Héctor Camín - Historias Conversadas

Здесь есть возможность читать онлайн «Héctor Camín - Historias Conversadas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Historias Conversadas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Historias Conversadas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

No es fácil pasar impunemente de la novela al cuento. Se trata de un género abierto a todos los géneros, versus una cápsula verbal que debe concentrarse en un sólo objetivo de interés. En estos cuentos, Aguilar Camín ha sido fiel a su mundo imaginario: trasponer la realidad real, testimonial, a un plano de ficción, pero sin dejar de ser o apuntar permanentemente hacia el testimonio, hacia la realidad de cada día. De manera que, en estas Historias conversadas, sin pretender crear un mundo de pura ficción por el costante guiño que le hace a la realidad, nos atrapa igualmente en su madeja anecdótica como si fuera un mundo de pura ficción, sin relación inmediata o reconocible

Historias Conversadas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Historias Conversadas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Cuál quiebra de Monchorro? -pregunté yo, que no la había escuchado.

– La quiebra de su familia -precisó Lobo. -El papá se metió en un lío de juego y el tío hizo un fraude de no sé qué. El caso es que vendieron la mitad del centro de Tlacotalpan, que era de ellos y la fortuna se fue al caño. Se la llevó el Papaloapan, como decían allá cada vez que algo se perdía: gallina, mujer o riqueza. Monchorro conservó suficiente para poner una tienda de abarrotes y quedarse con una casa de las afueras, lo cual, para los Robles, su familia, era como vivir en el resumidero del río, en la mandinga, en la mierda. Ellos, que habían vivido por generaciones en el corazón de Tlacotalpan. Pero tiene razón Linares. Yo me había enterado de esa quiebra y, te lo confieso, hermano -me dijo a mí, como si me debiera esa lección y quisiera evitarme su comprobación en carne propia-, te lo confieso: por eso fui, no por otra cosa: porque quería llegar en triunfo, como me había propuesto, y verlos quebrados, viviendo en las afueras, donde yo había vivido siempre. Para mí eso había sido mi orgullo. Pero para ellos era la humillación. Y para mí, mi triunfo. Así de simple y triste es la venganza, mi hermano. Una mierda. Y un goce terrible. Así de simple. Llama al mesero que nos ponga gasolina.

No hizo falta. El mesero estaba ahí junto, escuchando la historia y escuchó también la orden de Lobo, que seguía pidiendo por adelantado, cuando le quedaba todavía una copa sin probar en la mesa.

– Así fue, mi hermano -dijo Lobo, antes de emprenderla con ella.

Se quedó un rato callado, pasándose el dedo índice por el labio inferior, primero como si recordara cosas autónomas de su relato que lo hacían reír, luego con un gesto obsesivo y enfático, que deformaba su rostro.

– Entonces llegaron a Tlacotalpan -dijo Linares, desatando ese remanso de silencio imbécil y a la vez conmovedor, como si en él viviera todo el estupor de Lobo por el desenlace de su propia historia.

– Llegamos, mi hermano -dijo Lobo, llegando efectivamente a la orilla de su laguna. -Y era una fiesta Tlacotalpan, como si estuviera de carnaval. Los barcos en la ribera tocaban sus sirenas, repicaban las campanas de la parroquia, los niños de la escuela estaban formados haciendo valla y todos los conjuntos del Papaloapan tocaban a nuestro paso nuestras canciones. No puedes imaginar lo que fue esa llegada en nuestro autobús al centro. Era la rumbeada más grande del mundo, mi hermano. Te digo: como carnaval. Y así siguió, toda la tarde y hasta la noche. Cuando pusimos nuestros instrumentos en la plaza de armas, había una multitud como de mitin político. Y en cuanto echamos el primer acorde, todos a bailar. Pura rumba, mi hermano. Ni una suavecita les echamos, pura rumba y guaguancó y africanadas. Y a sudar, mi hermano. Sudaron toda la sangre negra de Tlacotalpan esa noche, mi hermano. Veías ancianas y gente mayor moviendo el bote como si trajeran cuerda, horas y horas, hasta la madrugada. No nos dejaban ir, y no nos queríamos ir tampoco. Les tocamos tres veces todo el repertorio, hasta que Melón dijo: "Ya estuvo. Vámonos", y nos escurrimos al hotel sin decir nada, metiendo poco a poco a los suplentes para que la música siguiera sin nosotros. Llegué al hotel afónico, vaciado, feliz como no recuerdo haber estado nunca. Y para coronar la fiesta, quién crees que estaba esperándome ahí, en el lobby.

– Doña Amalia Sobrino -dije yo.

– Amalia Sobrino -dijo Lobo y agregó con su gentil ironía. -¿Cómo adivinaste? ¿No será que ves demasiadas telenovelas?

– Ni una -dije yo.

