Alfredo Echenique - La amigdalitis de Tarzán

Здесь есть возможность читать онлайн «Alfredo Echenique - La amigdalitis de Tarzán» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La amigdalitis de Tarzán: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La amigdalitis de Tarzán»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Juan Manuel Carpio, cantautor peruano probando suerte en París y María de la Trinidad del Monte Montes, joven aristócrata salvadoreña, narran la historia de su relación a través de cartas en La amigdalitis de Tarzán. Ella fracasará en su intento de llevar una vida plena en el matrimonio con un fotógrafo chileno. Él tendrá aspavientos internacionales a través de sus canciones. Pero ninguno imaginará lo indispensable que se tornará para cada cual la lectura del cariño del otro en las misivas, las cartas, que protagonizan La amigdalitis de Tarzán.

La amigdalitis de Tarzán — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La amigdalitis de Tarzán», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Te podré llamar? ¿Te podré ver, cuando pase por Barcelona?

– Tienes mi número, ¿no?

– Tengo tu número, Flor, sí…

– Entonces, vamos ya.

En una curva, y muy ostensiblemente, porque antes me miró, me sonrió y me dijo que me adoraba, Flor a Secas abrió la puerta del carro y se arrojó. Perdí el control del volante, por tratar de alcanzarla a tiempo, y el viejo Alfa Romeo verde, una joya de coleccionista ya, fue a dar contra una tapia. Flor a Secas había muerto cuando recuperé el conocimiento. Yo no era pariente, yo no era nada, yo no era nadie, y unos familiares que vinieron me explicaron que tarde o temprano tenía que suceder y que, para su señora madre, esto, en el fondo, iba a ser una liberación.

– Ella ni siquiera usaba el apellido de esa señora. No usaba el de nadie -les dije.

– ¿Y entonces con qué nombre la conocía usted?

– Yo la llamaba Amor, y nada más. Sí, Amor. Así, a secas, tal como se los cuento.

– Ustedes los artistas, desde luego…

– Me duele mucho el brazo. ¿Podrían, por favor…?

– Pero parece que usted no le había pagado. El cadáver, en todo caso, no llevaba dinero. Sólo su ropa y un billete de avión.

– ¿Cuánto les debo, señores?

– Sin ofender, oiga…

– Es que me duele mucho el brazo.

– Bueno, usted sabrá cuánto le debía a la muchacha.

– Billete tras billete, como de aquí a Lima, más o menos…

– Descanse, señor, que ya nuestro abogado se pondrá en contacto con usted y con el señor comisario…

– Eso.

– No, oiga, no nos entienda mal. Culpa sabemos que usted no tuvo ninguna.

– Eso nunca se sabe…

– ¿Cómo que nunca se sabe? ¿Y el brazo roto y todo lo demás?

La vida tiene estas cosas. Quiero decir que, no bien regresé a casa, mi amigo el del Bar Bahía, me esperaba con esta carta:

San Salvador, 5 de abril de 1984

Adorado Juan Manuel Carpio,

Como La Valentina, «Rendida estoy a tus pies», y, «Si me han de matar mañana, que me maten de una vez». Y, ódiame, por favor, yo te lo pido, pues odio quiero más que indiferencia, ya que sólo se odia lo que se ha querido. O ruégale a Dios que yo sufra mucho pero que nunca muera. En fin, deséame y haz conmigo todo lo que sugieren las letras de aquellos increíbles valses peruanos que alguna vez me regalaste, por sus letras inefables, y que seguro estoy citando muy mal.

En fin, conmigo haz lo que te dé tu real gana, pero primero concédeme el indulto, aunque sea momentáneo, de leer los dos breves párrafos que siguen.

Cómo he podido reprocharte por haber encontrado lo que todos hemos buscado: un amor, un poco de felicidad, y paz. Es más, conozco mejor que nadie cómo ha sido de honrada tu búsqueda. Nunca has jugado el papel de seductor. Más bien has sido siempre seducido por el amor, que tan bien refleja tu corazón incansable, como una vez me dijiste.

Somos, mi amor, como perritos. Necesitamos caricias. Y como perrito fiel te agradezco las que me diste un día. Hoy, te deseo una maravillosa primavera, la mejor de todas, y que tu amor sea lindo como eres tú. Si lo es y si te ama, siempre la querré también. Te doy el más tierno abrazo de toda mi vida.

Tu Fernanda

PS. Yo también tengo una buena noticia que darte. Es bien probable que me publiquen, nada menos que en México, dos de mis libros de cuentos infantiles. Y, con suerte, aceptan también mis ilustraciones. O sea que estoy muy trabajadora y afanosa.

Mi respuesta fue una llamada. Una llamada tan cariñosa, tan tan sincera, tan todo. Claro que incorporaba en mis palabras, en cada una de ellas, la muerte de Flor a Secas. Y creo que estuve como tres o cuatro horas hablando con Mía. Hasta me hubiera podido pagar un billete de ida y vuelta al Salvador con lo que pagué por esa llamada. Pero eso no era lo importante. Oír la voz de Fernanda María, que sonaba tan a vida, tan a salud, que, al cabo de un buen tiempo, volvía a transmitir la sensación de alguien que se siente como Tarzán en el momento de arrojarse al agua, eso era lo importante. Fernanda María me estaba sacando de la mismísima mierda con el metal de su voz, con la forma en que cubría de palabras, casi hasta hacerla desaparecer, la desesperación que me llevó a marcar su número.

