O estaba demasiado exhausto para discutir. La pelea con él llegaría después, supo que lo haría pero ahora mismo todo lo que quería era jabón y agua caliente. Y algún tiempo para estar solo.
– ¿Qué me dice? – Preguntó el Sr. X.
– Sí, sensei. -A O no le importaba lo que tuviera que hacer, lo que tuviera que decir. Sólo quería escapar de la cama… del cuarto… de la cabaña.
– Hay algunas ropas en el armario. ¿Está bien para conducir?
– Sí. Sí… estoy bien.
O imaginó la ducha de su casa, el cremoso azulejo y las juntas blancas. Limpio. Muy limpio. Y lo estaría, también, cuándo saliera de ella.
– Quiero que me haga un favor, Sr. O. Cuando vuelva a su trabajo, recuerde todo lo que ha pasado. Manténgalo, consérvelo fresco en su mente, y sáquelo de sus temas. Puedo estar irritado por su iniciativa, pero le despreciaría si se volviera suave conmigo. ¿Nos entendemos?
– Sí, sensei.
El Sr. X se dio la vuelta, pero después miró por encima de su hombro. -Creo saber por qué Omega le dejó sobrevivir. Cuando salió, él estaba absolutamente elogioso. Sé que le gustaría verlo otra vez. ¿Le diré que se alegrará se sus visitas?
O hizo un sonido estrangulado. No podría aliviarlo.
El Sr. X rió suavemente. -Quizá no.
Mary aparcó en el aparcamiento del TGI Friday. Mirando alrededor hacia los coches y camionetas, se preguntó cómo diantres había estado de acuerdo en encontrarse con algún hombre para cenar. Sobre lo que podía recordar, Bella la había llamado por teléfono y le había hablado de ello esa mañana, pero maldita sea si podía recordar algún detalle.
No obstante, no se quedaba con mucho. Mañana por la mañana iría al doctor para el reconocimiento, y con eso colgando sobre ella, se sentía aturdida. Como anoche, por ejemplo. Podría haber jurado que había ido a algún sitio con John y Bella, pero la tarde era un total agujero negro. En el trabajo pasó lo mismo. Hoy lo había experimentado en la oficina legal, cometiendo errores simples y teniendo la mirada perdida.
Cuando salió del Civic, se reforzó mentalmente lo mejor que pudo. Tenía una deuda con el pobre hombre, encontrando que necesitaba esforzarse para estar alerta, pero aparte de eso, no sentía ninguna presión. Lo había aclarado con Bella, solo eran amigos. Comprobándolo. Encantada de conocerte; nos vemos.
Cuál habría sido su actitud si no se hubiese distraído con la lotería médica – ruleta rusa que colgaba sobre su cabeza. Aparte del hecho que podría estar enferma otra vez, estaba muy lejos de tener práctica con todo eso de las citas y no buscaba volver a estarlo. ¿Quién necesitaba el drama? Muchos tipos solteros a principios de los treinta todavía andaban buscando diversión o habrían estado casados ya, y ella era la anti-diversión, del tipo murmullo-muerto. Seria por naturaleza, con alguna dura experiencia.
Y ella no parecía una fiesta, tampoco. Su poca notoria cabellera retirada hacia atrás en su cabeza estaba estirada y recogida con una goma. El suéter tejido irlandés de color crema que llevaba era holgado y caliente. Sus pantalones color caqui eran muy cómodos, sus zapatos planos, marrones y rallados en los dedos de los pies. Probablemente parecía la madre que nunca sería.
Cuando entró andando en el restaurante, se dirigió a la encargada y fue dirigida hacia un reservado en la esquina de atrás. Cuando dejó su bolso, olió a pimientos verdes y cebollas y miró hacia arriba. Una camarera con una bandeja de acero se movía rápidamente.
El restaurante estaba ocupado, una gran cacofonía levantándose por todo el lugar. Mientras los camareros bailaban por todos lados con bandejas de comida humeante o de platos usados, las familias y las parejas y los grupos de amigos se reían, hablaban, discutían. El alocado caos la impresionó más que de ordinario, y sentada allí sola se sintió completamente aparte, un problema difícil entre las personas.
