Rosa Montero - La Hija Del Canibal

Здесь есть возможность читать онлайн «Rosa Montero - La Hija Del Canibal» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Hija Del Canibal: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Hija Del Canibal»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Lucía y Ramón llevan juntos diez años, unidos más por la costumbre que por el amor. Deciden pasar el Fin de Año en Viena, pero en el aeropuerto, minutos antes de que salga el vuelo, Ramón desaparece. Lucía emprende la búsqueda por su cuenta.

La Hija Del Canibal — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Hija Del Canibal», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Gracias por venir, señora Iruña.

Me volví. La juez acababa de entrar en la habitación. Era casi tan bajita como yo y mucho más joven: tal vez menos de treinta años. Llevaba un traje suelto azul marino y una voluminosa barriga, un ostentoso tripón de embarazada que ella manejaba como el patrón de un yate de lujo maneja la proa de su nave: alardeando, desdeñando, embistiendo. Trepó con cierta dificultad a lo alto del cojín y dio un suspiro: tal vez quisiera el cojín para estar más alta que sus interlocutores, para imponerse más, para amedrentar. Era una mujer cortante, expeditiva. No me había mirado todavía, y aparte de su seca frase de la entrada no se había molestado en presentarse, en darme la mano o en intercambiar cualquier saludo convencional. Abrió una carpeta azul y se enfrascó en la lectura de unos papeles. Luego levantó la cabeza y se dirigió a mí:

– ¿Desde cuándo estaba trabajando su marido con Orgullo Obrero?

– ¿Cómo?

– ¿Desde cuándo estaba pasando dinero su marido a los de Orgullo Obrero?

– ¿Cómo dice?

En la vida hay conocimientos que se buscan y conocimientos que se encuentran. Los conocimientos que se buscan suelen ser técnicos, o eruditos. Normalmente se adquieren paso a paso, con una presunción previa de lo que vendrá. Claro que también puede tratarse de asuntos emocionales e íntimos; una muchacha virgen puede querer saber lo que es el sexo, por ejemplo. Pero, aun en estos casos, los conocimientos que se buscan suelen ser un desarrollo de la propia vida. Añaden, no restan. Aportan datos, memorias y vivencias. Acumulan.

Los conocimientos que se encuentran, por el contrario, suelen amputar una parte de ti. Por lo pronto, te roban la inocencia. Tú estabas tan tranquilo, ignorante feliz de tu ignorancia, cuando, zas, te atrapa una novedad, una maldita sabiduría a la que no aspirabas. Por lo general, una revelación es eso: un fogonazo de insoportable claridad, un rayo de realidad que te cae encima. Una luz despiadada bajo la que descubres que lo que antes eran para ti paisajes no son más que forillos, y que has vivido en un teatro creyendo que era vida; de modo que has de recolocar tu pasado, reescribir de nuevo tu memoria y perdonarte a ti mismo por tanta estupidez y tan feroz ceguera. Para bien o para mal, nada sigue igual tras una revelación como es debido.

Eso me sucedió aquel día en el despacho de la juez Martina: que los diez años de convivencia con Ramón cayeron hechos trizas bajo el terremoto de las palabras de esa mujer. Pero quién era realmente mi marido, qué pensaba, qué hacía. Y quién era yo, para no haberme enterado.

– Por lo que sabemos, Ramón Iruña llevaba varios años en contacto con Orgullo Obrero. En la caja fuerte de su despacho del ministerio hemos encontrado estas dos cartas.

¡En el despacho de Ramón, naturalmente! ¿Por qué no se me ocurrió a mí ir a mirar ahí? Aunque, por otra parte, ¿acaso los secuestrados van dejando pistas previamente de sus propios secuestros? Cogí los dos papeles que me tendía la juez y los leí con avidez. Eran cuartillas blancas impresas con la misma letra diminuta que la tarjeta de los tulipanes. La primera estaba fechada tres años atrás y decía así:

«Esta es la última vez que se lo decimos: esperamos el próximo pago para el día 27, cinco talones bancarios contra los bancos acordados. No aceptaremos ninguna excusa más. Colabore y todo irá bien. Pero si no colabora, morirá. Orgullo Obrero.»

