Ella dice que otra vez será, que ya tendréis más ocasiones. Se vuelve y se aleja. Te despiertas, sientes pena, te gustaría recuperar tus recuerdos, recuperar todos los detalles, comprender de dónde viene ese sueño, pero te das cuenta de que estás durmiendo en una cama individual, en una pequeña habitación, escuchas un rumor, fuera los pájaros cantan.
Durante un momento no consigues recordar cómo te has quedado dormido en este lugar, la cabeza te da vueltas, no estás despierto del todo; esa noche has bebido demasiado. Hacía tiempo que no abusabas tanto del alcohol; has mezclado whisky con alcohol chino de cinco cereales, vino tinto, y cerveza, para calmar la sed, cerveza que abrían sin parar. Alguien había traído de Inglaterra whisky escocés, otro había traído de China el Wuliangye, recuerdas que era un grupo de escritores y poetas chinos que se reunían allí, en un barrio del sur de Estocolmo, en un centro internacional que tenía el nombre del primer ministro asesinado, Olof Palme.
Abres los ojos y te sientas. Por la ventana se ve un lago, las nubes están muy bajas, hay una hilera de árboles sobre un césped perfecto, se oye el canto de los pájaros, no hay nadie, una tranquilidad perfecta.
Piensas en la chica del sueño, en la ternura de sus gestos, es una pena que sólo fuera un sueño, ¿cómo has soñado algo tan raro? Es por culpa de ese grupo que ha vuelto a hablar de China, bebisteis demasiado; realmente ese país te da dolor de cabeza. Pero era el objetivo del encuentro, el tema de las charlas era justamente la literatura china contemporánea. Unos suecos habían dado dinero para invitar a unos cuantos escritores chinos, a los que les habían proporcionado los billetes de avión y algo para los gastos durante la estancia, en un lugar ideal para pasar unas vacaciones, con mucha cerveza. Como los impuestos sobre el alcohol fuerte son muy altos, los participantes de la reunión traían sus propias botellas. Bebieron sin parar hasta el amanecer. En verano -julio es la estación de las noches blancas- es de día todo el tiempo, a medianoche todavía hay mucha luz. En el otro lado del lago, el bosque se extiende hasta el horizonte, la luz del alba enrojece el cielo, los pájaros y los insectos todavía duermen. Sobre los enrejados que se extienden delante de las saunas hasta el lago, se oye el murmullo de las conversaciones. El sonido de las voces llega lejos y hace que en la superficie del lago, liso como un espejo, nazcan grandes círculos que se van abriendo hacia el medio. Las algas y las sombras vibran al ritmo de las ondas que se propagan; eso no es un sueño.
Un amigo charla sobre las increíbles novedades que llegan de China y que, naturalmente, no tienen nada que ver con la literatura. Explica que un empleado del zoo llegó por la mañana a su trabajo; las puertas del zoo todavía no estaban abiertas al público, entró por la puerta lateral. Nada más entrar oyó los rugidos del tigre del que se ocupaba habitualmente. Se preguntó por qué el tigre rugía si todavía no era la hora de la comida. Fue a ver qué estaba pasando y descubrió al animal tendido en un charco de sangre, en un rincón de su jaula; no tenía las patas delanteras. Con unas vendas intentaron salvarlo, pero no tenían sangre de tigre para hacerle una transfusión, y aquel animal, que ya había perdido demasiada sangre, murió. «¿Por qué le cortaron las patas?», pregunta uno. «¿Ninguno de vosotros sabe que en China es una tradición consumir las garras de los osos?» «Pero nunca había oído que también se comían las patas de los tigres.» «Con ellas se hace alcohol de hueso de tigre, es un medicamento que se utiliza desde la Antigüedad para curar el reumatismo. Hoy en día, aparte de en los zoos, ¿dónde se puede cazar un tigre?» Todos ríen, luego alguien añade: «Seguro que te has inventado esa historia, eres capaz de cualquier cosa con tal de hablar mal de China». Pero la historia es cierta y apareció en un diario oficial de China continental: «Un amigo me envió el recorte de prensa, era una noticia de dos líneas. En Suecia habría aparecido en primera página. Puede que hasta los ecologistas se hubieran manifestado por las calles. ¿Hay algún partido Verde en Suecia?».
