Peter Høeg - La señorita Smila y su especial percepción de la nieve

Здесь есть возможность читать онлайн «Peter Høeg - La señorita Smila y su especial percepción de la nieve» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La señorita Smila y su especial percepción de la nieve: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La señorita Smila y su especial percepción de la nieve»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un día, poco antes de Navidad, la señorita Smila de regreso a su casa encuentra muerto en la nieve a su vecino y amigo, el pequeño Isaías. La versión oficial es que debió de resbalar y caerse. Pero Smila, que le cuidaba a veces y sentía especial ternura por él, sospecha que no es así. Los dos pertenecen a la pequeña comunidad de esquimales groelandeses que viven en Copenhague. Y Smila es, además, experta en las propiedades físicas del hielo. La investigación que lleva a cabo en privado acerca de la muerte de Isaías la conduce a la misteriosa muerte del padre de éste en una expedición secreta a Groenlandia, misión encomendada por una poderosa empresa danesa involucrada en una extraña conspiración que se remonta a la segunda guerra mundial.

La señorita Smila y su especial percepción de la nieve — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La señorita Smila y su especial percepción de la nieve», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Saco la caja con las figuras de ajedrez del cajón. Cojo un rey blanco y una reina negra y las dispongo sobre la mesa. Han sido talladas con mucho esmero en una madera pesada. El tablero está encima de la mesa y está recubierto con una fina plancha de metal. Debe de ser muy práctico que a bordo de un barco un juego de ajedrez sea magnético. Los imanes están debajo de las piezas, un disco de color plomizo debajo del pie. Sobre el disco está pegado un trozo de fieltro verde. Introduzco el filo de la navaja entre el pie del rey y el disco de metal. Ofrece cierta resistencia pero, finalmente, se desprende. Lo ha pegado con unas gotitas de pegamento en cada lado. Deposito el disco sobre la mesa. En la cuchilla ha quedado una mota de fieltro, unas cuantas pelusillas verdes mínimas que sólo se pueden ver si sabes que están.

La pieza es hueca. Tiene una altura de quizás ocho centímetros, en ese hueco hay un cilindro de un diámetro de centímetro y medio. Seguramente no se trata de algo que haya hecho Jakkeisen mismo, las piezas deben de estar fabricadas así originalmente. Pero, no obstante, lo ha aprovechado. Arriba de todo hay un pegote de arcilla plástica y, pegados en ella, tres tubos de plástico transparente. Agito la pieza y saco los tres tubos. Debajo de éstos hay cuatro más.

Los vuelvo a colocar en su sitio, sello el hueco con arcilla plástica y pego el imán en la pieza. Hubiera podido examinar el resto de las piezas. Con tal de averiguar si caben dos o tres tubitos en cada peón. Para poder calcular si tiene suficiente polvo para el consumo de cuatro o de seis meses. Pero tengo ganas de salir. Una dama no debe permanecer demasiado tiempo en el camarote de un caballero desconocido.

4

– Era mi primer viaje. Por lo tanto, fui a ver a un colega. «¿Cómo llego a Groenlandia?», le pregunté. «Te diriges a Skagen», me contestó. «Una vez allí, giras a la izquierda. Cuando llegues al cabo Farvel, giras a la derecha.»

Introduzco el sacacorchos en el corcho. Es una botella de vino blanco, tiene un color amarillo verdoso y Urs la ha introducido en el ascensor sólo en el último momento, como si se tratara de un icono sensible a las temperaturas. Cuando finalmente extraigo el corcho, la mitad se queda incrustada en el cuello de la botella. Me veo forzada a efectuar una nueva perforación. Esta vez el trozo de corcho se deshace cayendo en el líquido. Urs me ha dicho que el Montrachet es un gran vino. Entonces no debe tener mucha importancia que tenga un poco de corcho.

– Entonces cogió una carta náutica, colocó una punta de un compás sobre el punto de Skagen, lo llevó hasta que la otra punta tocó el cabo Farvel y con una regla trazó una línea. «Sigues esta línea», me dijo, «y estarás navegando en una curva ortodrómica. Y durante los dos días antes de llegar al cabo no duermes. Durante estos dos días te tomas tus tazas de café negro y espeso y vigilas que no choca contra algún iceberg.»

Es Lukas quien está hablando. De espaldas a quienes le escuchan. Al mismo tiempo que su autoridad los inmoviliza.

Aparte de él, hay tres personas más en la sala de oficiales. Katja Claussen, Seidenfaden y el jefe de máquinas, Kützow.

Es la primera vez en mi vida que hago de camarera.

– Entonces se solía zarpar en abril. Se intentaba coincidir con los llamados Vientos de Pascua del Este. Si lo conseguías, tenías el viento en popa durante toda la travesía. Era del todo impensable que se eligiera, por voluntad propia, el período entre noviembre y finales de marzo.

