Kate Morton - El jardín olvidado

Здесь есть возможность читать онлайн «Kate Morton - El jardín olvidado» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El jardín olvidado: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El jardín olvidado»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una niña desaparecida en el siglo XX…
En vísperas de la Primera Guerra Mundial, una niña es abandonada en un barco con destino a Australia. Una misteriosa mujer llamada la Autora ha prometido cuidar de ella, pero la Autora desaparece sin dejar rastro…
Un terrible secreto sale a la luz…
En la noche de su veintiún cumpleaños, Nell O’Connor descubre que es adoptada, lo que cambiará su vida para siempre. Décadas más tarde, se embarca en la búsqueda de la verdad de sus antepasados que la lleva a la ventosa costa de Cornualles.
Una misteriosa herencia que llega en el siglo XXI…
A la muerte de Nell, su nieta Casandra recibe una inesperada herencia: una cabaña y su olvidado jardín en las tierras de Cornualles que es conocido por la gente por los secretos que estos esconden. Aquí es donde Casandra descubrirá finalmente la verdad sobre la familia y resolverá el misterio, que se remonta un siglo, de una niña desaparecida.

El jardín olvidado — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El jardín olvidado», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать
* * *

Mientras Nathaniel se sentaba en una silla junto a la mesa, Eliza se quedó de pie al otro lado, los dedos descansando levemente sobre el borde de la misma. Lo miraba de ese modo singular que tenía. Desprovisto de convencionalismos que sugirieran que estaba contenta de verlo. ¿Era vanidad lo que le hacía pensar que se alegraría de verlo? Algo de la luz de la cabaña conspiraba para que sus cabellos fueran de un rojo más brillante que lo habitual. Rayos de luz solar jugaban con sus bucles, de modo que parecía como si verdaderamente hubiera sido producto del oro de las hadas. Nathaniel se reprendió, estaba permitiendo que su conocimiento de los relatos se filtrara en la imagen de la mujer misma. Sabía que no era correcto.

Un aire enrarecido se interponía entre ambos. Había mucho por decir y sin embargo no se le ocurría qué. Era la primera vez que la veía desde que se habían realizado los arreglos. Se aclaró la garganta, extendió su mano como si fuera a tomar la suya. No pareció poder resistirlo. Ella alzó sus dedos de repente, y volvió su atención a la cocina.

Nathaniel se reclinó contra el respaldo de su silla. Se preguntó cómo comenzar, qué palabras usar para su mensaje.

– ¿Sabes por qué he venido? -dijo por fin.

Ella respondió sin volverse:

– Por supuesto.

Él observó sus dedos, tan delgados, mientras ponía la tetera al fuego.

– Entonces sabes qué es lo que vengo a decir.

– Sí.

Desde fuera, flotando leve sobre la brisa que se filtraba por la ventana, llegó una voz, la voz más dulce: «Naranjas y limones, dicen las campanas de San Clemente…».

La espalda de Eliza se tensó como Nathaniel pudo percibir en su nuca. Semejante a la espalda de una niña. Se volvió de golpe.

– ¿La niña está aquí?

Nathaniel se sintió perversamente complacido por la expresión del rostro de Eliza, la de un animal a punto de ser capturado. Ansiaba plasmarla en el papel, los ojos abiertos, las mejillas pálidas, la boca apretada. Sabía que podía intentarlo tan pronto como regresara a su estudio.

– ¿Has traído a la niña?

– Me siguió. No me di cuenta hasta que fue demasiado tarde.

El aspecto de preocupación desapareció del rostro de Eliza, transformándose en una débil sonrisa.

– Es sigilosa.

– Hay quien diría traviesa.

Eliza se sentó con suavidad en la silla.

– Me agrada saber que a la niña le gustan los juegos.

– No estoy seguro de que a su madre le complazca el lado aventurero de Ivory.

Su sonrisa fue imposible de leer.

– Y menos aún a su abuela.

La sonrisa se ensanchó. Nathaniel respondió brevemente, y luego apartó la vista. Murmuró su nombre: «Eliza», y sacudió la cabeza. Comenzó a decir lo que había ido a decir:

– El otro día…

– El otro día me alegró ver que la niña estaba bien. -Habló con rapidez, ansiosa, al parecer, de impedir que la conversación siguiera esos derroteros.

– Claro que está bien, no le falta nada.

– La apariencia de abundancia puede ser engañosa, no siempre significa que una persona está bien. Pregúntale a tu mujer.

– Eso ha sido innecesariamente cruel.

Una aguda señal de asentimiento. Simple acuerdo, ni una sombra de arrepentimiento. Nathaniel se encontró preguntándose si tal vez careciera de moral, pero sabía que no era así. Ella lo miró sin parpadear.

