La Biblia habla acerca de tres clases de paz. Primero está la paz espiritual . La paz espiritual es la paz con Dios. Romanos 5:1 dice: «En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.» Este es el fundamento. Tenemos que tener paz con Dios antes que podamos tener otra clase de paz. Espero que encuentre esa paz. Solo hay un camino, y es a través de Jesucristo (Juan 14:6).
Luego viene la paz emocional . La paz emocional es la paz de Dios. Primero debemos de tener paz con Dios; esa es la paz espiritual. Entonces podemos tener la paz de Dios, esa es la paz emocional. En esto es lo que pensamos la mayoría de nosotros cuando consideramos la palabra paz, un sentido interno de bienestar y orden.
Colosenses 3:15 dice: «Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo.» La palabra griega que aquí se traduce como gobierne solo se usa esta vez en la Biblia y significa «arbitrar». Este versículo dice que debemos permitir que la paz de Dios sea el arbitro en nuestras vidas. ¿Qué hace un arbitro? Mantiene la paz. Se asegura de que el juego se desenvuelva de manera tranquila y ordenada. Dios quiere darle un arbitro interno que lo mantenga en paz aunque todo parezca estar en caos.
¿Alguna vez oyó decir: «Necesito alejarme»? Tal vez usted mismo lo dijo. ¿Alguna vez estuvo tan cansado por la noche que su cuerpo cae a la cama rendido pero su mente sigue funcionando? Su mente va corriendo de un pensamiento a otro. Pues bien, sí puede alejarse. Hoy se puede ir a Tahití, pero si no tiene paz emocional, su mente seguirá corriendo en la playa de Tahití. Usted no puede huir. Necesita tanto la paz espiritual como la paz emocional.
Tercero, necesita paz relacional , o paz con otras personas. Esto es lo que la Biblia llama paz con los hombres . Romanos 12:18 dice: «Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.» La paz relacional reduce el conflicto.
Es seguro que estará de acuerdo conmigo en que las relaciones pueden ser fuente de tensión. Para la mayoría de nosotros, los problemas más grandes tienen que ver con la gente: llevarse bien con el jefe, la familia, los parientes. Con frecuencia debemos manejar los conflictos, la competencia y las críticas. Todo esto puede robar nuestra paz. Con cuánta desesperación necesitamos la paz espiritual, emocional y relacional. Pero, ¿en realidad podemos encontrar paz?
Entienda la promesa de paz de Dios
Mire lo que Jesús nos prometió en Juan 14:27: «La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se las doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.» Él dijo estas palabras justo antes de ir a la cruz.
La paz de Jesús es un don. No podemos trabajar por ella ni podemos ganarla. No podemos programarnos para ella. No podemos trabajar con ahínco para obtenerla. Es un regalo que simplemente aceptamos.
Él también dice que su paz es diferente de la que el mundo da. La paz mundial es una paz frágil. ¿Cuántos ceses de hostilidades tuvimos en los últimos dos años? Alguien calculó que en los últimos tres mil quinientos años el mundo tuvo doscientos ochenta y seis años de paz. La paz del mundo es temporal.
Por último, la paz de Dios no está relacionada a las circunstancias. La paz de Dios nos permite estar tranquilos en medio de los problemas. Ahora, ¿cómo obtenemos esta paz? A continuación hay cinco claves para adquirir la paz perfecta de Dios.
Obedezca los principios de Dios
Primero, si queremos paz, debemos obedecer los principios de Dios que se encuentran en su Palabra. Haga exactamente lo que dice la Biblia. El salmista dijo: «Los que aman tu ley disfrutan de gran bienestar, y nada los hace tropezar… Con todo mi ser cumplo tus estatutos. ¡Cuánto los amo!» (Salmo 119:165, 167). Dios dice que la paz viene cuando vivimos en armonía con él, cuando hacemos lo que él dice que hagamos.
Hace poco compré un automóvil. En la guantera de un carro nuevo hay un manual para el dueño. Este manual me dice que si hago algunas cosas en ciertos momentos, obtendré un rendimiento mejor de mi carro.
