Ben Pastor - Kaputt Mundi

Здесь есть возможность читать онлайн «Ben Pastor - Kaputt Mundi» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Kaputt Mundi: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Kaputt Mundi»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Aristocrático y cosmopolita, melancólico y contradictorio, Martin Bora es mucho más que un simple oficial de la Wehrmacht. Desde su rango de militar privilegiado en la Roma invadida por las tropas alemanas, donde las atrocidades de la guerra conviven de modo asombroso con un mundo de lujo y exuberancia, Bora ejerce de investigador de casos criminales, dispuesto a jugarse la vida en una lucha contrarreloj por salvar a inocentes.
En este primer caso publicado en castellano, Bora debe aclarar los puntos oscuros del supuesto suicidio de una joven y algo casquivana secretaria de la embajada del Reich. Con la ayuda del inspector de policía Sandro Guidi, Bora se adentrará en una intrincada maraña de odios, traiciones y alianzas secretas donde la curia vaticana desempeña un ambiguo y a veces peligroso papel. Tras una investigación obstaculizada tanto por amigos como por enemigos, las respuestas que aguardan a Martin Bora y al inspector Guidi sacudirán para siempre sus vidas y sus conciencias, uniéndolos, a pesar de sus diferencias, en una lucha contra la barbarie, mientras la bellísima y desolada Roma, con sus gentes, sus invasores y sus cobardes gobernantes, vive los últimos días de un mundo en decadencia.
Ben Pastor conduce con mano maestra el pulso de esta historia, en la que personajes históricos como Dollmann, Kesselring o Caruso se alternan en una trama detectivesca que constituye una impresionante y fidedigna reconstrucción de los últimos días de ocupación nazi. Roma, Caput Mundi, cabeza del mundo, es también escenario de un mundo en destrucción.
«Una originalísima autora de novela negra […]. Una vez más, se demuestra la extraordinaria capacidad para evocar e involucrar al lector que tiene una trama de misterio cuando está en manos expertas.» – La Repubblica
«Mucho más que una simple historia de delincuentes […]. Novela tras novela, Ben Pastor va componiendo uno de los frescos más vigorosos, emocionantes e inteligentes sobre la historia "criminal" del siglo XX. Y Martin Bora es un personaje sencillamente extraordinario.» – Tuttolibri
«Con Ben Pastor la novela negra da un salto de calidad y se impone, más allá de las etiquetas, como literatura a secas, que logra entretener, emocionar y hacer reflexionar.» – Sergio Zavoli
«[Una novela] que se lee con devoción y admiración, y que aumenta el ambiguo encanto de un personaje redondo como Martin Bora.» – La Stampa

Kaputt Mundi — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Kaputt Mundi», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– No sabemos nada de Francesca desde el viernes pasado, inspector. Cuando la vea, dígale que el bautizo será el cuatro de junio en Santa Francesca Romana. Nos encantaría que asistiera. Y usted también, si quiere venir.

Guidi tragó saliva. «Deben de pensar que soy el padre.»

Aquella tarde, en el hospital militar, Treib le devolvió el diario sin hacer más comentarios que cuando lo había recibido. Su rostro comprensivo parecía blando bajo la débil luz cenital.

– ¿Todavía quiere que guarde las cartas?

– Sí, por favor.

– Confía en mí porque soy médico.

– No. Confío en usted porque estuvo en Rusia, igual que yo. Treib asintió con un gesto.

– Muy bien. ¿Qué tal el brazo? Déjeme echarle un vistazo. Después de examinarlo dijo, mientras ayudaba a Bora a ponerse la guerrera:

– ¿Encontró algún culo sano por ahí el mes pasado? Bora, que estaba pensando en la señora Murphy, se sobresaltó. -No.

– No queda mucho tiempo si quiere hacerlo en Roma. A decir verdad, yo estoy demasiado cansado para hacer el amor aunque se me presentase la oportunidad. ¿Cómo dice la canción? Maschine kaputt … Probablemente usted es de ésos a quienes la actividad frenética les excita.

El cirujano necesitaba que le llevaran en coche, y Bora tuvo la amabilidad de acompañarle hasta su piso, unas pocas calles más allá del hospital. Treib tropezó al bajar a la acera.

– Le invitaría a tomar algo, pero estoy agotado.

– Buenas noches.

– Buenas noches. -Con súbita preocupación, Treib se inclinó hacia la ventanilla-. ¿Qué piensa hacer ahora? ¿Adónde irá?

– Al hotel no. Si vuelvo ahora, acabaría en la cama con una puta.

– Vigile, amigo. No vale la pena.

Bora asintió y se alejó en el coche.

Por razones tan oscuras que no se atrevía siquiera a analizarlas, Guidi salió de su apartamento a última hora de la tarde y se dirigió de nuevo hacia su despacho en via Boccaccio. Aparcó el coche y subió por la triste cuesta de via Rasella hasta via Quattro Fontane. Un cuarto de luna estarcida le permitió observar que el Mercedes de Bora no estaba junto al bordillo, pero caminó a lo largo de la calle para asegurarse. Le detuvieron unos guardias de la PAI y unos soldados alemanes, y en ambos casos se dieron por satisfechos con sus papeles. No veía la matrícula del automóvil de Bora (WH 1377445) por ninguna parte; todavía no había llegado al hotel. Guidi se detuvo en la esquina para esperar, aunque no sabía qué esperaba, aparte de ver cómo el alemán llegaba y salía del coche. No tenía nada que decirle. ¿Por qué lo esperaba pues? Tenía un gusto amargo en la boca.