Todos ellos tenían felices futuros. Ella tenía… más citas para ir al doctor.
Con una maldición, devolvió sus emociones a su lugar, disminuyendo el catastrófico pánico, olvidando la determinación de no pensar obsesivamente en la Dra. Delia Croce esta noche.
Mary pensó en los jardines y sonrió un poco, entonces una camarera llego hasta de la mesa. La mujer puso un vaso de agua de plástico, rebasándose un poco.
– ¿Está esperando a alguien?
– Sí, lo estoy.
– ¿Quiere beber algo?
– Esto está bien. Gracias.
Cuando la camarera se fue, Mary sorbió el agua, sabía a metal, y apartó el vaso. Por la esquina de su ojo percibió una ráfaga de movimiento en la puerta principal.
Santo… Wow.
Un hombre entró andando en el restaurante. Un de verdad, de verdad…un muy excelente hombre.
Era rubio. Una hermosa estrella de cine. Y monumental en un abrigo negro de cuero. Sus hombros eran tan anchos como el marco de la puerta por la que había pasado, sus piernas tan largas que era más alto que cualquiera en el lugar. Y mientras caminaba a grandes pasos a través del nudo de personas de la entrada, los otros hombres miraban hacia abajo o hacia fuera o a sus relojes de pulsera, como si supieran que no podían competir hasta que hubiera pasado.
Mary frunció el ceño, sintiendo como si lo hubiera visto antes en algún sitio.
Sí, estaba llamado a la pantalla grande, se dijo a sí misma. Tal vez había empezado alguna película aquí en la ciudad.
El hombre se aproximó a la encargada y paseó su mirada por la mujer como si la sometiera a juicio por el tamaño. La pelirroja parpadeo con incredulidad quedándose estupefacta, pero entonces claramente sus receptores de estrógeno acudieron al rescate. Ella se retiró el pelo, como si quisiera asegurarse de que advertía las cosas, y luego ladeó hacia afuera su cadera como si se hubiera desencajado.
No te preocupes, Mary pensó. Él te ve, cariño.
Cuando los dos se movieron a través del restaurante, el hombre examinó cada mesa, y Mary se preguntó con quien comería.
Ajá. Dos reservados más allá había una rubia sola. Su suave suéter azul era muy ajustado, el abrigo de angora mostraba sus deslumbrantes activos. Y la mujer irradiaba anticipación cuando lo vio venir directo por el restaurante.
Bingo. Ken y Barbie.
Bueno, no realmente Ken. Mientras el tipo caminaba, había algo en él que no era WASP y (anglosajón, blanco y protestante) bien parecido a pesar de su asombroso aspecto general. Algo… animal. Él no se comportaba como lo hacían las otras personas.
De hecho, se movía como un depredador, gruesos hombros que rodaban con su modo de andar, cambiando de dirección, escudriñando. Ella tenía la incómoda sensación de que si él lo quisiera, podría arrasar con todo el mundo en el lugar con sus manos desnudas.
Requiriendo toda su fuerza de voluntad, Mary se forzó a sí misma a quedarse mirando fijamente su vaso de agua. Ella no quería ser como todos los demás tontos mirándolo estúpidamente.
Oh, caramba, ella tuvo que mirar hacia arriba otra vez.
Él había pasado de la rubia y estaba de pie delante de una morena a través del pasillo. La mujer le sonreía ampliamente. Lo que también le pareció razonable.
– Hey. -Dijo él.
Pues bien, qué cosas pasan. La voz era espectacular, también. Una profunda voz arrastrada, resonante.
– Hola, a ti también.
El tono del hombre se agudizó. -Tú no eres Mary.
Mary se tensó. Oh, No.
– Seré quien quieras tú que sea.
– Estoy buscando a Mary Luce.
Oh…Mierda.
Mary despejó su garganta, deseando no estar allí si no en cualquier otro lugar. -Yo soy… ah, yo soy Mary.
El hombre se dio a la vuelta. Cuando los ojos de un azul verdoso se fijaron en ella, su gran cuerpo se puso rígido.
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