Kate Morton - El jardín olvidado

Здесь есть возможность читать онлайн «Kate Morton - El jardín olvidado» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El jardín olvidado: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El jardín olvidado»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una niña desaparecida en el siglo XX…
En vísperas de la Primera Guerra Mundial, una niña es abandonada en un barco con destino a Australia. Una misteriosa mujer llamada la Autora ha prometido cuidar de ella, pero la Autora desaparece sin dejar rastro…
Un terrible secreto sale a la luz…
En la noche de su veintiún cumpleaños, Nell O’Connor descubre que es adoptada, lo que cambiará su vida para siempre. Décadas más tarde, se embarca en la búsqueda de la verdad de sus antepasados que la lleva a la ventosa costa de Cornualles.
Una misteriosa herencia que llega en el siglo XXI…
A la muerte de Nell, su nieta Casandra recibe una inesperada herencia: una cabaña y su olvidado jardín en las tierras de Cornualles que es conocido por la gente por los secretos que estos esconden. Aquí es donde Casandra descubrirá finalmente la verdad sobre la familia y resolverá el misterio, que se remonta un siglo, de una niña desaparecida.

El jardín olvidado — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El jardín olvidado», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Tomó otro sorbo de té y echó una mirada a Christian. Su atención estaba dirigida a un palo que estaba trenzando con hojas secas, y su expresión era difícil de leer. Ciertamente preocupado, pero más que eso: distraído, distante, solitario.

– Christian…

– Estuve con Nell una vez, ¿sabes?

La cogió por sorpresa.

– ¿Mi abuela, Nell?

– Supongo que era ella. No puedo pensar quién más habría podido ser, y las fechas parecen coincidir. Tenía once años, así que debió de ser en 1975. Llegué aquí a ocultarme, y estaba desapareciendo por el muro cuando alguien me agarró del pie. No me di cuenta, al principio, de que era una persona, pensé por un segundo que mis hermanos no mentían cuando aseguraban que la cabaña estaba encantada, que algún fantasma o bruja me iba a convertir en seta. -Sus labios se curvaron en una media sonrisa, y aplastó la hoja en su puño, dejando caer los pedacitos al suelo-. Pero no era un fantasma, era una mujer mayor, con un extraño acento y rostro triste.

Cassandra imaginó el rostro de Nell. ¿Había sido triste? Formidable, sí, no dado a una calidez innecesaria, pero ¿triste? No sabría decirlo; su familiaridad hacía que semejante crítica le resultara imposible.

– Tenía el cabello cano -dijo-, recogido en lo alto.

– En un moño.

Él asintió, sonrió levemente y luego inclinó su taza para vaciarla. Hizo a un lado el palo trenzado.

– ¿Estás más cerca de resolver su misterio?

Cassandra exhaló aire lentamente; había algo definitivamente sin resolver en Christian esa tarde. Su humor le recordaba los haces de luz a través de las enredaderas. Eran inasibles, brillantes, de alguna manera mutables.

– La verdad es que no. Los cuadernos de Rose no contenían la revelación que esperaba.

– Ningún comentario titulado: «¿Por qué Eliza pudo llevarse alguna vez a mi hija?» -Sonrió.

– Desgraciadamente, no.

– Al menos has tenido una lectura interesante antes de dormir.

– Eso si no cayera dormida tan pronto como apoyo la cabeza en la almohada.

– Es el aire marino -dijo Christian, poniéndose de pie y volviendo a tomar su pala-. Es bueno para el alma.

Eso parecía cierto. Cassandra también se puso de pie.

– Christian -dijo, sacudiendo sus guantes-, sobre los cuadernos…

– ¿Sí?

– Hay algo en lo que esperaba que fueras capaz de ayudarme. Una especie de misterio.

– Ah, ¿sí?

Ella lo miró, un tanto dubitativa, dado su esquivo comportamiento sobre el tema.

– Es una pregunta médica.

– De acuerdo.

– Rose menciona ciertas marcas en su vientre. Por lo que puedo colegir, son bastante grandes, lo suficientemente notables como para que la avergüencen, e hizo un par de consultas médicas con su médico, Ebenezer Matthews.

El se encogió de hombros, disculpándose.

– Dermatología no era mi especialidad.

– ¿Cuál era entonces?

– Oncología. ¿Dio Rose algún otro dato? ¿Color, tamaño, tipo, cantidad?

Cassandra negó con la cabeza.

– Habla de ello por encima, mediante eufemismos.

– Típica gazmoñería victoriana. -Paseó de un lado a otro con la pala, mientras pensaba-. Podía haber sido cualquier cosa. Cicatrices, manchas de pigmentación. ¿Menciona alguna cirugía?

– Nada, que yo recuerde. ¿Qué tipo de cirugía?

