Juan Bolea - La mariposa de obsidiana

Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Bolea - La mariposa de obsidiana» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La mariposa de obsidiana: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La mariposa de obsidiana»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En su primer día de vigilancia, la guardia jurado del Palacio Caballería, donde se viene celebrando una exposición dedicada a sacrificios humanos, es atrozmente asesinada. El crimen es perpetrado de noche, en la soledad del museo, y responde a la escenografía de los antiguos sacrificios aztecas. Para llevarlo a cabo, el criminal ha podido utilizar uno de los antiguos cuchillos de obsidiana que se mostraban en la exposición. Con la misma arma, arrancó la piel a su víctima, abandonando el cadáver sobre la piedra del sacrificio, en una macabra reproducción de los ritos que históricamente tuvieron lugar en las pirámides aztecas. A partir de ahí, la policía atribuirá el salvaje asesinato a un criminal perseguido por la comisión de otros homicidios recientes, algunos de los cuales se llevaron a cabo igualmente con bárbaras mutilaciones. Sin embargo, la subinspectora Martina de Santo apuntará pronto en otra dirección, eligiendo una línea de investigación que la conducirá por derroteros muy distintos.

La mariposa de obsidiana — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La mariposa de obsidiana», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– En la tercera semana aparecen fiebre alta, dolor de cabeza y trastornos cardíacos. Aumentan los ganglios linfáticos. Paralelamente, el hígado y el bazo incrementan su tamaño.

– ¿Por qué se llama enfermedad del sueño?

– Porque, de continuar multiplicándose el parásito, el período neurológico cerebral se caracterizaría por períodos de somnolencia cada vez más prolongados, alteraciones de personalidad y una debilidad progresiva que, con frecuencia, puede llegar a causar el coma, y la muerte.

– ¿Se han dado casos recientes en España?

– Fuera de África, son muy raros.

– ¿Tampoco en viajeros, en turistas?

– Tendría que verificarlo.

– ¿Puede hacerlo?

– Si usted me lo pide…

– Se lo ruego.

– En ese caso, cuente con ello.

– No sé qué haría sin usted, Horacio.

El archivero le dio un mordisco a la manzana. La pulpa crujió entre sus dientes.

– En el trabajo le costaría encontrarme sustituto, pero ya veo que para sus ratos de ocio su ideal masculino es otro, y misterioso.

– ¿Lo dice porque he preferido a Conrado Satrústegui para ir al teatro?

Horacio Muñoz emitió un silbido.

– ¿El comisario es su pareja de esta noche?

– Institucionalmente hablando, sí.

El archivero hizo chasquear la lengua.

– Las noticias vuelan. He oído que Satrústegui ha caído en desgracia. No puedo decir que lo lamente.

– Debería ser más piadoso, Horacio.

– Tiene usted demasiada confianza en los mandos, Martina.

– No lo crea. Y, para demostrárselo, voy a encomendarle una misión: vigile al comisario Satrústegui e infórmeme de todos sus movimientos.

El archivero se la quedó mirando con aire mefistofélico.

– ¿Satrústegui es sospechoso? ¿Realmente cree, subinspectora, que el comisario tuvo algo que ver con el asesinato de esa chica, según sugería la prensa?

– Espero averiguarlo con su ayuda.

– Me convertiré en su sombra -prometió el archivero.

– Acaba de recordarme a Tiresias, y mi obligación de volver al Teatro Fénix. Prometo invitarle a una próxima función, con cena incluida.

– ¿Se pondrá el mismo vestido que lleva ahora?

– No sabía que la piel tuviese la propiedad de disimular mis defectos.

– De esa piel, quizás, ese aire suyo que no acierto a describir… ¿Salvaje?

– No olvide que los poetas cantan a los tigres.

– ¿Y a las panteras con guantes de seda?

Martina desgranó una carcajada y se cubrió con el abrigo.

– ¿Le parece una pregunta pertinente para una seria oficial de Policía?

Horacio aplicó otro mordisco a la manzana. Un trocito de piel se le adhirió a la barba.

– Algún día, Martina, le formularé una pregunta pertinente de verdad.

– Hágamela ahora. Total, llego tarde.

– ¿Qué será del hombre del que usted algún día se enamore?

La cristalina risa de Martina volvió a invadir el archivo.

– Sólo puedo decirle que lo sentiré por él, que no le inocularé la enfermedad del sueño, y que conocerá la felicidad.

Capítulo 44

Cuando la subinspectora regresó al Teatro Fénix, la función había acabado. Esgrimiendo sus cigarrillos, círculos de espectadores se agrupaban en el hall. El cóctel ofrecido por la compañía iba a tener lugar en el ambigú, situado en la última planta, en forma de torreón octogonal.

Caballerosamente, el comisario Satrústegui aguardaba a Martina con las invitaciones. La fiesta era bastante exclusiva. Bajo las lámparas de araña, o en torno a las barras dispuestas para las bebidas, se congregaba la comunidad artística de Bolscan y buena parte de sus representantes políticos. Las vidrieras emplomadas y el suelo de mármol blanco del torreón, cubierto con una espesa alfombra de tonos azules, prestaban al ambiente una atmósfera de bohemia y distinción.

