José Gironella - Los Cipreses Creen En Dios

Здесь есть возможность читать онлайн «José Gironella - Los Cipreses Creen En Dios» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los Cipreses Creen En Dios: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los Cipreses Creen En Dios»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La novela española más leída del siglo XX
Ésta crónica de la época de la Segunda República es la novela española más leída del siglo XX. José María Gironella relata la vida de una familia de clase media, los Alvear, y a partir de aquí va profundizando en todos los aspectos de la vida ciudadana y de las diversas capas sociales.

Los Cipreses Creen En Dios — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los Cipreses Creen En Dios», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Quieres que vayamos al Hospital?

– ¡Ni hablar! -exclamó Ignacio-. Basta y sobra por hoy.

Durante el trayecto, Ignacio le preguntó:

– Bueno… y a ti, ¿por qué te interesan estas cosas?

La Torre de Babel se limpió las gafas ahumadas.

– No sé, chico. Me interesan. ¿Qué voy a decirte?

Ignacio se refería más bien a lo del hospital, a los motivos que le habían impulsado a inscribirse como donador de sangre.

– Comprenderás -añadió Ignacio- que todo el mundo hace las cosas por algo. -Marcó una pausa-. Por ejemplo, la primera vez que diste sangre…

La Torre de Babel tocó el botón del autobús pidiendo parada.

– Pues… no sé. Creo que fue porque he tenido a mis dos hermanas siempre enfermas. -Se apearon y, ya en la acera, añadió, echando a andar-: Luego me pareció bien continuar.

Ignacio insistió… al cabo de unos segundos.

– Debe de causar mucha impresión…

– ¡Ah, claro! -La Torre de Babel añadió-: Pero no todo el mundo sirve. Antes hacen un análisis, ¿comprendes?

– Natural, natural.

Ignacio le preguntó:

– Bueno… ¿Y el hospital también carece de elementos?

– ¿El hospital…? Mucho peor que el manicomio. ¡Hombre! El hospital y el hospicio son lo peor.

– ¿También viven a base de donativos…?

– Hay una subvención de la Diputación, es lo normal. Y algún trabajo. Pero no es nada, ya puedes figurarte. Sí, sí, los donativos son los que van manteniendo.

Ignacio preguntó:

– ¿Y quiénes son los donantes?

La Torre de Babel se detuvo un momento.

– ¡Ah! ¿Ves…? En eso te llevarías sorpresas. Gente que no sospecharías nunca.

– Dame un nombre…

– Pues… ¡qué sé yo! Bueno, los hermanos Costa, por ejemplo.

– ¿Los jefes de Izquierda Republicana?

– Sí. -La Torre de Babel prosiguió sonriendo-. Y luego otro que te va a gustar: don Jorge. Sí. Don Jorge… Él solo mantiene una de las salas de tuberculosas del Hospital.

Ignacio se quedó perplejo. Al llegar a la Rambla, la Torre de Babel se despidió.

– Bueno, Ignacio, me voy. Hasta mañana.

– ¡Hasta mañana! Y muchas gracias.

– De nada. Otro día iremos al Hospital.

Muchas gracias… Ignacio se dirigió a su casa repitiendo sin darse cuenta. Muchas gracias… Todo aquello eran informes preciosos. ¿De modo que don Jorge…? Claro, claro. Mosén Alberto lo dijo un día, y en esto tuvo razón: «No existen hombres de una sola pieza. Cada uno es bueno y malo a la vez». Y el mal absoluto no existía. Ni siquiera en don Jorge… Ahora recordaba que el subdirector le había contado: «¿Don Jorge…? Pero ¿qué te crees? En su casa lleva una vida más austera que tú. Es duro, muy duro, pero empieza siéndolo consigo mismo y con los suyos, ¿entiendes? Es una ley de su casta». Casta, casta… Ahí estaba lo difícil de asimilar. ¿Por qué había castas?

En todo caso, los contrastes no eran pocos. Rica ciudad. Era cierto que no faltaba nada en ella. Enfermos, locos, dadores de sangre, vicarios que se marchaban a Fontilles, anarquistas cuyas mujeres rezaban el Rosario todo el día, el espectáculo de dos hermanas enfermas sugiriendo a la Torre de Babel buenas acciones. ¡Otros habrían reaccionado al revés! «Bastantes enfermos tengo en casa», habrían dicho.

Al subir al piso encontró a Julio García. Y otra vez enrojeció. El policía le preguntó:

– ¿Y pues, Ignacio…? ¿Llegas del cine?

– No. He dado una vuelta.

En aquel instante Matías salía de su cuarto, con el traje de las grandes fiestas.

– Pues… mira por donde -dijo, dirigiéndose a Ignacio-. Tu madre y yo nos vamos al cine Albéniz.

– ¿Al Albéniz…? -Ignacio parpadeó-. ¿Mamá al cine…?

– Sí, chico, sí -rubricó Matías-. A ver «Rey de Reyes».

