Arkadi Strugatsky - DESTINOS TRUNCADOS

Здесь есть возможность читать онлайн «Arkadi Strugatsky - DESTINOS TRUNCADOS» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Старинная литература, на английском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

DESTINOS TRUNCADOS: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «DESTINOS TRUNCADOS»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

DESTINOS TRUNCADOS — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «DESTINOS TRUNCADOS», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

hacer. Pero ¿qué era exactamente?

En el camino de vuelta me acordé. Debía telefonear y saber qué tal andaba Kostia

Kudínov, el poeta, si no se habría muerto. Yo andaba bebiendo vodka con Petia

Skorobogátov, mientras Kostia quizá estaba estirando la pata. Qué injusticia.

La mujer de Kostia respondió al teléfono. Parecía bastante animada.

—¿Qué tal está Kostia? —pregunté después de presentarme.

—¡Ay, qué bien que haya l amado, Félix Alexándrovich! Acabo de regresar del hospital,

ahora mismo he llegado a casa... Él le ruega que pase a verlo.

—Sin falta —dije—. Y, en general, ¿cómo está?

50

A

r k a d i y B o r i s S t r u g a t s k y D

e s t i n o s t r u n c a d o s

—Gracias a Dios, todo se ha resuelto. Entonces, ¿irá a verlo?

—Quizá... —balbuceé, sin convicción—. Es posible que mañana, a esta misma hora.

—¡No! No, Félix Alexándrovich, él ha pedido que fuera a verlo hoy, sin falta. Eso es lo

que me ha dicho: «¡Llama a Félix Alexándrovich y dile que venga a verme hoy sin-fal-ta!

Es algo muy urgente, muy importante...».

—Está bien —le dije, y nos despedimos.

«No se pueden hacer buenas acciones —pensé mientras regresaba al restaurante—.

Uno hace la primera y eso no tiene fin. Además, prestad atención, ni una palabra de

agradecimiento. Llevo todo el día recorriendo Moscú por culpa de este farsante, cuánto

miedo he pasado, y al caer la noche, ahí tenéis, a empezar todo de nuevo, vete quién

sabe adonde, como un camello en el desierto, y ni una palabra de agradecimiento...»

Garik ya se había ido, se había marchado a su seminario; en su lugar estaba un amigo

de Petia. Lo conocía, me lo habían presentado en varias ocasiones pero no recordaba su

nombre ni sabía qué relación tenía con la literatura. Creo que pasaba todo el día en la

sala de bil ar del club y ahí terminaba toda su relación con la literatura soviética.

Además, mientras estuve fuera, en la mesa apareció una enorme botella de vodka de

trigo, y antes había aparecido mi buen amigo del portal de al lado, Slava Krutoiarski,

escuálido, cetrino, de pelo largo, cubierto de un bril o artificial y proclive a teorizar.

—¿Qué es la crítica? —le preguntaba a Zhora Naúmov, que se había quitado su

chaqueta lanuda y la había colgado del respaldo de la silla—. Además, no estoy hablando

de la crítica que tenemos ahora, ¿me entiendes?

Cada dos frases, Slava preguntaba a su interlocutor si lo entendía.

Zhora asintió solemnemente, asegurando que sí, entendía; también lo hizo Valia

Démchenko, con aire pensativo; y yo también asentí, mientras me sentaba; lo mismo

hicieron Petia y su amigo, con tanta energía que el vodka de sus copas salpicó la mesa.

—La crítica es una ciencia —prosiguió Slava, mirando fijamente a Zhora—. Se trata de

vincular, de correlacionar la histeria del creador con las necesidades de la sociedad, ¿me

entiendes? Esclarecer la relación entre los terribles sufrimientos del creador y la vida

cotidiana del socium, en eso consiste la tarea de la crítica. ¿Me has entendido?

Aquel a idea le pareció tan saludable e interesante al socium que todos se pusieron a

pedirse mutuamente lápiz y papel. Para escribirla. Pero nadie tenía lápiz ni papel;

llamaron a Aliónushka, le mendigaron un trocito de lápiz y una hoja de su cuaderno de

notas, y Petia exigió que Slava repitiera su formulación, cosa que éste intentó con toda

honestidad, pero no le salió. Zhora Naúmov tampoco logró repetirla, lo confundió todo, le

introdujo una tal quintaesencia y, mientras todos gritaban interrumpiéndose, pensé que no

importa cómo se definiera la crítica, no aportaba utilidad alguna y no había manera de

evitar el daño que causaba. Nuestra crítica no se dedicaba en absoluto a la quintaesencia

de la histeria del creador, sino a nivelar la literatura para que resultara más fácil saldar las

cuentas personales y estéticas con los escritores. Así mismo.

