»Nadie puede dudar de la autenticidad del documento [se refiere al que parecería probar la autenticidad de los restos]. Para mí no lo prueba fehacientemente, pues quien por mucho tiempo tuvo esas reliquias "en un cajón de fideos" y luego se las regaló a un extranjero, nos está diciendo elocuentemente que ellas no le merecieron jamás ningún interés, ni le despertaron sentido patriótico alguno.»
De Manuel Peña Villamil(24 de marzo de 1961)
«Para informar a V. E., ceñido a un estricto criterio de investigación científica, se hace necesario responder a dos interrogantes que, aunque conexos, responden a planteamientos distintos. Primero, ¿pueden verosímilmente haber pertenecido al Dictador Perpetuo los restos existentes en el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires? Segundo, ¿autoriza el estado actual de las investigaciones históricas sobre la materia al Superior Gobierno a iniciar gestiones oficiales para la devolución de esos restos mortales?
«Contestando al primer planteo manifiesto que no estoy en condiciones de afirmar o negar con autoridad que esos despojos sean auténticos. Previo a toda respuesta se hace necesario un examen de los procedimientos seguidos por el señor Loizaga para la exhumación de los restos del antiguo templo de la Encarnación. Existe sobre el particular la versión del propio señor Loizaga en carta enviada al historiador argentino, doctor Estanislao Zeballos. El historiador paraguayo Ricardo Lafuente Machaín, en un folleto titulado Muerte y Exhumación de los restos del Dictador Perpetuo del Paraguay, la recoge sin mayores variantes y sin aportar nueva investigación. Se cita como testigos presenciales del hecho al padre Becchi y al señor Juan Silvano Godoi. Este último retiró en aquella oportunidad otro cráneo de la misma sepultura, que se conserva en el museo de Asunción que lleva su nombre.
»Las observaciones que nos sugiere el modo como procedió el señor Loizaga para dicha exhumación son las siguientes: a) No obró guiado por un serio e imparcial espíritu de investigación histórica sino impulsado por la pasión política; b) No se apoyó en ningún examen pericial idóneo que descartara la posibilidad de un error acerca de los restos que exhumaba.» [Siguen otras consideraciones en que cuestiona la autenticidad apoyada en un informe del médico paraguayo doctor Pedro Peña, publicada en el diario La Prensa, Asunción, l.°-II-1898, y en el famoso estudio frenológico del médico argentino doctor Félix E Outes, 1925, pieza clave de esta disputa musearia, publicado en el Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas, Fac. Filosofía y Letras de Buenos Aires (tomo IV, pp. 1 y siguientes).]
De Julio César Chaves (28 de marzo de 1961)
«A mediados de 1841 se agitó el ambiente político paraguayo abriéndose una encendida polémica sobre la vida y la obra de El Supremo. Circularon panfletos y pasquines, corrieron prosas y versos. Movilizáronse entusiastamente sus enemigos y sus partidarios. Afirmaban los primeros que el Supremo no era digno de descansar en una iglesia y anunciaban públicamente que iban a apoderarse de sus restos para arrojarlos a un muladar. Es conveniente recordar que poco tiempo después apareció una mañana en la puerta del templo un cartel que se decía enviado por él, desde el infierno, suplicando se lo removiese de aquel lugar santo para alivio de sus pecados. Varias de las familias sañudamente perseguidas por el Supremo, entre ellas la de Machaín, no ocultaban por otra parte su proyecto de tomar venganza en sus restos. Los partidarios, a su vez, no permanecían inactivos. Realizaban constantes demostraciones populares llegando en manifestación hasta el sepulcro de su adalid. La tensión fue creciendo a lo largo del año 1841 y parece que llegó a su punto culminante el 20 de setiembre, día en que se cumplió el primer aniversario de la muerte del Supremo Dictador. Las pasiones desatadas amenazaban desatar la guerra civil; fue caldeándose el ambiente hasta poner en riesgo la paz de la nación, tan necesaria para afrontar y resolver graves problemas internacionales, económicos y sociales. Fue entonces cuando los Cónsules se decidieron a actuar con energía; mandaron hacer desaparecer el mausoleo que guardaba los restos y enterrar éstos "no se sabe dónde". Según la versión de Alfred Demersay (Le Docteur Francia, Dictateur du Paraguay, 1856): "Él fue inhumado en la iglesia de la Encarnación y una columna de granito señalaba su última morada a la veneración y al culto de sus numerosos partidarios. Se dijo que poco tiempo después del aniversario de ese día de duelo, el mausoleo desapareció y se difundió el rumor de que los restos del muy famoso Doctor habían sido transportados al cementerio de la iglesia. Una parte de esta novela era verdadera, pero el gobierno consular, autor misterioso de esta medida inspirada por la política, rechazaba toda idea de una profanación inútil. El Supremo reposa ahora en el lugar que la piedad de esos hombres le ha elegido, pero su tumba no ha cesado de dar sombra a sus sucesores".
