Elizabeth George
Cuerpo de Muerte
16º Serie Lynley
¡Qué desdichado soy!
¿Quién me rescatará de este cuerpo de muerte?
Rom, 7:24
Los informes de los investigadores de la Policía que interrogaron a Michael Spargo y a su madre, antes de que se presentaran cargos contra ambos, sugieren que la mañana del décimo cumpleaños del chico comenzó muy mal. Si bien dichos informes podrían ser considerados sospechosos, teniendo en cuenta la naturaleza del crimen cometido por Michael y la fuerte animosidad que sentían hacia él tanto la Policía como los miembros de su comunidad, no se puede ignorar el hecho de que el extenso documento redactado por el asistente social que le acompañó durante los interrogatorios y el juicio posterior revela la misma información. Siempre habrá detalles que no estén disponibles para el estudioso de abusos infantiles, disfunción familiar y la psicopatología que esos abusos y esa disfuncionalidad acaban por provocar, pero los hechos relevantes no se pueden ocultar, porque serán necesariamente presenciados o experimentados de manera directa por aquellas personas que entren en contacto con estos individuos cuando manifiesten -ya sea de manera consciente o inconsciente- sus perturbaciones mentales, psicológicas y emocionales. Ese era precisamente el caso de Michael Spargo y su familia. Michael era el sexto de los nueve hijos varones de la familia. Contra dos de estos chicos (Richard y Pete, que entonces tenían dieciocho y quince años), y también contra su madre, Sue, se había dictado una ASBO [1]como consecuencia de los permanentes altercados con sus vecinos, hostigamiento a los pensionistas que ocupaban las viviendas sociales, ebriedad en público y destrucción de propiedad pública y privada. En la casa de los Spargo no había un padre presente. Cuatro años antes de que Michael celebrase su décimo cumpleaños, Donovan Spargo había abandonado a su esposa e hijos para instalarse en Portugal con una viuda quince años mayor que él. Dejó una nota de despedida y cinco libras en monedas sobre la mesa de la cocina. Desde entonces no se le había visto ni se había sabido nada de él. Tampoco asistió al juicio de Michael.
Sue Spargo, cuyas habilidades para conseguir un empleo eran mínimas y cuya educación se limitaba al fracaso en aprobar todos sus GCSE [2], reconoce sencillamente que «se entregó a la bebida» como resultado del abandono de su esposo y, en consecuencia, no pudo hacerse cargo de sus hijos a partir de ese momento. Antes de que se produjera la deserción de Donovan Spargo, la familia mantenía un aparente grado de estabilidad (como indicaban tanto los informes escolares como las pruebas testimoniales proporcionadas por los vecinos y la Policía local), pero una vez que el cabeza de familia abandonó el hogar, no pasó mucho tiempo antes de que se revelase cualquier disfunción que hubiese permanecido oculta hasta entonces a los ojos de la comunidad.
La familia vivía en Buchanan Estate, un lúgubre y sombrío conjunto de bloques grises de apartamentos de hormigón y acero y casas adosadas sin ningún atractivo en una zona de la ciudad llamada acertadamente Gallows, conocida por las peleas callejeras, los atracos, los robos violentos en los coches y los allanamientos en las casas del vecindario. El asesinato no era un hecho frecuente en esta parte de la ciudad, pero la violencia era una actividad cotidiana. Los Spargo se encontraban dentro del grupo de habitantes más afortunados. Debido al extenso número de sus miembros vivían en una de las casas adosadas, y no en uno de los altos edificios de apartamentos. En la parte posterior de la casa había un jardín y un espacio razonable de tierra en la parte delantera, aunque nadie se ocupara de plantar nada en ellos. La casa constaba de sala de estar y cocina, cuatro habitaciones y un baño. Michael compartía habitación con sus hermanos pequeños. Eran cinco en total, distribuidos en dos literas. Tres de los hermanos mayores compartían otra habitación contigua, mientras que sólo Richard, el primogénito, disponía de habitación propia. Este privilegio parecía estar relacionado con la propensión de Richard a cometer actos violentos contra sus hermanos pequeños. Sue Spargo también tenía una habitación sólo para ella. Curiosamente, durante los interrogatorios repitió en varias ocasiones que cuando alguno de los chicos caía enfermo se lo llevaba a dormir con ella y «no con ese gamberro de Richard».
El día del décimo cumpleaños de Michael, la Policía local recibió una llamada poco antes de las siete de la mañana. La violencia de una disputa familiar había aumentado hasta el extremo de preocupar a los vecinos cuando los ocupantes de la casa contigua a la vivienda de los Spargo intentaron intervenir para apaciguar los ánimos. Más tarde declararon que su intención sólo era restablecer la paz y la tranquilidad. Esta declaración contradecía la afirmación de Sue Spargo de que los vecinos atacaron a sus hijos. Sin embargo, una cuidadosa lectura de la posterior entrevista con la Policía indica que se había iniciado una pelea entre Richard y Pete Spargo en el pasillo de la planta superior de la casa cuya causa había sido la lentitud de este último en dejar libre el cuarto de baño. El posterior ataque de Richard a Pete fue brutal, ya que era más grande y fuerte que su hermano de quince años. Esta situación provocó que Doug, de dieciséis, acudiera en ayuda de Pete, una intervención que aparentemente hizo que Richard y Pete se aliaran para atacar a Doug. Para cuando Sue Spargo intervino en la refriega, los tres hermanos ya bajaban las escaleras. Cuando todo parecía indicar que ella también sufriría el ataque de Richard y Pete, su hijo de doce años, David, intentó protegerla con un cuchillo de carnicero que había cogido de la cocina, donde presuntamente se hallaba para prepararse el desayuno.
Fue en este punto cuando los vecinos decidieron intervenir, despertados por el ruido que traspasaba las paredes mal aisladas de las casas contiguas. Por desgracia, los vecinos -tres en total- acudieron a la casa de los Spargo armados con un palo de criquet, una barra de hierro para desmontar neumáticos y un martillo y, según el relato de Richard Spargo, fue la visión de estos objetos lo que le enardeció. «Iban a por la familia», fue su declaración expresa, las palabras de un muchacho que se consideraba a sí mismo como el hombre de la casa y cuya obligación era proteger a su madre y a sus hermanos pequeños.
Michael Spargo se despertó con aquel caos. «Richard y Pete estaban peleando con mamá», refiere en su declaración. «Podíamos oírlos, los pequeños y yo, pero preferimos no meternos.» Michael señala que no estaba asustado, pero cuando se le interrogó quedó claro que hizo todo lo posible por dejar a sus hermanos mayores el camino libre a fin de evitar «que me golpeasen si los miraba mal». Que no siempre fuese capaz de evitar los golpes es un hecho confirmado por sus maestras, tres de las cuales informaron a los asistentes sociales de magulladuras, arañazos, quemaduras y, al menos, un ojo a la funerala. Más allá de una única visita a la casa de los Spargo, sin embargo, en los informes no se incluye ninguna otra información. El sistema, aparentemente, estaba desbordado.
Algunos indicios sugieren que Michael perpetuó este abuso con sus hermanos más pequeños. De hecho, a partir de la información recogida, en una ocasión en la que cuatro de los chicos fueron puestos bajo la custodia del estado, a Michael se le asignó la responsabilidad de procurar que su hermano Stevie no «mojara la cama». Al carecer de recursos para saber cómo llevar a cabo esta tarea, Michael al parecer propinaba palizas de forma regular al crío de siete años, quien, a su vez, descargaba su ira en sus hermanos más pequeños.
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