Existen reglas que determinan el orden en que hay que escanciar el vino. Desgraciadamente las desconozco por completo. Por lo tanto, decido arriesgarme y le sirvo a la mujer primero. Da vueltas al centímetro de líquido que le he servido en la copa, pero sus ojos penden de Lukas y, cuando finalmente cata el vino, en realidad no lo saborea.

Intento entrar alternativamente por el lado izquierdo y por el derecho. Para que todos queden satisfechos.

Se han cambiado de ropa. Los hombres llevan camisas blancas y la mujer un vestido rojo.

– Podemos esperar encontrarnos con el primer hielo a un día del cabo Farvel. Fue en ese lugar donde el Hans Hedtoft de la Compañía Mercantil de Groenlandia se hundió en el 59. Noventa y cinco muertos, entre pasajeros y tripulación. ¿Ha visto alguna vez un iceberg, señorita Claussen?

Sirvo la coliflor y las barritas integrales de Urs. Me va más o menos bien en la mesa. Pero cuando llego al ascensor, se me cae el resto de la coliflor encima del salmón hervido. El salmón yace en la bandeja con toda su piel, mirándome con ojos expectantes. Urs me ha explicado que aprendió de un cocinero japonés a no hervir los ojos sino a guardarlos y volverlos a poner en su sitio cuando la carne esté tierna y, por lo demás, pincelar el salmón ligeramente con la clara de un huevo para que el pescado adquiera un brillo viscoso, como si viniera directamente de la red a la mesa. A mí no me gusta. Me parece que da una impresión mortecina.

Le quito la coliflor al pescado rascando un poco con un tenedor y lo llevo a la sala. De todos modos no miran lo que están comiendo. Miran a Lukas.

– Los icebergs son trozos de glaciares que desde el Indlandsis se deslizan hasta llegar al mar, donde finalmente se desprenden. Cuando son masivos, la relación entre lo que sobresale del agua y lo que hay debajo es de uno a cinco. Cuando son huecos, la relación es de uno a dos. Estos últimos son, por supuesto, los más peligrosos. He visto icebergs que medían cuarenta metros de altura y pesaban cincuenta mil toneladas y que podían romperse sólo por las vibraciones de la hélice.

Me quemo los dedos con el gratinado de patatas. Lukas todavía no ha visto nada. Cerca de la Antártida he pasado sigilosamente en un bote de goma por el lado de un iceberg plano que medía noventa metros, pesaba un millón de toneladas y que podía explosionar sólo con que silbaras la primera estrofa de En el dulce y alegre tiempo estival .

– El Titanic chocó contra un iceberg en 1912, al sureste de Terranova, y se hundió en tres horas. Murieron mil quinientas personas.

En mi camarote he colocado un periódico en el lavabo, me he inclinado hacia delante y he cortado veinte centímetros de mi cabellera de manera que se nivele con el pelo que me ha crecido después de la quemadura. Por primera vez desde que subí a bordo me he quitado el pañuelo de la cabeza. Es todo lo que puedo hacer para que la mujer no pueda reconocerme.

Podía haberme ahorrado la molestia. Soy una mosca en la pared, no me ve. El hombre mira a Lukas, el jefe de máquinas tiene la vista fijada en su vaso y Lukas no mira a nadie ni a nada. Por un instante, la mirada escudriñadora de la mujer se posa sobre mí. Es, por lo menos, veinte centímetros más alta y cinco años más joven que yo. Es de piel oscura y tiene un aire cauteloso y alrededor de su boca hay una mueca que cuenta una historia; tal vez la historia del alto precio que deben pagar las mujeres, al contrario de lo que normalmente suele creer la gente, para ser guapas.

Espero. Estaba oscuro durante el entierro de Isaías. Había veinte mujeres más. Y ella estaba allí por otra razón. Había ido para avisar a Andreas Fine. Debería de haber hecho caso de esa advertencia.

Tarda una fracción de segundo en catalogarme. En su interior abre el cajón que está marcado con «servicio» y «un metro sesenta» y me deja caer en él, olvidándome inmediatamente. Tiene otras cosas en qué concentrarse. Debajo de la mesa ha posado su mano en el muslo del hombre.

Él no ha tocado el pescado.

– Al menos disponemos de un radar a bordo -dice.

– El Hans Hedtoft también tenía uno.

Ningún capitán o jefe de expedición experimentado asusta a sus compañeros de viaje conscientemente. Si estás al tanto del riesgo que conlleva viajar en el hielo, entonces también sabes que, cuando ya has iniciado el viaje, no te puedes permitir el lujo de potenciar el riesgo exterior potenciando un temor interno. No entiendo a Lukas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La señorita Smila y su especial percepción de la nieve»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La señorita Smila y su especial percepción de la nieve» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La señorita Smila y su especial percepción de la nieve»

Обсуждение, отзывы о книге «La señorita Smila y su especial percepción de la nieve» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x