Francisco Ledesma - El pecado o algo parecido

Здесь есть возможность читать онлайн «Francisco Ledesma - El pecado o algo parecido» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El pecado o algo parecido: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El pecado o algo parecido»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un nuevo caso del detective Méndez, personaje que ha convertido a González Ledesma en uno de los autores españoles de serie negra más reconocidos en Europa.
Sinopsis: Méndez lamentó la crueldad de su destino. Había venido a Madrid para no trabajar nada, y se encontraba con que tenía que averiguar qué había detrás del repugnante crimen cometido con el culo ignorado de una mujer ignorada en un lugar ignorado.

El pecado o algo parecido — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El pecado o algo parecido», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Gracias por esta copa, Méndez. Como le decía, y si no se lo he dicho es igual, la maîtresse tenía mucho mérito al mantener unido y en condiciones a aquel rebaño de chicas que iban a sufrir. Usted, Méndez, no conoce el mundo del capitalismo a horas, que es el capitalismo más acreditado y más salvaje. A ver si me explico, porque ya sé que eso del capitalismo a horas suena muy mal: quiero decir que la puta artesana de siempre, la que usted conoció en la vieja calle de las Tapias, San Olegario o Robadors, amén de las Ramblas bajas, lugares históricos que deberían estar protegidos por dos instituciones ilustres, la de Historia de la Ciudad y la de Prevención de Enfermedades Infecciosas, no dejaba de ser siempre la misma. A poco que conociera al cliente, le hablaba de sus hijos, de la suegra que los cuidaba y del marido cabrón. Tenía sus fronteras sexuales: esto sí, esto no. Amaba a una serie de vírgenes pastoras y una serie de santos de los que, por lo visto, dependían no sólo la siega y la vendimia, sino también la regla. Metida debajo de un tío en la cama matrimonial o la de un burdel, siempre venía a ser la misma.

Casi se tapó los oídos ante los gritos en una mesa en la que, al parecer, acababa de marcarse un gol.

– Esas mujeres siguen siendo la mayoría -dijo Méndez.

– Sí, pero el capitalismo moderno ha conseguido que sustituyamos el término «vida» por el término «profesión». Cuando ejercemos la profesión, es decir, durante unas horas, abdicamos de nuestra vida. Dejamos de ser. Incluso los psicólogos industriales dicen que eso es conveniente, porque el progreso marcha sobre las profesiones, no sobre las vidas. Nos compran y nos vendemos, pero eso no nos afecta: son sólo unas horas. En el caso de las mujeres de que le hablo, Sonia o quizá Mónica, el ejercicio llega a su máxima expresión: durante unas horas dejan sencillamente de ser.

– Ella era joven y bonita -reflexionó Méndez-, ¿por qué se dedicaba a eso?

– Sin duda, por dinero. Yo conocía en ese sentido a Mónica porque una vez hube de atenderla, y me habló de sus muchos gastos, porque tenía un hijo subnormal, y en una casa de simple metisaca no habría ganado tanto. Luego Dios, contribuyendo también al bienestar general, hizo que ese hijo muriera.

El forense, que no debía ni de creer en los muertos, apuró su copa.

– Así es -dijo.

Méndez, que miraba al vacío del cielo de Madrid, también apuró su copa.

– Me ha maravillado la sangre fría de la viuda de Rivera -musitó.

– A mí también, y tengo para eso dos versiones: o es una mujer que sabe contener sus emociones hasta el límite, lo que en cierto modo la convierte en una gran mujer, o no se ha sorprendido demasiado. Quiero decir que tal vez se temía algo parecido, y que al ver el cadáver se ha dicho que ha pasado lo que tenía que pasar.

– Pues yo me inclino por la segunda versión -dijo entonces una voz.

– ¿Cómo?

– ¿Qué?

Los dos se volvieron. A su lado, Fortes exhaló un suspiro de cansancio mientras tomaba una silla y se sentaba a la mesa. El silencio, un silencio milagroso, se había hecho en aquel lado de la plaza. Los de la mesa cercana, los del gol, se ve que estaban en el descanso de la prórroga.

Fortes añadió:

– Méndez, es usted un cabrón.

– ¿Por qué?

– Con lo que me había costado llegar hasta aquella casa de citas.

– No tenía otro remedio: ya ve lo que ha pasado. Y tratándose de la viuda de Paco Rivera, yo no podía tomar ninguna iniciativa.

– Ha hecho bien. Coño, comprendo que tenía que llamarme como fuese. Además, es posible que no hubiera podido ponerme a punto en aquella casa ni frotándomela con clembuterol y jarabe de aspirinas.