– Has venido por mi regalo.

Nathaniel bajó la voz.

– Fue una locura por tu parte llevarlo. Ya sabes cómo piensa Rose.

– Lo sé. Pero pensé ¿qué mal puede causar la entrega de semejante objeto?

– Ya sabes qué mal, y sé que como amiga de Rose no desearías causarle angustias. Como amiga mía… -De pronto se sintió ridículo, bajó la vista al suelo, a los tablones, en busca de apoyo-. Debo rogarte que no vuelvas, Eliza. Rose sufrió mucho después de tu visita. A ella no le gusta recordar.

– La memoria es una amante cruel con la que todos debemos aprender a bailar.

Antes de que Nathaniel pudiera esbozar una respuesta, Eliza volvió su atención al fogón.

– ¿Quieres té?

– No -dijo, sintiéndose superado, aunque no estaba seguro por qué-. Debo regresar.

– Rose no sabe que estás aquí.

– Debo regresar. -Se puso el sombrero y caminó hacia la puerta de la cocina.

– ¿Lo has visto? Ha quedado bien, creo.

Nathaniel hizo una pausa pero no se volvió.

– Adiós, Eliza. Ya no te veré más. -Metió los brazos en las mangas de su abrigo e hizo a un lado las irritantes e inmanejables dudas.

Estaba casi a la puerta cuando escuchó a Eliza en el vestíbulo, a su espalda.

– Aguarda -pidió, con algo menos de compostura-. Permíteme echar un vistazo a la niña, a la hija de Rose.

Nathaniel apretó los dedos contra el frío picaporte metálico. Apretó los dientes mientras pensaba en una respuesta.

– Será la última vez.

¿Cómo podía negarse a semejante petición? Una mirada. Después tengo que llevarla, llevarla a su casa.

Juntos atravesaron la puerta del frente y fueron al jardín. Ivory, estaba sentada en el borde de la fuente, los dedos de los pies curvados, de modo que besaban el agua, cantando para sí mientras empujaba una hoja por la superficie.

Al alzar la niña la vista, Nathaniel puso con delicadeza su mano en el brazo de Eliza y le indicó que avanzara.

* * *

El viento se había levantado y Linus tuvo que apoyarse sobre su bastón para evitar perder el equilibrio. En la cala, el mar usualmente calmo había estado agitado con pequeñas olas de cresta blanca que se apresuraban hacia la costa. El sol estaba oculto detrás de un manto de nubes, muy distinto a los perfectos días de verano que pasara tiempo atrás, con su poupée.

El pequeño bote de madera había sido de Georgiana, un regalo de Padre, pero ella se había complacido en compartirlo con él. No había pensado por un momento que su pierna débil lo volvía menos hombre, más allá de lo que dijera su padre. En las tardes cuando el aire estaba tibio y dulce remaban juntos hasta el centro de la ensenada. Sentados, mientras las olas lamían gentilmente la base del bote, ninguno de ellos preocupado por nada salvo el otro. O al menos eso había creído Linus.

Cuando se fue, se había llevado con ella la frágil impresión de solidaridad que él había cultivado. La sensación de que, aunque sus padres lo juzgaban un muchacho tonto sin valor ni función, él tenía algo que ofrecer. Sin Georgiana volvía a ser inútil, sin propósito. Por eso había decidido que ella debía regresar.

Linus había contratado a un hombre. Henry Mansell, un sujeto oscuro y siniestro cuyo nombre se susurraba en las tabernas de Cornualles y que le fue facilitado a través del mayordomo de un conde de la zona. Se decía que sabía cómo tomar cartas en cualquier asunto.

Linus le habló a Mansell sobre Georgiana y el daño que el sujeto que se la llevó le había causado, le dijo que el hombre trabajaba en los barcos en Londres.

La siguiente noticia que tuvo Linus fue que el marino estaba muerto. Un accidente, dijo Mansell, su rostro sin mostrar emoción alguna, un desafortunado accidente.

Fue una extraña sensación la que animó a Linus esa tarde. La vida de un hombre había sido arrancada a petición suya. Era poderoso, capaz de imponer su voluntad a los demás; sintió ganas de cantar.

Le había proporcionado a Mansell una generosa retribución, luego el hombre se había marchado, en busca de Georgiana. Linus había estado exultante de esperanza, porque seguramente no había límites para lo que Mansell podía lograr. Su poupée volvería a casa de inmediato, agradecida del rescate. Las cosas volverían a ser como antes…

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El jardín olvidado»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El jardín olvidado» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El jardín olvidado»

Обсуждение, отзывы о книге «El jardín olvidado» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x