Alejandro Gándara - Ciegas esperanzas

Здесь есть возможность читать онлайн «Alejandro Gándara - Ciegas esperanzas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

libcat.ru: книга без обложки

Ciegas esperanzas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Ciegas esperanzas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Premio Nadal 1992
En una llanura desértica, atravesada por un río poderoso, un hombre despierta, ignorante de su propia identidad. Únicamente la palabra ‘soldado' parece decirle algo de sí mismo. Desde la otra orilla, un extraño le hace señas invitándole a cruzar el río. Jornada tras jornada, el hombre se enfrentará durante la noche al extraño mensajero y, durante el día, rescatará lentamente del olvido las principales experiencias de un itinerario vital marcado por la incapacidad de asumir su verdadera identidad. Su infancia en un Maruecos próximo a la independencia, el descubrimiento de la figura contradictoria del padre, su amor adolescente, su carrera militar, su matrimonio, el nacimiento de una hija… A lo largo de estos "días de sueño y noches de combate" se le ofrecerá la fuga definitiva, escapar al dolor y a la memoria, y tendrá la oportunidad, al revivir su vida, de tomar auténtica consciencia de sí mismo.

Ciegas esperanzas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Ciegas esperanzas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

3

La sombra se metió en la corriente y empezó a caminar hacia él. Levantando de la superficie brillos que iluminaban el cuerpo de arriba. No se movió. Antes había retrocedido, pero ahora no se movió. Se había concentrado en la imagen sacada de los destellos del agua, movedizos como los de llamas a punto de apagarse: un antebrazo, una línea del mentón, un trozo de tela.

Empezó a componer al hombre que se iba acercando. No era fácil y no era sólo la luz -para ver algo que se resiste, ayuda mucho una idea anterior o una sospecha -. Él no tenía mucho. «Soldado» era lo que tenía, pero «soldado» era suyo, demasiado suyo como para salir afuera y juntarse con lo diferente.

El extraño había pasado la mitad de la travesía. Se detuvo y repitió los gestos. Primero lo hizo de frente y después -como si hubiera convertido en recurso lo que al principio fue un gesto espontáneo, y también tal vez producto de una rutina que el que le estaba viendo desde la orilla no podía descifrar- de costado y volviendo a apuntar a la derecha y atrás.

Un movimiento claro de la cabeza, que el extraño ejecutaba por primera vez, le indicó sin lugar a dudas que el propósito era que fuese con él, que se acercara y pasase a la otra orilla. No era como antes un mensaje a la espera de un intercambio, cuya respuesta podría haber sido una negativa, por ejemplo, sino una declaración de que el mensajero tenía que llevar a cabo un propósito. Ese mensajero ya no invitaba -al que creía conocido o al que esperaba -, sino que estaba cumpliendo una misión de la que no podía regresar con las manos vacías. Tendría que ir con él o tendría que resistirle. Eso le estaba diciendo el que venía mientras el agua rebasaba su cintura.

Ahora le descubrió. No es que le viese mejor – aunque ciertamente estaba descubriendo más partes de aquel cuerpo y el puzzle de reflejos empezaba a componer la imagen sin espíritu de una descripción física-, sino que la claridad del mensaje debió de alumbrar la idea que organizaba lo roto y disperso.

Lo que descubrió se parecía a lo que esperaba, pero también era distinto de lo que esperaba. Era un soldado, sí, pero no era un soldado como él. No se trataba sólo de la indumentaria, en la que no vio nada compartido: estaba seguro de que aquel hombre no era un hombre de su misma clase de mundo. Podía compararlo a un extranjero no sólo distinto en rasgos físicos, sino también en la forma de hacer con esos rasgos. Sin tener una conciencia nítida de cómo era él mismo -apenas unos caracteres del tipo piel blanca, vello más bien oscuro, complexión ligeramente asténica-, decidió que el otro era un extranjero y que el país del que venía estaba del suyo a la máxima distancia posible.

El rostro se compuso antes que lo demás. Era el de un hombre bastante joven, no más de veinticinco años, con pelo rubio y muy corto. La cara tenía una regularidad adolescente, sin los datos que deja el paso del tiempo. Y era también la regularidad de una cara dibujada para ser perfecta y perfecta en el sentido más convencional. Del tipo que puede gustar a muchos en un primer vistazo y que evita exámenes gracias a un equilibrio votado por la mayoría. Una cara de muchacho atractivo y sin expresión al que le basta cómo es y que no se mira en los espejos donde los demás entrenan sus posibilidades. No se miraba en espejos, no tenía nada que comprobar o defender todos los días, tal vez porque con las miradas aprobatorias de los otros le bastaba. Le pareció curioso que, precisamente por eso, si aquel rostro se proponía una amenaza, esa amenaza tuviera algo de inevitable, de convicción con la que no se podía discutir. Y el temor a ella, fuera un temor multiplicado por el mismo proyecto implacable que había modelado la perfección de los rasgos. Finalmente, una especie de fanática serenidad consigo mismo construida a base de algún código de honor o de valor acostumbrado a no fallar en momentos decisivos.

