Marc Levy - Las cosas que no nos dijimos

Здесь есть возможность читать онлайн «Marc Levy - Las cosas que no nos dijimos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Las cosas que no nos dijimos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las cosas que no nos dijimos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Con más de 15 millones de ejemplares de sus novelas vendidos en todo el mundo, Marc Levy se ha convertido en un referente indiscutible de la literatura contemporánea. Con su nueva novela, Las cosas que no nos dijimos, Levy va un paso más al lá y arrastra al lector a un universo del que no querrá salir. Cuatro días antes de su boda, Julia recibe una llamada del secretario personal de Anthony Walsh, su padre. Walsh es un brillante hombre de negocios, pero siempre ha sido para Julia un padre ausente, y ahora llevan más de un año sin verse. Como Julia imaginaba, su padre no podrá asistir a la boda. Pero esta vez tiene una excusa incontestable: su padre ha muerto.

Las cosas que no nos dijimos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las cosas que no nos dijimos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Julia volvió la cabeza. En la esquina del bulevar y en el lado contrario al que ella le había señalado, parpadeaba un rótulo luminoso sobre la fachada deslucida de un viejo bar.

Julia se levantó, y Anthony la siguió. Subió la calle, aceleró y echó a correr, sintiendo que los últimos metros no terminaban nunca. Jadeante, abrió la puerta del bar y entró.

Habían vuelto a pintar las paredes de la sala, dos lámparas de araña sustituían ahora a los neones, pero las mesas de fórmica eran las mismas y le daban al lugar un estilo retro sumamente atractivo. Detrás del mostrador, que no había cambiado, un hombre de cabello blanco la reconoció.

Un solo cliente ocupaba una silla al fondo del local. Sentado de espaldas, se adivinaba que estaba leyendo el periódico. Conteniendo la respiración, Julia avanzó hacia él.

– ¿Tomas?

16

En Roma, el jefe del gobierno italiano acababa de anunciar su dimisión. Una vez terminada la conferencia de prensa, por última vez aceptó prestarse al juego de los fotógrafos. Los flashes chisporrotearon, irradiando el estrado. Al fondo de la sala, un hombre acodado sobre el radiador guardaba su material.

– ¿No inmortalizas la escena? -preguntó una joven a su lado.

– No, Marina, hacer la misma foto que otros cincuenta tipos no tiene ningún interés. Francamente, no es lo que yo llamo un reportaje.

– ¡Qué malas pulgas tienes, menos mal que al menos eres guapo y así compensas!

– Es una manera como otra cualquiera de decirme que tengo razón. ¿Y si en lugar de escuchar tus sermones te llevara a comer?

– ¿Tienes algún restaurante en mente? -preguntó la periodista.

– ¡No, pero estoy seguro de que tú, sí! Un periodista de la RA IRAI pasó junto a ellos y le besó la mano a Marina antes de desaparecer.

– ¿Quién es?

– Un idiota -contestó ella.

– En cualquier caso, un idiota al que no pareces dejar indiferente.

– Precisamente lo que yo decía, ¿nos vamos?

– Recogemos nuestras credenciales en la entrada y nos largamos de aquí pitando.

Cogidos del brazo, salieron de la gran sala donde había tenido lugar la rueda de prensa y enfilaron el pasillo que conducía hacia la salida.

– ¿Qué proyectos tienes? -preguntó Marina, mostrándole su carnet de prensa al guardia de seguridad.

– Espero noticias de mi redacción. Llevo tres semanas dedicándome a cosas sin ningún interés, como hoy, esperando a diario que me den luz verde para ir a Somalia.

– ¡Excelentes noticias para mí!

A su vez, el periodista tendió su carnet de prensa para que el guardia de seguridad le devolviera el documento de identidad que cada visitante estaba obligado a entregar para poder entrar en el recinto del palazzo Montecitorio.

– ¿Señor Ullmann? -preguntó el agente.

– Sí, ya lo sé, mi apellido de periodista difiere del que aparece en mi pasaporte, pero mire la fotografía de mi carnet de prensa, así como el nombre de pila, y verá que son iguales.

El guardia comprobó la semejanza de los rostros y, sin hacer más preguntas, le devolvió el pasaporte a su dueño.

– ¿Cómo es que no firmas tus artículos con tu verdadero nombre? ¿Es una coquetería de divo?

– La razón es algo más sutil -contestó el periodista cogiendo a Marina por la cintura.

Cruzaron la piazza Colonna bajo un sol de justicia. Numerosos turistas buscaban refrescarse tomando un helado. -Menos mal que has conservado el nombre de pila. -¿Qué habría cambiado eso?

– Me gusta el nombre de Tomas, además te va como anillo al dedo, tienes cara de llamarte Tomas.

– ¿Ah, sí? ¿Qué pasa, que ahora los nombres tienen cara? ¡Vaya ideas se te ocurren!

– Pues claro que sí -prosiguió Marina-, no podrías haberte llamado de otra manera; no te pega nada Massimo, ni Alfredo, ni siquiera Karl. Tomas es exactamente lo que necesitas.