No has ido a tomar el desayuno al restaurante, desde tu ventana ves cómo se marcha el autocar, todos van de visita a Estocolmo.
Después avanzas por un camino de gravilla que sigue el borde del lago; el sendero está rodeado de césped. Por todos lados encuentras grandes sacos de plástico blanco que seguramente contienen la hierba cortada. Las bolsas blancas están dispuestas a lo largo del camino, sobre la hierba del bosque verde oscuro, parecen objetos irreales. De repente, tienes la sensación de haber entrado en un sueño.
El camino conduce al bosque, el lago ha desaparecido, los árboles son más altos, hay muchos pinos. De pronto oyes los gritos de unos chicos y chicas, te emocionas como si volvieras a tu infancia, pero, por supuesto, sabes que tu infancia ya ha desaparecido para siempre. Te paras a escucharlos, quieres estar seguro de que no es ninguna ilusión y aceleras el paso. Al girar por el sendero, hay un claro en el que se encuentran dos chicas. La mayor lleva un pantalón tejano cortado por encima de la rodilla. Cada una carga un saco grande y seguramente están recogiendo piñas. Algo más lejos, un niño corre de un lado a otro con un cazamariposas en la mano. Las dos chicas se paran a veces; no quieres molestarlas, caminas más despacio. Delante, el niño corre y grita, las chicas lo llaman, pero continúa corriendo sin escucharlas; arrastran las bolsas y van hacia él. Sus voces se alejan poco a poco hasta desaparecer por completo. En el camino, lleno de hierba, ya no hay nadie. Tienes la sensación de percibir todavía indistintamente los gritos de los niños; te paras para prestar atención, pero sólo escuchas el viento que roza el extremo de las ramas de los árboles.
Todavía recuerdas lo que soñaste, la sensación que te produjo acariciar sus pequeños y firmes senos, recuerdas el rostro que te era tan familiar; luego te vino a la cabeza otro de tus sueños. Es curioso, a menudo sueñas lo mismo. Se ha convertido en un verdadero recuerdo para ti, como si la joven hubiera existido de verdad. La ves salir del aula con una compañera, tú debes de ser también un compañero de clase, pero te cuesta acercarte a ella, las chicas jóvenes siempre forman grupos animados, también se relacionan con otros chicos, e incluso con hombres, pero tú no consigues entrar en ese círculo. Recuerdas también que vives en un recinto de varias viviendas, tu familia vive en la parte de atrás, pero te cuesta llegar a casa pasando por la parte delantera, donde vive mucha gente; tienes la sensación de que esa chica también vive allí. Entonces los dos sueños se confunden, la joven vive en una casa vieja y que está al final de una callejuela oscura. La vivienda tiene muchos patios, uno detrás de otro, pero ella vive en el primero, en el ala lateral izquierda una vez se pasa el gran portal. Uno de tus compañeros de escuela también vive allí. Vas a verlo para saber si la familia de la chica todavía vive en el mismo lugar, vas, pero no encuentras al compañero de clase. Eso provoca otros sueños, como recuerdos vagos; cuesta distinguir los sueños de los recuerdos. Te acuerdas de cuando eras pequeño, debías de tener cuatro o cinco años, era durante la guerra, tus padres te llevaron con ellos para huir del enemigo, os instalasteis en una gran vivienda en la que reinaba el desorden, pero, en realidad, estás buscando a la chica de las tetas grandes, recuerdos y sueños se mezclan.
Tu infancia aparece como si la vieras a través del humo, o entre la bruma, sólo ves con nitidez algunos puntos; ¿cómo hacer que vuelvan los hechos que se perdieron en el olvido? Es difícil distinguir lo que vuelve poco a poco; no puedes diferenciar lo que pertenece al recuerdo o a la ficción. Además, ¿los recuerdos son exactos? No hay ninguna relación entre uno y otro, aparecen sin ningún orden, y cuando buscas sus huellas, esos puntos luminosos pierden la intensidad y se transforman en frases; tan sólo puedes reagrupar las palabras para formar frases. ¿Se pueden contar los recuerdos? Tienes serias dudas al respecto, como también dudas de las propias posibilidades de la lengua. Si cuentas tus recuerdos o sueños es porque siempre hay cosas magníficas que brillan y que te traen algo de calor, dulzura, deseo y estímulo, pero ¿las frases?
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