Boris Vian - Vercoquin y el plancton

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Vercoquin empieza con una surprise-party y termina con otra, por eso en la parte central se recorren hasta el mareo las estupideces y repeticiones de las oficinas del C.N.U. (Consortium Nacional de la Unificación) Nada menos parecido sin embargo a la mala costumbre de la autobiografía. El lenguaje burbujea con la velocidad del chisteo la genialidad. Se demuestra además que Vian fue el Otro Lado del existencialismo: si bien conversaba en los cafés con Sartre, entre el Ser y la Nada, no elegía nada.

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– ¡Yo también creí eso! -dijo Emmanuel-. Me di cuenta después…

– ¡Es verdad que está muy bien formada! -dijo el Mayor-. Pero, en fin, estoy contento de que ella le haya gustado.

– ¡Usted es un tipo simpá…! -concluyó Pigeon cuyo aliento, vale la pena pensarlo, recordaba bastante la atmósfera de los establecimientos Hennessy. (Cognac, Charente.)

– Venga a dar una vuelta -propuso el Mayor-. Quiero encontrar a Antioche.

– ¿No sabe dónde está? -se asombró Emmanuel.

– No…

– Duerme en la pieza de al lado.

– ¡No es tonto, el muchacho! -aprobó el Mayor admirado-. Estará encerrado con llave, espero.

– Sí -dijo Emmanuel-. Y solo -agregó con envidia.

– Suertudo… -murmuró el Mayor-. Lo mismo venga a dar una vuelta. Dejémoslo dormir.

En el corredor los abordó Lhuttaire.

– Es formidable -les dijo-. Acabo de ver a Gruyer. En plena acción. Hasta la muñeca… No pudo retirar la mano demasiado rápido, si no me partía una botella en la jeta, ¡pero eso estaba bárbaro!

– ¡Hubieras podido esperarnos! -dijo el Mayor-. ¿Qué quieres que hagamos de divertido ahora?

– Siempre se puede tomar un trago -dijo Lhuttaire.

– Vamos.

Al pasar por el hall se detuvieron porque les pareció oír que llamaban.

Era en la puerta de entrada.

– ¡La voz de Miqueut! -murmuró el Mayor… y Emmanuel desapareció como un humo ligero, con un sprint terrible en el corredor y terminó por encaramarse sobre el tanque de agua del water-closet, bien replegado sobre sí mismo y hábilmente camuflado por medio de un viejo zapato.

El Mayor reflexionó rápidamente.

Abrió la puerta.

– Buenas noches, señor Loustalot -dijo Miqueut-. ¿Está bien?

– Gracias, señor -dijo el Mayor-. ¿Y usted?

– Eh… ¿no es cierto?, en este momento tengo en el Consortium a un miembro de la Comisión de Embalajes perdidos y quería pedirle a Pigeon ciertas informaciones… Entonces he venido a molestarlo… ji… ji…

– ¡Búscalo! -le dijo el Mayor a Lhuttaire con un guiño-. Venga por aquí, señor -dijo a Miqueut-. Estará mejor.

Entre el baño y el reducto donde seguían operando los dos gendarmes había un cuartito de trastos que tenía dos sillas y un sinapismo fuera de uso.

El Mayor condujo a Miqueut.

– Estará tranquilo aquí -le dijo.

Lo empujó suavemente al interior.

– En seguida le mando a Pigeon.

Cerró la puerta con doble llave y la perdió inmediatamente.

Capítulo V

A las dos y media de la mañana la surprise-party estaba en su apogeo. Los tilingos estaban divididos en dos grupos de igual importancia: los que bailaban y los que se revolcaban. Estos últimos estaban distribuidos de cualquier manera en las piezas, en las camas, sobre los divanes, en los armarios, debajo de los muebles, detrás de los muebles, detrás de las puertas, bajo el piano (había tres), en los recovecos, en los balcones (con colchas), debajo de las alfombras, sobre los armarios, debajo de las camas, en las camas, en las bañeras, en los paragüeros, aquí y allá, de un lado al otro, en fila india, todavía en otra parte, un poco por todas partes.

Los que bailaban se habían juntado en una sola pieza, alrededor de la orquesta.

Claude Abadie dejó de tocar alrededor de las tres. Iba a ver al día siguiente el match de balón entre los Transportistas de Gazógeno y los Ferroviarios de Interés Local, rugby carretero contra rugby de riel, y quería dormir un poco.

