El tercer paso que Jesús nos dice que demos para resucitar el amor es hacer las cosas que hizo al principio . El amor requiere acción. Debe trabajar en amar a su pareja, con el mismo empeño y creatividad que usó durante el noviazgo y el compromiso. Haga las cosas que hacía al principio. Quizá no tuvo una noche romántica durante meses, tal vez años. Puede ser que en meses ni siquiera tuvieron tiempo para estar a solas. Tome tiempo para salir en una cita y haga las cosas: comprar flores, usar un traje especial, tal y como las hizo al principio. Permita que su creatividad reviva.
Deje de fantasear sobre hierbas más verdes en cualquier otro lugar. La verdad es que la hierba no es más verde en el otro lado de la cerca, ni tampoco es más verde en este lado. ¡La hierba es más verde donde se riegue! Si usa la energía que emplea en quejarse y fantasear y la invierte en mejorar su matrimonio, tendrá un gran matrimonio. Reavivará esos sentimientos perdidos, no importa cuánto tiempo haya pasado desde que los sintió por última vez. El amor resulta si lo cultiva.
Si se puede identificar con este problema de tratar de revivir un amor que está muriéndose, lo quiero retar a hacer dos cosas. Primero, entréguese por completo a Jesucristo. En realidad, no tengo muchas esperanzas para los matrimonios que no están basados en una entrega a Jesucristo. Todas las presiones de la cultura actual están trabajando contra el matrimonio. Creo que las estadísticas de divorcios me apoyan en esto. El hecho es que el amor humano no es lo bastante fuerte para resistir las tormentas de la vida. El amor humano se seca. Sin embargo, el ágape , el amor de Dios, nunca se acaba.
La raíz de sus problemas es espiritual. No es un problema emocional o un problema de relaciones. Su relación con Dios afecta la relación con su cónyuge y con todos los demás. Cuando no está bien con Dios, tampoco estará bien con las otras personas. Los planes verticales y los horizontales deben estar balanceados. Uno afecta al otro. El punto de partida es corregir su relación vertical con Dios y entonces será más fácil arreglar su relación horizontal con los demás.
El Espíritu Santo lo puede llenar con unas nuevas reservas de amor que nunca pensó tener. Usted necesita el amor de Dios, el poder de Dios. Así que entregue su vida por completo y sin reservas a Jesucristo.
La segunda cosa que debe hacer para revivir su matrimonio es entregarse por completo y sin reservas a su cónyuge, sin considerar sus faltas e imperfecciones. No caiga en el síndrome te amaría si tú : «Te amaría si tú me prestaras más atención. Te amaría si hicieras esto o aquello por mí.» Eso es un amor condicional. El amor de Dios es de la clase que dice: «Te amo, y punto. Te amo incondicionalmente.» En realidad, el amor de Dios dice: «Te amo a pesar de…» Nos dice: «Te amo a pesar de que eres imperfecto. Te amo a pesar de que tienes problemas. Te amo.» Ese es el amor ágape , la clase de amor que será determinante.
Así que ore por una resurrección, y decida hacer lo que dijo Jesús: recuerde, arrepiéntase y actúe. Cuando haga esto, se sorprenderá de lo rápido que volverán sus sentimientos.
4. LA ELECCIÓN: ¡REGOCÍJESE!
Todo el mundo quiere ser feliz. Si le pregunta a la gente cuál es su ambición número uno en la vida, la mayoría le dirá: «Quiero ser feliz.» En el Condado Orange de California, donde vivo, ser feliz es un serio negocio. Quiero decir, trabajamos por esto. No hay lugar como este en la nación. Tenemos esta idea de que siempre debemos estar felices. Debo actuar, hablar y oler felizmente. Sin duda, debo verme feliz. Y si no lo estoy, debo fingirlo. Ponerse una máscara. Recuerde, se supone que debe pasarlo bien.
Siempre crea tensión tener que aparentar felicidad. Veo mucha más gente fingiendo felicidad que viviendo la realidad. El asunto es que no se pueden calificar todos los días con un «perfecto diez». No todo resulta de acuerdo a lo planificado. Algunos días son desastrosos. Seamos sinceros al respecto.