La Palabra de Dios es su manual del dueño para la vida. Contiene principios de salud, finanzas, matrimonio, relaciones, negocios y mucho más. Usted puede pasar por alto estos principios, pero si lo hace, no tiene a quien culpar por sus problemas, excepto a usted. Si no obedece estos principios, no experimentará la paz. Así como un carro se desplaza mejor si sigue las instrucciones del diseño, su vida será mucho mejor si la vive de acuerdo al diseño de Dios tal y como se presenta en su Palabra. Es así de sencillo. Si quiere tener paz, obedezca los principios de Dios.
Acepte el perdón de Dios
Además, si queremos paz, debemos aceptar el perdón de Dios. ¿Qué significa perdonar? Quiere decir liberarse del castigo.
Para la mayoría de las personas, la culpa es el destructor número uno de la paz. Cuando nos sentimos culpables, nos sentimos obsesionados y perseguidos por nuestro pasado. ¿Qué si alguien se entera? ¿Qué si alguien ve el esqueleto en el clóset? Por eso es que leemos en el periódico acerca de personas que, treinta años después de los hechos, restituyen el mal que hicieron en aquel entonces. Dicen: «Viví en un infierno durante treinta años y lo tenía que sacar de mi mente.» La única forma de tener paz mental es tener una conciencia limpia, y solo Dios puede darla.
Miqueas 7:18 dice: «¿Qué Dios hay como tú, que perdone la maldad y pase por alto el delito? No siempre estarás airado, porque tu mayor placer es amar.» Note que Miqueas dice que Dios está ansioso, deseoso e interesado, en borrar tus cuentas con él. Esa es su naturaleza. Le gusta perdonar. Alguien dijo que Dios tiene un borrador grande. La palabra de Dios nos dice: «Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad» (1 Juan 1:9). El perdón de Dios está disponible, así que si no tiene una conciencia limpia, obtenga una hoy.
Concéntrese en la presencia de Dios
Si queremos paz, debemos concentrarnos en la presencia de Dios. Debemos reconocer que Dios está siempre con nosotros, y debemos aprender a sentir su presencia. Isaías 26:3 nos recuerda fijar nuestra mirada en Dios: «Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía.» Tenemos la opción de concentrar la atención en nuestros problemas o en Dios, que tiene la solución. Corrie ten Boom, autora de Refugio Secreto , escribió: «Mientras más oscura sea la noche que nos rodea, más brillante y más verídica y más hermosa arderá la Palabra de Dios» (Guideposts, p.177, del original en inglés). Si mira al mundo, se angustiará; si busca adentro, se deprimirá; pero si mira a Cristo, descansará. En lo que se concentre será lo que determine su nivel de paz personal. Concéntrese en la presencia de Dios; Él está con usted y prometió que nunca le abandonará.
En la oficina de nuestra iglesia, los viernes por la tarde, a veces hacemos cosas tontas. Un viernes por la tarde estábamos jugando con puntos de tensión. ¿Usted sabe lo que son puntos de tensión? James Dobson habló de estos en su programa de radio, así que le escribimos para conseguir un juego. Son unos pequeños puntos sensibles a la presión que se colocan en la mano y sirven para medir la tensión nerviosa. De la misma forma que la adrenalina cambia en su sistema, los puntos cambian de color y muestran si tiene tensión. Estábamos experimentando con ellos para ver si podíamos afectar el nivel de tensión entre unos y otros. Recuerdo que dije: «¿No sería maravilloso tener señales internas con lucecitas que nos avisaran cada vez que dejamos de concentrarnos en el Señor? ¿O qué si tuviéramos una señal o una luz de aviso que nos indicara cuando no estamos en armonía con Dios?» Entonces me di cuenta que ¡sí tenemos luces de aviso! Se llaman tensión o estrés. Ponerse tenso es una clara indicación de que quitamos nuestros ojos del Señor y los pusimos en las circunstancias. Estamos mirando al problema en lugar de la solución. Ahora bien, cuando mira a un problema, se va a poner tenso. Pero trate de recordar que la tensión es la forma que Dios tiene para decirnos: «Organiza tu enfoque: mírame a mí.»
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