Orhan Pamuk - El libro negro

Здесь есть возможность читать онлайн «Orhan Pamuk - El libro negro» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El libro negro: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El libro negro»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Galip se despide de Ruya su mujer, como todos los días, sale de su casa, como todos los días, llega a su despacho de abogado, como todos los días. La noche cambiará su vida, nada será como fue siempre. En diecinueve palabras, en una pequeño papel arrancado de un cuaderno, Ruya le dice que se va,que le ha dejado. Para Galip comenzará una búsqueda de su mujer a través de los indicios, reales o no, que la vida le ha dejado o le va dejando. Su búsqueda será la búsqueda de ella desde él mismo y de el complejo mundo que conforma la sociedad Turca, casi siempre interpretada por los artículos de un periodista Celal, su tío, que deambula por Estambul buscando, él también, el origen y el fin de la vida de tantos hombres, de tantas mujeres, de tantas cosas que se perdieron…

El libro negro — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El libro negro», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Y así el Príncipe comenzaba a dictarle al secretario cómo se había librado uno a uno de todos los libros que le habían influido. Había quemado todos los volúmenes de Voltaire que había en el pabellón porque, según lo leía, según lo recordaba, el Príncipe se convertía en un francés más inteligente que él, más ingenioso, ateo y bromista, pero que le impedía ser él mismo, escribía el Secretario. Había ordenado que se llevaran del pabellón todos los volúmenes de Schopenhauer porque a causa de aquellos libros el Príncipe se había identificado con una persona que meditaba durante horas y días sobre su propia voluntad y por fin había descubierto que aquel pesimista con el que se identificaba no era un príncipe que algún día habría de ocupar el trono otomano, sino el mismísimo filósofo alemán, escribía el Secretario. Y los tomos de Rousseau, en los que tanto dinero se había gastado para conseguirlos, también había hecho que se los llevaran del pabellón después de hacerlos pedazos porque le convertían en un salvaje que intentaba continuamente atraparse en flagrante delito. «Ordené que quemaran a todos aquellos pensadores franceses, Deltour, De Passet, Morelli, que mantenía que el mundo era un lugar comprensible, y Brichot, que opinaba justo lo contrario, porque al leerlos me veía como un catedrático polemista y sarcástico que intenta refutar las estúpidas observaciones de los pensadores que le han precedido y no como debía verme, como un futuro sultán», decía el Príncipe. Había ordenado quemar Las mil y una noches porque los sultanes que paseaban disfrazados, con los que el Príncipe se había identificado gracias a ese libro, ya no eran el tipo de sultán que él debía ser. También había quemado Macbeth porque cada vez que lo leía se veía a sí mismo como un cobarde sin voluntad dispuesto a mancharse las manos de sangre por conseguir el trono y lo peor era que, en lugar de avergonzarse de ser así, sentía un orgullo poético. Alejó del pabellón el Mesnevi de Mevlâna porque cada vez que se sumergía en las historias de aquel confusísimo libro se identificaba con un santo que creía optimista que las historias confusas eran la esencia de la vida. «Quemé al jeque Galip porque cuando lo leía me veía como un triste enamorado -explicaba el Príncipe-. Y a Bottfolio porque al leerlo me consideraba un occidental que quisiera ser oriental, y a Ibn Zerhani porque al leerlo me consideraba un oriental que quisiera ser occidental, porque no quería considerarme ni oriental, ni occidental, ni apasionado, ni loco, ni aventurero, ni nada que hubiera salido de los libros». Después de aquellas palabras el Príncipe repetía apasionadamente el estribillo que a lo largo de seis años le había hecho escribir al Secretario innumerables veces en tantos cuadernos: «Sólo quería ser yo mismo, sólo quería ser yo mismo, quería ser sólo yo mismo».

Pero sabía que no era nada fácil. Después de librarse de una serie de libros y una vez que ya no oía los ecos de las historias que aquellas obras le habían seguido contando durante años, al Príncipe le resultaba tan insoportable el silencio del interior de su mente que, aunque de mala gana, enviaba a alguno de sus hombres a la ciudad a comprar nuevos libros. En un primer momento se burlaba de los autores de aquellas obras que devoraba en cuanto abría el paquete; luego, furioso, quemaba los libros ceremoniosamente pero, como seguía oyendo sus voces en su mente y como, aunque no quisiera, imitaba a sus autores, decidía que sólo podría librarse de ellos leyendo otros libros y, sintiendo con amargura que sólo un clavo arranca otro clavo, enviaba a alguno de sus hombres a Beyoglu o a Bábiáli, a las librerías en que vendían libros extranjeros, donde los esperaban ansiosos. «Después de que el príncipe Osman Celâlettin Efendi decidiera ser él mismo, combatió con los libros exactamente diez años», escribió un día el Secretario, pero el Príncipe lo corrigió: «No escribas "combatió" sino "peleó"». Después de pelear diez años con los libros y con las voces que se oían en ellos, el príncipe Osman Celâlettin Efendi comprendió que sólo podría ser él mismo creando sus propias historias, elevando su propia voz contra las voces de aquellos libros y tomó un Secretario a su servicio.

