La mitad de mi vida
Augusto Granados
EDICIONES RIALP
MADRID
© 2020 by AUGUSTO GRANADOS
© by EDICIONES RIALP, S. A.,
Colombia 63, 8.º A, 28016 Madrid.
www.rialp.com
Realización ePub: produccioneditorial.com
ISBN (edición impresa): 978-84-321-5287-0
ISBN (edición digital): 978-84-321-5288-7
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Índice
Portada
Portada interior La mitad de mi vida Augusto Granados EDICIONES RIALP MADRID
Créditos © 2020 by AUGUSTO GRANADOS © by EDICIONES RIALP, S. A., Colombia 63, 8.º A, 28016 Madrid. www.rialp.com Realización ePub: produccioneditorial.com ISBN (edición impresa): 978-84-321-5287-0 ISBN (edición digital): 978-84-321-5288-7 No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org ) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Prólogo
Jacometrezo, 43 (1875)
En la guerrilla navarra (1801-1811)
Madrid, de José Bonaparte a Fernando VII (1811-1816)
Cabalga Chiqui: de correo en La Pampa (1816-1822)
En los albores del nuevo Chile (1822-1845)
El Madrid isabelino (1845-1875)
Agradecimientos
Nota del autor
Autor
Prólogo
—Sí, me suena.
—¿Cómo que te suena? ¡Te lo he contado un montón de veces!
Durante los últimos cincuenta años mi madre me ha contado historias de sus antepasados a las que, por mi apatía o desidia, jamás he prestado la más mínima atención. Que si el abuelo se libró por los pelos de morir fusilado en la guerra. Que si en un viaje a Santander, hace de esto más de sesenta años, bajando el puerto de Los Tornos, vimos cómo una rueda de nuestro coche rodaba por delante, ladera abajo. Que si al abuelo de mi padre, que era juez, le tirotearon en su casa y no le dieron de milagro.
Y cada una de mis tías siempre tiene su versión corregida y aumentada. No, eso no es así. No, eso se lo ha inventado tu madre, es parecido, pero…
Así que son historias que nunca he sabido valorar… hasta el verano pasado.
No sabría decir si fue por afecto ante su dolor, mi madre estaba enferma y estuve acompañándola los fines de semana, o fue por hastío, ya que en el verano de la sierra de Madrid el tiempo es un bien sobreabundante, decidí prestarle atención en torno a una historia cien veces contada sobre la tatarabuela criolla.
Y como esta historia abarca todo el siglo XIX que, por complejo y enrevesado, me resultaba bastante desconocido, decidí, con las pistas y despistes aportados por mi madre, entrar a fondo en ello.
España sufrió cinco guerras en territorio peninsular, más todas las de independencia de las colonias. Pasó de un régimen monárquico absolutista, con dos reyes propios y uno impuesto, a regencias liberales, y de ahí al inicio de un sistema monárquico liberal, a una república, y vuelta a una monarquía semiliberal. Casi nada. Ojo, y no seré yo quien clasifique y encasille estos sistemas políticos. Allá cada cual.
El protagonista del relato que estás a punto de empezar a leer, Nicolás Echeverría “Chiqui”, vivió todo esto participando de forma clandestina, entre las sombras, como uno de los más valiosos confidentes. Además, conoció como un gaucho más el esplendor de La Pampa, salvaje, adictiva y dócil. Participó de forma activa en las primeras relaciones comerciales de Valparaíso, Concepción y Talcahuano con el resto del mundo. Y colaboró en el apasionante proceso de independencia de Argentina, Chile y, de refilón, del Perú.
¿Alguien da más?
Nicolás Echeverría tuvo que aprender, desde sus primeros años, a vivir de forma discreta. Siempre oculto, escondido y reservado, en segundo plano. Observando todo desde la distancia, pero implicándose hasta el final y desarrollando un agudo instinto de supervivencia.
Su vida fue dura aunque, contada por él, no lo parezca. Un niño primero, un adolescente después, y un aventurero casi siempre, su día a día, se desarrolló caminando en “el filo de la navaja” y, si es verdad que en los momentos críticos tuvo fortuna, no me atrevería a decir que disfrutara de una existencia llena de ventura y dicha.
Basada en la vida de Nicolás Echeverría, “Chiqui”, esta novela trata de ver desde dentro, los sucesos del convulso siglo xix.
Y si es del gusto del lector, espero que le sucedan otras andanzas que, o bien contadas en primera persona por Chiqui, o directamente relatadas por los muchos personajes que conoció, están llenas de situaciones en apariencia increíbles de no ser porque son ciertas.
Sin ir más lejos, la vida del que sería suegro de Nicolás, don Augusto Bardel es, sin que él lo buscara en ningún momento, un devenir de acontecimientos dignos de asombro acompañados de una sucesión de extraordinarias sorpresas.
Porque de aquellos polvos nos vienen estos lodos, el siglo XIX, además de apasionante y despiadado, debe ser conocido por todos.
Jacometrezo, 43
(1875)
AUNQUE SE GUARDARÍA MUCHO DE DECÍRSELO a nadie, don Nicolás Echeverría había sufrido la semana anterior una nueva indisposición que le había tenido un par de días en reposo. Sin duda había sido más leve que la primera, hacía casi un año. Pero durante el viaje a Madrid sí que le había asaltado la necesidad de contar a sus íntimos, a modo de legado, algunos pasajes de su vida. «Todos, no. Hay que ser discretos, y algunas cosas podrían perjudicar a determinados amigos…», se había dicho.
Nada más llegar a Madrid, procedente de Pamplona, donde estuvo poniendo orden a su testamento con el notario, fue directamente a cenar a Lhardy. Sabía que sus amigos y correligionarios liberales se reunían todos los días en el salón japonés a intercambiar las noticias más recientes. Un tentempié y una copa de vino le repusieron en un pispás del tortuoso viaje.
Una vez llegado y tras saludar a sus amigos, fue puesto al día de lo que ocurría con las sublevaciones cantonales:
—Sujetos que solo saben mirarse el ombligo, y que no van a llegar a nada porque todos quieren lo mismo: mandar, mandar y mandar —afirmaba el joven Canalejas.
—Acuérdense de que hasta el propio presidente don Estanislao Figueras dijo: «Señores, voy a serles franco, estoy hasta los cojones de todos nosotros» —intervino Miguel Moya, joven periodista que siempre estaba donde había que estar.
—El cantón de Granada ha declarado la guerra al cantón de Jaén y el caudillo del cantón de Cartagena, Toñete, intentó conquistar el cantón de Alicante, el de Motril, y cuando avanzaba sobre Madrid, fue detenido en Chinchilla —añadió con su habitual sorna Montero Ríos—. Esto es cierto, ¿eh, señores?
De la guerra de Cuba:
—Perdida, sin duda desde que se empezó, hace ya siete años. Nuestro país asfixia con impuestos a esa pobre gente, y todo para desarrollar la colonia de Fernando Poo —aseguró el conde de Mós, siempre el más enterado en asuntos de política internacional.
Y de la información que el señor Echeverría aportara a sus amigos, sobre la evolución de la tercera guerra carlista, allá por Navarra:
Читать дальше