El otro mensaje había sido escrito apenas un mes antes:

«Queremos los doscientos. No somos bandoleros, sino combatientes de la justicia social. No consentiremos que un pequeño burgués corrupto como tú se aproveche de nuestra causa. Elige: o nos das el dinero o te lo quitamos. Pasado mañana, a las doce, en el punto Z. Tu ausencia tendría fatales consecuencias. Orgullo Obrero.»

– ¿Qué le sugieren esas notas? -preguntó la juez. Levanté la cabeza:

– No sé.

La juez estaba acariciando un gato salido súbitamente de quién sabe dónde. Pero no, no era un macho, sino una hembra: era una gataza atigrada y con un barrigón bamboleante de avanzada preñez.

– Veamos. Esto de los «doscientos» de la segunda carta, ¿le suena de algo? -dijo la magistrada en tono frío-. ¿Cree usted que se refiere quizá a doscientos quesos manchegos, o a doscientos tornillos, o a doscientos pares de patucos para bebés?

Vaya por Dios, la juez cultivaba el género sarcástico. Hemorroides. Tenía que usar ese horrible cojín porque sufría de hemorroides como casi todas las embarazadas, pensé con oscura satisfacción (¿o lo de las hemorroides era en las parturientas?).

– Supongo que se trata de dinero, de doscientos millones de pesetas -contesté muy digna.

– Eso es, doscientos millones. Justo la cantidad que usted les ha dado.

Guardé silencio.

– Mire, señora Iruña, creo que le conviene contármelo todo. Sabemos que tienen ustedes una caja de seguridad en el Banco Exterior; y sabemos que el día dos usted retiró algo muy pesado de esa caja. Le voy a decir algo más, porque quiero creer que no lo sabe: en los últimos cuatro años, su marido ha estado desviando fondos del ministerio, falseando informes y recolectando multas que en realidad no había incoado oficialmente. Hablo de mucho, muchísimo dinero: una cifra cercana a los seis mil millones. El dinero era ingresado en las cuentas de dos sociedades anónimas fantasmas, Capital SA y Belinda SA, y de ahí salía por medio de talones al portador o complicadas operaciones financieras. Las dos sociedades han desaparecido y los responsables han resultado tener identidades falsas. Quiero decir que los seis mil millones se han esfumado.

Entró una secretaria en el despacho y la magistrada se detuvo. No te lo creerás, pero la secretaria también estaba embarazada. Era alta y robusta como una lanzadora olímpica de disco, y tenía una panza como un planeta. La pequeña habitación empezó a oler a menstruos retenidos: la concentración de estrógenos por metro cuadrado era asfixiante. La juez firmó unos papeles, la grávida energúmena se fue y la exposición de los hechos continuó.

– Creemos que su marido fue contactado por Orgullo Obrero y forzado, bajo amenazas, a desviar los fondos del ministerio. No debe de ser al único funcionario al que han amenazado: nos consta que por lo menos hubo otro hombre en Valencia, un alto cargo autonómico. Ese hombre también desapareció, y estamos casi seguros de que fue secuestrado por Orgullo Obrero. Creemos que es una especie de impuesto revolucionario, sólo que muy selectivo. Extorsionar a los ricos no resulta fácil. Orgullo Obrero es una organización pequeña y probablemente les sea más rentable concentrarse en dos o tres personas colocadas en puestos decisivos y ordeñar al Estado a través de ellas. Claro que, para organizado todo, entre los terroristas debe de haber alguien con un buen conocimiento administrativo y financiero. ¿Observó usted algún cambio en el carácter de su marido en los últimos cuatro años? ¿Estaba más nervioso, inquieto, parecía asustado?

¿Observar? ¡Pero si hacía una eternidad que yo ni tan siquiera miraba a Ramón! Claro que esta era una de esas indignidades conyugales que todos nos callamos.

– No. No noté nada -dije con incomodidad.

– Ya veo. Bien, creemos que en algún momento de este proceso su marido empezó a quedarse con parte de los fondos que desviaba. Se fue haciendo un pequeño tesoro personal. Con el tiempo, suponemos, unos doscientos millones.

Calló y me miró con intención durante unos instantes. -Probablemente la tentación de ver pasar todo ese dinero por sus manos fue superior a sus fuerzas. Aunque también es posible que estuviera reuniendo ese capital para desaparecer. Para fugarse. Debe de ser muy duro vivir sometido a un chantaje terrorista durante años.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Hija Del Canibal»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Hija Del Canibal» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Hija Del Canibal»

Обсуждение, отзывы о книге «La Hija Del Canibal» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x