José Mendiola - Muerte Por Fusilamiento

Здесь есть возможность читать онлайн «José Mendiola - Muerte Por Fusilamiento» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Muerte Por Fusilamiento: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Muerte Por Fusilamiento»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Premio Eugenio Nadal 1962

Muerte Por Fusilamiento — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Muerte Por Fusilamiento», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Dio unos pasos, y se acercó más a la ventana. Angulo vio reflejadas en el cristal sus facciones pensativas.

– En todo caso -dijo Donald-, yo me he extralimitado. No he venido para saber si usted estaba convencido o no de que el Dictador era algo que requería ser destruido. Lograr o no esa convicción, es cosa particularmente suya. He querido, simplemente, contestar una pregunta que usted, seguramente, se habrá formulado ya.

Le miró, pero no advirtió reacción alguna en Angulo.

– ¿Qué pasará después? -preguntó Donald-. ¿Qué pasará cuando el Dictador caiga y vuelva Salvano?

– No lo sé -dijo Angulo.

– Quiero hablarle de Salvano -siguió Donald-. No sé qué clase de imagen tiene usted formada de él, pero quiero decirle que es, sobre todo, un hombre bueno. Bueno y angustiado… Allí, en los Estados Unidos, no piense que tiene formado un gobierno en el exilio, y que está jugando a hacer política… Ni tampoco que vive con lujo. Eso es frecuente, en este país, cuando alguien cesa en el Poder… Ya sabe a lo que me refiero: surgen infinitas rentas en el extranjero, y esa precaución es una inmoralidad más que imputar a su beneficiario… No. Salvano vive con cierta pobreza, con recursos muy menguados. Y trabaja incesantemente, sabe que volverá algún día aquí, a la Presidencia.

– ¿Le ha pedido él que visite este país?

– Sí. Yo puedo salir y entrar con absoluta facilidad; no figuro en las listas. Vengo todos los meses de los Estados Unidos… En realidad, es como si auscultara o tomara el pulso del régimen actual, como si estudiara la vida que le queda… Y me parece que no es mucha. Es un gobierno enfermo. Es fácil ver las hendiduras primeras, y escuchar los ruidos que hace una construcción que está a punto de desaparecer.

– Una vez leí -dijo Angulo-, que el atentado contra el Poder surge, históricamente, en esos momentos: cuando se advierten las primeras debilidades, los primeros fallos. Algo así como si el hombre que atentara fuera un producto más de la desintegración, una circunstancia que se produce puntualmente.

– No, no es cierto. Todos los dictadores han sufrido atentados en su época de esplendor.

– Perdone… No me refiero a esos atentados que fracasan, sino al que realmente le matará. Se miraron.

– Es extraño eso que dice -dijo Donald-. Extraño. Pero usted no debe tomar las cosas como si fueran… no sé piezas inevitables de un engranaje. Pero, al mismo tiempo, me alegra oírle: sé que usted no puede fracasar.

Angulo se volvió hacia él.

– ¿Por qué? ¿Por qué no puedo fracasar?

– No lo sé… Es como un presentimiento.

– Presentimiento… Yo tengo muchos. A veces, el más terrible de todos, el que más me angustia, es que muera ese hombre y, sin embargo, las cosas no se alteren.

– Pero Salvano volverá.

– No conozco a Salvano.

– Usted lucha por él, tiene fe en él. Comprendo que contemple a veces con resentimiento al hombre que le obliga a dar este paso… Salvano terminará con el caos.

Donald apoyó una mano en su hombro. "Como si temiera -pensó Angulo- que pudiera retroceder y condenar a Salvano a vivir lejos del Poder." Pero luego se dijo que estaba nervioso, que aquella conversación le excitaba y desasosegaba. Preguntó:

– Dígame cómo es Salvano.

– Tal vez sea mejor que empiece hablándole de su programa político.

– No, se lo ruego. No me interesa el programa. Todos los programas políticos son buenos. Me interesa el hombre.

– Es difícil explicarle cómo es… -meditó Donald-. Tal vez si usted me hiciera preguntas…

– No, no. Diga cualquier impresión, lo primero que se le ocurra. No pretendo conocer ni el peso ni la estatura de la persona por la que voy a matar…

– Está casado -empezó Donald, con dificultad, casi con violencia. Parecía estar pensando que las cosas que se disponía a decir las consideraba inútiles y sin importancia-. Su mujer es una anciana menuda, de ascendencia italiana… Tienen un solo nieto.

– ¿Tiene perro? -preguntó, inopinadamente Angulo.

Donald le miró con profunda incomprensión.

