Moisés estaba molesto con los israelitas en la narración de Números 20:10-11. Durante años había soportado quejas y críticas, y ya no le quedaba paciencia. Cuando Dios le dijo que le hablara a la piedra para sacar agua, Moisés en cambio, la golpeó airado. Su impaciencia le causó desobedecer a Dios. Como resultado, Dios no permitió que Moisés entrara en la tierra prometida. Moisés era un hombre paciente, pero aun las personas pacientes tienen su límite, o así parecería.
El libro anual de la Enciclopedia Británica de 1982, bajo el título «Sucesos extraños y poco usuales» nos cuenta de un hombre llamado Brian Heise:
Brian Heise tenía más que su parte de suerte en julio, y en su mayoría era mala. Cuando su apartamento en Provo, Utah, se inundó a causa de la rotura de un tubo en el apartamento de arriba, el administrador le pidió que saliera y alquilara una aspiradora de agua. Así fue que descubrió que su carro tenía una goma ponchada. La cambió y fue adentro nuevamente para llamar a un amigo por teléfono y pedirle ayuda. El corrientazo que le dio el teléfono fue tan grande que inadvertidamente sacó el aparato de la pared. Antes de poder salir del apartamento por segunda vez, un vecino tuvo que tumbar la puerta de su apartamento porque el agua la había dañado y no abría. Mientras todo esto sucedía, alguien le robó el carro a Heise, pero casi no tenía gasolina. Lo encontró a varias cuadras de distancia pero tuvo que empujarlo hasta el garaje, donde llenó el tanque. Esa noche, Heise asistió a una ceremonia militar en la Universidad Brigham Young. Se hirió severamente cuando de alguna forma se sentó en la bayoneta que había tirado en el asiento del frente de su automóvil. Los médicos pudieron coserle la herida, pero nadie pudo resucitar los cuatro canarios de Heise que murieron aplastados con el yeso que cayó del techo. Después de Heise resbalarse en la alfombra mojada y lastimarse el coxis, comenzó a preguntarse si «Dios lo quería muerto, y sencillamente no estaba dando en el blanco».
¡Y usted cree que tuvo días malos!
Para muchos de nosotros, las personas son la irritación más grande. Quizá se sienta como el taxista de Nueva York que dijo: «Usted sabe, no solo disfruto el trabajo, sino la gente con la que choco.»
Todos chocamos con gente que nos irrita o que nos deprimen. Debemos aprender la lección de la ostra. La ostra toma algo que la irrita, un grano de arena, y lo convierte en una perla. Aprender a responder positivamente a la irritación le capacitará para transformar sus irritaciones en perlas.
La cuarta prueba de su paciencia es la inactividad . La mayoría de nosotros preferiríamos hacer cualquier cosa antes que esperar. Odiamos esperar en la consulta del médico, o pararnos en fila en el supermercado o tener que quedarnos en cama.
¿Sabe que pasará seis meses de su vida parado ante una luz roja esperando que cambie a verde? ¿Y notó que cuando la luz cambia a verde, si no se mueve en dos segundos, el tipo que está detrás se pone rojo? ¿No es interesante cómo admiramos la paciencia en el chofer que está detrás de nosotros, pero no la del que está al frente? ¿Cómo maneja la inactividad?
Usted puede aprender muchísimo de las personas observando cómo esperan que el elevador llegue a su piso. Algunas personas son mecedoras; se mecen de un lado al otro. Algunas personas son rebotadoras. Rebotan hacia arriba y hacia abajo mientras esperan que el elevador comience a moverse. Algunas personas son empujadoras. Se la pasan empujando el botón, como si eso hiciera que el elevador llegara más rápido. No pueden pararse y esperar. Tienen que hacer algo para sentir que tienen el control.
Job es un ejemplo de un hombre que no podía hacer nada, excepto esperar (a menudo hablamos de «la paciencia de Job»). Él dijo: «Cada día de mi servicio obligatorio esperaré a que llegue mi relevo» (Job 14:14). Podemos aprender mucho del ejemplo de Job.