Aquello era el remate. ¡Su madre no había visto jamás una película sonora! «Rey de Reyes», «Rey de Reyes»… Claro… La vida de Cristo. Preparación de Cuaresma. Aquello era un brusco cambio de decoración. Ignacio se encontraba aún dando vueltas por el patio del manicomio.

Carmen Elgazu apareció en la puerta del cuarto, con una piel alrededor del cuello, tacones altos y un gran bolso.

– ¿Qué me dices? ¿Estoy guapa o no?

Ignacio miró a su madre y la encontró más que guapa. Se había vestido para ir al cine lo mismo que para ir a comulgar en la misa del Gallo. ¡Rey de Reyes! La gran cabellera, ceñida atrás por el moño impecable; las negras cejas; los ojos, vivos y sonrientes.

– A ver a San Pedro, hijo, a ver a San Pedro. -Se acercó y le pellizcó en la mejilla-. Y a Judas.

En realidad, la agitación continuaba. En seguida se vio que los partidos izquierdistas no admitían de buen grado la derrota. Tanto más cuanto que los periódicos derechistas se aprovechaban y Gil Robles organizaba mítines y desfiles monstruosos en todo el territorio nacional. Cosme Vila decía: «Ese hombre no es tonto. Imita a Mussolini y más de cuatro se contagiarán. La gente tiene instinto de rebaño».

En Gerona, los Costa, más populares que nunca porque el día del entierro de Maciá pusieron tres autobuses a disposición de sus obreros para que asistieran al acto, y les pagaron jornal íntegro, decían en Izquierda Republicana: «Hay que hacer algo. Pecamos de confiados, y si no nos movemos se nos van a merendar».

El Partido Socialista convocaba continuamente a los distintos oficios afiliados en bloque a la UGT -matarifes, camareros, empleados de Banca, etc…-, tratando de coordinar una acción común de protestas, pues el nuevo Inspector de Trabajo se hacía el sordo a toda reivindicación.

– No tendremos más remedio que ir a una huelga general. -Pero tropezarían con las sonrisitas vengativas del Responsable, de los anarquistas veteranos, hombres maduros, que rodeaban a éste; de todos los limpiabotas del Cataluña.

Por de pronto, el rumor no pasaba de ser interno. Manifestaciones externas no las había sino de carácter regionalista. Porque una de las heridas más dolorosas entre las recibidas, era la que afectaba a los sentimientos catalanistas. La propia «Voz de Alerta» escribía irónicamente en su periódico: «Lamentamos que Gil Robles se niegue a bailar tantas sardanas como bailaba Maciá…»

Las frases de aquel tipo provocaban la mayor indignación. Sin que por ello el dentista dejara de tener clientes… Y peor aún: sin posibilidad inmediata de reaccionar en forma violenta. Gerona tenía que limitarse a pintar más que nunca en la Dehesa, a cantar… y a organizar sus magnos Juegos Florales para el 15 de mayo, como saludo a la primavera.

Matías no se explicaba que el anuncio de unos Juegos Florales -unas cuantas poesías recitadas en el Teatro Municipal, y unos cuantos premios- despertaran tal entusiasmo. Jaime, su compañero de trabajo, parecía medio loco. Se pasaba días y semanas retocando y puliendo un poema que presentaría bajo el lema «Amor». «Amor, simplemente Amor», le decía a Matías, en gesto que significaba: Observe la austeridad, la economía de elementos.

Mosén Alberto explicaba a los Alvear:

– Es la tradición, ¿comprende? Los Juegos Florales son… ¡claro! Para ustedes es difícil de comprender.

Mosén Alberto preparaba también una monografía histórica sobre la ermita de los Ángeles.

Mosén Alberto no lo podía remediar: era catalanista. En primer lugar, su pueblo natal, Torroella, antiquísimo condado y luego Gerona y el Museo, le habían situado frente a tantas obras de arte indígenas que estaba convencido de que pocos pueblos en la tierra se le podían comparar. «Leyendo nuestra historia se queda uno boquiabierto», decía. Mosén Alberto se sabía de memoria trozos de Ramón Llull, de Ausias March. Y estaba abonado, como el notario Noguer, como don Jorge, como el doctor Rosselló y muchas familias de clase media, a la Fundación Bernat Metge. Se aseguraba que en castellano no existía una traducción tan perfecta de los clásicos griegos y latinos. A Matías aquello le parecía raro, pero no estaba documentado para contestar.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los Cipreses Creen En Dios»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los Cipreses Creen En Dios» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Joseph Kanon - Los Alamos
Joseph Kanon
Joseph Wambaugh - Los nuevos centuriones
Joseph Wambaugh
José Gironella - Los hombres lloran solos
José Gironella
José Gironella - Ha estallado la paz
José Gironella
Marta Cecilia Vélez Saldarriaga - Los hijos de la Gran Diosa
Marta Cecilia Vélez Saldarriaga
José María Pumarino - El error de Dios
José María Pumarino
José Luis Valencia Valencia - Los tiempos de Dios
José Luis Valencia Valencia
José Arenas - Los rotos
José Arenas
Отзывы о книге «Los Cipreses Creen En Dios»

Обсуждение, отзывы о книге «Los Cipreses Creen En Dios» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x