Arkadi Strugatsky - DESTINOS TRUNCADOS

Здесь есть возможность читать онлайн «Arkadi Strugatsky - DESTINOS TRUNCADOS» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Старинная литература, на английском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

DESTINOS TRUNCADOS: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «DESTINOS TRUNCADOS»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

DESTINOS TRUNCADOS — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «DESTINOS TRUNCADOS», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—¿Algo así como que seas tu propio tártaro5? —preguntó Valia con sarcasmo.

Nos echamos a reír pero sin mucha alegría, después nos pusimos a hablar de poesía

y, sin darnos cuenta, la conversación derivó a la cal e Bánnaia.

Resultó que, menos yo, todos habían visitado la Bánnaia.

Garik, disciplinado, había ido al í en octubre. Nada de interés. Un ordenador bastante

miserable, quizá un ES 10-20, o hasta un Minsk, más sencillo. Un holgazán de bata negra

te quitaba el manuscrito y lo metía por una ranura, hoja a hoja. En una pantalla aparecían

unos números, y después podías irte tranquilo a casa.

Zhora, que había pasado por al í después de Año Nuevo, dijo que no encontró ningún

ordenador, sino unos armarios grises; el holgazán l evaba entonces una bata blanca y olía

a patatas asadas. En general, un embuste, un engaño a los trabajadores.

—Si quieren saber mi opinión —dijo Zhora Naúmov, conocido también como Girsh

Naúmovich—, todo es muy sencillo: algún judío de la Academia ha engañado a nuestro

Teodor Mijéich, y escribe ahora su tesis de doctorado a costa de nuestro sudor de

currantes.

En respuesta a aquel bulo antisemita, Valia Démchenko objetó que aquello era una

insignificancia, que la verdadera desgracia (y esto lo dijo con aire misterioso) consistía en

el hecho de que l evaban varios años desarrollando un redactor cibernético. Un regalo de

los científicos para los escritores. Para ayudarlos. El robot redactor ya había sido creado,

y lo estaban entrenando con nuestros manuscritos. Y cuando aquel a máquina comenzara

a funcionar sería el fin de todos nosotros, porque no sólo corregiría los errores

gramaticales y el estilo, sino que detectaría a dos metros de distancia el contenido entre

líneas. Colegas, el os sabrían de inmediato quién es quién y por qué.

Miré con respeto a Valia al percibir en su inspirada charlatanería el aroma de cierta

noble locura que no me era ajena. Garik se reía abiertamente, y Zhora, un hombre más

llano, preguntó molesto de dónde sacaba Valia todo aquello.

—¡A los ojos! —pronunció Valia con emoción—. A la gente hay que mirarla a los ojos.

¡No importa de qué color sea su bata, blanca o negra! ¡Lo comprendí todo cuando lo miré

a los ojos! —Garik le sirvió cerveza y Valia continuó su relato. El robot redactor era sólo el

primer paso hacia una nueva era. Se trataba de una máquina voluminosa, estática, cara

—. Pero, amigos —siguió diciendo Valia—, si queréis saberlo, estamos a punto de recibir

máquinas de escribir especiales, electrónicas, por el momento sólo para nosotros, los

prosistas. En estas máquinas han instalado limitadores electrónicos que censuran. ¿Os lo

imagináis? Tecleas con dos dedos «culo» y en el papel aparece «mulo», «bulo»,

«trasero», o en el peor de los casos, «c» con tres puntitos.

Y en ese momento apareció entre nosotros Petia Skorobogátov, conocido como Trepa

Nacional. No estaba, y de repente se materializó entre Garik y Valia, y comenzó a servirse

vodka de mi botel ín. Sus ojos, como siempre, estaban inflamados y se le cruzaban, y

como siempre estaba cubierto de manchas rojas y escamas de piel muerta.

Como siempre, rebosaba de novedades y rumores, que al inicio parecían importantes y

auténticos, pero cuando salían a la atmósfera se echaban enseguida a perder y se

convertían en mentiras y jactancias. Era imposible conversar y sólo nos dedicamos a

escuchar.

Para comenzar, nos contó que sobre la calle Bánnaia había algunos rumores que

venían directamente de «al í». (El grueso dedo índice apuntaba hacia el techo.) Valia

tenía razón: ahora todo lo harían las máquinas, pues la corrupción alcanza a todo el

5 Alude a unos versos tempranos de Alexandr Serguéievich Pushkin (1799-1837). (N.

del T.)