– ¿Ha hablado con la viuda mientras nosotros estábamos aquí, comisario? ¿A usted también le ha llamado la atención su tremenda sangre fría?

– Sí, y me inclino por la segunda versión, porque ella esperaba algo parecido. Y ya lo había asumido en parte, o sea que por eso no se puso a gritar delante de usted, Méndez, a pesar de que si yo fuese mujer y le viese gritaría. Marga y yo hemos estado hablando, y ha tenido que contarme un par de cosas.

– ¿Como qué?

– La primera, que esa mujer, Mónica, la muerta, la que le servía de doncella, había sido colocada allí por don Paco Rivera.

Méndez tragó saliva.

– Extraña situación -dijo.

– ¿Por qué?

– Paco Rivera, ahora lo he visto, tenía una mujer capaz de saciar a cualquier hombre: joven, bonita, curvilínea y encima segunda mujer, o sea, vaca nueva. Y sin embargo muere en un burdel, aunque sea en un burdel tradicional y donde a horas libres se bordan casullas de santos. Pero eso puede pasar: este país vive del aceite, el vino, el textil, el turismo y el cuerno. Lo que me extraña es que instalara a Mónica en su casa. Que le diese un empleo. El tenía que saber que era una puta.

– Lo había sido -corrigió el comisario Fortes.

– Es verdad -reflexionó Méndez-, y eso cambia las cosas. Un hombre puede perfectamente perdonar el pasado de una mujer. ¿Pero y la esposa? La esposa no suele perdonar ni el pasado ni el presente: para ella, el pasado es presente. ¿Sabía Marga que la nueva doncella había sido una puta? ¿Entonces cómo lo aguantó?

– Claro que lo sabía -dijo Fortes.

– ¿Y cómo lo aguantó?

– No me lo ha dicho.

– ¿Y no ha podido sacarle nada más?

– Por favor, Méndez, era una conversación, no un interrogatorio.

Méndez suspiró.

– ¿Qué otra cosa sabía Marga? -preguntó-. ¿Por qué conservó tanta sangre fría al ver allí la muerta?

– Por una cosa muy sencilla -dijo Fortes, el comisario más secreto de España-: Porque ella ya sabía que Mónica tenía que morir.

11 UNA CUESTIÓN DE CALLES

El jefecillo Pons dijo:

– Le he hecho venir de Madrid, Méndez, porque allí no hacía puñetera falta, ya que la cuestión ha tomado un giro absolutamente distinto. Reconozco que durante el tiempo que estuvo allí trabajó bien, o mejor dicho, no trabajó, con lo cual nos evitamos noticias inoportunas, fotografías en la prensa rosa y hasta papeles del CESID. Reconozco también que, si le envié allí, fue porque ninguna persona conocida podía husmear en el ambiente. Y usted no era conocido. Pero ese éxito pasivo, Méndez, no logra borrar su pasado lleno de desastres activos, de modo que me habría gustado trasladarlo a Barcelona esposado, entre dos números de la Guardia Civil y con permiso para mear sólo cada cuatro horas.

– Cada dos -dijo Méndez-. Empiezo a tener próstata.

– Desgraciadamente, ha vuelto en avión y encima cobrando dietas. En fin, como le hice volver con tanta rapidez, me veo obligado a explicarle cómo está el asunto de Madrid.

– ¿Cómo está?

– La lógica intervención del juzgado obligó a abrir una investigación oficial, evitando relacionar esa muerte con la de don Paco Rivera, al menos para la prensa. Y no nos falta razón: lo de esa tal Mónica fue un asesinato, la de don Paco fue una muerte natural. De modo que una cosa se investiga, pero la otra no se investiga para nada. O sólo figura como un tema marginal.

– Mis neuronas dan para entender eso.

– Entre los datos que tengo figura un informe del forense: la muerte de Mónica Sandoval Lanzado, de treinta años, dedicada al servicio doméstico, y con una reciente alta en la Seguridad Social, se produjo por las causas que usted ya adivinó, cosa que me sorprende. Una aguja larga como un estilete, clavada profundamente en el bulbo raquídeo, de un solo golpe. Se supone, por tanto, que la persona que la clavó tenía una fuerza al menos aceptable y que conocía la anatomía del cerebro, porque una punción de esa clase no es tan fácil; hay demasiados huesos como para no tropezar con ellos. El informe forense también da unos datos lógicos: ataque por la espalda, muerte instantánea y atacante cuya estatura no se puede determinar, porque el golpe fue dado de abajo arriba. A la víctima la depositaron luego en la cama cuidadosamente.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El pecado o algo parecido»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El pecado o algo parecido» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El pecado o algo parecido»

Обсуждение, отзывы о книге «El pecado o algo parecido» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x