– Pues por lo menos ésta que te estoy contando, mi socio -dijo Lobo.

– Ojalá fuera una telenovela -dije yo.

– Eso sí -dijo Lobo. -Nos hacíamos ricos, ¿no?

– ¿Pero qué pasó con Amalia? -urgió Linares.

– La cosa más linda del mundo, mi hermano -dijo Lobo. -Ni una palabra nos dijimos. Se vino derechito a mí, como si acabáramos de vernos el día anterior, se metió bajo mi brazo y diez minutos después estábamos metidos en la cama, sin hablar, sólo haciendo y haciendo, ya sabes tú: haciendo y haciendo, mi hermano, nada de jicamo, puro saoco, hasta el amanecer. A veces pienso ahora que todo el esfuerzo y la chamba de mi vida han tenido el único sentido de que pudiera yo vivir aquel día y aquella noche. Lo demás, ha sido como un pilón, y así lo tomo: como un extra. Ahora, te voy a decir lo que más recuerdo de esa noche con Amalia: luego de que termino, me recuesto a su lado y la veo que me mira sonriendo, maliciosa y maternalmente, como saben mirar las mujeres, y le digo: "¿De qué te ríes, chiquita?". Y me contesta: "De ti". "¿De mí por qué?", le pregunto. "Bueno, de mí también". "¿Por qué también de ti?", le digo. "Porque me gusta", me dice. "¿Te gusta qué?", le digo. "Me gusta como te vienes", me dice. "¿Cómo me vengo?", le pregunto. "Con mucho sonido", me dice. "¿Con mucho sonido? ¿Cómo?", le digo. Y entonces me dice la cosa que más recuerdo de todas: "Como sirena de barco", me dice. Hazme el favor, Linares: como sirena de barco. ¿Te han dicho eso alguna vez?

– No -reconoció, muy impresionado, Linares. -Esa sí que no.

– Pues esa fue, mi hermano: como sirena de barco -dijo Lobo. Volvió a ponerse el dedo índice sobre el labio y a repasarlo con un énfasis juguetón al principio y obsesivo al final.

– ¿Y entonces? -volvió a urgir Linares.

– Entonces nos levantamos -siguió Lobo, -nos bañamos, nos vestimos, y le dije: "Nos vamos al mediodía en el autobús. Quiero que recojas tus cosas y te vengas conmigo". Y me dice: "No". Le digo: "¿Necesitas más tiempo? Vengo por ti mañana o la semana entrante. Cuando tú me digas". Y me dice: "No me voy a ir contigo". "Pero por qué, chiquita?", le digo. "Porque no", me dice. "¿Pero por qué, por qué, carajo?", le digo, gritándole casi. "Ya te lo dije", me dice la chiquita. "Quiero a otro". "Lo quieres fregar", le dije. "¿Cómo me vas a decir que quieres a otro después de la noche que nos pasamos?". "Yo te debía esa noche", me dijo. "Y me la debía también a mí. Porque me gustas mucho. Porque siempre me gustaste. Pero yo quiero a Monchorro, y así es". "No entiendo chiquita", le dije. Y no entendía Linares, todavía no entiendo bien ahora, pero entonces menos. "No entiendo", le dije, "¿Cómo es posible que te vengas a acostar conmigo y quieras a otro? No lo entiendo". Y me dice la chiquita: "Igual que tú te has acostado con otras queriéndome a mí". "No es igual", le digo. "Tú me rechazaste". "Es igual", me dice. "Y yo no te rechacé. Lo único que pasa es que yo quiero a Monchorro. Y vine a verte anoche para quitarte de la cabeza que me quedé con él por su dinero. No fue por eso. Fue por él". Entonces sí enloquecí, Linares. Tiré el pichel contra el espejo y empecé a brincar en la cama, de rabia, hasta que se rompió el tambor. Amalia se encerró en el baño. Al rato se me pasó el coraje y le toqué. Abrió y asomó su carita perfecta, blanca. "Ya entendí", le dije. Entonces ella empezó a llorar. Al rato también se le pasó. Recogió su chal y su bolsa y vino a despedirse. Me dijo: "Pase lo que pase, prométeme que te vas a acordar de esta noche conmigo". "Voy a comprar una sirena de barco", le dije. "Yo ya tengo la mía", me dijo. Me acarició la mejilla y se fue. Ya por la tarde, en el autobús, me quedé dormido y de pronto, en una curva, me desperté con el recuerdo de Amalia fijo dentro de mí. Y un vacío, mi hermano, como un golpe en el estómago. Y ahí están todavía: el recuerdo y el vacío, como letra de bolero. Yo digo que no me recuperé de esa. Trae más brandy -le dijo al mesero.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Historias Conversadas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Historias Conversadas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Historias Conversadas»

Обсуждение, отзывы о книге «Historias Conversadas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x