– Eh, pero ¿qué haces, Niki? -Olly se acerca a ella por detrás-. Te hemos estado buscando por todas partes…
Niki se enjuga al vuelo la lágrima que todavía no había tenido tiempo de caer.
– Eh… -Olly se ha dado cuenta-. ¿Todo bien?
– Sí -Niki sonríe-. Todo bien…
Olly sabe de sobra que no es así.
– Eh, si te apetece hablar… Yo estoy aquí, ya lo sabes.
Niki vacila por unos instantes. Sabe que, en cualquier caso, le iría bien. Pero piensa de nuevo en todo lo que imaginó antes, en lo que, precisamente ella, le dijo a Erica…, y ahora no le apetece verse en su lugar, contar sus dudas, su indecisión a Olly, que la juzgue por haber cambiado de idea. ¿Qué diría Olly si le contara lo que está pasando por su mente? Tal vez le daría un consejo, quizá no la juzgaría, puede que bromeara al respecto. Puede. Pero ¿de qué serviría? ¿Tal vez para que se sintiese mejor? No. Sólo la ayudaría hablar con una persona. Con él, con Alex. Pero él es el único que no está aquí.
Niki sonríe.
– No, te lo agradezco… Se trata tan sólo de recuerdos sin importancia. Todo va bien.
Olly sonríe.
– ¡Estupendo! -dice, pese a que no se cree una palabra-. ¡En ese caso, vamos! -y le coge la mano-. Acaba de empezar la sesión del gran Lovat. Acaba de llegar y está poniendo ya los primeros discos. ¡Es un alucine, fantástico!
Y corren por la arena cogidas de la mano, tambaleándose, hasta que superan la última duna.
En la gran playa de la bahía hay ya más de dos mil personas bailando.
T. I. con Rihanna en Live Your Live. Se mueven al ritmo de la música con sus pareos de colores, camisas blancas, celestes y azules, vaqueros desgarrados, pañuelos en la cabeza, canutos en la boca, las gafas sobre la frente, las de cristal de espejo sobre los ojos, y agitan las manos mientras se mueven en la luz anaranjada y azul del atardecer sobre el mar. Bailan los jóvenes, bailan, con los ojos cerrados, soñando, cantando, imaginándose a ella, a él o a cualquier otro, dejándose mecer por esas notas mágicas. Alguno se ha abrazado a su novia, un tipo grueso con el pelo rizado se ha subido a los hombros a la suya, que se ha quitado la camiseta y la hace girar sobre su cabeza. Y ella permanece así, con los senos al aire, sonriente, admirada, deseada, divertida, sintiéndose parte de esa música con la piel morena, el pelo castaño claro cayéndole por el cuello como un dulce alud de miel, y los vaqueros desgarrados que muestran unas piernas largas e igualmente bonitas.
Olly y Niki se abren camino entre la gente, ondeando poco a poco, a derecha e izquierda, avanzan en medio de la gran masa que se mueve a la vez como si se tratara de un único bailarín. Se acercan al escenario.
– ¡Ahí están! -Olly indica al grupo, que está a unos pasos de ella.
Erica, Diletta, Filippo, Simone, Barbara, Luca, Sara, Marco y Guido.
Luego Olly se vuelve hacia Niki.
– ¿Vamos con ellos? Pero si lo prefieres podemos quedarnos aquí las dos, ¿eh?
– Venga, no seas tonta… ¡Vamos!
Olly y Niki avanzan entre la multitud en el preciso momento en que el disc-jockey cambia de disco. Lo hace gradualmente, cuadrando perfectamente ambas canciones. Y todos se ponen a bailar entonces el fantástico nuevo tema de The Killers, Human. Bailan divertidos y alegres.
Simone se vuelve.
– Ahí están… Ya han llegado.
Guido también se vuelve.
– Eh, menos mal, os habéis perdido unos temas fantásticos…
Niki sonríe y se coloca en medio del grupo. Guido se acerca a ella.
– Estaba preocupado, ¿sabes? ¡Lamento la discusión de la otra noche!
Ella se encoge de hombros.
– No te preocupes, además, no fue una discusión. Lo que pasa es que tenemos puntos de vista distintos.