La Biblia dice: «Mucho yerra quien mucho corre» (Proverbios 19:2). Las investigaciones médicas están de acuerdo con esto. Descubrieron una nueva enfermedad llamada «enfermedad de la prisa». Los doctores Rosenman y Freedman dicen que el noventa por ciento de las víctimas de ataques de corazón tienen esta personalidad «apurada» tipo A. Su habitual impaciencia les mete en problemas.
Ahora, ¿qué causa la impaciencia? La falta de paz. Tal vez fue por eso que Dios puso en la lista de los frutos del Espíritu la paciencia exactamente después de paz . Cuando tiene paz en su corazón, casi nada lo puede impacientar. Pero cuando no tiene paz en su corazón, casi todo lo impacienta. Así que, ¿cómo puedo aprender a ser una persona paciente? La Biblia revela una respuesta dividida en cuatro partes.
Desarrolle una nueva perspectiva
Primero, desarrolle una nueva perspectiva. Busque una manera nueva de mirar la situación o la persona que le está ocasionando problemas. La paciencia comienza al cambiar la manera en la que usted ve algo. Cuando estoy impaciente, tengo una perspectiva limitada. Veo: mis necesidades, mis deseos, mis metas, mis intereses, mi horario, y cómo usted está desarreglando mi vida. La raíz de la impaciencia es el egoísmo. Así que necesito tener una nueva perspectiva de la vida. Necesito aprender a ver las cosas desde el punto de vista de los demás.
¿Le gustaría saber el secreto del éxito? Aquí está. Si quiere ser un esposo o esposa con éxito, aprenda a ver la vida desde el punto de vista de su cónyuge. Si quiere ser un padre con éxito, aprenda a ver la vida desde el punto de vista de sus hijos. Si quiere ser un negociante con éxito, aprenda a ver la vida desde el punto de vista de su cliente. Si quiere ser un patrón de éxito, aprenda a ver la vida desde el punto de vista de su empleado. Mire la situación desde la perspectiva de los otros y descubra por qué se sienten como se sienten. No conozco nada que tenga un mayor potencial para disminuir el conflicto en su vida.
Ahora vea lo que dice la Biblia en el libro de los Proverbios. El escritor explica: «El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa» (Proverbios 19:11). Note las palabras buen juicio . Buen juicio equivale a sabiduría, y ¿sabe qué es sabiduría? Es ver la vida desde el punto de vista de Dios, es tener la perspectiva de Dios en una situación. Desde esa perspectiva obtengo tres puntos de vista importantes. (1) Soy solo humano; no soy Dios. Claro, esto Dios lo sabe, pero quiere que también lo reconozca. No soy perfecto y no tengo control. En efecto, la mayoría de las cosas que encaro en la vida son cosas que no puedo controlar. Soy solo humano. (2) Tampoco hay nadie que sea perfecto, así que no debo sorprenderme ni irritarme cuando la gente se equivoca o me defrauda. (3) Dios tiene el control, y puede usar estas situaciones, irritaciones, y los problemas que llegan a mi vida para cumplir su propósito en mí.
Otro versículo en Proverbios declara: «Los pasos del hombre los dirige el Señor» (Proverbios 20:24). Esto quiere decir que usted puede experimentar algunas demoras divinas, algunas interrupciones celestiales. A veces el Señor pondrá personas irritantes a su alrededor con el propósito de enseñarle algo. Obtenga una nueva perspectiva. Mírela desde el punto de vista de Dios. A través de toda la Biblia, Dios iguala la paciencia con la madurez. Proverbios 14:29 nos dice: «El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es agresivo muestra mucha insensatez.» La paciencia es un signo de madurez. La mayoría de los niños son muy impacientes, no conocen la diferencia entre «no» y «todavía no». ¿Notó que cuando los bebés no tienen de inmediato lo que quieren, se molestan? La madurez involucra la habilidad de esperar, vivir con gratificación dilatada. Un hombre comprensivo y sabio, que ve la vida desde el punto de vista de Dios, puede ser paciente. Por lo tanto, necesitamos descubrir una nueva perspectiva.
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