Observe en Proverbios 10:32: «Los labios del justo destilan bondad; de la boca del malvado brota perversidad.» ¿Es usted de los que ataca las debilidades de otra persona? Quizá lo hace como una broma, pero lo hace y lo disfruta. Las personas bondadosas no avergüenzan a otros.
Vi una película de muñequitos en la que Charlie Brown está hablando en el teléfono con una niña que le dice:
– Oye, Chuck, adivina para qué estoy concursando. La Reina de mayo de nuestra escuela.
– Eso es muy interesante -le dice Charlie Brown-. En nuestra escuela Lucy siempre fue seleccionada.
– Tu escuela tiene unos estándares bien bajos, ¿verdad, Chuck? -le responde la niña en el teléfono.
Después que Charlie Brown cuelga el teléfono, mira a Lucy y le dice:
– Ella dice: «Felicidades.»
Esto es diplomacia. Esto es bondad.
¿Qué apoyo ofrece con sus palabras? ¿Anima o desanima con sus palabras? ¿Levanta o deja caer? ¿Le fanfarronea a sus hijos o los regaña? Déjeme decirlo de esta forma, si Dios le diera un dólar por cada palabra bondadosa que pronunciara, y le quitara un dólar por cada palabra poco amable, ¿sería rico o pobre? Aprenda a ser sensible. Brinde apoyo cuando hable.
José es un buen ejemplo de un hombre que habló con palabras bondadosas. En la vida de José, todo parecía salir mal. Sus hermanos lo trataban como basura, lo metieron en una cisterna y lo vendieron como esclavo. Todo fue mal durante treinta años de su vida. Pero luego las cosas cambiaron y José llegó a ser el segundo en el mando de todo Egipto. Sus hermanos vinieron a él arrodillados, y en ese momento José tuvo la oportunidad de desquitarse y tomar venganza. Pero la Biblia dice que José los apoyó y les habló en forma bondadosa, incluso después que su padre murió (Génesis 50:19-21). Las palabras bondadosas pueden reconstruir el puente en una relación rota. Un cristiano debe siempre hablar bondadosamente aunque tenga la oportunidad de vengarse.
Sea compasivo
La tercera característica de una persona bondadosa es la habilidad de ser compasivo. Si quiere ser bondadoso, aprenda a ser compasivo. Las personas aprecian cuando usted es compasivo con ellos, cuando siente y se identifica con su dolor. Muchas veces cuando alguien está experimentando una crisis, otras personas dicen: «Nos sentimos tan torpes. No sabemos qué decir en momentos como estos.» Pues bien, no tiene que decir nada. Solo estar ahí es una expresión de bondad. A veces un toque en un hombro, una lágrima, unas palmadas en la espalda, o tomar la mano es todo lo que necesita una persona que sufre. Eso es bondad. Romanos 12:15 dice: «Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran.»
Sin importar lo que piensen de su política, la mayoría de las personas admiten que el ex-presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, sabía cómo expresar las emociones del corazón. Cuando explotó el trasbordador espacial Challenger o cuando se estrelló un avión que transportaba soldados americanos, él saludó a las familias de las víctimas con un abrazo, les tomó la mano y tenía lágrimas en sus ojos. Los líderes fuertes no temen mostrar emoción. Los líderes débiles, por otra parte, se preocupan por lo que piensen los demás. Los líderes competentes son lo suficientemente fuertes para ser compasivos.
En 2 Timoteo 2:24 Pablo dice que la bondad es una marca de liderazgo espiritual. Eso quiere decir, esposos, que si no son bondadosos con sus esposas e hijos, tampoco son buenos líderes espirituales, no importa todo lo poderoso o espiritual que parezcan ser en público. ¿Hace cuánto tiempo que ayudó a lavar los platos? ¿Hace cuánto tiempo que cambió un pañal o ayudó a recoger la casa? Usted dice: «Soy el líder espiritual, y no hago ese tipo de cosas.» La Biblia dice que la bondad es una marca del líder espiritual.
¿Cómo reacciona cuando su hijo adolescente llega a la casa con el corazón destrozado? ¿Le dice: «Ah, eso no tiene importancia»? ¿O se muestra compasivo? ¿Recuerda sus años de adolescente, aquellos años de timidez que le avergonzaba? ¿Recuerda cuando tuvo un granito y se sintió como si fuera una crisis nacional? Pero ahora, cuando su adolescente se deprime a causa de una nueva espinilla, usted le dice: «Ah, eso no tiene importancia.» Claro que para usted ahora no tiene importancia, pero recuerde cuando era un adolescente y sí le importaba, pues bien, esa es la importancia que ahora tiene para sus hijos. Así que sea compasivo con ellos.
