Alfredo Echenique - La amigdalitis de Tarzán
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Salgo de Nueva York a Londres el 18 de julio y allí estaré algún tiempo, pues Rodrigo anda con un problema de parásitos, intratable en este momento en El Salvador, y me temo que tengo para rato de médicos en Inglaterra. O sea que me puedes llamar, me puedes escribir, me puedes ir a ver, a:
198 Old Bromston Road. London SW5
Tel (01) 430 2825
En paquete aparte te estoy enviando mis dos libros de cuentos infantiles recién publicados en México. Te ruego tu más sincera opinión.
Grande, inmensa, es la alegría de saberte bien y contento. Espero verte pronto. Guárdame un espacio especial y bien amplio y bien lindo en tu ocupadísima agenda. Recibe el amor de tu
Fernanda
Mis comentarios no se hicieron esperar. Y guardo copia de ellos, como de muchas de las cartas que le envié a Mía, después de aquel robo postal de 1981, o dos, tal vez, en Oakland.
Queridísima Fernanda,
¡Tus cuentos, qué maravilla! Y mil gracias por haber pensado en mí para leerlos y, lo que es más, para darte una opinión acerca de ellos. Te resumo esa opinión así: En cada frase aumenta la gracia y la flexibilidad de unos cuentos salidos uno tras otro de tus entrañas, con ese eterno triunfo que siempre hubo en ti de la alegría sobre el dolor. De esto sí que tienes el secreto (o el secreto te tiene a ti).
Lástima que no te permitieran ilustrar tus propios cuentos, pues los dibujitos no le llegan ni al tobillo a tus historias. Pero bueno, pedir que todo sea do de pecho es como pedir ronquera para Pavarotti.
Nuevamente te felicito. Y esto se hace letanía, pero créeme que tiene música de buena orquesta.
Cuídate. Y muchos besitos y mayores ésitos. A chorros. De arriba para abajo y de abajo para arriba.
Te atolondra a abrazos,
Juan Manuel
PS. Iré a Lima unas semanitas, pero a fines de agosto estaré de regreso y todo para ti, Menorca y sus alrededores incluidos, con humilde servidor.
Londres, 27 de julio de 1985
Juan Manuel querido,
¡Qué alegre fue leer tu carta esta mañana! Ojalá pronto llames para contarme cómo van tus planes de verano. Capaz ahora estás ya en Lima. Tu idea de reunirnos en Menorca me parece buenísima. Creo que podríamos ir como a fines de agosto, principios de septiembre. La primera mitad de agosto vamos a estar aquí, luego en París, en el departamento que conoces, y también iremos a Suiza unos días. Donde yo esté siempre habrá lugar para ti.
¡Que ilusión verte! Raro este amor acróbata, saltando a través de los años y de los lugares. Me gustó sentirte tan bien en tu última carta y que me la entregaran justo al entrar. Súper control remoto.
Los niños aquí felices de ver a su primo y yo bien alegre de platicar con mis hermanas. La nueva casa de la Andrea es bonita. Hasta me han dado ganas de quedarme y estudiar algo.
Espero noticias de Lima, si es que ya andas por allá y el correo te sigue.
Te abrazo mucho,
Fernanda Tuya
¿Por qué escribí yo estas cosas, acerca de mi viaje a Lima?
¿Abrigaba la esperanza de alejar a Mía y a sus chicos de la casa de Menorca? ¿De los jardines de Flor a Secas? Conociéndome, es lo más probable, pero conociendo el entusiasmo de Mía qué duda cabe de que no me hizo el menor caso. Y aún hoy me avergüenzo, realmente me arrepiento y avergüenzo sobremanera, de haberle escrito cosas como éstas, pocos días después de regresar de Lima a Menorca, para esperarla ahí con su Rodrigo enfermito y su Mariana siempre linda y sonriente.
Menorca, agosto de 1985
Mía Mía, aunque esto ya casi suene a gato.
En Lima he pasado casi todo el tiempo metido en casa de mi amiga La Leona, ahora en San Diego con su mamá, hermanos, hijita, y cuñado. Como los perros limeños muerden, me atacó, pero gracias a Dios no hubo tarascada sino moretón. Parecía yo lesionado del tercer huevo (alguien me atribuyó enfermedad ignota).
Efusiones como chorros de ballena. Te extraña,
Juan Manuel
Casi me mata con su elegante indiferencia y su cariñosa alegría, Fernanda María de la Trinidad del Monte Montes. Todo le hacía ilusión, a pesar de la pestilencia de mi carta anterior:
Londres, 15 de agosto de 1985
Queridísimo Juan Manuel Carpio,
Qué bueno que ya llegaste a Menorca y que ya terminó toda esa terrible viajadera y además tienes unos días despejados por delante. Tu telegrama con fechas y direcciones llegó muy bien y por dicha todo coincide de maravilla. Yo tampoco puedo ir allá antes de septiembre, porque vamos a ir a Francia y a Suiza con mi tía y no puedo dejarla sola. Ella volverá a Londres el 2 de septiembre y entonces partiremos a Barcelona. De manera que llegamos a tu casa como el 3 o 4 de septiembre.
