Array Array - La guerra del fin del mundo

Здесь есть возможность читать онлайн «Array Array - La guerra del fin del mundo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La guerra del fin del mundo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La guerra del fin del mundo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La guerra del fin del mundo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La guerra del fin del mundo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—De modo que lo sabe, es usted cómplice y acaso eminencia gris de todo esto. —El Barón apartó la vista y estuvo un momento cabizbajo, como si reflexionara, pero, en realidad, tenía la mente en blanco, un aturdimiento del que al fin se repuso—. ¿Cree que vale la pena? Quiero decir, tanta mentira, intriga, incluso crímenes, para establecer la República Dictatorial. ¿Cree que algo nacido así será la panacea de todos los males del Brasil?

Pasaron unos segundos sin que Moreira César abriera la boca. Afuera, una resolana rojiza precedía al sol, se oía relinchar a los caballos y voces; en el piso alto, alguien arrastraba los pies.

—Hay una rebelión de gentes que rechazan la República y que han derrotado a dos expediciones militares —dijo el Coronel de pronto, sin que su voz firme, seca, impersonal, se hubiera alterado lo más mínimo—. Objetivamente, esas gentes son instrumentos de quienes, como usted, han aceptado la República sólo para traicionarla mejor, apoderarse de ella y, cambiando algunos nombres, mantener el sistema tradicional. Lo estaban consiguiendo, es verdad. Ahora hay un Presidente civil, un régimen de partidos que divide y paraliza al país, un Parlamento donde todo esfuerzo para cambiar las cosas puede ser demorado y desnaturalizado con las artimañas en las que ustedes son diestros. Cantaban victoria ya, ¿no es cierto? Se habla incluso de reducir a la mitad los efectivos del Ejército, ¿no? ¡Qué triunfo! Pues bien, se equivocan. Brasil no seguirá siendo el feudo que explotan hace siglos. Para eso está el Ejército. Para imponer la unidad nacional, para traer el progreso, para establecer la igualdad entre los brasileños y hacer al país moderno y fuerte. Vamos a remover los obstáculos, sí: Canudos, usted, los mercaderes ingleses, quienes se crucen en nuestro camino. No voy a explicarle la República tal como la entendemos los verdaderos republicanos. No lo entendería, porque usted es el pasado, alguien que mira atrás. ¿No comprende lo ridículo que es ser Barón faltando cuatro años para que comience el siglo veinte? Usted y yo somos enemigos mortales, nuestra guerra es sin cuartel y no tenemos nada que hablar. Hizo una venia, dio media vuelta y caminó hacia la puerta.

—Le agradezco su franqueza —murmuró el Barón. Sin moverse del sitio, lo vio salir del despacho y, después, aparecer en el exterior. Lo vio montar en el caballo blanco que sujetaba su ordenanza y partir, seguido por la escolta, en una nube de polvo.

IV

El sonido de los pitos se parece al de ciertos pájaros, es un lamento desacompasado qué atraviesa los oídos y va a incrustarse en los nervios de los soldados, despertándolos en la noche o sorprendiéndolos en una marcha. Preludia la muerte, viene seguido de balas o dardos que, con silbido rasante, brillan contra el cielo luminoso o estrellado antes de dar en el blanco. El sonido de los pitos cesa entonces y se oyen los bufidos dolientes de las reses, los caballos, las mulas, las cabras o los chivos. Alguna vez cae herido un soldado, pero es excepcional porque, así como los pitos están destinados a los oídos —las mentes, las almas — de los soldados, los proyectiles buscan obsesivamente a los animales. Han bastado las dos primeras reses alcanzadas para que descubran que esas víctimas no son ya comestibles, ni siquiera por quienes en todas las campañas que han vivido juntos aprendieron a comer piedras. Los que probaron esas reses comenzaron a vomitar de tal modo y a padecer tales diarreas que, antes que los médicos lo dictaminaran, supieron que los dardos de los yagunzos matan doblemente a los animales, quitándoles la vida y la posibilidad de ayudar a sobrevivir a quienes venían arreándolos. Desde entonces, apenas cae una res, el Mayor Febronio de Brito la rocía de kerosene y prende fuego. Enflaquecido, con las pupilas irritadas, en los pocos días desde la salida de Queimadas el Mayor se ha vuelto un ser amargo y huraño. Es probablemente la persona de la Columna sobre la que los pitos operan con más eficacia, desvelándolo y martirizándolo. Su mala suerte hace que sea suya la responsabilidad de esos cuadrúpedos que caen en medio de elegías sonoras, que sea él quien deba ordenar que los rematen y carbonicen sabiendo que esas muertes significan hambrunas futuras. Ha hecho lo que estaba a su alcance para amortiguar el efecto de los dardos, disponiendo círculos de patrullas en torno a los rebaños y protegiendo a las bestias con cueros y crudos, pero con la altísima temperatura del verano, el abrigo las hace sudar, demorarse y a veces se desploman. Los soldados han visto al Mayor a la cabeza de las patrullas que, apenas, comienza la sinfonía, salen a dar batidas. Son incursiones agotadoras, deprimentes, que sólo sirven para comprobar lo inubicables, traslaticios, fantasmales que son los atacantes. El poderoso ruido de los pitos sugiere que son muchos, pero es imposible que así sea, pues ¿cómo podrían invisibilizarse en este terreno plano, de escasa vegetación? El Coronel Moreira César lo ha explicado: se trata de partidas ínfimas, enquistadas en sitios claves, que permanecen horas y días al acecho en cuevas, grietas, cubiles, matorrales, y el ruido de los pitos está tramposamente magnificado por el silencio astral del paisaje que recorren. Estas triquiñuelas no deben distraerlos, son incapaces de afectar a la Columna. Y, al reordenar la marcha, luego de recibir el informe de los animales perdidos, ha comentado:

—Esto es bueno, nos aligera, llegaremos más pronto.

Su serenidad impresiona a los corresponsales, ante quienes, cada vez que recibe noticias de nuevas muertes, se permite alguna broma. Ellos están crecientemente nerviosos con esos adversarios que espían sus movimientos y a los que nadie ve. No tienen otro tema de conversación. Acosan al periodista miope del Jornal de Noticias, preguntándole qué piensa el Coronel realmente de ese hostigamiento continuo a los nervios y reservas de la Columna, y el periodista les responde, todas las veces, que Moreira César no habla de esos dardos ni oye esos pitos porque vive entregado en cuerpo y alma a una sola preocupación: llegar a Canudos antes que el Consejero y los insurrectos tengan tiempo de huir. Él sabe, está seguro, que esos dardos y pitos no tienen otro objeto que distraer al Séptimo Regimiento para dar tiempo a los bandidos a preparar la retirada. Pero el Coronel es un soldado diestro y no se deja engañar, ni pierde un día en batidas inútiles ni se desvía un milímetro de su trayectoria. A los oficiales que se inquietan por el aprovisionamiento futuro les ha dicho que también desde ese punto de vista lo que interesa es llegar cuanto antes a Canudos, donde el Séptimo Regimiento encontrará, en los almacenes, chacras y establos del enemigo, lo que le haga falta. ¿Cuántas veces han visto los corresponsales, desde que reanudaron la marcha, llegar a la cabeza de la Columna a un joven oficial con un puñado de dardos sanguinolentos a dar cuenta de nuevos atentados? Pero este mediodía, pocas horas antes de entrar a Monte Santo, el oficial enviado por el Mayor Febronio de Brito trae, además de dardos, un pito de madera y una ballesta. La Columna está detenida en una quebrada, bajo un sol que empapa las caras. Moreira César revisa cuidadosamente la ballesta. Es una versión muy primitiva, fabricada con maderas sin pulir y cuerdas bastas, de uso simple. El Coronel Tamarindo, Olimpio de Castro y los corresponsales lo rodean. El Coronel coge uno de los dardos, lo coloca en la ballesta, muestra a los periodista cómo funciona. Luego, se lleva a la boca el pito hecho de caña, con incisiones, y todos escuchan el lúgubre lamento. Sólo entonces hace el mensajero la gran revelación:

—Tenemos dos prisioneros, Excelencia. Uno está herido, pero el otro puede hablar. Hay un silencio, en el que Moreira César, Tamarindo y Olimpio de Castro se miran. El joven oficial explica ahora que tres patrullas se hallan siempre listas para salir apenas se escuchen los pitos y que hace dos horas, al sonar éstos, las tres salieron en distintas direcciones, antes de que cayeran los dardos, y que una ellas divisó a los flecheros cuando se escurrían detrás de unas rocas. Los habían perseguido, alcanzado, procurado capturar vivos, pero uno atacó a los soldados y resultó herido. Moreira César parte al instante hacia la retaguardia, seguido por los corresponsales, sobreexcitados con la idea de ver por fin la cara del enemigo. No alcanzarán a verla de inmediato. Cuando llegan, una hora después, a la retaguardia, los prisioneros están encerrados en una barraca custodiada por soldados con bayonetas. No los dejan acercarse. Merodean por los alrededores, ven el ir y venir de oficiales, reciben evasivas de aquellos que los han visto. Dos o quizá tres horas más tarde Moreira César va a retomar su puesto a la cabeza de la Columna. Por fin se enteran de algo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La guerra del fin del mundo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La guerra del fin del mundo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La guerra del fin del mundo»

Обсуждение, отзывы о книге «La guerra del fin del mundo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x