Se llevó una mano al costado.

– Bueno, por lo que se me ocurre, podía haber sido apendicitis, los riñones o los pulmones pueden haber requerido alguna intervención. -Alzó las cejas-. Tal vez hidátides. ¿Es posible que haya estado cerca de alguna granja?

– Había granjas en la propiedad.

– Ésa es, definitivamente, la razón más común por la que un niño Victoriano tendría cirugía abdominal.

– ¿Qué es, exactamente?

– Un parásito, la lombriz solitaria. Vive en los perros pero parte de su ciclo transcurre en humanos u ovejas. Suele instalarse en los riñones o el hígado, pero a veces termina en los pulmones. -La miró-. Es posible, pero me temo que a menos que le preguntemos o que encuentres más información en sus cuadernos, dudo que alguna vez lo sepamos a ciencia cierta.

– Les echaré otro vistazo esta tarde, a ver si pasé algo por alto.

– Y yo seguiré pensando en el asunto.

– Gracias. Pero no le des muchas vueltas, es sólo curiosidad. -Se puso los guantes, entrelazando sus dedos para ajustárselos.

Christian clavó varias veces la pala en la tierra.

– Había demasiada muerte.

Cassandra lo miró perpleja.

– Mi trabajo, oncología; era demasiado implacable. Los pacientes, las familias, las pérdidas. Pensé que sería capaz de sobrellevarlo, pero se acumula, ¿sabes? Con el tiempo.

Cassandra pensó en los últimos días de Nell, el espantoso olor del hospital, la fría ausencia de las paredes.

– Lo cierto es que nunca estuve capacitado para ello. Me di cuenta cuando todavía estaba en la universidad.

– ¿No pensaste en cambiar de carrera?

– No quería decepcionar a mi madre.

– ¿Ella quería que fueras médico?

– No lo sé. -La miró a los ojos-. Murió cuando era niño.

Entonces Cassandra comprendió. Cáncer. Entendió además por qué estaba tan decidido a olvidar el pasado.

– Lo siento mucho, Christian.

Asintió, mirando cómo un pájaro negro pasaba volando bajo.

– Parece que va a llover. Cuando los cuervos pasan así es que viene la lluvia. -Sonrió con timidez, como si se disculpara por el abrupto cambio de tema-. La meteorología no tiene nada que envidiarle al folclore de Cornualles.

Cassandra tomó un rastrillo.

– Creo que trabajaremos una media hora más y luego daremos por terminada la jornada.

Christian miró al suelo, de pronto, y golpeó el suelo con su bota.

– ¿Sabes?, me iba a tomar una copa en el pub, camino de casa. -La miró-. Supongo que no…, es decir, me pregunto si querrías venir.

– Claro -se escuchó decir-. ¿Por qué no?

Christian sonrió y su rostro pareció relajarse.

– Fantástico. Será fantástico.

Una fresca y húmeda ráfaga de aire salino hizo que una hoja de olmo fuera a caer sobre la cabeza de Cassandra. Se la quitó y volvió a concentrar su atención sobre los helechos, enterró el pequeño rastrillo debajo de una larga raíz e intentó arrancarla de la tierra. Y sonrió, aunque no estaba segura de por qué.

* * *

Una banda había estado tocando en el pub, así que se quedaron y pidieron empanadas y patatas fritas. Christian contó graciosas anécdotas sobre su persona, sobre su regreso a casa con su padre y su madrastra, y Cassandra reveló alguna de las excentricidades de Nell: su rechazo a usar un mondador porque no podía pelar tan bien como con un cuchillo, el hábito de adoptar los gatos de otros, el hecho de que hubiera hecho montar la muela de juicio de Cassandra en plata y la convirtiera en un colgante. Christian había reído, y el sonido agradó tanto a Cassandra que se descubrió también ella riendo.

Había oscurecido cuando por fin la dejó en el hotel, el aire espeso con la niebla, por lo que los faros del coche brillaban amarillos.

– Gracias -dijo Cassandra al salir-. Lo he pasado muy bien. -Y en verdad así había sido. Un buen rato inesperado. Sus fantasmas habían estado con ella, como siempre, pero no se habían sentado tan cerca.

– Me alegra que hayas venido.

– Sí. Yo también me alegro. -Cassandra sonrió sobre su hombro, aguardó un momento, y luego cerró la portezuela. Saludó mientras el automóvil desaparecía en la niebla.

– Mensaje telefónico -anunció Samantha agitando un pequeño papel cuando Cassandra entró en el vestíbulo-. Has salido, ¿no?

– Al pub, sí. -Cassandra tomó el papel, ignoró las enarcadas cejas de Samantha.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El jardín olvidado»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El jardín olvidado» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El jardín olvidado»

Обсуждение, отзывы о книге «El jardín olvidado» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x