Gao Xingjian - El Libro De Un Hombre Solo

Здесь есть возможность читать онлайн «Gao Xingjian - El Libro De Un Hombre Solo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Libro De Un Hombre Solo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Libro De Un Hombre Solo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

…Has escrito este libro para ti, un libro sobre la huida, el libro de un hombre solo. Eres a la vez tu Senor y tu apostol, no te sacrificas por losdemas y no pides que nadie se sacrifique por ti, no puede ser mas justo. Todo el mundo desea la felicidad, por que solo habria de pertenecerte a ti? Dehecho, la felicidad es bastante rara en este mundo? (Gao Xingjian).Un hombre recuerda el principio de su vida en China, su familia, su pais, sus aprendizajes y como esa vida placida desaparece de repente con el estallido dela Revolucion Cultural, que va a acabar con el pensamiento y la libertad. Cada uno va a convertirse desde ese momento en un hombre solo, una mujer sola, unser humano solo ante la desesperanza y el terror. Su supervivencia exige `que el cerebro desaparezca,` que no haya cerebro en las miradas ni en las palabrasni en los actos del dia, y, sin embargo, se puede violar a un ser humano, con violencia fisica o violencia politica, pero no se lo puede poseer porcompleto?, porque su mente siempre le pertenecera. Y esa es la gran belleza de El Libro de un hombre solo, que, reflejando hasta hacernos entremecer la cobardia, el lado oscuro y la tristeza, ha sabidointroducir asimismo la esperanza, se pequeno resplandor en una sociedad espesa como el barro?.La dulzura de los recuerdos y de la infancia, la violencia politica, el amor y tambien el erotismo se mezclan en esta novela sencilla y sorprendente, resumende la vida de un hombre solo y testimonio literario esencial y sublime.Gao Xingjian nacio en Jangsu (China) en 1940. Novelista, poeta, dramaturgo, director de teatro y pintor, como un artista del Renacimiento tiende a abarcarel arte en sus distintas disciplinas, y en cada una deellas investiga una forma personal de expresarse mezclando tecnicas, estilos y generos.

El Libro De Un Hombre Solo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Libro De Un Hombre Solo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¡Miserable! ¡Payaso!

Bastantes años más tarde, leerías algunas memorias que desvelarían poco a poco las luchas internas del Partido. Te darías cuenta de que en las reuniones del Buró Político, Mao Zedong también miraba así a sus mariscales o generales que tenían un punto de vista diferente al suyo, mientras fumaba y bebía té, y que otros mariscales y generales se levantaban furiosos de inmediato para reprimirlos y evitar que el viejo tuviera que gastar saliva.

Evidentemente, tú no mereces a un mariscal o a un general, y es un teniente coronel quien te fustiga: «Insecto rastrero».

Es cierto, sólo eres un minúsculo insecto, ¿qué vale la vida de un insecto?

Después del trabajo, al ir a buscar la bicicleta al cobertizo de la planta baja, se dio de bruces con su colega de despacho, Liang Qin, que se encargaba de su trabajo desde que empezó la rebelión, hacía ya más de dos años. Pero su carrera de rebelde estaba llegando a su fin. Como no había nadie cerca de ellos, le dijo:

– Sal primero y ve despacio después del cruce, tengo algo que decirte.

Liang se subió a la bicicleta, él le siguió y luego llegó a su altura.

– Ven a mi casa a tomar algo -dijo Liang.

– ¿Quién hay en tu casa? -preguntó él.

– Mi mujer y mi hijo.

– No, mejor que hablemos mientras vamos en bicicleta.

– ¿Qué ocurre? -preguntó Liang, que temía que tuviera que darle una mala noticia.

– ¿Qué problema tuviste en el pasado? -preguntó sin mirarlo, como si no le diera mucha importancia.

– ¡Ninguno! -exclamó Liang, que casi se cae de la bicicleta al oír esas palabras.

– ¿Tienes relaciones con el extranjero?

– ¡No tengo ningún pariente en el extranjero!

– ¿Has enviado cartas al extranjero?

– Espera, déjame pensar…

El semáforo estaba en rojo, apoyaron los pies en el suelo.

– Ah, sí, ya me hicieron esa pregunta, hace mucho tiempo -dijo Liang a punto de echarse a llorar.

– ¡No llores, no llores! Estamos en plena calle -dijo él.

El semáforo se puso verde y los vehículos empezaron a circular.

– ¡Hablame con franqueza, no tienes nada que temer, no te comprometería! -Liang Qin se paró-. Lo único que te digo es que sospechan de ti, algo relacionado con el espionaje, ten cuidado.

– ¡Qué dices!

El dijo que tampoco lo veía muy claro.

– Lo único que hice fue escribir una carta a Hong Kong, a uno de mis vecinos, con quien crecí; hace tiempo que se fue con una tía suya a Hong Kong. Le escribí para que me comprara un diccionario de argot inglés. Nada más, no pasó nada más. Era la época de la guerra de Corea, acababa de conseguir mi diploma en la universidad, estaba en el ejército, trabajando como intérprete, en un campo de prisioneros…

– ¿Y recibiste el diccionario? -preguntó él.

– No. ¿Eso quiere decir que… aquella carta nunca llegó a su destino? ¿Se la quedaron? -preguntó Liang.

– ¿Quién sabe?

