Viernes, 9 de mayo de 2008; 9:03 a.m.
A la atención de Néstor Oliver-Chapman:
Le agradezco de todo corazón que me haya contestado con tanta rapidez. No tenía la certeza de que Frank y usted siguieran en contacto después de tantos años. Estos últimos meses han sido muy confusos y extraños para mí, y no se los puedo resumir en dos palabras, y menos por correo electrónico. Pero no quiero dejar de decirle que siento un gran alivio por haber dado con usted. No repetiré lo que dije en mi nota. Lo importante es que el libro ha vuelto al lugar que le corresponde. Me siento muy extraña, porque sé muchas cosas de usted, y usted ni siquiera sabe cómo me llamo. No sé por dónde empezar. Es como si estuviera llena de un gas altamente inflamable, que en cualquier momento puede estallar. Le pido perdón por todo este misterio, pero por el momento no puedo ser más explícita. Créame que me gustaría poder actuar de otro modo. Desafortunadamente, es muy poco lo que le puedo adelantar. Sólo le diré que supe de la existencia de la novela porque tengo ciertos papeles de Gal Ackerman. No le diré cómo han llegado hasta mí, sólo que ha sido de manera legítima. ¡No ha sido como con el libro! Precisamente de eso es de lo que me gustaría que habláramos, preferiblemente en persona. Hay cosas que sólo se pueden decir cara a cara. Lo entendí justo después de decidirme a devolverles la novela. Confieso que me costó, pero si supiera lo bien que me sentí después. Gracias a eso he comprendido que lo mejor que puedo hacer es desprenderme del resto de los papeles. No se trata sólo de que guarden relación directa con el libro. Además, he comprendido que su posesión me hace daño. Y como por otra parte me siento incapaz de destruirlos, no veo más solución que dárselos a usted. De nuevo, perdone mi opacidad. Si hablo en círculos es a mi pesar, créame de veras que lo siento. Pero si accede a que nos veamos, le prometo que se lo podré explicar todo satisfactoriamente. También quiero decirle que no actúo así sólo por usted. Lo hago sobre todo por mí, como entenderá en su momento. En cuanto a las circunstancias concretas del encuentro, si accede finalmente a que nos veamos en persona, el hecho de que viva usted en Madrid no supone demasiado obstáculo para mí. Lo único es que habrá que esperar en torno a dos semanas. A fines de este mes tengo que viajar a Europa, concretamente a París. Soy estudiante de arquitectura y estoy en pleno ajetreo de fin de semestre. En estos momentos no puedo apartarme ni un segundo de mis estudios, pero a partir del 21 me quedo totalmente libre. Una vez en París, desplazarme a Madrid no sería demasiado trastorno. Tómese el tiempo necesario para meditar mi propuesta, y una vez más, mil disculpas por lo reservado de mi actitud, comprendo que desde fuera se vea como algo sumamente extraño. Confíe en mí, se lo ruego. Reciba un saludo muy cordial (y perdone la ausencia de firma).
Sábado, 10 de mayo de 2008; 9:07 a.m.
Estimado señor Chapman:
Ante todo, gracias por aceptar comunicarse con una remitente anónima. ¡Sabía que podía contar con usted! Gracias, gracias mil. No me tome por una esnob, no estoy jugando, créame que tengo motivos de peso para no hablar aún de los papeles.
Oh, y en cuanto al misterio del remite, no hay tal. Samantha Stevens es mi compañera de piso. Ella lo ha vivido todo conmigo. Le pedí que ella efectuara el envío poniendo como remitente un apartado de correos que hemos abierto específicamente para esto. Era necesario hacerlo así, para proteger mi identidad. Pero ahora que veo cómo es usted, me doy cuenta que no me tengo que preocupar. Dios mío, créame que me gustaría ser más explícita.
Domingo, 11 de mayo de 2008; 6:13 a.m.
Siento mucho lo que me dice de Frank. Espero que se recupere. Verse en Nueva York es otra posibilidad, por supuesto, pero insisto en que no me resultará posible hacerlo antes del 21. Hasta ese día no puedo permitirme ninguna distracción que me aparte de mis estudios. Y menos aún con un asunto así. A partir de esa fecha (¡sólo faltan 10 días!) no hay ningún problema.
Lunes, 12 de mayo de 2008; 6:21 a.m.
