• Пожаловаться

Elizabeth George: Cenizas de Rencor

Здесь есть возможность читать онлайн «Elizabeth George: Cenizas de Rencor» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Детектив / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Elizabeth George Cenizas de Rencor

Cenizas de Rencor: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cenizas de Rencor»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Olivia Whitelaw ha vivido su vida como polo negativo de la de su autoritaria madre: esta quería que estudiase, pero ella dejó el instituto y se fue a vivir con un hombre casado, quien no tardó en dejarla a su vez. Abandonada y embarazada, su madre solo la readmitió en casa a condición de que abortase… Ahora quizá es demasiado tarde para enderezar su destino, pero no así para intentar comprender los extraños mecanismos psicológicos por los que una hija puede, aun en su rebeldía, vivir al compás de los caprichos de su madre. Para intentar comprender cómo los actos de una persona pueden venir invariablemente determinados por el criterio de otra. Y cómo una relación emocional tan enrarecida puede involucrar a otras personas e incluso dar lugar a un siniestro crimen… Por su parte, el inspector Linley tendrá que hilar muy fino para llegar al meollo de este amargo entramado de sentimientos.

Elizabeth George: другие книги автора


Кто написал Cenizas de Rencor? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Cenizas de Rencor — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cenizas de Rencor», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Tenías la intención de… No fue un accidente.

¿Qué más pruebas necesito?, me pregunté.

¿Accidente? No. No fue un accidente. De ninguna manera. Un accidente no habría podido planearse con tanta minuciosidad, volver por la noche, conducir hasta el aeropuerto, desde el cual parten trenes hacia Londres sin parar, coger un taxi frente a la estación Victoria, un taxi que conducirá a una mujer solitaria hasta una casa con las luces apagadas de Argyll Road, que no dista mucho de Phillips Walk, y el regreso silencioso a altas horas de la mañana (sin que el motor de un coche llame la atención) pasará desapercibido. Muy sencillo. ¿Quién iba a creer que la estación Victoria, el aeropuerto de Gatwick y un coche alquilado durante una sola noche podían estar relacionados con el incendio de Kent?

Pero estoy en tus manos, Olivia.

¿Qué más me da?, pensé, pero algo más temblorosa, y con menos convicción. No conozco a ese chico. No conozco a su madre. No conozco a sus parientes. Nunca conocí a su padre. Si fue lo bastante imbécil para ir a Kent, la misma noche que su padre murió, era su problema. ¿Verdad? ¿Verdad?

Y entonces, inspector, usted se presentó en la barcaza.

MLA, intenté decirme al principio. Preguntó por Kenneth Fleming, pero el auténtico motivo de su visita era otro. Nadie nos había relacionado jamás con el movimiento, pero siempre existe la posibilidad. Chris se había liado con Amanda en flagrante violación de las normas, ¿verdad? Tal vez era una infiltrada. Había reunido información, dado el chivatazo a sus superiores, y aquí estaba el resultado. Parecía muy lógico. Por más que hable sobre una investigación criminal, ha venido en busca de pruebas para relacionarnos con el MLA.

Y se las acabo de proporcionar. Con este documento. ¿Se pregunta por qué, inspector? Usted, tan decidido a que cometiera un acto de traición… ¿Le gustaría saberlo?

Bien, la calle es de dos direcciones. Pasee por ella. Siéntala bajo los pies. Después, decida. Como yo. Decida, decida.

Estábamos sentados en la cubierta de la barcaza cuando por fin conté a Chris lo que sabía. Esperaba convencerle de que usted estaba husmeando nuestra relación con el MLA, pero Chris no es idiota. Supo que había algo raro en cuanto vio a mi madre en Kensington. Estuvo en la casa, vio su estado, oyó sus palabras, me vio absorta en los periódicos, vio que no podía parar de leerlos. Preguntó si quería decirle qué estaba pasando.

Yo estaba sentada en mi silla de lona. Chris estaba tirado sobre la cubierta, con las rodillas levantadas, los tejanos alzados y los calcetines blancos bajados, de forma que se veía una franja de piel pálida en cada pierna. En aquella postura, parecía vulnerable. Parecía más joven. Enlazó las manos alrededor de las piernas y sus muñecas sobresalían por las mangas de la chaqueta.

Tan protuberantes, pensé. Como sus codos,, sus tobillos y sus rodillas.

– Tendríamos que hablar -dijo.

– Creo que no puedo.

– Tiene que ver con tu madre. -No era una pregunta, y tampoco me molesté en negarlo.

– No tardaré en convertirme en una muñeca de trapo, Chris -dije-. Es probable que me quede atada a una silla de ruedas. Con tubos y respiradores. Piensa en lo horrible que será. Y cuando muera…

– No estarás sola. -Rodeó mi tobillo con los dedos. Dio un tironcito a mi pierna-. Nunca te he dejado, Livie. Te doy mi palabra. Yo te cuidaré.