Vidal dejó su trompeta, extirpó el estuche de abajo de las nalgas de D'Haudyt, que le había hecho dos agujeros cónicos, buscó a Emmanuel y habiendo besado al Mayor en la frente se unió a la orquesta que partía. Los muchachos volvieron a poner el pick-up y bailaron de nuevo.

Antioche acababa de despertarse y reapareció en compañía del Mayor.

En el baño, el hombre de la bañera se levantó, abrió el gas, dio vuelta la llave de agua caliente y volvió a dormirse en la bañera, olvidándose, simplemente, de encenderlo.

Pasó media hora…

Miqueut, en su celda, sentía el olor del gas y su fin próximo. Sacó febrilmente una libreta de su bolsillo, tomó su lapicera y se puso a escribir…

– Generalidad a) Objeto del Nothon. El presente Nothon tiene por objeto definir las condiciones en la cuales debe expirar un Sub-Ingeniero principal cuando sufre una asfixia impuesta por el gas a baja presión…

Redactó un pre-Nothon y seguía el plan Nothon…

Entonces, se produjo la catástrofe…

Dos tilingos pasaron cerca del baño. Una disputa a propósito de nada, los enfrentó. Hubo una trompada en un ojo, una vela… un brillo formidable… y el edificio saltó…

Capítulo VI

El Mayor, sentado en el pavimento del patio interior lleno de desechos, taponaba su ojo izquierdo con un pedazo de esparadrapo.

A su lado, Antioche tarareaba un blues.

Eran los únicos sobrevivientes del desastre. Toda la manzana de casas saltó sin molestar a nadie, porque en Billancourt se producía un pequeño bombardeo.

Al Mayor le quedaban su sombrero, su slip y el ojo de vidrio. Antioche tenía su corbata. A algunos metros el resto de su ropa se quemaba con una llama fuliginosa.

El aire olía a diablo y a cognac. El polvo y los escombros caían lentamente en una nube espesa.

Antioche, cuyo cuerpo cubierto antes por un lujuriante vellón, brillaba ahora liso como una piel de mackintosh, reflexionaba, con el mentón en la mano.

Y el Mayor habló.

– En el fondo -dijo- me pregunto si estoy hecho para el matrimonio…

– Yo me lo pregunto… -dijo Antioche.

Boris Vian

1 USTED Ah ese cretino de cabellos rubios 1 ELLA Por otra - фото 2
***
1 USTED Ah ese cretino de cabellos rubios 1 ELLA Por otra parte - фото 3

[1] USTED. -¡Ah! ese cretino de cabellos rubios. [1] ELLA . -Por otra parte, muy gentil; además no tiene cabello rubio. USTED. -En suma, le gustan los cabellos rubios. ELLA (coqueta, riendo.) -¡Sí! USTED (vejado, ya que es castaño.) -Cada cual con su gusto… ELLA . -No sea tonto… (Ríe y se acerca ligeramente colocando la mano derecha sobre su bíceps izquierdo, el brazo replegado. Usted le pasa el brazo derecho alrededor y la aprieta un poco, y dice:) – ¿Pero, no toma? – No me ha servido. Sirve entonces con la mano izquierda libre, beben juntos, y usted moja su corbata. No tiene pañuelo. Molesto, se sienta en el único lugar libre (el Almirante ocupa la casi totalidad del diván). De pie frente a usted, ella seca la corbata con su pañuelo. – Es más cómodo, usted es tan grande… Ella gira un poco para presentar su costado izquierdo y un ligero empujoncito basta para hacerla caer en su rodilla derecha. El resto depende de su imaginación del momento. Al fin ella hace una descripción emocionante del tipo de muchachos que le gusta, después de haberlo mirado a los ojos para no decir castaños si los suyos son azules. Esto pasa en las surprise-parties en las cuales usted no se desanima desde el principio por la pinta sinceramente extravagante de algunas posibilidades. Ese caso puede darse. La técnica se complica mucho. Nota: Se trata siempre de esas surprise-parties decentes donde se fornica en parejas aisladas, y solamente en piezas separadas de la sala de baile por lo menos por una cortina. Las otras surprise-parties son mucho menos interesantes y jamás dan los resultados que pueden obtenerse dirigiéndose a los profesionales de este género de deporte. Vian emplea cheveux filasse, expresión con la que antes de 1755 se llamaba a los cabellos rubios.

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