Kazuo Ishiguro - Los inconsolables

Здесь есть возможность читать онлайн «Kazuo Ishiguro - Los inconsolables» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los inconsolables: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los inconsolables»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Ryder, un famoso pianista, llega a una ciudad de provincias en algún lugar de Europa central. Sus habitantes adoran la música y creen haber descubierto que quienes antes satisfacían esta pasión eran impostores. Ryder es recibido como el salvador y en un concierto apoteósico, para el que todos se están preparando, deberá reconducirlos por el camino del arte y la verdad. Pero el pianista descubrirá muy pronto que de un salvador siempre se espera mucho más de lo que puede dar y que los habitantes de aquella ciudad esconden oscuras culpas, antiguas heridas jamás cerradas, y también demandas insaciables. "Los inconsolables" es una obra inclasificable, enigmática, de un discurrir fascinante, colmada de pequeñas narraciones que se adentran en el laberinto de la narración principal, en una escritura onírica y naturalista a un tiempo, y cuentan una historia de guerras del pasado, exilios y crueldades, relaciones imposibles entre padres e hijos, maridos y mujeres, ciudades y artistas. Una obra que ha hecho evocar "El hombre sin atributos" de Musil.

Los inconsolables — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los inconsolables», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Bien, no es nada que me preocupe… En fin…, ¿dices que le parecía… que yo tendría que haber estado en otra parte?

– No estoy segura de lo que ha dicho. Era muy amable, pero no hacía más que llamar y llamar por teléfono. La bandeja de pastelillos de pollo se me ha pasado por su culpa. Luego, en la última llamada, me ha preguntado si estaba deseando que llegara el momento. Se refería a la recepción de esta noche en la galería Karwinsky. No me habías hablado de ella, pero lo ha dicho como si contaran también con mi asistencia. Así que he dicho que sí, que estaba deseando ir. Luego me ha preguntado si Boris también quería ir, y le he dicho que sí, que él también, y que también tú, que tú también estabas deseando asistir a esa recepción. Eso, al parecer, la ha tranquilizado. Ha dicho que no estaba preocupada, que se limitaba a mencionarlo, que eso era todo. He colgado y al principio me he sentido un poco decepcionada, pensando que la recepción podía interferir en nuestra fiesta. Pero luego he comprendido que tenía tiempo de dejarlo todo preparado, que podíamos ir y volver pronto a casa, que si no nos entretenían demasiado nada nos impediría celebrar nuestra velada. Y entonces pensé que, bueno, que en realidad era estupendo. Que a Boris y a mí nos vendría de perlas una recepción como ésa. -De pronto se volvió hacia Boris, que cruzaba la sala con parsimonia en dirección a nosotros, y lo abrazó sin miramientos-. Boris, vas a causar sensación. No te preocupes por la gente. Sé tú mismo y te lo pasarás en grande. Vas a causar sensación. Y antes de que te hayas dado cuenta llegará la hora de volver a casa, y celebraremos nuestra gran velada los tres solos. Lo tengo todo preparado, todos tus platos preferidos…

Boris, con expresión cansina, se zafó del abrazo de su madre y volvió a alejarse. Sophie lo vio marchar con una sonrisa en los labios, y se volvió a mí y me dijo:

– ¿No tendríamos que irnos ya? La galería Karwinsky está bastante lejos.

– Sí -dije yo, y miré mi reloj de pulsera-. Sí, tienes razón. -Me volví a la mujer robusta, que había vuelto a la sala, y dije-: Quizá pueda usted aconsejarnos. No sé muy bien qué autobús coger para ir a esa galería. ¿Cree que pasará alguno pronto?

– ¿A la galería Karwinsky? -La mujer robusta me dirigió una mirada de desdén, y sólo la presencia de Boris pareció impedir que añadiera algo sarcástico. Luego dijo-: Por aquí no pasa ningún autobús que lleve a la galería Karwinsky. Primero hay que coger un autobús hasta el centro; luego, esperar a un tranvía enfrente de la biblioteca. No hay forma humana de llegar a tiempo.

– Qué lástima. Confiaba en que hubiera un autobús que nos llevara directamente.

La mujer robusta me lanzó otra mirada despectiva, y dijo:

– Coja mi coche. Esta noche no lo necesito.

– Es tremendamente amable de su parte -dije yo-. Pero ¿está segura de que no…?

– Oh, corte el rollo, Ryder. Necesitan el coche. No hay otra forma de llegar a tiempo a la galería Karwinsky. Y aun en coche… tendrán que salir ahora mismo.

– Sí -dije-. Es lo que estaba pensando. Pero escuche, no queremos causarle ninguna molestia…

– Lo que puede hacer es llevarse unas cuantas cajas de libros. Si mañana tengo que ir en autobús, no podré llevarlas yo.

– Sí, claro. Todo lo que podamos ayudar…

– Llévelas a la librería de Hermann Roth por la mañana, antes de las diez.

– No te preocupes, Kim -dijo Sophie antes de que yo pudiera decir nada-. Déjalo a mi cargo. Eres tan buena…

– Bien, muchachos, será mejor que os vayáis. Eh, jovencito -dijo dirigiéndose a Boris-, ¿por qué no me ayudas a llenar las cajas de libros?