– No dices más que tonterías. Bueno, ¿qué?, ¿adonde me llevas?

– Este calor y ver a toda esa gente comiendo helado me han dado ganas de un granizado, vamos a la Taz za d'Oro, está en la plaza del Panteón, no muy lejos de aquí.

Tomas se detuvo al pie de la columna Antonina. Abrió su bolsa, escogió una cámara a la que le ajustó un objetivo, se arrodilló y fotografió a Marina mientras ésta contemplaba los bajorrelieves esculpidos a la gloria de Marco Aurelio.

– ¿Y ésta no es una foto que sacan igual cincuenta tipos? -preguntó la muchacha riendo.

– No sabía que tuvieras tantos admiradores -sonrió Tomas volviendo a pulsar el botón, esta vez para un primer plano.

– ¡Me refiero a la columna! ¿Me estás sacando a mí?

– La columna se parece a la de la Vic toria de Berlín, pero tú eres única.

– Lo que yo decía, el mérito es todo de tu cara bonita; eres un ligón patético, Tomas, en Italia no tendrías ninguna oportunidad. Anda, vamos, hace demasiado calor aquí.

Marina cogió a Tomas de la mano y se alejaron, dejando la columna Antonina a su espalda.

La mirada de Julia recorrió de arriba abajo la columna de la Vic toria, que se erguía en el cielo de Berlín. Sentado en la base, Anthony se encogió de hombros.

– Tampoco podíamos dar con él a la primera -suspiró-. Reconocerás que si ese tipo del bar hubiera sido tu Tomas, la coincidencia habría sido de lo más pasmosa.

– Ya lo sé, me he equivocado y ya está.

– Quizá sea porque querías que fuera él.

– De espaldas tenía la misma silueta, el mismo corte de pelo, una manera parecida de pasar las páginas del periódico, al revés.

– ¿Por qué ha puesto esa cara el dueño cuando le hemos preguntado si se acordaba de él? Se había mostrado más bien amable cuando le has rememorado vuestros buenos recuerdos.

– En cualquier caso, ha sido muy amable al decirme que no había cambiado, nunca hubiera imaginado que me reconocería.

– Pero ¿a ti quién podría olvidarte, hija mía?

Julia le dio un codazo de complicidad a su padre.

– Estoy seguro de que nos ha mentido y que se acordaba perfectamente de tu Tomas, ha sido justo cuando has pronunciado su nombre cuando se le ha ensombrecido el rostro.

– Para de decir «mi Tomas». Ya no sé siquiera qué estamos haciendo aquí, ni de qué sirve todo esto.

– ¡Pues sirve para recordarme una vez más que elegí bien la fecha al morir la semana pasada!

– ¡Quieres parar ya con eso! ¡Si crees que voy a dejar a Adam para perseguir a un fantasma, estás muy equivocado!

– Hija mía, aun a riesgo de irritarte un poco más, permíteme que te diga que el único fantasma en tu vida soy yo. Me lo has repetido bastantes veces, ¡así que no te creas que en estas circunstancias me vas a quitar ese privilegio!

– No me haces ni pizca de gracia…

– No te hago ni pizca de gracia porque en cuanto abro la boca me interrumpes… De acuerdo, no soy divertido, y no te apetece oír lo que te digo, pero a juzgar por tu reacción en ese bar cuando has creído reconocer a Tomas, no me gustaría estar en el lugar de Adam. ¡Y ahora, anda, dime que estoy equivocado!

– ¡Estás equivocado!

– ¡Pues mira, al menos habré permanecido fiel a esa costumbre! -replicó Anthony cruzándose de brazos. Julia sonrió.

– ¿Y ahora qué he hecho? -Nada, nada -contestó Julia. -¡Vamos, por favor!

– No sé, tienes un lado como chapado a la antigua que no conocía.

– ¡No seas hiriente, por favor! -contestó Anthony poniéndose en pie-. Anda, ven, te invito a comer, son las tres y no has probado bocado desde esta mañana.

De camino hacia su oficina, Adam pasó por una licorería. El dueño le propuso un vino de California con un tanino excelente, mucho cuerpo, quizá un poco fuerte. La idea lo seducía, pero buscaba algo más refinado, a imagen y semejanza de la persona a quien iba destinada la botella. Comprendiendo lo que su cliente deseaba, el comerciante desapareció en la trastienda y volvió con un gran vino de Burdeos. Una añada así no se situaba por supuesto en la misma gama de precios, pero ¿acaso tenía precio la excelencia? ¿No le había dicho Julia que su mejor amigo no sabía resistirse a un buen vino y que, cuando éste era excepcional, Stanley ya no era capaz de controlarse? Dos botellas tendrían que bastar para emborracharlo y, lo quisiera o no, terminaría por confesarle dónde estaba Julia.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las cosas que no nos dijimos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las cosas que no nos dijimos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Las cosas que no nos dijimos»

Обсуждение, отзывы о книге «Las cosas que no nos dijimos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x