De algún modo tenía que ver con Bora. Era culpa de Bora. Guidi sentía el disparatado y vago deseo de hacer daño al mayor, un obstáculo para su odio hacia los alemanes. Todo era por culpa de lo que Bora había hecho, fuese lo que fuese. Lo que fuese. Estaba furioso con él, resentido por haberle ofrecido su amistad y -esta noche- lo bastante exasperado para hacerle daño. Los esporádicos ecos del frente de Anzio parecían palpables, era como si los sonidos y destellos pudiesen tocarse y cogerse con las manos. Guidi esperaba, con el alma adormecida e inmóvil como un eje en la bobina de sus pensamientos.

El teléfono sonó en la oscuridad. Era un misterio cómo había conseguido Dollmann dar con él en casa de donna Maria. Su voz llegó por el cable, inconfundible por la prudencia con que inició la conversación.

– ¿Está solo, Bora?

– Sí, ¿por qué?

– Sólo quería asegurarme de que no interrumpía nada. Como sé de su interés por la lucha contra los partisanos, me gustaría facilitarle cierta información. Durante la noche un grupo que se hace llamar Unione e Libertà imprimió y puso en circulación unos panfletos. Le leeré un fragmento: «Una vez más se ha escenificado el espantoso juego de la barbarie en nuestra ciudad. El veintiocho del presente, una camarada fue asesinada, sin que mediara provocación alguna, por un alemán en la plaza de Letrán. Los que la conocíamos bien estamos convencidos de que el amor a la libertad no se extinguirá con su muerte. Mientras tanto, llamamos al pueblo romano a rebelarse contra los asesinatos y las torturas», etcétera. He pensado que le interesaría. Es asombroso dónde se encuentran las buenas noticias ahora. ¿Ha cenado ya?

Bora miró la esfera fluorescente de su reloj.

– Es casi medianoche.

– No importa, conozco un sitio donde todavía se puede comer algo.

***

Habían llegado dos coches desde que Guidi estaba allí, pero Bora no se había apeado de ninguno de ellos. Apoyado contra la pared, el inspector se preguntaba si estaría allí de haber tenido noticias de Francesca aquella noche. Enfrente, la imponente puerta del jardín del palacio Barberini le recordaba aquel espantoso jueves de marzo. Cualquier posible amistad con Bora había acabado aquel día, aunque él hubiese logrado sobrevivir. Los otros habían muerto. Estar allí, con la ira que sentía, era una forma de reclamar su sitio junto a los demás. El lento avanzar de las estrellas parecía fruto del esfuerzo de la bóveda celeste, deslucida por el resplandor de la guerra en el horizonte.

¿Qué significaba eso de «hacer daño» a Bora? ¿Cómo hacer daño a un soldado? Sólo había una forma, claro… Guidi cambió el peso de un pie a otro. A veces el mayor bajaba la guardia. ¿Por qué no ahora, mientras regresaba al hotel? Lenta, lentamente las estrellas se deslizaban en el cielo buscando el alero de los tejados para esconderse. Seguro que se podía hacer, dado que alguien había matado a una mujer en pleno día, en una plaza pública, y luego huir. Guidi necesitaba estar allí con toda su ira, su temor y su dolor. Necesitaba creer que era la masacre y el ultraje de haber sobrevivido a ella, no otra cosa, lo que lo había llevado allí.

Ni un hilo de luz, ninguna actividad junto ala entrada revelaba que el restaurante estaba abierto. Dollmann debía de haber llamado antes, porque un camarero les esperaba en la puerta para franquearles el paso. Unos pocos clientes privilegiados ocupaban las mesas, entre ellos algunas mujeres muy bien vestidas. Dollmann advirtió que Bora las miraba, cogió delicadamente la servilleta de la copa que tenía delante y la extendió sobre sus rodillas.

– Yo también tengo mis problemas -le confió de forma ambigua-. Ningún intelectual debería cargar con la desgracia de nuestro estado de abstinencia, pero aquí estamos. Tendría usted que haber tomado medidas en previsión de su, digamos, fragilidad humana. -Al ver que Bora, irritado, guardaba silencio, añadió-: Su defecto es que necesita amigos. Debería conformarse con amantes, parientes y colegas. Su búsqueda es inútil.

Bora suspiró.

– Supone usted que amantes, parientes y colegas no pueden ser amigos.

– En efecto. Ni siquiera yo soy su amigo. Sólo su aliado.

– He tenido amigos, coronel.

– ¿Sí? ¿Qué fue de ellos?

– Algunos murieron.

– ¿Y el resto?

– Ya no somos amigos.

Dollmann esbozó una sonrisa taimada.

– ¿Un cigarrillo?

– No, gracias. Lo dejé hace diez días.

Llegó el menú, eligieron los platos y la bebida, y luego el SS preguntó:

– ¿Por qué lo ha dejado?

Bora se relajó por fin, al parecer divertido por su propia respuesta.

– Me estoy limpiando antes de pasar por la sartén, como un caracol. Probablemente debería comer serrín también.

– ¡Es usted supersticioso!

– Y tengo miedo. -Bora sirvió el vino en la copa de Dollmann y luego en la suya-. Me gustaría decir que es preocupación, pero en realidad es miedo. Hacía tiempo que no me beneficiaba de sus efectos… es muy agradable volver a sentirlo. Me ayuda a correr riesgos aún mayores.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Kaputt Mundi»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Kaputt Mundi» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Kaputt Mundi»

Обсуждение, отзывы о книге «Kaputt Mundi» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x