Durante los minutos que siguieron permanecí solo ante el ventanal, mirando el lago. Los otros habían entrado en un dormitorio, y les oía charlar y reír a mi espalda. Pensé en ir a ayudarles, pero comprendí que debía aprovechar la ocasión para poner en orden mis pensamientos sobre la velada que me esperaba, y seguí contemplando el lago artificial. Unos niños habían empezado a chutar un balón contra la valla del extremo más lejano del agua, pero salvo ellos no había nadie en todo el perímetro del lago.

Al final oí que la mujer robusta me llamaba, y caí en la cuenta de que me estaban esperando para marcharnos. Pasé al recibidor y vi que Sophie y Boris, cargados con sendas cajas de cartón, salían ya al pasillo. Cuando empezaron a bajar las escaleras se pusieron a discutir acerca de algo.

La mujer robusta me cedía el paso en la puerta. -Sophie está decidida a que todo salga bien esta noche -me dijo en voz baja al pasar por su lado-. No le falle otra vez, Ryder. -No se preocupe -dije yo-. Haré que todo salga bien. Me dirigió una mirada dura, se volvió y empezó a bajar las escaleras haciendo sonar el manojo de llaves.

La seguí. Habíamos bajado ya dos tramos de escaleras cuando vi que una mujer subía hacia nosotros con paso fatigado. La desconocida pasó junto a la mujer robusta y murmuró un «disculpe», y nos habíamos cruzado ya cuando me di cuenta de que se trataba de Fiona Roberts. Seguía con su uniforme de revisora, y ella tampoco pareció reconocerme hasta el último momento -la iluminación era muy pobre-, pero al hacerlo se dio la vuelta cansinamente, con una mano en la barandilla de metal, y dijo:

– Oh, estás ya aquí… Qué bien que hayas sido tan puntual. Siento llegar un poco tarde. Ha habido un cambio de itinerario, un tranvía en la ruta este, y mi turno se ha demorado. Espero que no hayas tenido que aguardar mucho.

– No, no. -Retrocedí uno o dos escalones-. En absoluto. Pero por desgracia mis compromisos son muchos y…

– No te preocupes, esto no nos llevará más de lo estrictamente necesario. De hecho he telefoneado ya a las chicas, como quedamos; les he telefoneado desde la cantina de la estación, durante el descanso. Les he dicho que me esperen, que voy a ir con un amigo, pero no les he dicho que eras tú. Iba a hacerlo, como quedamos, pero a la primera que he llamado ha sido a Trude, y en cuanto le he oído la voz, cómo me ha dicho: «Oh, sí, eres tú, querida…», bueno, he percibido tantas cosas en esa voz, tanta bilis paternalista… He sabido inmediatamente que se ha pasado el día hablando de mí, llamada tras llamada, con Inge y con todas las demás, charlando de la otra noche, todas ellas fingiendo compadecerme, diciéndose que tienen que tratarme con delicadeza y comprensión, porque al fin y al cabo soy como una enferma y su deber es ser amables conmigo. Pero, claro, no podrán seguir aceptándome en el círculo, porque ¿cómo alguien como yo va a poder ser miembro de la Fundación? Dios, se habrán divertido de lo lindo durante todo el día, he podido oír todo lo que habrán hablado…, lo he captado en el tono en que ella me ha dicho, nada más coger el teléfono: «Oh, sí, eres tú, querida…» Y he pensado, muy bien, no voy a decirte de quién se trata. Veremos a qué te conduce no creerme. Eso es lo que me he dicho. Me he dicho: espero que te quedes de piedra cuando abras la puerta y veas a quién tienes ahí de pie, a mi lado. Espero que lleves puesta la peor ropa que tienes, el chándal, por ejemplo, y que no lleves nada de maquillaje y que se te note perfectamente ese bultito junto a la nariz, y que el pelo lo tengas echado hacia atrás con ese peinado que a veces llevas que te hace quince años más vieja… Y ojalá tu apartamento esté hecho una ruina, con los sofás y los sillones llenos de esas estúpidas revistas, esa prensa del corazón, esas novelas rosas que tanto te gustan y que tienes tiradas por los sofás y encima de los muebles, y estarás tan anonadada que no sabrás qué decir, tan avergonzada por todo que lo empeorarás aún más diciendo una memez tras otra. Y nos ofrecerás algo para tomar y luego te darás cuenta de que no tienes de nada, y te sentirás tan estúpida por no haberme creído… Eso será lo que haré, he pensado. Así que no se lo he dicho, no se lo he dicho a ninguna de ellas. Sólo les he dicho que iba a ir con un amigo. -Hizo una pausa y se calmó un poco. Luego dijo-: Lo siento. Espero no haberte sonado a vengativa. Pero llevo esperando esto todo el día. Me ha permitido seguir, controlar todos esos billetes…, me ha mantenido en pie. Los viajeros deben de haberse preguntado por qué me estaba moviendo por el pasillo así, ya sabes, con ese brillo en los ojos… Bueno, si tienes el día tan apretado será mejor que empecemos enseguida. Podemos empezar por Trude. Inge estará con ella, suele estar en su casa a estas horas, así que podemos empezar con ellas y matar dos pájaros de un tiro. Las otras casi no me importan. Me basta con ver la cara que pondrán esas dos… Bueno, vamos allá.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los inconsolables»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los inconsolables» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los inconsolables»

Обсуждение, отзывы о книге «Los inconsolables» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x