– Ya -Guido también se encoge de hombros, vuelve la cabeza y la sacude como diciendo: «Nada, no hay nada que hacer, no tiene remedio.» De modo que se pone a bailar con sus amigos.
Vaya -piensa Niki-, al parecer estaba preocupado por la discusión, lo lamentaba… Pero ¿qué hizo? No vino a buscarme, no trató de encontrarme, de ver qué ocurría. No, fue Olly la que vino. Dice que lo siente, pero ¿qué hace para remediarlo? Bailar… Bah. Qué extraño modo de cuidar una relación. Quizá sólo sea un niño mimado, tal vez no lo demuestre, pero si no obtiene lo que quiere entonces todo queda en un segundo plano… No sé si es un tipo caprichoso, pero la palabra que he dicho es la apropiada: niño. Puede que ésa fuese la verdadera razón. Yo quería seguir siendo una niña, por eso me volqué en él, por eso renuncié a dar ese paso, a la boda y a todo lo demás… La música es particularmente bonita y, poco a poco, la luz se torna mágica, toda la playa se tiñe de esa tonalidad naranja, suave, como ese sol que a lo lejos, mar adentro, escucha la última canción antes de irse a dormir.
DJ Lovat baila con el público, se mueve risueño sobre el escenario, alza las manos y las hace oscilar al ritmo de la música, después mira su consola, que se encuentra al principio de la escalera, y sonríe asintiendo con la cabeza. Coge el micrófono y baja la música. Y el inmenso pueblo de bailarines que festejan sobre la playa silenciosa se detiene lentamente.
Lovat empuña el micro.
– Perdonad, dentro de unos instantes seguiremos con la fiesta. -Todos lo miran en silencio-. Pero ahora os tengo reservada una sorpresa. He oído una historia que me ha emocionado. No sé si también os convencerá a vosotros. Sólo os pido una cosa: dadle una oportunidad. -Se interrumpe y mira de nuevo hacia la escalera, al fondo de la misma. Le sonríe y le indica con un ademán que suba-. Ven.
Alex sube al escenario. Al verlo, el público empieza a murmurar, se oyen varios silbidos. Niki lo reconoce y siente que le va a dar algo. Olly, Diletta y Erica se vuelven hacia ella casi al mismo tiempo.
Olly sacude la cabeza.
– Es genial…
Niki tiene los ojos empañados, está muy emocionada.
Alex se acerca a Lovat.
– Gracias.
El disc-jockey le sonríe y le pasa el micrófono. Alex da dos pasos sobre el escenario y se detiene en el centro. También él parece muy emocionado. Delante de él hay una multitud silenciosa. Algunos parecen irritados.
– Esto… -Alex carraspea un poco-. Buenas noches… Por nada del mundo habría querido interrumpir esta fiesta…
Un chico del público lo estaba deseando.
– Muy bien, así se habla, ¿por qué no te vas entonces y nos dejas seguir bailando?
– Porque un día podría sucederte también a ti. O a ti. O incluso a ti… -Alex señala a varias personas-. Porque puede que una mañana te levantes y te digas que estás echando a perder tu vida, que te des cuenta de que tenías algo maravilloso y que lo estás perdiendo… Y no puedes permitirlo. No puedes seguir sufriendo en silencio y vivir una vida vacía e inútil. Porque cuando conoces a la persona adecuada, la especial, la única, esa que sabes que nunca nadie podrá sustituir, entonces debes hacer un esfuerzo por reconquistarla. Incluso subir a un escenario e interrumpir la sesión de un disc-jockey, parar la música y hacer que suene tu corazón. ¿Os habéis enamorado alguna vez, os ha sucedido no pensar en otra cosa que en él o en ella, desear con todas vuestras fuerzas ver a la otra persona, pasar tiempo con ella, poder tenerla? ¡A mí me está ocurriendo ahora!
Un tipo grita desde abajo y abraza a una chica, que se ríe con él mientras se besan.
– ¡Como nosotros!
– Se ve que tienes más suerte que yo. Era mía y yo era el hombre más feliz de este mundo, pero la dejé escapar…
Niki mira a sus amigas. Todas tienen los ojos anegados en lágrimas, pero ninguna osa abrir la boca. Al final Niki se ríe un poco, llora también, vuelve a reírse, y todas, emocionadas, se unen a su llanto.
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