¿Se emociona con las mismas cosas que emocionan a sus hijos? Esto no es una niñería, es bondad. Emociónese con los que se emocionan. Algunas personas necesitan que explote una bomba frente a ellos para emocionarse con algo. Alégrese con los que se alegran y llore con los que lloran.
Ahora bien, Jesús es el ejemplo supremo de una persona compasiva. En Juan 11:35 leemos que Jesús lloró en la tumba de Lázaro (vimos de forma breve este incidente en el capítulo 6). Jesús no temió mostrar emoción. Se le llama «la bondad y el amor de Dios» (Tito 3:4). Jesús es la encarnación de la bondad. A menudo leemos en los Evangelios que Jesús era «movido a compasión». Si quiere saber cómo es la bondad, solo tiene que mirar a Jesús.
Usted será bondadoso si quiere ser como Cristo. No importa cuántos versículos se memorizó o cuán a menudo va a la iglesia, si no es bondadoso, no es como Jesús. Por lo tanto, aprenda a ser una persona bondadosa al ser sensible, compasivo y sirviendo de apoyo.
Sea honrado
Una persona bondadosa también es honrada. A veces la bondad significa ser cándido. A veces significa exponerse tal cual es, decir la verdad, ser completamente franco con la gente. Algunas veces lo más bondadoso que puede hacer es ser franco con un amigo y decirle con exactitud dónde está su error. Proverbios 27:6 dice: «Más confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa.» El verdadero amigo será franco y le dirá: «Estás cometiendo un error» o «Necesitas ponerte en forma» o «Estás arruinando tu vida» o «Estás cometiendo el error más grande de tu vida». Un verdadero amigo le dirá este tipo de cosas.
Imagínese que un médico lo examina y luego le dice: «Debe operarse» o «Relájese y no se preocupe». ¿Cuál es la declaración más bondadosa? Si necesita operarse, lo más bondadoso será que el médico le diga que necesita hacerlo. Como un cirujano que toma el bisturí y abre a un paciente, en ocasiones necesitamos lastimar a una persona para que sea sanada. A veces la bondad significa ser honrado.
Tenemos la tendencia a disfrazar la bondad con la dulzura. La palabra «bondad» nos recuerda el cuadro de alguna viejita con su moñito blanco recogido en la cabeza. No nos damos cuenta que a veces la bondad significa decir una verdad dolorosa. James Dobson escribió un libro titulado Love Must Be Tough [El amor debe ser fuerte]. Es un gran libro. Si no lo ha leído, cómprelo y léalo. El libro es acerca del matrimonio y las relaciones familiares. Dobson explica que a veces el amor significa ponerse duro y decir: «No voy a permitir que te salgas con la tuya. No me voy a sentar en silencio y dejar que arruines nuestro matrimonio.» A veces quiero preguntarle a las parejas en consejería cuándo se van a preocupar lo suficiente como para enojarse cuando dicen: «¡Quiero que nuestro matrimonio dé resultado, y no me voy a conformar con este desorden!» Los cónyuges amorosos se preocupan lo suficiente como para confrontarse entre sí. De la misma manera, y con mucha bondad, a veces los padres tienen que confrontar a sus hijos y decirles: «No.»
Un ejemplo bíblico de esta clase de confrontación se encuentra en Gálatas 2. Pedro estaba visitando la iglesia de Antioquia, que se componía principalmente de gentiles que eran cristianos, y estaba disfrutando de su compañerismo. Pedro había aprendido que como cristianos él no tenía que seguir todas las antiguas costumbres judías. Creo que a lo mejor Pedro desarrolló un buen gusto por el emparedado de jamón: «Ah, esto está bueno y me lo perdí durante todos estos años.» Cuando los cristianos de Antioquia tenían picnic, probablemente Pedro los visitaba con sus amigos gentiles y se comía su emparedado de jamón. Pero un día algunos cristianos judíos vinieron de Jerusalén a Antioquia, y Pedro dijo: «Bueno, será mejor que me siente aquí y pretenda que no me he liberado.» Cuando Pablo vio esto, le dijo: «Pedro, eres un hipócrita.» Le dijo esto porque se interesaba. Pablo se preocupaba por Pedro y por los gentiles cristianos que estaban recibiendo mensajes encontrados. Pablo se preocupó lo suficiente como para confrontar. En ocasiones las palabras más bondadosas que puede decir son: «Estás arruinando tu vida.»
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