49

A

r k a d i y B o r i s S t r u g a t s k y D

e s t i n o s t r u n c a d o s

mundo y no se puede confiar en nadie. Ya habían puesto en marcha una máquina de

recursos humanos, que había dado la orden de cesar a todos los directores de editoriales

y a todos los redactores jefe en Moscú. Por esa razón él, Petia Skorobogátov no se

apresuraba a firmar dos contratos que le habían enviado recientemente. ¿Por qué?

Porque no tenía sentido. De todos modos, designarían directores nuevos y redactores jefe

nuevos, y los contratos serían revisados...

—No me interrumpáis, porque mañana me marcho a Zambia; todavía tengo que

vacunarme, y vosotros me estáis interrumpiendo a cada momento... quiero explicaros algo

sobre la Bánnaia. La máquina que hay al í es especial. Mide el talento. En unidades

absolutas. ¿Sabéis la que armó Sashka Tolokónnikov? ¡En lugar de su galimatías, metió

en la máquina cinco páginas de El Don apacible ! La mierda de máquina se atragantó,

nadie la había calculado para semejante nivel, y ahora van a sancionar a Sashka. Por

realizar un acto indigno de un escritor soviético... ¡Pero lo de Sashka fue una tontería! La

mismísima Iraida se levantó un día y l evó allí sus borradores. Pensaba que la máquina le

cantaría alabanzas, pero de repente, ahí tienes, cero enteros con cero décimas. ¡La que

armó a golpes de paraguas! ¡A todos! Estáis sentados aquí y no sabéis nada, pero ayer

metí la nariz por al í... había una barrera, milicianos a caballo... Mijéich temblaba, su

invento no le ha traído alegría alguna, también tiene que presentar sus manuscritos... Le

digo: «Oye, ¿qué temes? ¿Quieres que te preste mis borradores?».

Pues así mismo es nuestro Petia Skorobogátov, nuestro Trepa Nacional. Tomé una

copita de vodka y me puse a pensar que en este mundo era imposible inventar algo. Todo

estaba ya inventado. Recordé cómo hace quince años, el difunto Anatoli Efímovich se

sinceró una vez conmigo y me contó la trama de su nueva comedia. Todo ocurría en una

casa de creación literaria, y un inventor l eva hasta allí su fantástico aparato... ¿Qué

nombre le puso? ¡Sí! ¡Metales! Medidor del Talento del Escritor. Al principio los escritores,

los muy idiotas, se alegran, finalmente todos sabrán que Ivanov es una mierda y yo soy

un genio. Pero después, cuando la máquina comenzó a anunciar la verdad objetiva...

Finalmente, hicieron polvo la máquina y escribieron una denuncia contra el inventor, con

todas las consecuencias que de ello dimanan... Y cuan afligido quedó Anatoli Efímovich

cuando, después de pedirle perdón y justificarme, le di a leer La mensura de Zoila, de

Akutagawa, un relato escrito en el año dieciséis y publicado en ruso a mediados de los

años treinta. No es posible inventar nada. Todo lo que se pueda inventar, o bien lo

inventaron antes, o bien existe en la realidad.

—¡Desde el momento en que se inventó aquella cosa —anuncié para todo el salón

mirando directamente a los ojos de cerdo de Petia Skorobogátov, después de dar un

puñetazo en la mesa—, les llegó su última hora a todos los escritores y pintores que

venden carne de perro y la quieren hacer pasar por cordero!

Después de lo cual fui al baño. Ya había bebido suficiente. Me daba cuenta de ello

porque mis mejillas estaban entumecidas y constantemente tenía ganas de sacar la

quijada. Era el momento de regresar a casa, además podía llegar Katia con el pedido, y

en casa quedaba menos de media botel a de coñac. Y en casa había algo que debía

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «DESTINOS TRUNCADOS»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «DESTINOS TRUNCADOS» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Arkadi Strugatsky - The Ugly Swans
Arkadi Strugatsky
Arkady Strugatsky - The Doomed City
Arkady Strugatsky
Arkady Strugatsky - The Dead Mountaineer's Inn
Arkady Strugatsky
Arkadi Strugatsky - Ciudad condenada
Arkadi Strugatsky
Arkady Strugatsky - Roadside Picnic
Arkady Strugatsky
Arkady Strugatsky - Definitely Maybe
Arkady Strugatsky
Boris Strugatsky - Noon - 22nd Century
Boris Strugatsky
Danielle Steel - Destinos Errantes
Danielle Steel
Arkady Strugatsky - Tale of the Troika
Arkady Strugatsky
Arkadij Strugatsky - Picnic la marginea drumului
Arkadij Strugatsky
Boris Strugatsky - Stalker
Boris Strugatsky
Отзывы о книге «DESTINOS TRUNCADOS»

Обсуждение, отзывы о книге «DESTINOS TRUNCADOS» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x