– ¿Sospechan que mantengo relaciones con los servicios de inteligencia del extranjero?

– Eso lo has dicho tú.

– ¿Tú también piensas lo mismo? -preguntó Liang inclinando la cabeza.

– ¡Claro que no! ¡Si fuera así, no te lo habría contado! ¡Sé prudente!

Un largo trolebús articulado los rozó, Liang giró su manillar; casi lo atropellan.

– No me extraña que me expulsaran del ejército… -reflexionó Liang, en voz alta, tras caer en la cuenta.

– No era lo más grave.

– ¿Qué más hay? Dímelo todo, puedes estar tranquilo, yo no te denunciaría nunca. ¡Ni aunque me golpearan a muerte!

Liang giró de nuevo el manillar de la bicicleta.

– No estropees tu vida -le aconsejó.

– ¡No pienso suicidarme, nunca haría una estupidez así! ¡Todavía tengo a mi mujer y a mi hijo!

– ¡Es importante que te cuides mucho!

Lo dejó allí sin decirle que estaba en la segunda lista de personas que había que depurar.

Varios años más tarde, ¿cuántos, de hecho?, ¿diez? No, veintiocho años más tarde, en Hong Kong, en tu habitación de hotel, recibiste una llamada de teléfono, era Liang Qin, que había visto en el periódico que estaban representando tu obra de teatro. Al principio ese nombre no te dijo nada, pensaste que se trataba de algún viejo conocido que habrías visto una o dos veces. Quería ver tu obra, pero no tenía entradas, enseguida te disculpaste, las representaciones ya habían acabado, le explicó que era tu antiguo compañero de trabajo, que quería invitarte a cenar. Le dijiste que tenías que tomar el avión muy temprano por la mañana, que realmente ibas muy mal de tiempo, que la próxima vez ya os veríais con más calma. Entonces te dijo que pasaría por el hotel a verte; era difícil negarse. Después de colgar el teléfono, recordaste quién era y vuestra última conversación en bicicleta te vino a la mente en ese momento.

Una media hora más tarde estaba en tu habitación, vestido con un traje occidental y zapatos de cuero, llevaba una camisa de lino, corbata de tono grisáceo; no parecía uno de esos nuevos ricos de China continental. Cuando te estrechó la mano, no tenía ningún reloj Rolex o cadena de oro brillante, ni un grueso anillo de oro; sus cabellos eran de color azabache -seguramente teñidos, dada su edad. Te explicó que hacía muchos años que estaba en Hong Kong. Justamente el amigo de infancia a quien le escribió para pedirle que comprara aquel diccionario, cuando supo, con pesar, todos los problemas que causó aquella carta, se encargó de sacarlo del país. Actualmente, había abierto una empresa; su mujer y su hijo emigraron a Canadá, donde compraron el pasaporte. Te dice con una gran franqueza: «He ganado bastante dinero durante estos últimos años, no soy un gran capitalista, pero no tendré ningún problema para pasar los últimos años de mi vida con comodidad. Mi hijo ha conseguido el doctorado en Canadá, ya no tengo nada de que preocuparme, yo voy constantemente a verlo; si un día se ponen mal las cosas en este lugar, me iré a Canadá y me quedaré allí». Luego añadió que te agradecía mucho la frase que le dijiste.

– ¿Qué frase?

La habías olvidado.

– ¡No estropees tu vida! Si no me hubieras dicho eso, no sé cómo habría conseguido resistir.

– Mi padre no lo consiguió.

– ¿Se suicidó?

– Casi. Por suerte, un viejo vecino lo encontró y llamó a una ambulancia. Lo llevaron al hospital y después lo enviaron a un campo de reeducación, donde lo tuvieron durante varios años. Tres meses después de que lo soltaran, se puso enfermo y murió.

– ¿Por qué no le previniste entonces? -preguntó Liang.

– ¿Quién se habría atrevido a contar esas cosas por carta? Si hubieran interceptado una carta así, ninguno de los dos habría salvado el pellejo.

– Claro, pero ¿qué problema tenía?

– Hablemos mejor de tu problema.

– Bueno, mejor no hablemos más. -Suspiró, y mantuvieron un largo momento de silencio-. ¿Cómo vives?

– ¿Qué entiendes por cómo?

– Me refiero a si tienes suficiente dinero, sé que eres escritor…, ya entiendes lo que quiero decir.

– Ya entiendo -dices tú-. Voy tirando.

– No debe de ser fácil ganarse la vida en Occidente escribiendo, ya me lo imagino, sobre todo para un chino. No es lo mismo que hacer negocios.

– Es la libertad -dices que lo que quieres es la libertad-. Sólo quiero escribir lo que me apetezca.

Liang inclinó la cabeza, luego añadió, tomando valor:

– Si alguna vez… te hablo con sinceridad, si alguna vez estás un poco corto de dinero, si te falta algo, dímelo. No soy un gran empresario, pero…

– Un gran empresario no diría eso… -dices riendo-. Cuando hacen donaciones siempre es para conseguir algo. Cuando dan dinero para la creación de escuelas, por ejemplo, lo hacen para consolidar los negocios con su país.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Libro De Un Hombre Solo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Libro De Un Hombre Solo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Libro De Un Hombre Solo»

Обсуждение, отзывы о книге «El Libro De Un Hombre Solo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x