– Le pregunto si tiene perro -insistió Angulo-. No estoy loco.

– Sí, sí que tiene… Es decir, dos perros.

– ¿Recuerda los nombres?

– ¿Los nombres de los perros?

– Los nombres de los perros, sí.

– No, no creo… Me parece que el chiquito se llama Vasa, no estoy muy seguro. También tiene pájaros. Jilgueros y canarios.

Angulo se acercó a la ventana. La calle estaba desierta.

– Pájaros -murmuró, pronunciando con lentitud la palabra-. Yo tenía dos estorninos, pero se murieron en una noche muy húmeda. No creo que pudiera matar al Dictador si supiera que tenía pájaros. No piense que estoy loco: he hablado con uno de los ordenanzas que le atiende. No tiene pájaros ni perros.

Miró al visitante de frente. Se daba cuenta de que los labios le temblaban un poco, y de que su frente debía estar llena de sudor.

– Ni pájaros ni perros -repitió-. El camino está libre. Sólo que, a veces, aparece en sus ojos algo así como una mirada inocente… Pero es muy fugaz. No sé si estoy engañado o no. Tal vez sea porque tiene los ojos azules. Es difícil advertir la maldad en alguien que nos mira con ojos azules… Porque yo necesito que sea malo, se lo aseguro. No podría ver que ayuda a un ciego a cruzar la calzada, y matarle luego. Si lo hiciera, sé que me diría que había destruido en él la poca o mucha bondad que pudiera tener…

– Le gustará Salvano -dijo Donald-. Algún día le conocerá, cuando pase todo esto…

– No, no le conoceré nunca -interrumpió Angulo-. Y usted lo sabe. ¿Ha visto alguna vez las fotografías de un golpe de Estado victorioso? Jamás aparecen en ellas ciertas personas, jamás… Y, sin embargo, el golpe no hubiera podido darse sin ellas. Tienen rango de protagonistas, pero de oscuros protagonistas. Es… como una regla de un difícil juego. El nuevo régimen prefiere no saber, prefiere no conocer a los que le han desbrozado el camino. Y eso porque, para desbrozar, hay que ensuciarse las manos, y un nuevo régimen debe ofrecer siempre una apariencia muy limpia, sin asomo de manchas. La justificación, precisamente, de un cambio de Poder, es destruir la suciedad anterior. Por ello, los nuevos no deben llegar con la suciedad. No, yo no conoceré a Salvano. Pero tampoco desearía conocerle. Creo que no podría mirarme a los ojos… O, en todo caso, yo no le podría mirar a él.

– Pero, quizás -dijo Donald-, sea el propio Salvano quien, algún día, averigüe su existencia y quiera…

Angulo le miró rápidamente.

– ¿Averiguar mi existencia? -preguntó, profundamente asombrado.

Donald miró hacia la calle.

– Sí -dijo, en voz baja.

– Es que… ¿no la conoce?

– No -dijo Donald.

Angulo sintió una náusea ardiente. Con un golpe nervioso de su mano, limpió su frente de humedad.

– Salvano ¿ignora que preparamos este atentado? -preguntó. Le costaba asimilar aquella evidencia.

– Absolutamente.

– ¿Por qué no…?

– Jamás lo hubiera consentido. Odia el derramamiento de sangre.

– ¡El derramamiento de sangre! -se agitó Angulo-. ¿Cree que yo no lo odio? ¿Piensa que…?

– Por favor, no levante la voz. Su mujer podría…

– No lo entiendo… ¡El derramamiento de sangre' ¿Cómo es posible que no se me haya advertido?

Donald volvió a sonarse, mientras movía la cabeza.

– Yo pensaba decírselo -dijo. Hablaba casi en voz baja, y sus tonos parecían sinceros-. Jaramillo no era partidario, desde luego, pero yo deseaba que usted lo supiera…

– ¡Jaramillo no era partidario! -se indignó Angulo. No le importaba levantar la voz, aun cuando era posible que Julia estuviera escuchando-. No es extraño… A él no le importa nada, salvo la muerte de sus dichosos ratones. Jaramillo afea nuestro grupo, se lo aseguro. Para él, todo esto es un juego macabro. Si alguna vez triunfamos, quizás él, entonces, conspire contra Salvano. Es de esa clase de hombres que disfruta conspirando, sencillamente. Aquello por lo que luchamos le tiene sin cuidado…

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Muerte Por Fusilamiento»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Muerte Por Fusilamiento» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Muerte Por Fusilamiento»

Обсуждение, отзывы о книге «Muerte Por Fusilamiento» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x