Lucía Etxebarria - Beatriz y los cuerpos celestes

Здесь есть возможность читать онлайн «Lucía Etxebarria - Beatriz y los cuerpos celestes» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Beatriz y los cuerpos celestes: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Beatriz y los cuerpos celestes»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Premio Nadal 1998
Tres mujeres: Cat, lesbiana convencida, Mónica devorahombres compulsiva Y Beatriz, que considera que el amor no tiene género. Tres momentos de la vida de una mujer y dos ciudades, Edimburgo y Madrid, para una novela únicasobre el amor a los amigos, a la familia y a los amantes.

Beatriz y los cuerpos celestes — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Beatriz y los cuerpos celestes», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Nos pasábamos la vida, desde entonces, discutiendo. Las broncas eran diarias, las razones, lo de menos. A mi madre no le gustaba nada de lo que yo hacía, nada en lo que ella no pudiera intervenir. No le gustaba que afirmase una personalidad propia, independiente de la suya. Por tanto no le gustaba ni mi ropa, ni los libros que leía, ni la música que escuchaba. No le gustaba que contase con un espacio propio que ella no podía compartir, transformar, comprender siquiera, en el que ella no podía entrar excepto como invitada; por tanto no le hacía nunca gracia el estado de mi cuarto. No importa cuanto limpiase u ordenase, nunca estaba perfecto a no ser que lo limpiase ella. No le gustaba que tuviese existencia propia fuera de su casa, así que se empeñaba en controlar mis horarios y mis salidas. Y sobre todo, no le gustaba que quisiese a otras personas como la había querido a ella. No hace falta decir que odiaba a Mónica y que no perdía oportunidad de desacreditarla.

– Quiero enseñaros algo -dijo Mónica.

La seguimos hasta el vestidor de su madre como dos novicios tras la suma sacerdotisa que los condujera a la cámara secreta del templo. Yo ya conocía aquella especie de cubículo casi escondido en un rincón del dormitorio de los padres de Mónica. Se trataba de una especie de habitación minúscula revestida de espejos que contenía todo el modelerío de Charo. Vestidos de precios exorbitados -cada modelo podía costar el sueldo mensual de un padre de familia de Carabanchel- que colgaban de sus perchas flojos como sudarios, atavíos suficientes para vestir a una congregación entera de clarisas el día que decidieran colgar los hábitos. Al fondo, apoyado contra la pared, se alzaba un tocador de estrella de cine, rematado con un enorme espejo rodeado de un rosario de bombillitas. Mónica abrió uno de los cajones, el último, y aparecieron unos ligueros negros, doblados, que aparentaban el aire siniestro de unos murciélagos dormidos.

– Ahora veréis. Os vais a quedar muertos.

Fue retirando cuidadosamente aquella ropa interior y amontonándola sobre el tocador, descubriendo el tesoro que aquella primera capa de sedas y encajes escondía, hasta que, por fin, en el fondo del cajón, apiladas unas sobre las otras como los ladrillos de un muro, aparecieron una veintena sobrada de cajas de pastillas. A Mónica no pareció sorprenderle el descubrimiento. Y a mí tampoco.

– Bienvenidos al secreto de los eternos cincuenta kilos de Charo Bonet. Anfetaminas para mantenerse delgada y tranquilizantes para superar la histeria que producen las anfetaminas.

Allí había pastillas suficientes como para abastecer un autobús de bakalaeros yendo de excursión a Ibiza. Coco pegó un silbido de admiración.

– Algunas veces he pensado en cargarme a mi madre con una sobredosis de valium -prosiguió Mónica-. Se mete tantas píldoras que nadie sospecharía.

– ¿Y cómo se las ibas a meter? ¿Con un embudo?

La pregunta que le formulé me la había hecho muchas veces a mí misma. Yo también fantaseaba a menudo con la posibilidad de hacer desaparecer a mi madre. Por el mismo método.

– Vaya con la Charo… -Coco examinaba las cajas una por una, con aire profesional-. Este cajón es un auténtico arsenal. De verdad, no me extraña que hayas salido yonqui con semejante madre.

– Perdona, bonito -puntualizó Mónica-. Yo no soy yonqui. Me pongo de cuando en cuando, que no es lo mismo.

– Pues con todo el valium y los neorides que tienes aquí, creo que te podías ahorrar la pasta que te gastas en jaco. Cuatro pastillitas de éstas al gaznate con un buen trago de güisqui, y ya vas puesta para toda la semana.