El camino a «Canseco» me parece estupendo. Como un mapa de piratas. No vayas a darme ni una pista más, salvo que tu amigo el del Bar Bahía se escape a Río o algo así.
Estoy muy emocionada de verte pronto.
El verano aquí está horrible de frío y lluvioso, pero desde luego nadie viene a Londres por el clima.
Te abrazo, with my deepest love,
Fernanda
Crans-Sur-Sierre, 27 de agosto de 1985
Queridísimo Juan Manuel Carpio,
Perdona el silencio, pero he estado histérica con la enfermedad de Rodrigo que se va haciendo interminable. Al fin, después de cuatro días de hospital y miles de exámenes, decidieron que se trataba de una profunda alergia a la picadura de una araña maligna, que nadie, ni él mismo, recuerda que lo picara nunca. Ya le dieron un millón de remedios y aquí estamos cruzando los dedos para que se componga rápido. Logramos salir de Londres el viernes y ahora estamos en Suiza, como ves, contando con el milagroso efecto del aire de montaña. Aquí estaremos unos diez días. El clima no está bueno, pero, en fin, el aire es el aire.
De aquí volvemos a París por unos días, lo cual nos ocupará hasta el 8 o 10 de septiembre. Pero no te asustes. No vamos a regresar con la tía. Ella se va según su agenda, pero nosotros nos quedamos hasta diciembre y tal vez más, ya que este cambio se ha hecho indispensable para poder componer del todo a Rodrigo, y ése es más o menos el plazo que dan los médicos londinenses. Parece que el pobrecito tuvo un envenenamiento feroz.
Te ruego que me disculpes por tanto cambio de planes y tanto atraso, pero te prometo que no bien pueda te llamaré para darte una fecha exacta de llegada.
Te quiere mucho,
Fernanda Tuya
El de los más grandes cambios fui yo, finalmente, pero, bueno, creo que cualquiera comprenderá las dobles y hasta triples razones que me llevaron a efectuarlos. No tienen un orden lógico de prioridades, estos cambios, como todo aquello que se hace movido por muy diversas y hasta enfrentadas razones del corazón que la razón no entiende, o sea, diablos, otra vez Andrés, «presa de mil contradicciones». Pero una razón sana, sanísima y muy bien intencionada, sí que la había. Mi casa y los jardines de Flor a Secas quedaban no muy lejos del puerto de Mahón, pero sí bastante alejados de una buena playa donde el pobrecito tarantulado de Rodrigo y la Mariana, como la llamó siempre Mía, pudieran realmente disfrutar del sol y del mar y, además, evitarme yo el diario ir y venir «Canseco»-playa, pasando a cada rato por el lugar de los hechos más tristes que me han ocurrido y me ocurrirán jamás, mientras mi adorada invitada, sentadita ahí a mi lado, en el Opel blanco por el que había descartado para siempre nuestro Alfa Romeo verde, coleccionable, pero ahora también doblemente histórico, por decir lo menos, notaba que tanto ir y venir «Canseco»-playa, para la felicidad de todos y la salud del pobrecito de Rodrigo y lo flaquito y frágil que está, y Dios mío este niño no para de rascarse, mi amor, te juro que si pudiera yo rascarme siquiera un poco en su nombre y picazón, Juan Manuel Carpio, en fin, que tanto «Canseco»-playa como que me lo ponen cada día más mustio y ensimismado, a mi cantautor amado, con la ilusión con que vinimos todos, aquí, la ilusión con que vine sobre todo yo, aquí, y con la cara de felicidad mezclada con otra razón del corazón con que nos recibió como desorbitado de ojos y a lo mejor hasta de goce-triste de hacer las cosas que con ella hacía, como escribió el poeta, más o menos, aunque también conmigo las ha hecho, estoy requeteconvencida, pero bueno, basta ya y No me platiques ya, déjame imaginar, que no existe el pasado, que cantó Lucho Gatica, por los mismos años en que el poeta, me parece, incluso, pero bueno, qué importa… Y sí, basta ya, de una vez por todas, Fernanda María de la Trinidad del Monte Montes, que tú tienes dos hijos y hasta un esposo en Chile, aunque la verdad es que cada vez como que se nos va esfumando más, el tal Enrique, los niños casi ni lo mencionan ya, y hasta pena da que los seres se nos apaguen así, solitos, pobrecitos, pero bien merecido que se lo tiene, por supuesto que sí, y aunque bueno, claro, él siga casadísimo conmigo y yo como si nada, ni siquiera una demanda de divorcio, o sea que basta ya, ahora sí que sí, Fernanda María de la Trinidad del Monte Montes, ya que por qué entonces no va a poder tener ni siquiera un amor muerto el pobre Juan Manuel Carpio, por más celos que me dé y por más que realmente lo mataría, sí, lo mataría…
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