– Durante esos diez años el príncipe Osman Celâlettin Efendi no sólo peleó con los libros y sus historias, sino con todo lo que comprendía que le impedía ser él mismo -añadía a gritos el Príncipe mientras bajaba desde lo alto de las escaleras, y el Secretario anotaba cuidadosamente aquella frase y las que la seguían, pronunciadas por el Príncipe con convicción y entusiasmo por milésima primera vez y con la misma determinación que la primera a pesar de haberlas repetido ya en miles de ocasiones. El Secretario también escribió que a lo largo de esos diez años el Príncipe no sólo había peleado con los libros, sino también con los objetos que lo rodeaban y que lo coartaban tanto como los libros. Porque todos aquellos muebles, las mesas, los sillones, las mesitas lo distraían proporcionándole una comodidad o una incomodidad necesarias o innecesarias; porque todos aquellos ceniceros y candelabros retenían su mirada y el Príncipe no podía concentrarse en las ideas que le permitirían ser él mismo; porque los óleos de las paredes, los floreros de las mesas y los blandos cojines de los sofás lo transportaban a estados espirituales que no pretendía; porque todos aquellos relojes, cuencos, plumas y viejas sillas estaban cargados de referencias y recuerdos que le impedían al Príncipe ser él mismo.

El Secretario escribió que durante aquellos diez años el Príncipe había peleado, además de con todos los objetos que había apartado de su vista, rompiendo algunos, quemando otros y tirando el resto, con los recuerdos que siempre lo convertían en otro. «Me hacía perder la cabeza el encontrar de repente en medio de lo que pensaba o lo que imaginaba un detalle del pasado, pequeño, simple, sin importancia, que aparecía años después como un asesino despiadado que quisiera matarme o como un loco que hubiera perseguido durante años una venganza incomprensible», decía el Príncipe. Porque era algo horrible que alguien que debía pensar en la vida de millones y millones de pobres gentes tras ascender al trono otomano se encontrara de repente en medio de sus reflexiones con un cuenco de fresas que había comido de niño o con una frase estúpida dicha por algún inútil agá del harén. Un sultán, cuya obligación era ser él mismo y que debía concentrarse solamente en sus propios pensamientos, en su propia voluntad y en los resultados de sus decisiones, no, sólo un sultán no, cualquiera, debía oponerse a la agradable y caprichosa música de los recuerdos que le impedían ser él mismo. «Para luchar contra los recuerdos que mancillaban la pureza de sus reflexiones y de su propia voluntad, el príncipe Osman Celâlettin Efendi ordenó secar todas las fuentes de olor de su pabellón, destruir todos los objetos y ropa que le eran familiares, perdió toda relación con ese arte estupefaciente llamado música y con el piano blanco que jamás había tocado e hizo pintar de blanco todas las paredes del pabellón», escribió en cierta ocasión el Secretario.

– Pero lo peor de todo, más insoportables que todos los recuerdos, objetos y libros, eran las personas -añadía el Príncipe recostado sobre un sofá que aún no había tirado y después de haberle hecho leer al Secretario lo que había escrito. Llegaban de cualquier manera: aparecían de repente en los momentos más inesperados, a las horas más inconvenientes trayendo consigo asquerosos cotilleos y rumores inútiles. Querían hacerte un favor y sólo conseguían perturbar tu paz espiritual. Su cariño, más que tranquilizador, resultaba asfixiante. Hablaban para demostrar que tenían algo en la cabeza. Te contaban historias para convencerte de que eran personas interesantes. Te molestaban para demostrarte que te querían. Quizá todo aquello no fuera tan importante, pero el Príncipe, que se moría por ser él mismo y que sólo quería quedarse a solas con sus reflexiones, después de cada visita de aquellos imbéciles, de aquellos innecesarios, desapasionados y vulgares cotillas, durante largo tiempo sentía que no podía ser él mismo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El libro negro»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El libro negro» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El libro negro»

Обсуждение, отзывы о книге «El libro negro» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x