Me sorprendió comprobar que los nombres de muchas de las pastillas que Charo atesoraba coincidían con las que había en el botiquín de mi madre. Al fin y al cabo, nuestras madres no eran tan distintas como ellas (sobre todo Charo) pretendían.

Charo parecía muchísimo más joven que mi madre, aunque apenas se llevaran diez años. Su cuerpo, reconstruido gracias al bisturí, remodelado merced a la silicona, afirmado a base de sesiones de gimnasia, suavizado por cremas y óleos santos, no tenía edad. Se enorgullecía de mantener el tipo de sus veinte años, aunque estoy segura de que a los veinte años no poseía ese par de tetas que yo le había conocido y que desafiaban la ley de la gravedad. A los cuarenta y tantos, desde luego, podía presumir de mejor tipo que cualquiera de nosotras dos.

Se cortaba el pelo cada quince días para mantener impecable el corte aparentemente desaliñado, y lo llevaba teñido de un caoba imposible, tan brillante que parecía un casco bruñido, aunque ella debía de pensar que su cabello ofrecía un aspecto muy natural y juvenil.

Su cara había conocido el lifting y el peeling y el modelling, y como resultado Charo exhibía un sospechoso parecido con numerosas presentadoras de televisión que, como ella, también eran clientas de Enrique Moreneo. Sus labios de patito recordaban a los de Michelle Pfeiffer (colágeno), y su nariz chatita era idéntica a la de Isabel Preysler (bisturí). Ella insistía en afirmar que sólo se había hecho pequeños retoques. Por si acaso, nadie en su casa sabía dónde guardaba los álbumes de fotos familiares que databan de antes de su reconstrucción.

Llevó mochilas a la espalda antes de que las usara nadie, cuando eso sólo se veía en Nueva York. Se pasó a Cerrutti cuando las demás todavía iban por Prada. Se tiñó el pelo de platino antes que la propia Linda Evangelista, y se puso pantalones de campana (de Cedosce) cuando imperaba el pitillo. No en vano era la directora de una revista de moda.

Muchísima gente opinaba que era monísima, incluidos numerosos amigos de nuestra edad, pero a Mónica y a mí nos parecía un adefesio. Y no opinábamos así por despecho o por envidia. A mí su cara me resultaba inexpresiva hasta extremos aterradores. Supongo que con tanto colágeno y tanto lifting le debía de resultar difícil sonreír. O quizá, como hacía mucho tiempo que no sonreía con naturalidad, llevada por un impulso irreprimible y no forzada por las convenciones sociales, ya se le había olvidado cómo se fruncían los labios en una sonrisa espontánea. Sin maquillaje (o sea, a la hora de desayunar) su piel exhibía una textura opaca, desvaída, y cuando se había maquillado (inmediatamente después de desayunar y antes de salir pitando a la redacción) parecía que llevase puesta una máscara porque, a poco que uno se acercase, podían advertirse los polvos compactos sobre el tono arcilloso de la base, y su rostro recordaba a una masa para hacer tortas, grumosa y enharinada a la vez. Pero repito que mucha gente la encontraba monísima. Ese tipo de replicantes tienen mucho público; para comprobarlo sólo hace falta agarrar el mando a distancia y hacer un barrido por las cadenas de televisión a las nueve de la noche.

Charo se casó muy joven y fue madre a los veintipocos años. Su matrimonio duró muy poco, apenas lo suficiente para que Mónica conservara un borroso recuerdo de la convivencia con su padre. Cuando se separaron, él se marchó a Argentina, desde donde telefoneaba dos veces al año: por Navidad y por el cumpleaños de su hija. Aunque el acuerdo de separación estipulaba que el padre tenía derecho a pasar un mes de vacaciones con su hija, en la práctica Mónica apenas había recibido cuatro visitas de su padre desde la separación, y en ninguna de ellas permaneció en Madrid más de una semana. Su padre tampoco se hacía cargo del pago de la pensión que le correspondía a Charo en concepto de manutención y gastos escolares de la niña, como Charo se encargaba de recordar a Mónica por lo menos dos veces al día.

Charito empezó como secretaria en la redacción de una emisora de radio, y poco a poco fue, como suele decirse, labrándose una carrera en el campo del periodismo. Fuera a base de follar con quien tenía que follar, fuera a base de mucho esfuerzo y de cierto talento para las relaciones públicas, el caso es que Charo acabó al mando de una de las tres revistas de moda más importantes del país.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Beatriz y los cuerpos celestes»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Beatriz y los cuerpos celestes» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Beatriz y los cuerpos celestes»

Обсуждение, отзывы о книге «Beatriz y los cuerpos celestes» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x