No, eso tampoco, no se preocupe. Al revés, en cierto modo es un alivio. ¿Se acuerda de lo que le decía de que me parecía que estaba a punto de estallar? Pues el correo electrónico es una válvula de escape perfecta: me permite desahogarme sin necesidad de llegar al corazón del asunto (¿se dice así en español?). Por lo general miro mi correo una vez cada día, por las mañanas, muy temprano, me encanta madrugar, sobre todo ahora que hay luz tan pronto (a veces entro en internet más de una vez al día, pero no es seguro).
Su amiga (si me lo permite)
Martes, 13 de mayo de 2008; 7:55 a.m.
Me entristece lo que me dice de Frank. Me ocurre como con usted, como con Gal y los demás personajes de la novela, me siento culpable por saber mucho más de lo que me corresponde. Le ruego que me mantenga al tanto de cómo evoluciona su estado de salud. ¿Piensa venir a verlo? No me dice nada al respecto.
Martes, 13 de mayo de 2008; 9:31 a.m.
Estimado amigo:
Le vuelvo a escribir sin esperar contestación a mi correo anterior, porque ha habido novedades que pueden afectar a nuestro plan. Mi padre tenía que ir por Londres, pero ahora también ha decidido que se desvía en España, en Cádiz, en concreto. Un amigo suyo ha comisariado una exposición en esa ciudad. Esto es algo más bien repentino, la decisión de mi padre, no la exposición.
Martes, 13 de mayo de 2008; 4:33 p.m.
Después de lo que le dije, tres correos en un solo día. ¡Bonita forma de ser reservada! Va a pensar que soy una inconsistente. Le contesto con prisa, no me puedo tomar ni un respiro hasta que no haya acabado este maldito trabajo, que parece no tener final. Sí, mi padre está al tanto de todo. Es usted el único en desventaja, por ahora. Mi padre es un fanático del arte, en cuanto a lo que me pregunta de la exposición, un amigo suyo, experto en Ensor, es el responsable. Ensor es uno de los pintores favoritos de papá. Es una muestra exigua, pero exquisita. Mi padre tiene intención de pasarse por la Tate Modern antes y luego acudir a la inauguración y me ha pedido que me reúna con él.
Por cierto: ¡Qué curioso lo que me cuenta de Cádiz! No sabía nada. Nos podemos ver en Madrid, donde mi padre tiene intención de pasar unos días y yo estaré con él. Aunque ya que tengo que ir allí, y dadas la circunstancias que menciona del antepasado de Ralph Bates, si lo prefiere nos podemos ver en Cádiz. Usted elige. A partir de ahora le ruego que me escriba a esta otra dirección, la de la universidad la miro con menos frecuencia, porque allí se acumula mucho correo inútil que irremediablemente caigo en la tentación de leer.
Un saludo de su amiga sin nombre
Miércoles, 14 de mayo de 2008; 12:44 p.m
Estimado Néstor:
Me alegro de las buenas noticias de Frank! ¿Entonces qué va a hacer? ¿Nos vemos en Madrid o en Nueva York? Si sigue con la idea de venir a verlo, nos podemos encontrar aquí. Mi padre llegará a Madrid el 28. Yo me tomaré unos días libres antes de salir. Probablemente salga en torno al 25.
Jueves, 15 de mayo de 2008; 7:11 a.m
No, no, qué ocurrencia. No tendría ningún sentido un encuentro con Frank, ni tengo interés por conocer el Oakland. Me importa lo que le suceda, pero para mí es un personaje de papel. Dicho así, suena muy raro, pero estoy seguro de que me entiende. Su caso es diferente, para usted es un amigo de verdad, con toda una historia por detrás. La razón por la que necesito verle es que usted es el final de la escapada, para mí.
Jueves, 15 de mayo de 2008; 6:26 p.m.
No era eso lo que quería decir cuando escribí que Frank era un personaje de papel. Si lo plantea así, las cosas son casi exactamente lo contrario. Hace bien en recordarme que usted prefiere ver las cosas desde la óptica de la literatura. Pero no le dé más vueltas. Si usted lo prefiere, nos vemos en Cádiz. Todo sea por el vapor volante del bisabuelo de Ralph Bates. Lo digo en broma. Sé perfectamente que me entiende, como también yo a usted. Le envía un saludo muy cordial, su amiga sin nombre.
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