– ¿Dónde se había metido? -preguntó el comisario-. La he buscado por todo el teatro.

– Lo siento -se disculpó Martina-. Salí a respirar un poco de aire fresco.

Discretamente sentado en un rincón, el ministro del Interior presidía una tertulia. Su jefe de protocolo se había hecho con una bandeja de canapés, que él mismo, servilmente, sostenía. El gobernador Merino, el alcalde Mau, el director general de la Policía y algunos diputados y senadores, entre otros jerarcas que rodeaban al máximo responsable de la seguridad del Estado, iban picoteando mientras eran informados por Sánchez Porras del atentado de Madrid.

– Pese a todo -concluía el ministro-, puedo asegurarles que al terrorismo le quedan dos telediarios. Sólo son una pandilla de fanáticos unidos por una demencial utopía. Nuestras Fuerzas de Seguridad están preparadas, y pronto ganarán la batalla. En el fondo, aunque les cueste creerme, me preocupa más la delincuencia común. Nuestro pueblo es consuetudinario, de plaza mayor, y es ahí donde nos jugamos la confianza ciudadana.

La conversación derivó al crimen de Bolscan, a la misteriosa ejecución ritual perpetrada en el Palacio Cavallería.

– Locos -dijo el ministro-. Neurópatas. Hasta ahora, nuestros delincuentes no pasaban de la albaceteña, de la recortada, pero cualquiera puede ver todas esas películas de asesinos en serie y acabar protagonizando su versión española. Lo siento por esa pobre muchacha. ¡Desollada, por el amor de Dios! A propósito, Recarte, recuérdeme que envíe un telegrama de condolencia a la familia.

– Tomo nota, ministro -asintió el jefe de protocolo.

Los actores de la Compañía Nacional comenzaban a hacer su aparición. Toni Lagreca, según correspondía a la estrella masculina del reparto, se hizo esperar. En cuanto lo vio en el torreón, el ministro se puso en pie y fue a saludarlo. Algunos fotógrafos destacados en la fiesta inmortalizaron su afectuoso abrazo, una imagen que, al día siguiente, a falta de fotos de Gloria Lamasón, abriría la sección de escenarios de los periódicos locales.

De pronto, Conrado Satrústegui advirtió que uno de esos gráficos, menudo y de voluminosa cabeza, un tal Espumoso, cuate de Belman, les estaba disparando flashes. Detrás del fotógrafo asomaba el perfil de Gabarre Duval, redactor jefe del Diario de Bolscan.

– Los carroñeros olfatean mi cadáver -masculló el comisario, descompuesto.

Temiendo una gresca, Martina lo agarró de un brazo.

– Mantenga la calma.

– Para usted es fácil decirlo. Nadie la ha acusado de complicidad de un crimen.

– Tampoco a usted. Venga, vamos a tomar un whisky.

– No debería haber aceptado mi invitación, Martina. Siento haberla metido en esto.

Un portavoz de la Compañía Nacional de Teatro reclamó a los periodistas y los reunió en una esquina. La diva no iba a acudir al cóctel. Su representante afirmó que Gloria Lamasón arrastraba una dolencia contraída en fechas recientes, y que la tensión del estreno la había extenuado. Desde su camerino, se retiraría al hotel. Las representaciones de Antígona , previstas en el Teatro Fénix hasta el 14 de enero, no iban a sufrir otro cambio que su reducción a un pase diario, en lugar de la doble función que en principio se había programado.

Uno de los redactores quiso saber qué tipo de afección sufría la actriz, a la que, por otra parte, gozando en apariencia de radiante salud, se había visto pletórica en escena. El portavoz se refirió a una pasajera gripe, y aseguró que, en pocos días, la diva concedería una rueda de prensa para agradecer las múltiples muestras de afecto y las felicitaciones que, a buen seguro, iban a lloverle tras su memorable actuación.

Realmente, el estreno había sido un éxito. Los críticos de los principales diarios nacionales, invitados por el Ministerio de Cultura, del que dependía la Compañía Nacional, compartían enfáticos asentimientos, y una particular destreza en la caza del canapé. Elogios hacia la obra y sus actores, inspirados por la gratitud de un público institucional que había disfrutado intensa y (en la mayoría de los casos) gratuitamente del bello espectáculo, surgían en todas las conversaciones. Pese a su ausencia (o quizá, debido a ello), Gloria Lamasón era quien mayor admiración despertaba. Su interpretación de Antígona, que ella misma, en las únicas declaraciones concedidas con antelación al estreno, restringidas a un cuestionario, había calificado como un desafío en su carrera, sedujo y convenció. La crítica iba a destacar el milagro de su transformación, y cómo, pese a su edad (oficialmente, cincuenta años, aunque una biografía no autorizada le atribuía cinco más), había logrado encarnar al personaje, en su rota alegría, en su abismal sufrimiento, a la perfección.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La mariposa de obsidiana»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La mariposa de obsidiana» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La mariposa de obsidiana»

Обсуждение, отзывы о книге «La mariposa de obsidiana» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x