Y las cosas que me decía, la muy bárbara, sin duda alguna sólo para hacerme sentir a fondo, para siempre, que la vida sigue, Juan Manuel Carpio. Inolvidables por atrevidas las cosas que me dijiste esa noche, Fernanda Mía.

– Y es que escúchame, Juan Manuel Carpio. Y claro, bueno, perdona, pero la verdad es que, como por correspondencia, uno vive, como quien dice, «en el término de la enorme distancia», yo recién te estoy pidiendo disculpas, y aún muerta de celos -lo que resulta ya increíble-, por un amor que ya murió… Bueno, no, murió no es exactamente la palabra apropiada. Pues digamos, entonces, que yo recién te estoy pidiendo disculpas por un amor que ya se mató. Suena horrible, lo sé, pero tú me entiendes. Y si no me entiendes, te ruego que hagas el esfuerzo de atenerte al E.T.A. de la correspondencia, o sea ponerte en mi pellejo, en este caso. Una vive acostumbrada a determinados E.T.A. y el teléfono le resulta un verdadero salto cualitativo y cuantitativo en el tiempo y hasta en sus usos y costumbres, y hasta en la forma en que una fue educada, si me fuerzas un poquito. En fin, mi amor, mi amigo, que si el E.T.A. de la vida y las cartas nos ha sido siempre atroz, el del teléfono parece destinado a volvernos completamente locos, cuando menos. Y si a eso le agregas tragedia de por medio y una verdadera mezcolanza de E.T.AS por correo y E.T.AS por teléfono, ya me dirás tú qué culpa tengo yo, incluso de haberte colgado cuando probablemente si no lo hubiera hecho aquella noche, aún seguiríamos puteándonos y a lo mejor Flor a Secas viviría aún. Pero diablos, yo pensaba en tu bolsillo también. No sólo en mi rabia y en mis celos. Llamarme a mí… Con la tipa esa ahí, disfrutándolo todo…

– Falso, Mía. Todo te acepto menos que calumnies…

– Perdón, mi amor. Creí que había logrado hacerte reír un poquito, aunque sea. Y recurrí a cualquier cosa. Y metí la pata y te ruego que me perdones…

– Sigue, sigue hablando, Mía, por favor…

– Pero me preocupa tu bolsillo, Juan Manuel Carpio. Ya sé que hace rato que estás ganando bastante dinero, pero tampoco te pases…

– Entonces dime algo que me mande a la cama a dormir, con este brazo roto de mierda.

– Debe doler, sí.

– Y pica debajo del yeso, además. O sea que dime algo, por favor. Dime que nunca en la vida hemos discutido tú y yo. Y haz que me lo crea.

– Encantada de la vida, mi amor. O sea que ahora escúchame bien, muy bien, por favor: Los elefantes, esos mastodontes, son lentísimos valores seguros que D. H. Lawrence domesticó especialmente para nosotros. O sea que llegará el día…

– ¿Qué día, Fernanda?… ¿Qué?…

– Vaya con el bostezo que acaba de pegar el señor Juan Manuel Carpio… O sea que ya te lo contaré y te lo explicaré todo mejor, otro día, porque sería el colmo que te me quedaras dormido mientras razono y te voy explicando… ¿Aló?… ¿Juan Manuel?… Amor, ¿estás ahí?… ¿Me estás oyendo, amor?

– ¿Flor Mía?…

– Eso, Juan Manuel de mi alma… Eso mismo… Y muy buenas noches, adorado elefante mío…

Como si realmente me hubiese quedado dormido durante más de un año, la correspondencia con Mía no se restableció hasta julio de 1985. Nos merecíamos un reencuentro. Al menos así lo había decidido ella, y yo era, como suele decirse, materia dispuesta.

Nueva York, 14 de julio de 1985

Querido Juan Manuel,

Tu carta me alcanzó hoy en Nueva York. En medio de tanto desplazamiento, de tanta gira tuya, sepa Dios cómo y cuándo podrá tener lugar ese encuentro solitario que yo tanto deseo y que creo que ambos nos merecemos. ¿Será parados cada uno sobre el ala de un avión? En todo caso te diré dónde estaré yo, con la esperanza de que logres hacer escala antes de ir al Perú.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La amigdalitis de Tarzán»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La amigdalitis de Tarzán» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Alfredo Echenique - Cuentos
Alfredo Echenique
Alfredo Echenique - El Huerto De Mi Amada
Alfredo Echenique
Alfredo Sanfeliz Mezquita - La democracia de las emociones
Alfredo Sanfeliz Mezquita
Luis Alfredo Landavere Vergara - Guía de supervivencia audiovisual
Luis Alfredo Landavere Vergara
Alfredo Gaete Briseño - Nadie en cuarentena
Alfredo Gaete Briseño
Alfredo Echenique - Un mundo para Julius
Alfredo Echenique
Alfredo Sánchez Gutiérrez - La música de acá
Alfredo Sánchez Gutiérrez
Alfredo Tomás Ortega Ojeda - La bruja
Alfredo Tomás Ortega Ojeda
Alfredo Gaete Briseño - El regreso del circo
Alfredo Gaete Briseño
Raquel Echenique - Yo soy un refugiado
Raquel Echenique
Felipe I. Echenique March - Una historia sepultada
Felipe I. Echenique March
Отзывы о книге «La amigdalitis de Tarzán»

Обсуждение, отзывы о книге «La amigdalitis de Tarzán» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x