– Como a los perros -susurré.

– Yo te cuidaré.

Fui incapaz de mirarle. Desvié la vista hacia la isla. Los sauces, con sus ramas que caían hasta el suelo, proporcionaban un refugio que dentro de pocas semanas se convertirían en una pantalla, tras la cual los amantes podrían acostarse en aquella depresión del suelo donde incontables amantes se habían tendido antes que ellos. Pero yo no sería uno de ellos.

Extendí mi mano hacia Chris. La cogió, cambió de posición para sentarse a mi lado y miró también hacia la isla. Me escuchó mientras relataba lo sucedido aquella noche en Kensington.

– No te quedan muchas opciones, Livie -dijo cuando terminé.

– ¿Qué pueden hacerle? Si hay un juicio, lo más probable es que no le declaren culpable.

– Si le llevan a juicio, culpable o no, ¿imaginas cómo será el resto de su vida?

– No me pidas que haga esto. No me lo pidas, por favor.

Sentí que apretaba los dedos contra el dorso de mi mano.

– Está refrescando -dijo-. Tengo hambre. Bajemos, ¿vale?

Hizo la cena. Yo me senté en la cocina y miré. Llevó nuestros platos a la mesa, se sentó frente a mí como de costumbre, pero no lo hizo con entusiasmo. Extendió la mano por encima de la mesa y me acarició la mejilla.

– ¿Qué? -dije.

– Esto -contestó. Pinchó con el tenedor un trozo de calabaza-. Nada parece correcto, Livie. Qué hacer. Cómo comportarse. A veces, todo es confuso.

– Me da igual lo que es correcto. Solo me gusta lo fácil.

– A ti y a todos los habitantes del mundo.

– ¿A ti también?

– Sí. No soy diferente.

Pero parecía que para Chris era diferente. Siempre parecía tan seguro de adonde iba y de lo que hacía. Incluso ahora, sentado frente a mí, con mi mano entre las suyas, aún parece seguro. Levanto la cabeza.

– ¿Y bien? -dice.

– Ya lo he hecho. -Siento que sus dedos aprietan los míos-. Si le envío esto, Chris, no podré volver a casa. Me quedaré aquí. Atrapados. Tú y yo. Yo. El desastre que soy. No puedes… Tú y… No podréis…

Soy incapaz de continuar. Las palabras son tan sencillas: tú y Amanda no podréis estar juntos como queréis mientras yo siga aquí y esté viva, Chris. ¿Lo has pensado? Pero no puedo decirlas. No puedo pronunciar su nombre. No puedo relacionar el nombre de ella con el de Chris.

No se mueve. Me observa. Fuera, la luz aumenta de intensidad. Oigo que un pato aletea sobre la superficie del canal. Si levanta el vuelo o se posa, imposible saberlo.

– No es fácil -dice Chris-. Pero es correcto, Livie. Estoy convencido.

Nos miramos y me pregunto qué ve. Yo sé lo que veo y mi pecho experimenta la necesidad de estallar y decir todas las palabras aprisionadas en mi corazón. Qué gran alivio sería. Dejar que Chris cargara con el peso una temporada. Pero entonces, se pone en pie, me levanta y me lleva a mi habitación, y sé que su carga es más que suficiente.

Capítulo 26

Con un «Confía en mí, cariño. Es lo mejor para nosotros. Te prometo que no te arrepentirás», Helen condujo a Lynley hasta Hyde Park el domingo por la mañana. Se habían puesto los chándales que ella había comprado la semana anterior, y Helen insistió en que, si eran sinceros en lo de ponerse en forma, debían empezar por una marcha a buen paso desde Eaton Terrace a Hyde Park Córner, que había elegido como punto de partida. Cuando decidió que «el precalentamiento ya ha sido suficiente», se desvió hacia el norte, en dirección a Marble Arch.

Helen estableció un paso admirable para los dos. Adelantaron a una docena de corredores, como mínimo, sin el menor problema. Detrás de ella, Lynley se controlaba y concentraba en no agotarse demasiado pronto. En verdad, Helen era notable, pensó. Su estilo era hermosísimo, con la cabeza echada hacia atrás, los brazos doblados por el codo y el cabello oscuro al viento. De hecho, empezaba a pensar que se había entrenado en secreto para impresionarle, cuando ella empezó a desfallecer en el momento que el Dorchester aparecía al otro lado de Park Lane. Se puso a su lado.

– ¿Demasiado deprisa, querida? -preguntó.

Ella resopló.

– No. No. -Agitó los brazos-. Maravilloso, ¿verdad?

– Sí, pero te veo un poco colorada.

– ¿De veras? -Helen continuó con aire decidido-. Pero es… bueno…, ¿verdad? La sangre… La circulación. Todo eso.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cenizas de Rencor»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cenizas de Rencor» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «Cenizas de Rencor»

Обсуждение, отзывы о книге «Cenizas de Rencor» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.