Llevaba una camisa blanca, remangada cuidadosamente cerca del hombro, que dejaba ver unos músculos armónicos y trabajados por algún entrenamiento específico, más que por un oficio que le hubiera obligado a utilizarlos. Podía sospechar, bajo el agua, un pantalón oscuro pegado a la misma clase de músculos.

Acabó con que era la indumentaria de un uniforme. Una sencillez calculada y cierta facilidad para convertirse en ropa de serie. Quizá, si hubiera que uniformar a todos los habitantes del planeta de un día para otro, ésa sería la vestimenta que, en la carrera contra el tiempo, terminaría decidiéndose.

No llevaba símbolos. También había en eso algo fanático. La ropa de un soldado está machacada de detalles, escudos, galones, insignias, diseñados contra la confusión. El uniforme del extraño no parecía considerar la necesidad de identificarse. Tal vez nadie le había confundido nunca o tal vez creía estar en el único ejército del mundo.

Podía tener el aspecto de un miliciano o de un granjero, eso no importaba, lo importante era que detrás de él se sospechaba un ejército gobernado por una idea, miliciana o granjera o ambas, y que esa idea parecía más poderosa cuanto menos visible.

De repente, el extraño bajó los brazos y se quedó en una inmovilidad instantánea, como si estuviera tensando una cuerda interna. Y cuando esa cuerda alcanzó su tope, el cuerpo inexpresivo, entrenado, saludable y fanático, se lanzó contra la corriente y la fuerza de uno y de otra chocaron en una carrera de espuma.

Él no se movió, pero no estaba seguro de que le hubiera dado tiempo a moverse. Tampoco tenía donde escapar. Podía echar a correr, aunque sólo sería eso, correr, no escapar. Además, si se iba, no seguiría viendo al extraño apartar las aguas con la fuerza que parecía contemplarse a sí misma en una especie de demostración profesional. Seguir viendo, sobre todo, el peligro que se echaba encima y verlo con los ojos muy abiertos, con el miedo fascinante a algo para lo que uno se ha estado preparando mucho tiempo y sabe que tiene que suceder. Lo que él supo entonces, y al saberlo se iluminó de un fogonazo la vida de la que en cambio no se acordaba, es que venía de un lugar en el que se había estado preparando para ese instante como si nunca hubiera hecho otra cosa. Le pareció que ese descubrimiento era nuevo y le decía más que «soldado», sin quitarle nada a «soldado». Con los ojos muy abiertos por el miedo y también por la avidez de no perderse nada de ese miedo mientras pudieran continuar mirando.

Quizá no fuera a morir, quizá lo que el extraño quería era simplemente llevarlo con él. Eso no cambiaba las cosas, porque sabía, por la violencia de la carrera y por los uniformes distintos, que tenía que resistir hasta el final: esa violencia decía que el extraño no podía convencerle con palabras y esa violencia estaba vestida de otra manera y, por tanto, la diferencia de vestido era también, al final, violencia.

El agua llegó hasta el pecho del enemigo y, aun así, pudo sentir la potencia de los músculos arrastrando la profundidad del agua. Enseguida, las piernas emergieron igual que si estuvieran subiendo peldaños en el interior de la corriente, con los muslos pegados al pantalón oscuro. Y, casi en el mismo momento, estuvieron pateando la superficie del río como si se hubieran elevado sobre él, muy cerca ya de la orilla, en la misma orilla.

Vio abalanzarse al extraño con la sensación de que alguien le había empujado por detrás y lo había levantado por encima del suelo. Cayó tan cerca, que tuvo la impresión de que los cuerpos compartían en muchos lados el mismo espacio. Pero ahí el extraño se quedó completamente detenido, con los brazos colgando y una mirada repentina de curiosidad, pero de curiosidad distante con la que se reconoce un objeto problemático y perfectamente inocuo en apariencia. Sintió en la piel el recorrido de dos bolas azules, pequeñas en comparación con las otras proporciones del rostro lavado de expresión, que señalaban la dirección del escalofrío.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Ciegas esperanzas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Ciegas esperanzas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jacquie D’Alessandro - El Ladrón De Novias
Jacquie D’Alessandro
Jacquie D’Alessandro
Rebecca Winters - El príncipe cascanueces
Rebecca Winters
Rebecca Winters
Tom Piccirilli - Clase Nocturna
Tom Piccirilli
Tom Piccirilli
Alejandro Gándara - Nunca Sere Como Te Quiero
Alejandro Gándara
Alejandro Gándara
Andrés Trapiello - La brevedad de los días
Andrés Trapiello
Andrés Trapiello
Khaled Hosseini - Cometas en el Cielo
Khaled Hosseini
Khaled Hosseini
Отзывы о книге «Ciegas esperanzas»

Обсуждение, отзывы о книге «Ciegas esperanzas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x