»Thomas Jefferson Page, comandante del buque norteamericano Water Witch, que arribó al Paraguay en misión de exploración y estudios, dice al respecto: "Los templos están tenidos en buena condición, pero uno fue, evidentemente, menos frecuentado que los otros. El buen pueblo raramente alude a esto, porque un medroso misterio ultrapasa sus sagrados límites. Una serena mañana el templo fue abierto para la plegaria según costumbre: el monumento había sido desparramado y los huesos del tirano habían desaparecido para siempre. Nadie supo cómo, nadie preguntó dónde. Solamente se susurró que el diablo había reclamado lo suyo: cuerpo y alma". (La Plata, The Argentina Confederation and Paraguay, London, 1859.)
»¿Los restos donados por el Dr. Estanislao S. Zeballos al Museo Histórico Nacional de Buenos Aires pueden ser atribuidos al Dictador Perpetuo del Paraguay? Esos restos estuvieron durante largos años en exhibición en el citado museo; en la actualidad se encuentran en los sótanos de la institución, entre los objetos sin valor.
»Sólo conocemos dos opiniones, las dos valiosas y las dos negativas [se refiere a los estudios ya mencionados]. Outes, un eminente hombre de ciencia, llevado por su curiosidad de investigador, hizo el examen de los supuestos restos. Tras de examinarlos, afirmó: "En primer término, la calota craneana, por su carácter morfológico y particularidades anatómicas, pertenece a un individuo de sexo femenino, a lo sumo de 40 años, y que con mucha probabilidad, no era un europeo, sensu lato. Entre la calota y la careta facial, no existe vinculación alguna. Prescindiendo de los caracteres que ofrece esta última, resultaría vano todo esfuerzo de reconstrucción valiéndose de ambas piezas, pues en las dos existe exceso de frontal. Ello demuestra, prima facie, que corresponde a dos individuos.
La mandíbula, por último, es la de un niño que, al morir, conservaba la totalidad de su dentadura de leche".
»Sus conclusiones son por tanto las siguientes: Primera: La calota perteneció a una mujer, a lo sumo de 40 años, y que no era europea; era negra o india. Segunda: La careta facial era de un adulto, no de un senil. Tercera: La mandíbula perteneció a un niño menor de seis años.»
2. Migración de los restos de EL SUPREMO
De R. Antonio Ramos (6 de abril de 1961)
«Francisco Wisner de Morgenstern, que escribió un libro sobre El Supremo Dictador por encargo del Mariscal Francisco Solano López, anota lo siguiente: "A los pocos meses de la muerte del Dictador el sacristán de la iglesia se sorprendió al encontrar una mañana abierto el sepulcro donde fuera sepultado. No se ha podido saber quiénes fueron los autores de tal hecho; sin embargo, éstos habían dejado un rastro que se perdía en la orilla del río Paraguay, adonde se supone con bastante fundamento que fueron arrojados al agua, pues en dicha orilla se encontraron vestigios que así lo comprobaron. Corrían al respecto en la Asunción en aquella época varias versiones: una de ellas, de que fueron mandados sacar los restos del Dictador con hombres pagados por la familia M…, para ser hundidos en el río, en venganza de los fusilamientos de miembros de la misma familia, ordenados por el Dictador después de ser descubierta la última conspiración Yegros; otra versión era que una familia hizo extraer los restos del sepulcro para quemarlos y arrojar sus cenizas al viento; y finalmente, que otra familia, de común acuerdo con un sacerdote, los sacaron para ocultarlos en otro lugar".» [ Comentario del compilador : Según la versión de Wisner, que basándose en susurros hace desaparecer los restos de El Supremo en el agua, en el fuego, en el aire o en la tierra, nos encontraríamos pues con que la migración de sus despojos profanados por el odio o la venganza, no se produjo.]
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