Bebí y comí un trocito de filete frío. Mientras tanto, el debate terminológico sobre la

crítica se convirtió, de modo natural, en una discusión sobre la política de pago de

honorarios.

Mi visión sobre la política de pago de honorarios es simple: mientras más paguen,

mejor; todos los debates de los escritores sobre la estimulación material no valen un

comino. Gentes como Trepa Nacional gritan constantemente que si les pagaran como a

Pedro, el os escribirían como León. Miente el muy chapuzas. No importa cuánto le

paguen, siempre escribirá como una mierda. Págale quinientos por página, setecientos,

de todos modos escribirá la misma idiotez: niños, estudiar bien es muy bueno, estudiar

mal es feo, feo, eso no está bien y no se debe ofender a los más pequeños. Y lo seguirán

51

A

r k a d i y B o r i s S t r u g a t s k y D

e s t i n o s t r u n c a d o s

publicando, porque en todas las redacciones de literatura infantil han reservado, digamos,

el treinta por ciento del volumen editorial para la literatura sobre los escolares, pero habría

que discutir si hay suficientes buenos escritores para cubrir ese treinta por ciento. Se

supone que sí. Pero a Valia Démchenko le puedes pagar doscientos, cien solamente, de

todos modos va a escribir bien, no va a escribir peor porque le paguen peor, aunque no

tiene ningún espacio reservado para su urbanismo crítico, y los reseñistas se lanzan

sobre él como perros rabiosos.

En ese momento me tocaron el hombro y, al volverme, vi a Lidia Nikoláievna, la gerente

de turno. Con sequedad me informó que llevaba una hora entera buscándome, que

Konstantín Ilich Kudínov había telefoneado desde el hospital y pedía que fuera a verlo de

inmediato. No sé qué historia le habría contado aquel farsante, pero el a habló en tono de

extrema hostilidad. Seguramente pensaría que yo había prometido visitar al amigo

enfermo, pero me había ido de copas, traicionando mi palabra y a mi amigo. De nuevo

culpable. ¿De qué?

Le di dinero a Slava para que pagara mi parte, y eché a andar con decisión por la

alfombra del pasillo hacia el vestíbulo.

El salón, bien iluminado, estaba totalmente l eno, ya no quedaba ni un lugar libre; varios

grupos numerosos habían unido varias mesas, el humo del tabaco flotaba en capas sobre

las cabezas de los comensales; en las copas que se alzaban para los brindis, los líquidos

transparentes emitían destel os cambiantes; se oían los múltiples golpes del metal sobre

el vidrio y la porcelana, se gritaban juramentos de amistad; incluso en uno de los rincones

más lejanos, un tipo con canas en las sienes, que vestía un mono de lujo, declamaba

unos versos con voz de diácono, mientras que en otro rincón un grupo de miembros de la

guardia imperial, de pie en posición de firmes, levantaba sus copas al nivel del pecho, en

un brindis que expresaba las más firmes esperanzas, lamentando seguramente el hecho

de que no sería posible, como se hacía con el director anterior del club, lanzar las copas

por encima del hombro al terminar de beber y pisotear los fragmentos con los tacones. Y

ya se movía de mesa en mesa, saludando con una sonrisa, Shura Peklevani, amado por

casi todos aunque poco conocido por los lectores; palmeaba las espaldas de los que

estaban sentados, se inclinaba a besar las manos de las damas y rechazaba

continuamente las invitaciones a compartir mesa, ya que se dirigía hacia una claramente

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «DESTINOS TRUNCADOS»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «DESTINOS TRUNCADOS» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Arkadi Strugatsky - The Ugly Swans
Arkadi Strugatsky
Arkady Strugatsky - The Doomed City
Arkady Strugatsky
Arkady Strugatsky - The Dead Mountaineer's Inn
Arkady Strugatsky
Arkadi Strugatsky - Ciudad condenada
Arkadi Strugatsky
Arkady Strugatsky - Roadside Picnic
Arkady Strugatsky
Arkady Strugatsky - Definitely Maybe
Arkady Strugatsky
Boris Strugatsky - Noon - 22nd Century
Boris Strugatsky
Danielle Steel - Destinos Errantes
Danielle Steel
Arkady Strugatsky - Tale of the Troika
Arkady Strugatsky
Arkadij Strugatsky - Picnic la marginea drumului
Arkadij Strugatsky
Boris Strugatsky - Stalker
Boris Strugatsky
Отзывы о книге «DESTINOS TRUNCADOS»

Обсуждение, отзывы о книге «DESTINOS TRUNCADOS» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x