Es un mal día cuando…
Sabe que va a ser un mal día cuando llama a su servicio de mensajes y le dicen que no es asunto suyo. Sabe que va a ser un mal día cuando de repente la bocina del auto no funciona y está trabado detrás de una pandilla de motociclistas en la autopista. Sabe que va a ser un mal día cuando hunde sus dientes en un suculento bistec y se le quedan allí.
Es fácil ser feliz cuando todo anda de acuerdo a los planes. ¿Pero qué del resto de la vida? ¿Solo somos felices cuando las cosas salen a nuestro modo? Si es así, va ser un infeliz la mayor parte de su vida.
¿Cómo se puede ser positivo en un mundo negativo? ¿Cómo podemos mantenernos optimistas cuando todo está desbaratándose? Aquí es cuando llega la alegría. Gálatas 5:22 declara: «El fruto del Espíritu es… alegría.» Y Filipenses 4:4 nos recuerda: «Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!»
La felicidad depende de lo que sucede. «Hoy estoy contento porque las cosas salieron bien.»
El gozo es diferente. Es más profundo. El gozo es una actitud, una elección. El gozo es una función interior. No depende de las circunstancias. Es su elección el regocijarse. Esta es la verdad básica de este capítulo. Usted puede elegir, no importa cuáles sean las circunstancias, estar gozoso.
El gozo es lo que hace que disfrutemos la vida. Cuando aprendamos a elegir el gozo, la vida será mucho más plena. Como cristianos, podemos ser la gente más positiva del mundo. ¿Por qué? Romanos 5 nos da tres razones.
Tenemos esperanza
Romanos 5 comienza con estas palabras: «En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. También por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios» (v. 1-2). Pablo continúa explicando que el resultado de experimentar la gracia de Dios es que «nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios» (v. 2). Para un cristiano, ninguna situación es del todo desesperada.
Se dijo que una persona puede vivir cuarenta días sin comida, tres días sin agua, ocho minutos sin aire, pero ni un minuto sin esperanza. Tenemos que tener esperanza. Unos investigadores de la Universidad Cornell, estudiaron a veinticinco mil prisioneros de guerra de la Segunda Guerra Mundial. Su conclusión fue que una persona puede soportar casi cualquier cosa si tiene esperanza.
Muchas personas tienen esperanza, pero no la cimentan en nada sólido. Es una esperanza artificial, autoinflada. Y muchas personas basan su esperanza en cosas equivocadas: el mercado de valores, su buena apariencia, un gran sueldo, un buen trabajo, una buena familia. Sin embargo, todas estas cosas son temporales y pueden desaparecer. Al desaparecer, también se va la esperanza. Y el gozo, la verdadera felicidad, es imposible sin esperanza.
Pero los cristianos tienen una razón para estar positivos. Podemos regocijarnos porque nos regocijamos en la esperanza. En Romanos 12:12 Pablo nos recuerda: «Alégrense en la esperanza.» Pablo está hablando acerca de nuestra esperanza en Cristo. La esperanza que tenemos en Cristo es la primera razón por la cual regocijarnos, incluso en situaciones difíciles.
Dios tiene un propósito
Además, podemos regocijarnos porque Dios tiene un propósito en cada situación. Romanos 5:3 dice: «Y no sólo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia.» La palabra griega traducida aquí como «sufrimiento» significa angustia, y se refiere a cualquier cosa que nos presiona. A menudo se traduce como pruebas, aflicciones, presiones o problemas. Muchas personas tienen el concepto erróneo de que cuando salgan de todos sus problemas, serán felices. Pero mientras estemos vivos nunca saldremos de todos nuestros problemas. ¿No se fijó que cuando se resuelve un problema grande, entonces encuentra problemas pequeños de los que no se percató mientras estaba concentrado en el problema grande? El gozo es aprender a disfrutar la vida a pesar de los problemas. El gozo no es la ausencia de sufrimiento, sino la presencia de Dios. Es por eso que Pablo dice que nos regocijemos en el sufrimiento. Dios siempre está con nosotros.
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